El “Rafa” se vinculó a Danubio cuando lo llevaron a la inauguración del Estadio Jardines del Hipódromo, desde ese día su corazón comenzó a latir en blanco y negro.
Asombraba con su calidad en el club de Baby Fútbol Campo Survo, hoy renombrado Estudiantes de la Unión y no sólo llamaba la atención, sino que más bien… deleitaba. Quienes lo vieron jugar, dicen que fue uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol infantil.
Lo fueron a buscar de otros clubes, pero él ya lo tenía decidido, quería jugar en Danubio, a los 12 años fue a probarse y con 13 comenzó a jugar en Quinta división. Pero fue fugaz su estancia en las categorías juveniles, tan solo dos años después, su innegable talento lo catapultó al equipo de Primera.
El “Magnate” Rodríguez -siempre muy vinculado a la faz deportiva danubiana-, fue el que insistió para que lo ascendieran y lo hizo ver por dos técnicos experimentados: José “Pepe” Etchegoyen y el “Pulpa” Etchamendi.
Los veteranos entrenadores aprobaron la iniciativa y el “Rafa” debutó con 15 años, en el Parque Rivero ante La Luz por el Campeonato Uruguayo de la “B” de 1970.
En aquel plantel estuvo -protegido- porque había jugadores mayores como Hamilton Rivero, el “Pelado” Repetto, Ruben Ángel Cabrera, Horacio Franco, Alberto Cardaccio y Juan Asceri. Aquel grupo, también contaba con juveniles de gran calidad como Lorenzo Carrabs, Gerardo Rodríguez y, entre todos, lograron el ansiado ascenso a la “A”.
Con su debut en el equipo principal, el mundo del fútbol conoció a un volante ofensivo de mucha calidad y los hinchas danubianos a uno de los mejores futbolistas de la historia del club. En Danubio permaneció hasta 1975.
Lamentablemente su carrera como jugador fue corta, por propia decisión y tras jugar en Olympiacos de Grecia (desde donde se volvió sin cumplir el contrato costándole una suspensión), San Luis de Potosí (México) y Nacional, se retiró con solo 26 años.
Muchos años después, retornó al club de la franja como entrenador de Divisiones Juveniles, desempeñándose durante más de 15 años y luego ocupó el cargo de Coordinador de todo el fútbol juvenil.
En el año 1994, dirigió el equipo principal danubiano, integrando así, el selecto grupo de aquellos que alcanzaron a defender al club de la Curva de Maroñas, como futbolista y entrenador.
Finalmente, creó la denominada “Escuelita” donde captaba y formaba jugadores, transformándose decididamente en un descubridor de talentos.
El “Rafa” siempre destacó la importancia que tenía para su vida el club, “Danubio es todo”, decía. El trabajo era también parte de su vida y le alegraba cuando veía triunfar a alguno de sus discípulos.
Rafael Perrone, fue jugador, entrenador y descubridor de talentos, tras su partida en setiembre de 2022, ahora, también es una leyenda danubiana.