Breve reseña de URUGUAY en la Copa América

Al acercarse la fecha de disputa de una nueva Copa América, resulta ineludible repasar la rica historia de la Selección Uruguaya en el certamen. La Celeste imprimió su huella ganadora en los mismísimos albores de esta contienda e indudablemente es una de las grandes protagonistas del balompié continental por su recorrido exitoso a través de los años. He aquí un breve resumen…

Los inicios

El Campeonato Sudamericano de Selecciones (como se denominó inicialmente el principal evento futbolístico para las escuadras nacionales de América del Sur) nació casi “sin querer”, allá por el año 1916. En el marco de los festejos por el centenario de su independencia, ARGENTINA organizó un torneo del cual formaron parte, además del anfitrión, los combinados de URUGUAY, BRASIL y CHILE. En medio del certamen, más precisamente el 9 de julio y en la ciudad de Buenos Aires; representantes de las asociaciones que participaron del mencionado cuadrangular se reunieron con el fin de analizar la idea integradora del dirigente uruguayo Héctor Rivadavia Gómez. La propuesta consistía en darle forma a una Confederación que agrupara a las federaciones de estos países y que pusiera a rodar la celebración regular de un campeonato de selecciones nacionales. En diciembre de aquel año, pero esta vez en Montevideo, se celebró el Congreso Constitucional que ratificó lo actuado en julio, dando origen a la Confederación Sudamericana de Fútbol.

Volviendo a lo que refiere a ese campeonato inicial, cabe señalar que el mismo se llevó a cabo en un lapso de 15 días. URUGUAY hizo su estreno el 2 de julio goleando por 4 a 0 a la selección chilena en el estadio GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires), frente a unos 10.000 espectadores. José Piendibene e Isabelino Gradín, con sendos “dobletes”, fueron los autores de las conquistas charrúas. El segundo cotejo fue ante BRASIL, siendo por calendario el quinto del torneo. Los argentinos eran los líderes con 3 puntos (un triunfo y un empate), orientales y brasileños aparecían como escoltas con dos unidades y La Roja ya había culminado su participación con dos derrotas y una igualdad. Arthur Friedenreich abrió la cuenta a los 8 minutos de juego para La Verdeamarela, sin embargo, el team uruguayo supo dar vuelta el score con tantos de Isabelino Gradín y José Tognola, futbolista del extinto club Reformers.

Con este triunfo, URUGUAY llegaba al Clásico del Río de la Plata con ventaja de un punto sobre los organizadores, que cedieron una unidad en el juego con su par brasileño. La cita decisiva estaba fijada para el 16 de julio, pero los espectadores locales desbordaron las instalaciones del estadio GEBA, impidiendo el desarrollo de la brega e inclusive provocaron un incendio en las tribunas del mencionado recinto. Todo esto derivó en la suspensión del match, el cual se reprogramó para el día siguiente en el estadio del Racing Club de Avellaneda. El partido finalizó sin goles y, por ende, URUGUAY se proclamó como Campeón. Un detalle importante es que, si bien resultó ser el primer certamen de índole continental en Sudamérica, la Copa América (trofeo y distinción que se brinda al vencedor) recién se adquirió y se puso en disputa al año siguiente (reiteramos, aún bajo el rótulo de “Campeonato Sudamericano de Selecciones”).
El Ministerio de Relaciones Exteriores de ARGENTINA donó el trofeo a la CONMEBOL, cuya confección estuvo a cargo de la Casa Escasany, una joyería de origen francés radicada en Buenos Aires. Se trata de una copa de 75 cm de alto y 30 cm de diámetro, en cuya base de madera se encastran pequeñas placas de oro con el detalle del año y selección ganadora por cada edición.

Como decíamos anteriormente, este torneo no fue disputado oficialmente como Campeonato Sudamericano de Selecciones ni nuestra selección recibió el reconocido trofeo; no obstante, la CONMEBOL considera estos resultados como oficiales y por eso URUGUAY se consagró como el primer Campeón de América, siendo ésta la estrella número uno de sus 15 preseas continentales. El plantel ganador, que tuvo la conducción técnica de Alfredo Foglino (que también actuó como futbolista) era el siguiente: Miguel Benincasa (River Plate), José Brachi (Nacional), Francisco Castellino (Nacional), Pablo Dacal (Nacional), Juan Delgado (Central), Alfredo Foglino (Nacional), Isabelino Gradín (Peñarol), Rodolfo Marán (Universal), Jorge Pacheco (Peñarol), José Pérez (Peñarol), José Piendibene (Peñarol), Ángel Romano (Nacional), Cayetano Saporiti (Wanderers), Pascual Somma (Nacional), José Tognola (Reformers), Antonio Urdinarán (Defensor), José Vanzzino (Nacional), Manuel Varela (Peñarol) y Alfredo Zibechi (Wanderers). El peñarolense Isabelino Gradín fue el goleador del campeonato con 3 conquistas.

Más triunfos y una rivalidad marcada

Nuestro país acogió el evento al año siguiente, obteniendo el primer bicampeonato. Se repitieron los elencos de la primera edición y La Celeste arrasó frente a CHILE y BRASIL (ambas victorias por 4-0) y en el juego decisivo, celebrado ante 40.000 personas en el Parque Pereira, superó al team argentino por 1 a 0, gracias a un gol de Héctor Scarone a los 62 minutos. De ese modo URUGUAY fue campeón invicto, con puntaje perfecto y la valla en cero.
El siguiente torneo se desarrolló en territorio brasileño, concretamente en Río de Janeiro, y con los mismos cuatro protagonistas. BRASIL y URUGUAY culminaron su actuación igualados en 5 puntos, por lo que se decidió jugar un partido Final para dirimir el vencedor. Tras el 0 a 0 en los 90 minutos, se desarrolló un período de media hora de tiempo suplementario, donde la igualdad tampoco se quebró. En un hecho impensado, a las dos horas de juego que ya se llevaban disputadas se le agregó una prórroga de otros 30 minutos (recordemos que no había cambios en aquella época), hasta que a los 122 minutos Arthur Friedenreich marcó el gol del triunfo local.

En 1920, CHILE se hizo cargo de la organización, estableciendo a la ciudad de Viña del Mar como sede. La Celeste volvió a retomar la corona, tras empatar con ARGENTINA (1-1), aplastar a La Canarinha (6-0) y vencer en la última jornada a los chilenos (2-1) con dianas de Ángel Romano y José Pérez, ambos goleadores del campeonato con 3 tantos cada uno.
Un año después, ARGENTINA volvió a ser sede y en lugar de CHILE apareció la selección de PARAGUAY, que le daría el primer “dolor de cabeza” a los celestes tras superarlos por 2 goles contra 1 en el debut. Después derrotamos a BRASIL con “doblete” de Ángel Romano y en la fecha final caímos ante ARGENTINA, que ganó debido a un gol de Julio Libonatti, a la postre el goleador del certamen.
La Albiceleste lograba su primer título emulando al URUGUAY de 1917: fue invicto, ganó todos sus juegos y no recibió goles.

Corría el año 1922 y BRASIL conseguía su segundo título, nuevamente jugando en casa. Fue el primer torneo con 5 participantes y sirvió como parte de los festejos por el centenario de la independencia del país vecino. PARAGUAY, BRASIL y URUGUAY terminaron igualados con 5 puntos, por lo que se debía jugar un triangular para definir quién sería el campeón. Pero los orientales, en señal de protesta por el arbitraje del brasileño Pedro Santos en su cotejo contra PARAGUAY (que ganaron los guaraníes por 1-0), desistieron y ofuscados abandonaron la competencia. La Final quedó en manos de BRASIL que goleó por 3 tantos contra 0.

La revancha tendría lugar en 1923, cuando URUGUAY obtuvo su cuarta presea, de nuevo con puntaje perfecto. La contienda se desarrolló en el Gran Parque Central montevideano y los uruguayos doblegaron por 2-0 a guaraníes y albicelestes, además de triunfar por 2-1 en su juego frente a BRASIL. Pedro Petrone fue la gran figura, marcando un gol en cada partido. Nuestro país repitió la organización en 1924 y, como no podía ser de otra manera, revalidó el título. En esta oportunidad BRASIL estuvo ausente y CHILE regresó a la competencia. La Celeste aplastó a los trasandinos (5-0), luego superó a PARAGUAY (3-1) y el empate con ARGENTINA (0-0) les dio el primer puesto. Pedro Petrone volvió a ser una pieza clave y máximo goleador con 4 dianas. Este torneo se celebró entre octubre y noviembre, a posteriori de la consagración mundial en los Juegos Olímpicos de París.

URUGUAY faltó solamente a dos Copas América y la primera fue en 1925. La ausencia se debió a cuestiones políticas internas (era la época del cisma del fútbol uruguayo, que tuvo lugar entre 1922 y 1925). Esta resultó ser la edición más escueta, pues contó con solo tres participantes. Para darle una extensión mayor al evento, se jugaron dos rondas de partidos en Buenos Aires, culminando ARGENTINA como campeón. BRASIL y PARAGUAY fueron los otros participantes. La cita siguiente fue en CHILE y la selección de BOLIVIA hizo su primera presentación, que resultó bastante magra por sus cuatro derrotas y 24 goles recibidos. La actuación del team oriental fue totalmente lo contrario: recuperó el cetro con una performance magistral, logrando cuatro triunfos en los denominados “Campos de Sports de Nuñoa” en Santiago. La Celeste se impuso al local por 3-1, luego venció a su clásico rival rioplatense por 2-0 y cerró la campaña con dos enormes goleadas: 6-0 sobre La Verde del Altiplano y 6-1 contra La Albirroja. El chileno David Arellano fue el goleador del evento con 7 tantos, no obstante, Héctor Castro y Héctor Scarone tuvieron gran destaque, marcando 6 goles cada uno.

La edición de 1927 fue un cuadrangular entre ARGENTINA, URUGUAY, BOLIVIA y PERÚ, que hizo su debut y además hospedó el campeonato. El título se dirimió en el juego entre rioplatenses, donde La Albiceleste triunfó por 3 a 2. Dos años más tarde, los argentinos firmaron el bicampeonato en su feudo y URUGUAY terminó tercero entre cuatro equipos (solo pudo vencer a PERÚ y cayó a manos de paraguayos y argentinos). El dominio entre los seleccionados rioplatenses era muy marcado, disputándose por estos tiempos el liderazgo en América del Sur y, a su vez, alimentando constantemente la rivalidad clásica.

Nuevas conquistas y algunos vaivenes

Pasaron prácticamente seis años para que volviera a celebrarse el Campeonato Sudamericano y Los Charrúas brillaron en Lima. Héctor Castro le dio la victoria a nuestra selección frente al local y posteriormente Aníbal Ciocca marcó una “dopieta” para encaminar el triunfo ante CHILE. La faena se terminó de concretar el 27 de enero con la goleada sobre ARGENTINA por 3-0. En apenas 36 minutos, Héctor Castro, José Alberto Taboada y Aníbal Ciocca habían resuelto el match en favor de los uruguayos, que en esta oportunidad vistieron de rojo en lo que terminó siendo la obtención del séptimo lauro.

Sobre fines de 1936 comenzó a disputarse la decimocuarta edición del torneo continental, que culminaría el 30 de enero de 1937. Por primera vez se trató de un hexagonal que contó con la presencia de ARGENTINA (anfitrión), BRASIL, CHILE, PARAGUAY, PERÚ y URUGUAY. El desempeño celeste fue opaco en relación a las campañas anteriores, dado que perdió en tres ocasiones y solo ganó dos juegos. Se destaca el 3-2 sobre los albicelestes (que serían los campeones), donde se logró un transitorio 3 a 0 que luego los locales acortaron. Fue dolorosa la caída ante CHILE (0-3), así como una nueva derrota sufrida con PARAGUAY (2-4), que ya se convertía en nuestra “sombra negra”.

En 1939 los peruanos quebraron la historia y se quedaron con la copa en su país. ARGENTINA por primera vez no participó y BRASIL tampoco asistió. La escuadra que hizo su debut fue ECUADOR, que lastimosamente cayó en sus cuatro juegos. PERÚ y URUGUAY llegaron a la última fecha igualados en 6 puntos y definieron el título en el estadio Nacional de Lima frente a 40.000 personas. Jorge Luis Alcalde y Víctor Bielich sacaron ventaja para La Blanquirroja. Roberto Porta descontó a los 44 minutos, pero no se pudo revertir el panorama; desatándose el festejo para el pueblo inca.

La década del ’40 estuvo dominada por ARGENTINA, que ganó cuatro de los seis torneos celebrados, hilvanando el único tricampeonato hasta el momento (1945, 1946 y 1947). URUGUAY organizó la edición de 1942 y la ganó de punta a punta: 6 triunfos, 21 goles a favor y solo dos en contra. El último partido fue una victoria clásica ante La Albiceleste, en un estadio Centenario colmado por 70.000 espectadores que gritaron a rabiar el gol del triunfo marcado por Bibiano Zapirain. Integraban ese equipo, entre otros, Aníbal Paz, Obdulio Varela, Roberto Porta, Aníbal Ciocca, Schubert Gambetta y Severino Varela. La otra actuación relevante en este período fue el subcampeonato obtenido en 1941, donde culminamos detrás de ARGENTINA en el que fue el tercer certamen celebrado en CHILE.

Los laureles reverdecieron en 1956, cuando nuevamente fuimos país sede y campeones invictos (4 partidos ganados y un empate sin goles con BRASIL). Otra victoria por 1 a 0 sobre el clásico rival, con gol de Javier Ambrois, fue el corolario para un nuevo éxito. Luego llegaron dos consagraciones consecutivas de La Albiceleste (1957 y 1959) y en este último año se dio la curiosidad de que hubo un torneo extra sobre el mes de diciembre, que también se contabiliza como oficial. URUGUAY aprovechó la ocasión para firmar su décimo título con resultados estupendos: estreno con victoria 4-0 frente a ECUADOR, el elenco local, y dos resonantes goleadas sobre BRASIL (3-0) y ARGENTINA (5-0).
Por último, se empató con PARAGUAY (1-1) para quedar dos puntos por encima de los argentinos, quienes eran liderados por el goleador José Sanfilippo. En ese momento el palmarés indicaba 12 títulos para ARGENTINA y 10 para URUGUAY.

La Selección Uruguaya estuvo ausente en la copa celebrada en BOLIVIA, en el año 1963. Para sorpresa de todos, el conjunto del altiplano se quedó con el trofeo en donde venció, entre otros, a la selección argentina (3-2) y a la brasileña (5-4). Cuatro años después, nuestro país volvería a ser la sede del último Campeonato Sudamericano de Selecciones, ya que a partir de 1975 el certamen pasaría a llamarse “Copa América”. En la última fecha, uruguayos y argentinos debían enfrentarse y los visitantes corrían con un punto de ventaja. Por lo tanto, URUGUAY estaba obligado a ganar si pretendía un nuevo título. Pedro Virgilio Rocha fue el héroe oriental que batió al portero Antonio Roma a los 74 minutos de juego, otorgándole la victoria a La Celeste para llegar a lo más alto del podio.

Se instaura la Copa América

Pasaron ocho largos años para que la Copa América saliera a escena, con tres ediciones sin sede fija y con partidos de ida y vuelta. PERÚ se alzó con la edición de 1975 y PARAGUAY hizo lo propio en el año 1979. El recorrido de nuestra escuadra llegó hasta Semifinales en 1975 (caída global de 1-3 ante COLOMBIA) y en 1979 quedamos segundos en el Grupo C, dos puntos por detrás de los guaraníes, que terminarían siendo los campeones al derrotar en la Final a CHILE.

En 1983 sería el momento de un nuevo triunfo charrúa con este renovado formato. Los orientales ganaron el Grupo A que integraban CHILE y VENEZUELA. Ya en Semifinales debieron cruzarse con PERÚ, el vencedor del Grupo C. En la ida nuestra selección logró un importante triunfo de visitante por mínima diferencia, gracias a un gol de Carlos Aguilera. La revancha culminó con empate (1-1) y clasificación celeste. La gran Final fue contra BRASIL: el 27 de octubre Los Charrúas se hicieron fuertes en el estadio Centenario y “pegaron primero” con dos golazos. El primero de Enzo Francéscoli, de tiro libre; mientras que el segundo fue obra de Víctor Hugo Diogo, en notable maniobra individual. Curiosamente, éste fue el único gol anotado por el lateral derecho en toda su trayectoria con la selección. El cotejo definitorio se jugó en el estadio Fonte Nova de Salvador de Bahía. Jorginho puso adelante a La Canarinha pero, a 13 minutos del cierre, un desborde y centro de Venancio Ramos encontró la cabeza del “Pato” Aguilera, que se coló entre los zagueros Marcio y Mozer para impactar el balón, marcar el empate y caer desvanecido por unos instantes. El “Uruguayos Campeones” volvía a sonar bien fuerte y los celestes daban su segunda vuelta olímpica oficial en suelo brasileño, tras la acontecida en el Mundial de 1950. A su vez, éste era el duodécimo título para “la garra charrúa”, que igualaba al conjunto argentino como el más ganador del continente.

Este logro depositó a URUGUAY directamente en las Semifinales de la siguiente Copa, que sería en ARGENTINA. Justamente tuvimos que medirnos con el anfitrión y actual Campeón Mundial, que era liderado futbolísticamente por nada más ni nada menos que Diego Armando Maradona. El 9 de julio, y en un nuevo aniversario de la independencia del país hermano, La Celeste se volvía a calzar el traje de “aguafiestas” y con tanto de Antonio Alzamendi eliminaba a los locales y grandes favoritos. La Final sería el 12 de julio ante CHILE, que en el otro cruce superó a COLOMBIA en el alargue. Este partido es recordado por el juego brusco de los chilenos, que ejecutaron una verdadera cacería contra Francéscoli que, curiosamente, terminó siendo expulsado a los 27 minutos. Pablo Bengoechea, luego de un rebote otorgado por el arquero Roberto Rojas tras un remate de José Batlle Perdomo, señaló el gol que equivalió a un título y a recuperar el liderazgo en el palmarés.

Dos años más tarde, URUGUAY se quedó a las puertas de un nuevo éxito, obteniendo finalmente el segundo lugar. Con un Rubén Sosa exuberante, que brilló en la victoria por 2-0 sobre ARGENTINA en fase final, el equipo dirigido por Oscar Washington Tabárez perdió el último duelo con el dueño de casa. El 16 de julio de 1989 y ante 170.000 personas, el estadio Maracaná recibía un BRASIL-URUGUAY 39 años después del “Maracanazo”. Esta vez el final sería feliz para los norteños, que ganaron con un tanto conseguido por Romário.

Los años ’90 y el último título en casa

En las siguientes ediciones los orientales no estuvieron a la altura de su rica historia. CHILE 1991 nos vio retirarnos invictos, pero eliminados en la primera fase por anotar menos goles que BRASIL. Luis Cubilla, el entrenador de turno, prescindió de los futbolistas “repatriados” (aquellos que militaban en clubes del extranjero) y el resultado no fue el mejor. Tres empates 1-1 (frente a BOLIVIA, ECUADOR y BRASIL) más una victoria por 1-0 sobre los colombianos no alcanzaron para acceder a la ronda final. Peter Méndez, que en ese momento defendía al Defensor Sporting Club, fue el jugador más destacado al convertir tres de los cuatro goles celestes.

En 1993 integramos el Grupo A junto a ECUADOR (anfitrión), ESTADOS UNIDOS y VENEZUELA. Era la primera vez en que se invitaba a dos selecciones de la CONCACAF (la otra fue MÉXICO) para conformar tres series de 4 equipos cada una. El debut fue en el estadio Bellavista de Ambato y terminó con una ajustada victoria sobre los norteamericanos, debido a un gol de Santiago Ostolaza. En el siguiente encuentro VENEZUELA nos dio un buen susto y terminamos empatando 2-2, para luego cerrar en la altura de Quito con derrota (1-2) frente a La Tricolor. Por Cuartos de Final empatamos 1-1 con COLOMBIA (gol de Marcelo Saralegui) y caímos vencidos en la tanda de penales. ARGENTINA fue la mejor en este binomio 1991-1993 y volvió a pasar al frente en el historial general.

Dos años después llegó el momento de celebrar otra Copa América en nuestro país, más precisamente la séptima, la cual por primera vez tuvo cuatro ciudades-sede: Montevideo, Maldonado, Paysandú y Rivera. Cumpliendo con el legado de varias generaciones, URUGUAY se quedaría con la gloria ante su gente. El equipo de Héctor “Pichón” Núñez empezó su camino triunfal con goleada 4 a 1 sobre VENEZUELA, para después vencer a los paraguayos con gol de Enzo Francéscoli. En la última fecha y con algunas variantes, URUGUAY salvó el invicto ante los mexicanos, que abrieron la cuenta a los 67 minutos a través de Luis García. Marcelo Saralegui estableció la igualdad a los 79’. En Cuartos de Final, Marcelo Otero y Daniel Fonseca anotaron los goles para el triunfo sobre BOLIVIA (2-1).

El match de Semifinales fue ante COLOMBIA, un equipo difícil que a pesar de fallar en el Mundial de USA 1994, tenía el antecedente de haber vapuleado en las Eliminatorias a los argentinos por 5 a 0 en Buenos Aires; por lo tanto, eran realmente una amenaza para cualquier rival. De todas maneras, Edgardo Adinolfi a los 51 minutos comenzó a encaminar la victoria charrúa, que Marcelo Otero selló a los 70’.
La Final se jugó el domingo 23 de julio de 1995 en el estadio Centenario, con un público estimado de 65.000 espectadores. BRASIL, Campeón del Mundo el año anterior, era el rival de turno. El elenco visitante se puso arriba en el marcador con gol de Túlio. En esa jugada, se iría lesionado el defensor uruguayo Tabaré Silva. En el complemento (minuto 51), Pablo Bengoechea ejecutó de forma magistral un tiro libre, dejando sin asunto al renombrado portero Taffarel. El juego continuó igualado y, por primera vez en la historia, la Copa se tendría que definir por penales. Vale recordar que los brasileños venían de lograr el éxito mundial por esta vía ante ITALIA. Sobre el arco que da a la tribuna Colombes fueron pasando los distintos ejecutantes. En el tercer penal correspondiente al Scratch estuvo el punto de inflexión: Fernando Alvez le contuvo el disparo a Túlio. Francéscoli, Bengoechea, José Herrera y Álvaro Gutiérrez no habían fallado.
En los pies de Sergio Martínez estaba la responsabilidad de abrazarse nuevamente con la gloria; y “El Manteca” no defraudó. URUGUAY ganó por 5 a 3 y de esa manera, ante sus hinchas, se coronó y festejó por decimocuarta vez, manteniendo el 100% de efectividad en lo que refiere a títulos continentales jugando en Montevideo.

Coqueteando con la gloria…hasta que llegó el año 2011

BOLIVIA fue la sede elegida en 1997 y La Celeste hizo una tibia defensa de su título. Compartió el Grupo B con el anfitrión, PERÚ y VENEZUELA. Los Incas doblegaron por 1 a 0 al conjunto dirigido por Juan Ahuntchain, que se recuperó ante La Vinotinto (2-0). En la última fecha se necesitaba una victoria ante el local, que jugaba en los 3.600 metros de La Paz. La hazaña no se dio y La Verde se quedó con los tres puntos a raíz de un gol de Julio César Baldivieso. BRASIL terminaría derrotando a los bolivianos en la Final y ganaría por primera vez un título continental fuera de su casa, el quinto de su cosecha en ese momento.

PARAGUAY albergó por primera vez la cita continental en 1999 y URUGUAY afrontó el torneo con una escuadra alternativa, bajo las órdenes de Víctor Púa, que sería relevado en el puesto por Daniel Passarella según lo acordado con la AUF. Los orientales avanzaron a Cuartos de Final como uno de los mejores terceros, con tan solo 3 puntos producto del triunfo 2-1 sobre ECUADOR, con “dopieta” de Marcelo Zalayeta. Los otros dos cotejos del Grupo C terminaron en derrotas: 0-1 frente a COLOMBIA y 0-2 con ARGENTINA. El siguiente rival sería La Albirroja, ganadora del Grupo A y favorita para llegar a Semifinales. Miguel Ángel Benítez sería uno de los protagonistas del encuentro. El delantero abrió la cuenta a los 15 minutos, pero Zalayeta empató a los 65’. Finalmente, el ganador se tuvo que definir por penales y nuestro equipo se lució en cuanto a la ejecución, convirtiendo los cinco remates. Pero Benítez no pudo con Fabián Carini en el cuarto disparo y esa fue la diferencia a favor de los celestes, que volvían a ser “la piedra en el zapato” para un conjunto anfitrión.

Algo similar ocurrió en Semifinales: empate 1 a 1 (esta vez con CHILE), cien por ciento de efectividad en nuestros penales y las manos de Carini conteniendo un tiro rival, en este caso fue el segundo remate a cargo de Mauricio Aros. En ambas tandas de penales, Federico Magallanes fue el encargado de anotar el gol de la victoria. Con un solo partido ganado “en cancha”, La Celeste llegaba a una nueva Final de América, pero enfrente estaba BRASIL, un gran equipo que contaba con figuras como Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho. Los norteños se quedaron con el título (victoria por 3-0) y sellaron su primer bicampeonato de la historia.

La edición del año 2001 se celebró en COLOMBIA y estuvo en duda hasta último momento, a causa de los problemas de seguridad y cierta inestabilidad que atravesaba el país. Tanto es así, que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) decidió no enviar a la representación de su país para no exponer a la delegación a ningún riesgo. HONDURAS fue invitada a último momento para ocupar el lugar de los albicelestes.
La selección charrúa debutó en el Grupo C con escueto triunfo sobre BOLIVIA, con gol de Javier Chevantón. En la segunda jornada empatamos con COSTA RICA (1-1) y cerramos la serie con sorpresiva derrota a manos de HONDURAS (0-1). Avanzamos como uno de los mejores terceros y nuevamente hubo que medirse con Los Ticos, que se pusieron adelante en el marcador con tanto de Paulo Wanchope. Sin embargo, con un penal rematado por Rodrigo Lemos “a lo Panenka” y un potente tiro libre ejecutado por Pablo Lima, URUGUAY dio vuelta el score y avanzó a Semifinales. En dicha instancia, caímos por 2 a 1 con MÉXICO y el cierre del torneo fue con el cotejo por el tercer puesto, donde nuevamente nos vimos las caras con el elenco hondureño. El duelo culminó 2 a 2 y Los Catrachos se quedaron con el bronce en los penales.

En las siguientes ediciones también alcanzamos las Semifinales (PERÚ 2004 y VENEZUELA 2007), sucumbiendo en ambos casos por penales y con la selección brasileña como verdugo. En la primera logramos el tercer puesto al derrotar a COLOMBIA (2-1) y en la otra finalizamos en el cuarto lugar, tras perder por 3 a 1 con el conjunto mexicano. Nuevamente en la edición de 2007 nos pusimos el traje de “aguafiestas”, al golear a La Vinotinto por 4 a 1 en el cotejo por los Cuartos de Final.

Un año después de la recordada campaña en el Mundial SUDÁFRICA 2010, llegaba la disputa de la Copa América en suelo argentino. Como en 1916 y 1987, URUGUAY volvería a dar la vuelta olímpica y se cargaría al anfitrión.
Luego de avanzar como segundos del Grupo C (empates 1-1 con PERÚ y CHILE, más una victoria por mínima diferencia sobre MÉXICO); la escuadra dirigida por Oscar Washington Tabárez se enfrentó en el estadio popularmente conocido como “El Cementerio de los Elefantes” a la selección local. Diego Pérez abrió la cuenta a los cinco minutos y Gonzalo Higuaín empató a los 17’. El dominio estuvo del lado argentino, con un Lionel Messi muy inspirado comandando los ataques. URUGUAY aguantó a pie firme, con una notable actuación de su defensa, especialmente del arquero Fernando Muslera. Tras la prórroga (no siempre utilizada en la Copa América), se llegó a los penales y allí La Celeste volvió a tener una tanda perfecta de 5 goles en 5 tiros; en tanto Carlos Tévez falló (o, mejor dicho, Muslera adivinó y atajó), provocando el delirio oriental en Santa Fe luego de la última conversión de Martín Cáceres.

PERÚ fue el rival en Semifinales y los orientales ganaron con doblete de Luis Suárez, a la postre elegido como el Mejor Jugador del Torneo. Y en la Final, nuestra selección arrasó a una desgastada selección paraguaya, que llegó a esta instancia sin ganar un solo juego (5 empates y dos triunfos por penales en la fase playoff). Luis Suárez y Diego Forlán por dos redondearon un cierre de campeonato fantástico, para alcanzar la decimoquinta corona y encaramarse en el primer lugar del historial.

Altas expectativas, bajos rendimientos

Las últimas actuaciones no fueron para nada destacadas, a pesar de contar con un buen potencial como para pelear más arriba. En CHILE 2015 quedamos eliminados por el local en Cuartos de Final, en un partido signado por el triste episodio protagonizado por Claudio Jara y Edinson Cavani. Un año después se celebró una edición especial en los ESTADOS UNIDOS, conmemorativa de los 100 años de aquel primer evento celebrado en ARGENTINA. Por primera vez, la Copa tuvo 16 participantes (a los 10 de CONMEBOL se sumaron 6 de CONCACAF) y La Celeste quedó eliminada en la primera fase, en un grupo que a priori era accesible (estaba integrado por MÉXICO, VENEZUELA y JAMAICA). Estos últimos certámenes le correspondieron a CHILE, que por primera vez se consagró como campeón y lo hizo por duplicado.

BRASIL volvió a ser el mejor en su Copa del año 2019, que tuvo invitados asiáticos como JAPÓN (ya había participado en 1999) y QATAR. Los Charrúas ganaron el Grupo C con dos victorias (4-0 a ECUADOR y 1-0 sobre CHILE) y un empate a dos frente a los nipones. En la siguiente ronda se midieron con PERÚ, equipo al cual dominaron. Para este certamen se implementó el uso del VAR y URUGUAY vaya que lo padeció, ya que le anularon tres goles (alguno de ellos bastante polémicos) por el trazado de líneas que sentenció posiciones adelantadas de carácter milimétrico. Lo cierto es que el cero no se rompió y en los penales el único que no pudo convertir fue Luis Suárez, por lo tanto, Los Incas avanzaron y llegarían a la Final con La Canarinha; donde perdieron por 3 a 1.

La última edición iba a realizarse en el año 2020 y en forma conjunta por parte de ARGENTINA y COLOMBIA; y tendría a las selecciones de QATAR y AUSTRALIA como invitadas. Sin embargo, por el brote del COVID-19 el torneo se pospuso un año y la sede finalmente fue BRASIL, únicamente con los representantes de CONMEBOL. El local no pudo mantener el 100% de eficacia que llevaba en el certamen y perdió la Final con ARGENTINA, siendo éste el primer y ansiado título oficial de Lionel Messi con su selección mayor. Así, los albicelestes nos igualaban en la cima del historial con 15 Copas. En cuanto al rendimiento de URUGUAY, no terminó de convencer y naufragó nuevamente en los Cuartos de Final. Tras quedar en el segundo escalón del Grupo A con 7 puntos, el cruce inmediato fue con la selección colombiana. En un partido parejo, levemente favorable para el bando cafetero, los equipos no se sacaron ventajas y de nuevo nos dejaron afuera en los penales.

SÍNTESIS (período 1916-2021)

  • Participaciones: 45 de 47 ediciones.
  • Títulos: 15 (1916, 1917, 1920, 1923, 1924, 1926, 1935, 1942, 1956, 1959*, 1967, 1983, 1987, 1995 y 2011). *1959: Sudamericano “Extra”, considerado como oficial.
  • Subcampeonatos: 6 (1919, 1927, 1939, 1941, 1989 y 1999*). *URUGUAY recibió la Copa BOLIVIA en esa edición, la cual se entrega desde el año 1997.
  • Medallas de bronce: 9 (1921, 1922, 1929, 1937, 1947, 1953, 1957, 1975 y 2004).
  • Tabla histórica: 2° puesto con 374 puntos (206 PJ, 112 PG, 38 PE, 56 PP, 410 GF y 222 GC).
  • Máximos goleadores: Severino Varela (15 goles), Héctor Scarone (13 goles), Roberto Porta y Ángel Romano (12 goles cada uno).
  • Jugador con más partidos disputados: Ángel Romano (23 partidos).
  • Mayor goleada: URUGUAY 9 – BOLIVIA 0 (PERÚ 1927).
  • Jugadores distinguidos como el Mejor del Torneo: Rubén Sosa (1989), Enzo Francéscoli (1995), Luis Suárez (2011). NOTA: este premio se entrega desde la edición ARGENTINA 1987.
  • Premio Fair Play: URUGUAY ganó este premio en las ediciones 2011 y 2021. NOTA: el premio al “Juego Limpio” se entrega desde la edición 2011.

1937 “Esta vez los uruguayos no tienen nada”

La decimacuarta edición del torneo continental se jugó en el caluroso verano de la capital argentina entre fines de diciembre de 1936 y febrero de 1937. El equipo albiceleste era favorito y quería tomar revancha de las derrotas sufridas ante los uruguayos en las diversas  instancias definitorias en las que se enfrentaron.  Aquel torneo sudamericano representaba una gran oportunidad para que el fútbol argentino volviera a ocupar la cima del balompié continental  y para que la selección local pudiera redimirse ante su afición de las sucesivas  frustraciones deportivas.  Argentina tenía un gran cuadro  y consiguió el anhelado objetivo de coronarse campeón tras el último lauro obtenido en 1929. Sin embargo, la alegría no fue completa porque los defensores de la gloriosa casaca del combinado oriental, que en ese torneo fue roja una vez más, volvieron a demostrar la estirpe ganadora de los nacidos en esta orilla del río más ancho del mundo.   Un nuevo eslabón en el proceso de consolidación de la sana costumbre de ganarle a los argentinos en el patio de su casa.

La Copa América de 1937 debía disputarse en Chile pero la Federación de Football del país trasandino cedió su organización. Argentina asumió el compromiso y albergó el certamen continental pese a los reparos esgrimidos por varios clubes locales. El fútbol argentino venía atravesando un largo tiempo de fuertes procesos divisionistas y profundos debates sobre la regularización de la actividad de los futbolistas como profesionales de esta disciplina. La oficialización del régimen rentado de los jugadores consolidó el predominio de los llamados cuadros grandes  (Boca, River Plate, Independiente, Racing y San Lorenzo) sobre el resto de las instituciones. Estos clubes tenían el poder económico suficiente para reclutar a los mejores jugadores de la capital y del interior del país y  para comenzar a contratar a importantes futbolistas  de los países vecinos. Los uruguayos no fueron la excepción a la regla y comenzaron a cruzar el charco de forma más seguida para desarrollar sus carreras deportivas con mejores remuneraciones salariales. A su vez, la organización del torneo y la fuerte posibilidad de obtener nuevamente el  torneo sudamericano por parte del fútbol argentino representaba el mejor homenaje que se le podía rendir  a la memoria de Alexander Watson Hutton. El educador de origen escocés que había fallecido en marzo de 1936 fue  “el padre del fútbol argentino” a través de su destacada acción en la promoción de este deporte y de la actividad física en general entre los jóvenes estudiantes. Watson Hutton también fue el creador del imbatible Alumni cuando rebautizó al equipo de fútbol del Buenos Aires High School y creó el primer ente rector del fútbol de la vecina orilla en 1893.

“El padre” del fútbol argentino falleció en marzo de 1936 y no pudo ver la quinta consagración continental argentina en la ciudad donde desarrolló su virtuosa labor pedagógica.

La totalidad de los partidos de esta nueva edición de la competencia continental decana del orbe futbolístico fueron disputados en Capital Federal y los escenarios elegidos fueron el extinto  Gasómetro de Avenida La Plata del Club San Lorenzo, el anterior estadio del Club Atlético River Plate en Avenida del Libertador y Tadge (donde hoy se ubica la Plaza República Oriental del Uruguay) y  el viejo escenario de madera del Club Boca Juniors en Brandsen y Del Crucero, donde hoy se emplaza la actual Bombonera. Otra de las novedades de este campeonato consistió en que todos  los matches se jugaron bajo los destellos de las luces artificiales  debido a que se desarrollaron  en las noches veraniegas porteñas.  Esta determinación se implementó, por un lado, a partir de la histórica reivindicación de los jugadores argentinos de que no se fijaran partidos oficiales en horas diurnas durante la estación estival como forma de  garantizar el bienestar de los deportistas en los fields.  Ya existía el triste antecedente del fallecimiento del jugador Arispe  por insolación en un partido entre Gimnasia y Sportivo Barracas que se llevó a cabo con 38°C de calor. Por otra parte, desde que se volvieron a jugar los torneos sudamericanos tras el impasse acontecido entre 1929 y 1935, se estableció como criterio organizativo que esta competencia de selecciones pasara  de los meses primaverales a los del verano en el hemisferio sur. Esta decisión política se mantuvo vigente hasta la edición del torneo de 1967 celebrado en Montevideo salvo alguna excepción como el Sudamericano Extra de 1959 en Ecuador.  La fijación de los encuentros en la noche resultó  un factor fundamental en el éxito del desarrollo del certamen debido al enorme beneficio que tuvieron los hinchas de poder asistir a los encuentros sin tener que padecer el fuerte impacto de los rayos solares sobre los tablones de las tribunas de madera de otrora. El número de la taquilla fue un dato contundente. Otro de los puntos destacados de este campeonato consistió en la cantidad récord de participantes al contar con la inscripción de seis selecciones. Algo que nunca había sucedido hasta ese  momento  desde la primera edición de 1916. Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay fueron los representativos nacionales que asistieron a la honorable contienda deportiva. Bolivia también manifestó su interés por participar pero no lo pudo concretar en los hechos. Este número de asociaciones competidoras recién fue superado en la edición de 1942 celebrada en el Estadio Centenario.

El Gasómetro del C.A San Lorenzo albergó los partidos más importantes de aquel certamen con tribunas repletas.

El  torneo correspondiente al año 1937 tuvo  su comienzo en los últimos días de 1936. El partido inaugural se jugó el 27 de diciembre y fue protagonizado por Brasil y Perú en el barrio de Boedo. Los brasileños, con su típica casaca blanca por aquel tiempo, se impusieron de forma ajustada a Perú por  3 a 2. A los tres días, en el mismo recinto deportivo, Argentina hizo su estrenó triunfal  tras superar a su similar chileno por 2 goles a 1 con doblete de Francisco “Pancho” Varallo.  La tradicional fiesta de Fin de Año implicó un breve receso durante las jornadas del 31 de diciembre y el 1 de enero y la acción continuó el segundo día de enero con el debut celeste. Uruguay enfrentó a Paraguay y cayó derrotado por  4 a 2. La prensa fue muy dura con el equipo nacional y así quedó perpetuado en las páginas de los populares medios escritos. Una muestra de ello es la crónica de Ulises Badano publicada en el ejemplar N° 924 de Mundo Uruguayo. El periodista no escatimó en críticas al titular en su crónica que “Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros” y asignó al resultado adverso “carácteres de catástrofe”. La selección charrúa prosiguió su camino frente a Perú el Día de Reyes con un claro triunfo por 4 a 2. Esta victoria fue una inyección de confianza en el plantel uruguayo  tras el duro revés sufrido ante los paraguayos pero el efecto de dicha infusión anímica se diluyó rápidamente. Una dura derrota ante Chile por 3 a 0 el 10 de enero y un nuevo traspié ante Brasil por 3 a 2 una semana después lapidaron las ilusiones orientales de retener el título obtenido dos años antes en Perú. Solo restaba el partido del 23 de enero ante los argentinos y la honorable cuestión de no claudicar ante los eufóricos anfitriones.  Los albicelestes venían invictos y querían la revancha de Lima, de Montevideo y de Ámsterdam en 90 minutos.

Oncena titular uruguaya del 2/1/37 vs Paraguay. Esta foto publicada en Mundo Uruguayo es una de las pocas imágenes registradas de aquel sudamericano debido a que el horario nocturno dificultó notoriamente la labor de los fotógrafos. A su vez, este documento revela que nuestro combinado nacional seguía vistiendo la victoriosa casaca roja de Santa Beatriz en 1935.

Ellos eran mejores pero las estadísticas no lo avalaban.

“Hace mucho tiempo que juzgamos que nuestros teams son más poderosos que los uruguayos, pero las estadísticas de las contiendas con nuestros vecinos, no lo demuestran , ya que el balance arroja un número parecido de triunfos para unos y otros y con el agregado de que las victorias de mayor significación internacional  favorecen a los de Montevideo, puesto que ellos se clasificaron tres veces campeones del mundo y nosotros ninguna (…) Recuérdese si no que en el sudamericano extra a principios de 1935 en Lima nos derrotaron por 3 a 0 y en el último realizado en el field de San Lorenzo nos ganaron por 3 a 2 cuando en ambas ocasiones  creíamos  ciegamente que los venceríamos sin mayores esfuerzos”.  Estas palabras de Chantencier en su crónica “1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1” en la revista El Gráfico, tras dos goleadas argentinas por las olvidadas Copas Newton y Lipton, denotan la hegemonía uruguaya sobre los argentinos en los partidos decisivos y la excesiva confianza que siempre tuvieron nuestros vecinos en su seleccionado nacional. Los argentinos fueron los dueños del continente en la temporada de 1937 pero conseguir un triunfo ante los uruguayos en un partido “por las que duelen” seguía siendo uno de los mayores obstáculos deportivos. Así sucedió en aquella Copa América que culminó en las vitrinas de la AFA aunque la alegría no haya alcanzado una dimensión total.

Uruguay llegó a disputar el torneo en pleno proceso de recambio. Los gloriosos atletas de las epopeyas continentales y mundiales  ya habían culminado de ofrecer sus servicios a la patria futbolística. El retiro de la selección, y de la actividad futbolística en general, de la  mayoría de los gloriosos campeones  obligaba a planificar  una nueva etapa en el combinado. Tan solo Enrique Ballesteros en el arco oriental, que no sumó la totalidad de los minutos en Buenos Aires, y Alberto Supicci en el rol de la dirección técnica permanecían como representantes del último equipo campeón del mundo en Montevideo.  Uruguay armó su lista de buena fe y viajó a Buenos Aires en los albores de 1937 para defender el título obtenido dos años antes en tierras peruanas.

Juna Bautista Besuzzo recorre en bicicleta las calles de Quilmes ante la mirada de algunos compañeros y vecinos de la concentración uruguaya. El arquero sustituyó al “Pulpo” Ballesteros en el inicio del segundo tiempo del partido frente a los argentinos y fue titular en los encuentros disputados ante Paraguay y Chile.

Los hermanos rioplatenses arribaron al trascendental partido del 23 de enero con dos realidades absolutamente opuestas. Los locales habían cosechado 3 triunfos rutilantes mientras que Uruguay tan solo había superado a Perú. Las derrotas ante Chile y Paraguay esfumaron por completo  el sueño celeste de conseguir la octava presea continental.  60 mil espectadores colmaron las instalaciones del desaparecido coliseo de Boedo para ser testigos de la anhelada victoria de sus jugadores ante los bravos uruguayos. Que no parecían tan bravos en esa instancia dados los resultados desfavorables que aniquilaron rápidamente la aspiración por el título.

“El once argentino salió a la cancha para vengar todas las derrotas en un solo partido ante ese Uruguay que en tres matches tenía ya doce goles en la canasta. ¡y nosotros nada menos con personalidades como Antonio Sastre, Peucelle, Lazzatti, Juan Estradaal arco, Pepe Minella , Varallo, Zozaya, Scopelli, el chueco García! Pero a los cinco minutos los orientales ya ganaban uno a cero.  A los 6 del segundo tiempo, 2 a 0, para los uruguayos. Como para ponerte nervioso. Había un petiso orejudo con boina blanca que con su presencia insolente y movediza tenía a mal traer a todo el equipo argentino. Los periodistas debieron recurrir a la lista para identificarlo: Severino Varela. Los jugadores nuestros lo miraban casi con asco, como a un advenedizo que nada tenía que hacer en la cancha. Tenía pinta de dependiente de almacén (…) De pronto, el tipo ese desapareció y, cuando nadie lo esperaba, apareció, puso la cabeza y…tercer gol uruguayo. Al dar el cabezazo se le cayó la boina, la levantó del suelo, la sacudió cuidadosamente, se la puso y le sonrió cachador a los jugadores argentinos. Estaba todo dicho. Pese a dos goles agónicos de Varallo y Zozaya, la Argentina había perdido nuevamente con Uruguay”. La eximia pluma del historiador Osvaldo Bayer ilustra de forma magnífica lo sucedido aquella noche en el Gasómetro. Los argentinos volvían a sucumbir ante su clásico adversario. Uruguay se despedía de Buenos Aires con una orgullosa victoria y culminando en el  tercer puesto de la tabla de posiciones. Había empatado en puntos con Paraguay pero le ganó a los guaraníes el lugar en el podio por goal average.

Severino Varela fue uno de los mejores jugadores uruguayos en aquel Sudamericano. Años más tarde, dejaría Peñarol para jugar en Boca.

Argentina jugó la última fecha frente a Brasil el 30 de enero y ganó por 1 a 0. Ambos equipos igualaron en unidades y tuvieron que jugar un partido de desempate a las 48 hs. Los albicelestes confirmaron su favoritismo y se impusieron por 2 a 0 en un partido accidentado que culminó en plena madrugada por los reiterados altercados entre los futbolistas. Los argentinos obtenían su quinto título sudamericano, seguían sobrellevando el dolor de no poder vencer a los uruguayos en instancias definitorias y  una nueva rivalidad continental comenzaba a gestarse entre nuestros dos vecinos. A su vez, Severino Varela quedaría en las retinas de los porteños y los iba a deslumbrar cuando pasara a Boca y fuera campeón con los xeneizes en 1943 y 1944. Sin lugar a dudas, aquella Copa América de 1937 hizo un valioso aporte al fútbol sudamericano aunque no se la recuerde mucho por estos pagos.

23 DE ENERO DE 1937

ESTADIO: Gasómetro, Buenos Aires.

URUGUAY: Enrique Ballesteros (45´Juan Bautista Besuzzo), Avelino Cadilla, Agenor Múñiz, Rodolfo Carreras, Eugenio Galvalisi, Carlos Martínez, Adelaido Camaití (19´ Juan Emilio Píriz), Severino Varela, Juan Pedro Rosselli, Segundo Villadóniga (75´ Ulises Borges) y Eduardo Ithurbide. DT. Alberto Suppicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Juan Carlos Iribarren, Antonio Sastre, Ernesto Lazzatti, Celestino Martínez (76´Bartolome Colombo), Carlos Peucelle, Vicente de la Mata (45´ Alberto Zozaya), Francisco Varallo, Alejandro Scopelli y Enrique García. DT. Manuel Seoane.

JUEZ:Alfredo Vargas (CHI).

GOLES: 5´ Eduardo Ithurbide (URU), 51´ J.E.Píriz (URU), 58´ Severino Varela (URU), 63´ Francisco Varallo (ARG), 68´ Alberto Zozaya.

Bibliografía y fuentes de consulta

AFA. Memoria y balance 1936. Año 1937, Buenos Aires.

AUF. Uruguay 3 Argentina 2 Copa América 1937. https://auf.org.uy/copa-america-argentina-1937uruguay-vs-argentina1937-01-23/

BADANO, Ulises. Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros. Mundo Uruguayo N° 924, enero de 1937, Montevideo.

BAYER, Osvaldo. Historia del fútbol argentino. Colección Bayer, Editorial Planeta, Buenos Aires.

EL GRAFICO. 1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1. En: https://www.elgrafico.com.ar/articulo/las-cronicas-de-el-grafico/33954/1937-copa-lipton-argentina-5-%E2%80%93-1-uruguay

Un caso único

Roberto Roo ha estado en prácticamente todos los “puestos futbolísticos” de Danubio.

Fue jugador de formativas y de Primera División, director técnico de Cuarta y Quinta División, gerente deportivo y entrenador del plantel principal y finalmente, asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles.

Luego de finalizar por edad su carrera en el club Zapicán de Baby Fútbol, asistió a un llamado de aspirantes que realizó el club de la Curva de Maroñas en el Parque Hugo Forno, a pocos pasos de casa paterna. En esa instancia, conoció a dos futuros compañeros que también dejarían su huella en el club franjeado: Luis Malvárez y Nelson Alaguich.

Poco después con sólo 15 años, bajo la conducción del “chino” Salvá y el profesor Esteban Gesto, pasó a integrar el plantel de Quinta división que permitía futbolistas hasta con 18 años cumplidos. Al año siguiente, estuvo unos meses en Cuarta y fue ascendido al plantel principal por don Raúl Bentancor por entonces entrenador y que luego se transformaría en su “mentor”.

En Primera división debutó en 1976 con 17 años. Con la franja negra al pecho obtuvo la histórica clasificación a la Copa Libertadores de 1978 y tras disputarla, fue a probar suerte a la Madre Patria. Roo, de ascendencia española, al no ocupar cupo de extranjero, se probó en tres equipos: Hércules, Barcelona y Castellón. Pero por desavenencias económicas entre los clubes españoles y Danubio, no se concretó ninguna transferencia y debió regresar.

Apenas tocó tierra uruguaya, aparece nuevamente en su vida, Raúl Bentancor quien lo citó para la selección juvenil que se preparaba para disputar el Campeonato Sudamericano a disputarse aquí en Uruguay, torneo que finalmente obtuvo la “celeste” y en el que Roo tuvo una actuación muy destacada. Lamentablemente una lesión (rotura de ligamentos y menisco) en la pierna izquierda, le impidió participar del Mundial de la categoría que se realizó en Japón y nuestro seleccionado obtuvo el 3er. puesto.

Se desempeñaba como un volante “todo terreno”, muy bueno en la marca y cobertura de espacios, pero de la mano de Bentancor, sumó técnica y mejoró el remate.

Estuvo en Danubio hasta 1981 y luego defendió los colores de Wanderers, Progreso, Rampla, Huracán Buceo y Sportivo Italiano. Dejó de jugar muy temprano, a los 27 años por culpa de aquella rodilla dañada.

Tras finalizar su carrera como futbolista, comenzó la de entrenador, desempeñándose en varias instituciones, tanto en Primera división como en categorías formativas, así como coordinador de divisiones juveniles.

En el club de los Lazaroff dirigió los equipos de 4ª y 5ª en 1995. Dos años después en 1997, asumió en el cargo de gerente deportivo permaneciendo hasta 2003, cuando fue designado para hacerse responsable técnico del equipo de Primera división.

Finalmente, tras varios años vuelve a Danubio en 2017 como asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles, permaneciendo dos años.

Haciendo un repaso de su historia en el fútbol, el “gallego” tiene un especial reconocimiento y ponderación para Raúl Bentancor y Luis Cubilla a los que considera… “verdaderos maestros”.

Roberto Roo, defendió durante muchos años los colores danubianos como futbolista, entrenador (Divisiones Juveniles y Primera), gerente y asesor deportivo … es un caso único.

Cambio de paradigma

En la siguiente columna de análisis daremos nuestra opinión respecto a lo que ha significado el comienzo del camino charrúa en las Eliminatorias con destino al Mundial 2026 que, desde nuestra humilde visión, representa un total cambio de paradigma para nuestra selección a raíz de la llegada de Marcelo Bielsa.

Pequeña y necesaria reseña

Desde los albores del fútbol mismo, el ADN del futbolista uruguayo estuvo impregnado de virtudes que lo distinguieron por encima de otros. La entrega total por la causa (particularmente al vestir la casaca color cielo), la capacidad de resiliencia, la rebeldía y el hecho de jamás amilanarse ni darse por vencido ante la adversidad fueron bases constitutivas de lo que hemos bautizado como “garra charrúa”. A todas esas cualidades se le sumó la capacidad de adoptar como propio el deporte de origen británico, dominando el concierto internacional con nuestra impronta criolla, allá por la década del ’20 y ’30, logrando tres conquistas de carácter mundial y unas cuantas consagraciones en Sudamérica. Tras la convulsión de la Segunda Guerra Mundial, la hazaña de Maracaná nos devolvió a los primeros planos en todo el orbe y conquistamos la Copa Jules Rimet por segunda ocasión, empardando el historial con la selección italiana. Recién en la Copa del Mundo celebrada en SUIZA (1954), en la épica Semifinal con HUNGRÍA, perdimos nuestro primer encuentro en un Mundial.

Podríamos decir que URUGUAY, como selección, se mantuvo en la élite hasta 1970, tras lograr el cuarto puesto en la Copa del Mundo de MÉXICO (algo que en su momento no tuvo mérito, pues “la vara estaba muy alta”). Luego, diversos factores conspiraron para que La Celeste perdiera brillo: la ausencia de un rumbo definido, el desinterés y la nula capacidad organizativa en torno al seleccionado, las consecuencias de ser un país exportador que llevó a tener a los mejores elementos “repatriados” y la globalización del deporte, detalle para nada menor ya que emparejó el nivel y acortó las brechas existentes respecto al desarrollo de la disciplina en las diferentes naciones. Dejamos de pelear por títulos del mundo para conformarnos simplemente con participar de los Mundiales. En el período comprendido entre 1994 y 2006 se celebraron cuatro Copas del Mundo y URUGUAY no logró clasificar a tres de ellas, lo que habla a las claras del descenso que experimentó la escuadra oriental.

Recién en marzo de 2006, con el proyecto que trajo consigo Oscar Washington Tabárez, denominado “Institucionalización de los procesos de selecciones y de formación de los futbolistas”, el barco de la selección mayor (y el de sus categorías juveniles) comenzó a enderezarse hacia un destino claro. Obviamente, el cuarto puesto logrado en SUDÁFRICA 2010 y el éxito alcanzado un año después en ARGENTINA al obtener la decimoquinta Copa América apuntalaron el “proceso Tabárez”, que duró 15 años y logró tres clasificaciones consecutivas al Campeonato del Mundo; algo que no se conseguía desde el período 1962-1974.

El trayecto rumbo a QATAR 2022 tuvo enormes vaivenes y puso en riesgo las posibilidades celestes, por lo tanto, la dirigencia removió a Tabárez y nominó a Diego Alonso como reemplazante del “Maestro”. Con cuatro victorias al hilo, el estratega y los jugadores pudieron sellar el billete para la máxima cita que se daría en el pequeño y rico Estado asiático. Sin embargo, URUGUAY quedó eliminado en la fase de grupos, decepcionando a propios y extraños. Alonso pagó muy cara la timorata actitud adoptada en el estreno ante COREA DEL SUR, que se saldó con un empate sin goles. En el segundo encuentro PORTUGAL se impuso por 2 a 0 y nos dejó contra las cuerdas. Si bien se corrigió en juego y actitud ante GHANA, el triunfo por 2-0 no fue suficiente y armamos las valijas antes de tiempo. Pasaron los días y a pesar de algunos rumores sobre la continuidad del “Tornado”, finalmente se empezó a especular con que el puesto de entrenador charrúa estaba vacante. Y allí emergió la figura de Marcelo Bielsa, técnico que estaba libre y que había tenido su última experiencia en la Premier League, al frente del Leeds United. El 15 de mayo de 2023 la Asociación Uruguaya de Fútbol presentó al profesional oriundo de Rosario como el nuevo director técnico celeste y un mes después se estrenó con dos victorias en Montevideo, ante NICARAGUA (4-1) y CUBA (2-0), donde probó a varios jugadores jóvenes y nuevos; al tiempo que muchos de los mundialistas en QATAR estuvieron ausentes por tratarse del cierre de la temporada europea.

Ponerse el traje de protagonista

Lo verdaderamente revolucionario empezó a verse en la competencia oficial de las clasificatorias mundialistas. Ya con los mejores futbolistas a disposición (pero con poco tiempo de trabajo), se dio el estreno ante CHILE, una de las escuadras que Bielsa supo dirigir con gran suceso. URUGUAY se impuso de forma contundente, con una oncena de bajo promedio etario y sin la presencia de los emblemas ofensivos de la última década (Luis Suárez y Edinson Cavani). El elenco local dio la primera muestra de captación de la idea impulsada por el nuevo director técnico. Ese viernes 8 de setiembre La Celeste formó con Sergio Rochet, Nahitan Nández, Sebastián Cáceres, Matías Viña y Joaquín Piqueréz; Manuel Ugarte, Federico Valverde y Nicolás De La Cruz; Facundo Pellistri, Maximiliano Araújo y Darwin Núñez. Ganó por 3 tantos contra 1, aunque pudo hacerlo por más. Unos días después y con una sola variante (Agustín Canobbio por Facundo Pellistri), los orientales no lograron repetir el funcionamiento y cayeron a manos de ECUADOR. Un rival más duro, el detalle de jugar a 2.850 metros de altura y algunos yerros defensivos propiciaron la derrota.

El siguiente encuentro fue en Barranquilla, el cual terminó siendo un cotejo abierto, con grandes idas y vueltas en el trámite. Ambos erraron goles, nosotros pudimos ganar, así como también pudimos recibir varios tantos y perder por una buena diferencia; sin embargo, se terminó consiguiendo un empate agónico con un gol de penal convertido por Darwin Núñez. Ese tanto fue clave para que el artiguense ganara en confianza y se afianzara en los duelos siguientes. URUGUAY comenzaba a repetir una postura donde la presión en todo el campo y la ambición ofensiva se transformaron en una constante, sin importar la condición de local o visitante, ni el rival. El primer gran “espaldarazo” para la gestión de Bielsa fue la victoria conseguida sobre BRASIL por la cuarta fecha. La Canarinha llegaba con dudas tras empatar en casa frente a VENEZUELA, pero también sabía que llevaba más de dos décadas sin perder en Montevideo. El elenco de Bielsa tuvo paciencia y más allá de ceder la posesión del balón durante varios tramos del juego, jamás renunció a su “plan mayor”. No tuvo brillo pero fue eficaz, logrando pegar dos golpes en momentos precisos por parte de Darwin Núñez y Nicolás De La Cruz. Nuestra escuadra salvaba con nota una doble fecha a priori bastante compleja y le quitaba un largo invicto a los brasileños en este certamen.

No conforme con eso, un mes más tarde el conjunto compatriota dio cátedra en La Bombonera. Este juego, indudablemente, será recordado como un punto de inflexión para consolidar el nuevo ciclo de la selección. URUGUAY acabó a domicilio con una gran seguidilla de partidos sin perder que ostentaba el actual Campeón del Mundo, con Lionel Messi en cancha y sin poder hacer nada para evitarlo. Los Charrúas dominaron en todos los aspectos a la selección argentina, desarrollando un fútbol moderno y práctico, redondeando el mejor partido que pueda recordarse en mucho tiempo, sobre todo por el contexto en el cual se dio este enorme triunfo. El cierre del año 2023 tuvo otra cosecha de tres puntos (mucho más predecible) al recibir a BOLIVIA en el Estadio Centenario.

Con las victorias clásicas, totalmente justificadas por juego y actitud, esta renovada Selección Uruguaya “golpeó la mesa” del concierto sudamericano, dejando entrever que está naciendo un equipo que será de cuidado para cualquier oponente.

¿La conjunción perfecta?

La “garra charrúa” del futbolista uruguayo, potenciada con una mentalidad ganadora que es impulsada por un entrenador totalmente convencido de su sistema de juego, más un desenvolvimiento físico prácticamente llevado al extremo, puede generar un equipo realmente duro de vencer. A nuestro entender, todo indicaría que el entrenador argentino y este plantel de futbolistas uruguayos han conectado de muy buena forma, logrando en poco tiempo una simbiosis que ilusiona. Jugadores jóvenes, bien dotados técnicamente (algunos indiscutidos en sus clubes) y con una importante capacidad física, parecen haber entendido la propuesta del “Loco”, que se basa en una presión asfixiante en todas las líneas, sumado a transiciones rápidas y a un apetito voraz por llegar al arco rival y convertir. Otro elemento fundamental de la metodología de Marcelo Bielsa es el factor mental. URUGUAY estuvo por muchos años acostumbrado a una doctrina donde primero se pensaba en neutralizar al rival para después tratar de hacer daño. Es cierto, se contaba con otro tipo de jugadores, porque si bien tuvimos algunos “Clase A”, el resto no brillaba en las grandes ligas europeas y difícilmente hubieran podido adaptarse al estilo que se intenta implantar en estos momentos. En cambio el plantel actual, tanto en lo que refiere a sus características unidas en un colectivo como al destaque individual que profesan a nivel de clubes, es mucho más rico y homogéneo; por lo tanto, le brinda al entrenador más herramientas en términos de capital humano a fin de poner en práctica su idea y que los seleccionados absorban con rapidez la prédica del rosarino, lo que podríamos llamar el “gen del Bielsismo”.

Allí radica el cambio de paradigma más grande. Ahora los demás tendrán que preocuparse por URUGUAY. La Celeste saldrá a imponer condiciones y llevar a cabo su plan de juego, que está totalmente definido, en cualquier cancha. Por supuesto, los rivales juegan y propondrán una estrategia para contrarrestar los atributos orientales. Sin embargo, como se vio en el cotejo ante BRASIL, en el transcurso de la brega se puede ejecutar un “Plan B” de carácter transitorio, esperando el momento justo para dar el zarpazo sin renunciar al ideal fundamental que pregona el técnico.

También es importante señalar que el cambio que todos percibimos en cancha se logró en muy poco tiempo. El entrenador ha tenido contados entrenamientos con el núcleo seleccionado, no obstante, se debe destacar el trabajo silencioso que se realiza a pesar de la distancia geográfica. La tecnología ha cobrado cada vez más preponderancia en nuestras vidas y el fútbol no es ajeno a ello. Es por eso que el grupo de trabajo liderado por Bielsa ha sido fundamental a la hora de generar y compartir material audiovisual con los futbolistas, tener charlas y dar acceso a insumos que ayuden a mejorar el desempeño personal y grupal, además de contribuir a una mejor captación de la filosofía a la cual adhiere el entrenador, que es considerado un “fundamentalista” en ese sentido.

Hablando de la elección de los jugadores, tenemos que mencionar la inesperada aparición de Maximiliano Araújo, quien ha sido el gran descubrimiento del técnico, transformándose en una pieza clave para el funcionamiento del equipo. Sebastián Cáceres tampoco contaba con muchos adeptos, pero lo cierto es que el zaguero del Club América ha rendido de muy buena forma. La confianza depositada en Manuel Ugarte y Darwin Núñez, quienes ocupan puestos neurálgicos, ha sido recompensada con grandes rendimientos por parte de los dos. He aquí otro elemento muy importante a la hora de decidirse por la contratación de Bielsa: es un profesional probado que potencia a los futbolistas (sobre todo a los más jóvenes) y deja su huella indeleble, según el testimonio de varios de sus pupilos.

El año 2024 presentará el desafío de una nueva Copa América y luego se retomarán las Eliminatorias Sudamericanas. Para el certamen continental que se disputará en los ESTADOS UNIDOS, habrá mucho más tiempo de trabajo como para seguir corrigiendo, profundizando en la idea y creciendo como equipo. Sin dudas hay que tener calma y seguir confiando en el trabajo que se viene desarrollando, pero sinceramente es difícil no pensar en grandes alegrías tras lo visto en estos últimos meses. Por lo tanto, avizoramos un futuro venturoso y de color celeste.

“Capitán de mi sentimiento”

 

Un futbolista transformado en símbolo del club gracias a su adhesión, calidad y profesionalismo. Genuino producto del “semillero” danubiano, Eber Moas se destacó siempre por su madurez, que le permitió debutar en Primera división, con sólo 18 años y no abandonar jamás el “11” titular.

Su personalidad lo llevó también -desde muy joven- a ser recurrentemente designado como capitán.

No sólo es uno de los futbolistas danubianos con más cotejos oficiales jugados, alrededor de 260, la mayoría con el brazalete de capitán, sino también de los más exitosos. Se consagró Campeón del Competencia y del Campeonato Uruguayo en 1988, así como del Torneo Apertura de 2001. Sin olvidar que también integró el formidable equipo danubiano que llegó a semifinales de la Copa Libertadores de 1989. Sin destacarse como goleador fue el autor del gol número 1.000 de Danubio en el historial del Campeonato Uruguayo de Primera división, en la edición de 1988.

Se desempeñó en dos puestos de la zona media “franjeada” y cuando tuvo que hacerlo como zaguero, tampoco desentonó, lo que da la pauta de la calidad de este jugador. Moas fue de esos jugadores que todos quieren tener en su equipo por la entrega, mística y estirpe de verdadero campeón que los adornan.

Además, integró los planteles celestes que participaron en las ediciones de 1991, 1993, 1995 y 1997 de la Copa América, siendo el futbolista surgido de Danubio con más presencias.

En una encuesta periodística realizada en 1991 fue elegido como el mejor jugador del Campeonato Uruguayo. Esta distinción seguramente le ayudó para ser transferido a fines de año en una importante cifra a Independiente de Avellaneda, donde comenzó una destacada carrera internacional, que luego continuó en Colombia y México.

Retornó a Danubio en 1998, pero volvió a emigrar al siguiente año. Regresó una vez más, en el año 2000 jugando hasta 2001 inclusive.

La hinchada danubiana no lo olvida y por ello tiene dedicada una bandera que reza: “Moas capitán de mi sentimiento”.

 Fecha de Nacimiento

21 de marzo de 1969

Lugar: Montevideo

Trayectoria – clubes

Danubio 1987-1991, Independiente (Argentina) 1992-1994 América de Cali (Colombia) 1995, Monterrey (México) 1996-1998 (hasta julio) Danubio 1998-1999, Vitoria Bahía (1999), Danubio 2000-2002 y Racing 2005-2006

Trayectoria – Selección uruguaya

Jugó el campeonato sudamericano Sub-16 de Argentina en 1985

Con la “mayor”, participó de la Copa América de 1991,1993 1995 y 1997, también disputó las Eliminatorias para los mundiales de 1994 y 1998.

Títulos

Con Danubio:

Campeón Uruguayo 6ª. división 1984

Campeón Uruguayo 5ª. división 1985

Campeón Competencia 1988

Campeón Uruguayo 1988

Campeón Trofeo Ciudad de Granada (España) 1989

Campeón El Olivo (España) 1989

Campeón Torneo Apertura 2001

Subcampeón Uruguayo 2001.

Con Independiente (Argentina):

Campeón del Clausura 1994

Con Selección mayor Uruguay:

Campeón Copa América 1995

Jugador de selección, brilló en Danubio y Peñarol. Grande entre los grandes.

Desde pibe le corrió fútbol por sus venas, tal vez por ello, a pesar de tener otras posibilidades fue futbolista. Nació y vivió sus primeros años en el Cordón, pero cuando tenía 12 años se mudó justo atrás de la actual sede social danubiana.

“Lito” fue un jugador moderno e inteligente, que podía jugar como volante ofensivo o delantero. Con la virtud del oportunismo, del desmarque permanente, capaz de realizar una oportuna pared para crear el espacio para el compañero y dueño de un sorpresivo pique cortito.

Futbolísticamente dio a luz en Canillitas en 1954, pero dos años más tarde fue adquirido por Danubio en la friolera de 500 pesos. Una cifra increíble para un jugador de divisiones inferiores, no sin antes tener que soportar alguna dificultad, según recuerda Lito: “Danubio me había puesto el ojo, pero Canillitas no me dejaba ir, por ese motivo largué el fútbol, ya había comenzado a estudiar electrotecnia y me puse a jugar al basketball en Larre Borges. La gente de Canillitas no lo podía creer, aunque al final aflojaron, es que había que pagar 500 pesos por un purrete como yo.”

Con la franja en el pecho comenzó una exitosa carrera deportiva que lo llevó a jugar en la selección y en el exterior. Tras jugar un año en la 5ta división, en 1957 lo empiezan a utilizar también en 4ª, 3ª y Reserva llegando a jugar hasta tres partidos por fin de semana. 

El entrenador “Nino” Corazzo, se lo quiso llevar al plantel principal, pero “Lito”, de fuerte personalidad, dijo que sin contrato no jugaba, entonces retornó a las inferiores, pero al poco tiempo, a fuerza de goles se ganó el contrato y debutó en Primera con sólo 17 años. Aunque se afirmó en el primer equipo, tras regresar del campeonato sudamericano juvenil que se disputó en Chile en 1958 y que Uruguay se clasificó Campeón invicto.

En 1959, tras el recordado lío con Liverpool, el club danubiano fue sancionado y descendió a la divisional “B”. En el Campeonato Uruguayo de Segunda división de 1960, pese a que fue condenado a jugar siempre en carácter de visitante, Danubio que tenía un gran equipo y “Lito” era puntal y además el goleador, logró el campeonato y el rápido retorno al círculo de privilegio.

Su personalidad, condiciones y goles, comenzaron a despertar el interés de clubes del exterior como San Lorenzo de Almagro y la Roma de Italia, pero finalmente en el año 1964, fue transferido a Peñarol, donde también dejó importante huella. Con los aurinegros fue Campeón Uruguayo en los años 1964, 1965 y 1967, además, de consagrarse Campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental de 1966.

Luego de jugar con gran éxito en el fútbol brasileño, a diez años de su partida, pero con la misma calidad de aquel pibe adolescente, regresó al equipo de la Curva de Maroñas para jugar por casi dos temporadas. “En Primera división, nací y morí con la camiseta de Danubio. Debuté a los 17 años y terminé con la albinegra en el pecho con 35 carnavales”, rememoraba Silva.

Entre 1961 y 1969 defendió a la selección mayor de Uruguay, totalizando 29 partidos y convirtiendo 7 goles. No jugó la Eliminatoria, pero sí el mundial de Chile ‘62, aunque no sería el único, pues también, participó del Mundial de Inglaterra ‘66. Además disputó las Clasificatorias para el Mundial de 1970 en México, pero lamentablemente una fractura defendiendo a Uruguay ante Paraguay, lo dejó fuera del plantel mundialista.

Años más tarde, retornó al club de la franja negra, para dirigir al equipo principal con el que consiguió el subcampeonato en el Torneo República en el año 1979. En 2005, asumió como supervisor de las divisiones juveniles danubianas, cargo que ocupó hasta 2011.

Fecha y lugar de nacimiento: 1 de febrero de 1940 en Montevideo

Fecha de fallecimiento: 29 de agosto de 2015

Trayectoria como jugador: Canillitas 1954, Danubio 1956-1963 y 1974-1975. Peñarol 1964-1970, Palmeiras 1970-1972, Portuguesa 1972-1973.

Con la Selección Uruguaya jugó los mundiales de 1962 y 1966.

Títulos como jugador:

Danubio: Campeón Uruguayo de la divisional “B” en 1960.

Peñarol: Campeón Uruguayo 1964,1965, 1967 y Campeón de América e Intercontinental de 1966.

Palmeiras: Campeón Nacional 1970

Selección Juvenil: Campeón Sudamericano 1958.

Trayectoria como entrenador

Danubio 1979, Selección de la “B” 1982-1983, Rentistas 1984-1985 y 1998-2002.

Supervisor divisiones juveniles de Danubio 2005-2011.

Títulos como entrenador:

Danubio: Vice campeón Torneo República 1979.

“El Expreso Minuano”

Referente ineludible del Danubio de los años setenta. Factotum del equipo que logró la histórica primera clasificación danubiana a la Copa Libertadores. Con la “celeste” fue campeón en juveniles y mayores.

Por la potencia y velocidad con que subía por el andarivel derecho lo llegaron a bautizar… “Expreso Minuano”, en creativa comparación con el bus que aún hoy recorre el trayecto Montevideo – Minas.

Sus primeros contactos con la pelota los dio en la calle Cochabamba, donde jugaba con muchachos mayores que él, situación que engendró su apodo de “Chico”. Luego jugó en un equipo denominado Arbolito F.C. situado en Camino Maldonado y Osvaldo Cruz.

Su inolvidable pasaje por el club de la Curva de Maroñas, inició en el Parque Hugo Forno al que llegaba luego de una larga caminata desde su casa, que según sus palabras “acortaba camino pasando por los campos”.

Entre 1972 y 1973 se desempeñó como puntero derecho en Quinta División y cuando en el año 1974 integraba el plantel de Cuarta, llegó con sólo 16 años, al plantel principal de la mano del entrenador Carlos Silva Cabrera. Lógicamente, por su temple, no le costó demasiado adaptarse a jugar en Primera división.

Con la franja negra sobre el pecho, fue subcampeón por dos veces de la Liguilla en 1975 y 1977, logrando en la última, la ya mencionada clasificación a la Copa Libertadores de América de la edición de 1978.

En aquella Copa, jugó a gran nivel, en el difícil grupo que Danubio enfrentó a Peñarol y a los equipos colombianos de Deportivo Cali y Junior de Barranquilla. Fue el autor del primer gol danubiano en la historia de la Copa Libertadores.

Tras finalizar la temporada de 1978 y luego de defender a los de la franja durante seis años, fue transferido a Nacional, donde también brilló. Fue Campeón de América y de la Intercontinental.

Del conjunto franjeado, Moreira recuerda y destaca a varios de sus compañeros “jugué con Lorenzo Carrabs, Nil Chagas, Carlos Cabrera, Julio Noble, Popelka, el Chifle Falero, Eliseo Rivero, Héctor Roux, Manuel Keosseián, Comesaña… muchos de ellos se dedicaron a la dirección técnica”.

La casaca “celeste” no le fue esquiva. En 1977, Raúl Bentancor quien lo había dirigido en Danubio, fue designado como entrenador de la Selección Juvenil que se preparaba para el Sudamericano de la categoría. Bentancor quería convocarlo, pero como puntero derecho tenía a Alberto Bica y… Moreira recuerda así la situación: “Me preguntó si me animaba a jugar de lateral y yo le dije que con tal de ir a la selección jugaba de cualquier cosa. Nunca más volví a la punta”.

Con aquel plantel juvenil obtuvo, junto a los también danubianos: Víctor Duque y Eliseo Rivero, el Campeonato Sudamericano que se disputó en Venezuela en 1977. Aquel título, los depositó en el Mundial de la categoría jugado en Túnez, donde consiguieron el 4to. lugar.

Con la “mayor” disputó la Copa América de 1979, se coronó Campeón de Campeones en la Copa de Oro 1980, que se realizó en nuestro país y que albergó a las selecciones campeonas del mundo y participó de las Eliminatorias para el Mundial de España ‘82.

En 1984, se fue a Estados Unidos, donde se radicó definitivamente, para jugar al Indoor Soccer (una especie de fútbol de salón) desempeñándose durante varios años, con sólo un breve paréntesis en 1991, cuando integró el elenco de Tampa Bay Rowdies.

Por su coraje, adhesión y clase, José Hermes Moreira o simplemente el “Chico” es un ídolo eterno de todos los danubianos.

A 40 años de la primera gran lección del Maestro

El pasado 23 de agosto se cumplieron cuatro décadas de la obtención de la primera medalla de oro en fútbol en los Juegos Panamericanos. El evento olímpico se desarrolló en Venezuela y los celestes se impusieron en la final a Brasil por 1 a 0. El fútbol oriental tachaba un nuevo torneo en su lista de trofeos pendientes y el Maestro comenzaba a dar sus primeras clases.

El fútbol uruguayo superaba el dolor de ver el mundial de España por televisión con la preparación de la Copa América de 1983. La Celeste había conseguido por última vez el mayor torneo continental en 1967 y tenía la obligación de volver a obtenerlo tras la dura eliminación de 1982. El objetivo era claro y preciso pero existía otro mojón previo en el camino de la gloria. La novena edición de los Juegos Panamericanos se celebraba en Venezuela y la selección uruguaya había clasificado a la gran fiesta olímpica del continente americano.  Este notable evento comenzó a disputarse en 1951 y el fútbol fue una de las disciplinas que estuvo presente desde los inicios. Sin embargo, el balompié uruguayo solo había participado  en 1963 y 1971  con actuaciones discretas en ambas ocasiones. Argentinos y brasileños ya habían ganado la medalla de oro y parecía el momento preciso para comenzar a disminuir las distancias en el palmarés con los tradicionales adversarios.

Un maestro a cargo de los gurises que viajan a Venezuela

El Profesor Borrás dirigía el seleccionado mayor y consideró oportuno que su ayudante Óscar Washington Tabárez fuera el técnico del equipo en el certamen continental.  “El Maestro” ejercía su profesión docente como Director de la Escuela N° 30 de la Villa del Cerro. Una institución señera en ese popular barrio de la ciudad que ha formado a miles de gurises en más de cien años de servicio a la comunidad. La foja de servicio de Tabárez ya contaba con varios renglones porque ejercía el magisterio desde hacía un buen tiempo. Sin embargo, en su otra gran pasión, estaba dictando sus primeras clases como conductor de un equipo de fútbol. Su único antecedente como director técnico radicaba en las divisiones formativas de Bella Vista tras presentarle al club papal un ambicioso proyecto de formación integral de todos los jugadores que alistados en las diferentes categorías de la institución. Esa iniciativa de carácter revolucionario para ese momento- y en la actualidad también- fue el germen del  exitoso proceso de selecciones nacionales que lideró entre 2007 y 2021. 

Entrevista publicada en El Diario a principios de agosto de 1983. Eran otros tiempos en el vínculo del Maestro con la prensa.

Tabárez aceptó el desafío propuesto por Borrás  y comenzó a planificar la competición. Los típicos conflictos del fútbol local determinaron que el nobel DT pudiera tener a los futbolistas a disposición tan solo 20 días antes de que empezara el campeonato. Pero como todo buen maestro, supo convertir esta dificultad en una gran oportunidad. La lista de buena fe tenía tan solo 18 lugares asignados y la misma fue conformada por una amalgama de jóvenes deportistas combinados con otros de mayor experiencia. Todos sabían que no era un torneo de primer orden y que las principales estrellas no iban a asistir. Pero también, eran conscientes de que se les estaba presentando la gran oportunidad de quedar en la rica historia del fútbol uruguayo con la conquista de un título inédito. Así fue que la Celeste se embarcó en Carrasco rumbo al sueño dorado en suelo venezolano.

El peculiar torneo del año 1983

En aquella edición participaron 10 selecciones que fueron divididas en 3 grupos. Los ganadores de cada serie pasaban a la semifinal con una extraña salvedad. Brasil llegaba al evento como campeón defensor  del título y clasificaba directo a la final por esta condición si ganaba su serie. Algo que culminó sucediendo tras conquistar su llave al superar a Argentina (2 a 0) y a México (1 a 0). Uruguay integró el grupo A junto al anfitrión y a Bermuda. El objetivo de conseguir el primer puesto no parecía tan complejo si se ponderaban los antecedentes futbolísticos de los participantes. El partido debut fue el 15 de agosto ante el combinado local y la Celeste se impuso por 1 a 0 con gol de José Batista a los 82´ de juego. Este cotejo resultó ser más complejo de lo previsto pero se logró sumar los dos primeros puntos en la tabla de posiciones. El segundo match se disputó a las 48 hs. y fue  frente al desconocido equipo de Bermuda.  Ricardo “Murmullo” Perdomo estuvo en cancha aquel día y en declaraciones a la colección Campañas de El Observador, recordó especialmente el encuentro. “El partido contra Bermuda fue el más difícil ya que nos pintaron la cara durante el primer tiempo”. El equipo caribeño sorprendió al team oriental pero los uruguayos sacaron a relucir su tradición futbolística. Aldo Azzinari marcó a los 56´ el único gol con el que se resolvió la contienda y la clasificación a la fase semifinal. En tan solo dos días, el equipo uruguayo ya había logrado su objetivo de pasar de fase mientras que la selección local estaba eliminada

La particularidad del reglamento del torneo establecía que los ganadores de los tres grupos tuvieran su medalla asegurada. Brasil había conseguido el pase directo a la final y el gran objetivo consistía en estar en lo más alto del podio. Guatemala había conquistado la serie C que fue la única que estuvo compuesta por cuatro selecciones. Esto determinó que el combinado de franja celeste tuviera que protagonizar tres partidos en tan solo seis días. Los guatemaltecos habían  dado un auténtico batacazo al vencer a Estados Unidos (3 a 0) mientras que  empataron con Chile (1 a 1) y con Cuba (1 a 1). Así sumaron los 4 puntos que les fueron suficientes para quedarse con el grupo.        

 

La final atrajo la expectativa de toda la población en horario central.

El partido semifinal se jugó el 21 de agosto y el equipo de Tabárez logró superar al fuerte combinado centroamericano por 2 a 1. Miguel Peirano fue la figura del encuentro al ser el autor de las 2 anotaciones orientales a los 48´ y a los 75´. Guatemala descontó a los 78´ y fue este, el primer y único gol que recibió la meta uruguaya en toda la competición. Un nuevo obstáculo se había superado y la final tendría clásico  sudamericano.

“Vayan pelando las chauchas”. Uruguay volvía a vencer a Brasil en una final.

El encuentro definitorio se celebró el 23 de agosto en el Estadio Brígido Iriarte de Caracas. Uruguay ya había superado su propia performance en este torneo pero los alumnos querían otorgarle al maestro su mejor calificación. Un partido frente a Brasil nunca fue fácil para los charrúas y este caso no fue la excepción. El match fue muy parejo  y su resolución llegó sobre las postrimerías del mismo. La jugada comenzó en campo uruguayo y el balón llegó a Peirano tras dos pases efectuados con absoluta precisión. El delantero oriental se sacó de encima al marcador norteño y se fue expresó al área para superar al golero Hugo  con un furibundo disparo a los 83´. El gol representó un verdadero shock que dejó KO a al combinado brasileño y sin poder dar respuesta. Uruguay conseguía un lauro que hasta el pitazo final le faltaba. Este triunfo conforma la nómina de las únicas 12 medallas de oro que obtuvo en toda su historia el deporte uruguayo en los Juegos Panamericanos. La segunda presea en fútbol se obtuvo en 2015 tras vencer a México por 1 a 0 con gol de Brian Lozano. El  director técnico fue Fabián Coito y el Maestro Tabárez era el conductor de la selección mayor y de todo el proceso de juveniles. La Celeste irá nuevamente por la gloria olímpica continental en el próximo mes de octubre. El torneo de categoría sub 23 se celebrará en Viña del Mar y Uruguay integrará el grupo A junto a México, República Dominicana y Chile. ¿Una vez más el anfitrión verá su fiesta arruinada?

Partido final

Martes 23  de agosto de 1983.

Uruguay: José Luis Sosa, Alvaro Pérez, Santiago Javier Ostolaza, José Alberto Batista, Abraham Yeladián, Juan Pedro Rabino, Vicente Rudy Rodríguez, Ricardo Perdomo, Miguel Angel Peirano, Víctor Púa, Luis Heimen (Edgardo Martirena 76′).

Brasil: Hugo; Heitor, Everaldo, Guto, Jorginho; Édson Souza, Dunga, Neto (Adalberto); Helinho (Waldir), Marcus Vinícius, Paulinho.

Gol: 83´ Miguel Peirano.

Nota: Miguel Peirano fue goleador del torneo con 3 anotaciones. 

Plantel campeón

José Luis Sosa (Nacional), Mario Picún (Huracán Buceo), Gualberto De los Santos (Wanderers), Álvaro Pérez (Rampla Juniors), José Alberto Batista (Cerro), Juan Pedro Rabino (Progreso), Abraham Yeladián (Danubio), Santiago Javier Ostolaza (Bella Vista), Vicente Rudy Rodríguez (Libre), Ricardo Javier Perdomo (Nacional), Daniel Carreño (Wanderers), Luis Heimen (Sud América), Carlos Larrañaga (Bella Vista), Víctor Púa (Defensor), Edgardo Martirena (Atlético Fernandino de Maldonado), Aldo Azzinari (Defensor), Julio Rivadavia (Sud América), Miguel Ángel Peirano (Peñarol)

DT. Óscar Washington Tabárez

Una Tortuga con reflejos…

En tres etapas, Javier Zeoli defendió el arco danubiano. Durante sus ciclos, puede afirmarse que tuvo una brillante carrera, pletórica de triunfos, colocándolo entre los jugadores más laureados de la historia del conjunto de la franja negra.    

Tal vez su domicilio paterno, cercano al Estadio Jardines, lo arrimó y para siempre, al club de los hermanos Lazaroff. Las primeras atajadas fueron en el “Parque Hugo Forno”, allá por 1978, en 5ª división, por aquel entonces, la categoría menor.

Sus virtudes le permitieron en 1981, casi al mismo tiempo, ser ascendido al plantel de Primera división y recibir la convocatoria para integrar la selección juvenil, con la que se consagró Campeón Sudamericano en Ecuador, también concurrió al Mundial en Australia, pero no jugó.

En su primera etapa en el club maroñense, desarrollada íntegramente en la década del ochenta, “casualmente” fue un período en el cual Danubio logró sus primeros y resonantes éxitos. Con su sola presencia en el arco parecía asegurar buenas campañas, cuando faltó -ya sea, por lesiones o decisiones técnicas-  los resultados no fueron buenos.

En 1982, comienzan sus triunfos deportivos con Danubio. Tras una gran campaña en el torneo “Copa de Oro”, una especie de “Competencia”, alcanza el vicecampeonato, allí, comenzó a gestarse el gran equipo de 1983 que lograría destacadas conquistas.

Luego de 29 años, los hinchas danubianos volvieron a festejar un subcampeonato en el Campeonato Uruguayo de la divisional “A”. Así como en 1954, lo fue con Julio Maceiras; en la campaña de 1983 con Zeoli… los tres palos danubianos, estuvieron estupendamente custodiados.

La Liguilla Pre-Libertadores sabía de buenas actuaciones franjeadas, pero aquella de 1983, fue la mejor, Danubio logró en forma invicta el título de campeón y su pasaje, por segunda vez en la historia, a la Copa Libertadores.

Tiempo después, llegaría el memorable año de 1988. En aquel brillante grupo de muchachos, puede afirmarse que Javier Zeoli fue una de las piezas fundamentales. Volcó -al servicio del equipo- toda su experiencia y mostró un nivel estupendo, verdaderamente sus actuaciones fueron superlativas.

La Copa Libertadores de 1989, la segunda de “Tortuga” custodiando el arco danubiano, en la que Danubio se ubicó entre los 4 mejores equipos del continente, lo mostró en todo su esplendor. Ese año, y como forma de premiar su destacadísima trayectoria, la dirigencia del club de la Curva de Maroñas, le facilitó el traspaso al Tenerife de España, al cotizársele muy por debajo de su real valor.    

Participó de la selección mayor en la Copa América de 1989 jugada en Brasil, donde Uruguay logró el segundo lugar y luego integró el plantel “celeste” en el Mundial de Italia 90.

Finalizada la citada Copa América, un cable de la agencia de noticias ANSA fechado en Roma, decía: “Siete brasileños y dos uruguayos forman parte del “superequipo” o sea de la selección del mundo ideal del presente mes, según el diario deportivo italiano “La Gazzetta Dello Sport”: “En la clasificación de los cinco mejores del mundo en agosto en cada puesto figura entre los arqueros, después de Zeoli, (“una verdadera cortina metálica en el último campeonato sudamericano”), el brasileño Taffarel”).

En su pasaje por clubes del exterior, en general, también tuvo buenos desempeños. Además del medio español, jugó en equipos importantes de Bolivia, Chile y Argentina.

En 1994 regresa por primera vez al club que futbolísticamente lo vio nacer, para intentar revertir las bajas actuaciones que situaban a Danubio en zona de descenso. Tras esa temporada en la cual también se destacó, se alejó, para retornar nuevamente en 1997 y finalmente “colgar los guantes.”

Con el “1” de Danubio, Javier “Tortuga” Zeoli, jugó más de 250 partidos, entre juveniles y Primera división. Tiene además, un récord difícil de superar, es el futbolista con más partidos oficiales de carácter internacional (20), jugó -nada menos- que – dos ediciones de la Copa Libertadores y dos de la extinta Copa CONMEBOL.

Trayectoria

Juveniles (1977 a 1980) y Primera división de Danubio (1981 a 1989,1994 y 1997), Tenerife (1989-1990), Mandiyú de Corrientes (1991), Bolívar (1991) Talleres de Córdoba (1992), River Plate (Argentina) (1993), Nacional (1995) Palestino (Chile) (1996).

Títulos

Con Danubio: Vicecampeón Copa de Oro 1982, Vicecampeón Campeonato Uruguayo 1983, Campeón de la Liguilla 1983, Campeón Uruguayo 1988, Campeón Torneo Competencia 1988.

Con la selección uruguaya: Campeón Sudamericano Juvenil en 1981

Vicecampeón de América con Selección Mayor en 1989.

Con Bolívar: Campeón Boliviano.

El indiscutido Rey de Copas danubiano

De ser rechazado por el entrenador de 4ª división a convertirse en el futbolista más ganador en la historia de Danubio.

Proveniente del fútbol riverense vino a probarse a la 4ª división de Danubio, pero no convenció y cuando tenía decidido probar suerte en otra institución, el destino le tenía marcado a fuego un futuro con la franja negra al pecho.

Al no ser aceptado en la primera prueba, pidió permiso para entrenar con el equipo de 3ª. división y la ausencia de un zaguero, le dio lugar para jugar un amistoso pactado y… así comenzó su historia danubiana. Finalmente, Viera resultó ser un fuera de serie”, un futbolista de categoría, que por sus actuaciones y logros, quedó en el pedestal de los grandes zagueros danubianos de todas las épocas.

Jadson nació Santana do Livramento (Brasil) el 4 de agosto de 1981 , pero es nacionalizado uruguayo. En el club Artigas de Rivera, dio sus primeros pasos, inicialmente como arquero, pero el consejo de su padre (también futbolista) lo trasladó –para siempre- a la zaga, para desempeñarse como defensa central o lateral.

Debutó en el equipo principal de Danubio, el 9 de junio de 2001 ante Tacuarembó (3-3) en el Estadio Goyenola, correspondiente al Torneo Clasificatorio (2001), cuando sustituyó a Eber Moas. Su primera titularidad fue frente a Fénix en una Liguilla. Podría decirse que, desde ese momento, comenzó a sumar títulos de campeón, hasta consagrarse como el futbolista franjeado que más vueltas olímpicas dio.

Su buen físico y virtudes futbolísticas, le permitieron ser uno de los que no faltaba nunca en el “once” titular. Gigante en la marca, pero sin golpear, prolijo en la salida y gran cabeceador en las dos áreas. A estas condiciones, le adosó su ascendencia sobre sus compañeros, transformándolo en un verdadero caudillo de todos los equipos que integró.

En una primera etapa, Jadson defiende al conjunto de la Curva de Maroñas hasta 2005, cuando es cedido a préstamo al Atlante de México. Regresa a un año después y tras ganar el Campeonato Uruguayo de 2006/2007, parte para el fútbol argentino, contratado por el club Lanús.

En enero de 2013, firma nuevamente con el club de los Lazaroff, y tal su característica… continuó ganando elogios y trofeos. Sin dudas, fue siempre una carta de triunfo. A mediados de 2016, firmó con Rentistas, donde se cerró su carrera como jugador.

Quedó en la historia de Danubio por cantidad de partidos jugados (212) y nada menos que 10 títulos obtenidos en Primera división.

Se consagró: Campeón Apertura 2001, Clausura 2002, Clasificatorio 2004, Clausura 2004, Uruguayo 2004, (*) Apertura 2006, (*) Clausura 2007, (*) Uruguayo 2006/07, (*) Apertura 2013 y Uruguayo 2013/14.

En los títulos marcados con (*) era el capitán.

Viera recuerda: “Aprendí mucho de Eber (Moas) y Polillita (Da Silva). A Ruben lo vi infiltrarse en una final con Nacional, fue impresionante. Después de eso cuando me lesioné en mi carrera, me marcó tanto que, cuando me pasó a mí, me acordaba constantemente de esa situación. No quería salir por nada”.

Consultado sobre cual título disfrutó más, expresó: “Es difícil porque todos los disfrutamos muchísimo, pero en el 2004 nos sacamos una gran mochila. Esos golpes que tuvimos en 2001 y 2002, fueron muy duros (finales perdidas con Nacional) y son partidos que también tenés que aprender a jugarlos. Por eso, si bien todos son muy lindos, ese año demostramos lo que habíamos aprendido, nos fortalecimos como grupo y fue una gran revancha: mismo rival, en nuestra casa y con aquel recordado gol en la hora.

Destaca que era terrible con las cábalas y citó: “Había una canción que tenía que escuchar sí o sí. Es más, en el Clasificatorio 2004 contra Plaza Colonia (Danubio sale campeón en el Suppici) nosotros ya estábamos haciendo el calentamiento. Me arrimo al profe y le digo: me voy al vestuario porque no escuché la canción y no estoy bien. Era un CD, no podía adelantarlo y era la tercera o cuarta, imaginate lo que demoré”. Me acuerdo que ese partido había una cantidad de gente impresionante, pero no podía no regresar al vestuario. Aquella canción era “La sandunguita” del cantante e hincha de Danubio, Alex Stella.

Jadson subraya que “Danubio fue, es y será todo en mi vida. Desde el inicio en la pensión, la casita en Veracierto, las idas al Geant en bicicleta para ir a entrenar. Luego ni hablar que el sueño de concentrar, jugar en Primera y salir campeón. Aún sigo pendiente de todos los partidos, que jugadores llegan y cuales se van. Soy hincha de Danubio y lo voy a ser hasta el último día”.

Trayectoria: Danubio, Atlante, Lanús, Vasco Da Gama, Nacional y Rentistas.

También alzó copas con Lanús (campeón del Apertura 2007, primer título local de la historia del club granate) y Nacional.