La década de 1990 no fue complaciente con Uruguay. Fueron más los sinsabores que las alegrías para el fútbol charrúa. Argentina había ganado la Copa América de 1991 y 1993, con lo que había superado en cantidad de conquistas (14) a la Celeste, que a su vez no había concurrido al Mundial de Estados Unidos 1994, consecuencia lógica de lo que fue la crisis desatada por el diferendo entre el director técnico, Luis Cubilla, y los jugadores uruguayos que actuaban con suceso en clubes de Europa: Nelson Gutiérrez, Enzo Francescoli, Ruben Sosa, José Herrera, Daniel Fonseca, Ruben Pereira y Carlos Aguilera.
Superada esa instancia el foco se puso en una sola cosa: ganar la Copa América de 1995, la que se disputaría en Uruguay, lo que significaba además defender el invicto que tenía la celeste por el torneo continental. Para ello se había confiado el comando de la selección nacional a Héctor “Pichón” Núñez.
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