Luis Alberto Delgado o “Coco” –como le decían todos- pasó su vida junto al club de sus amores. Su historia es de esas que regalaba el particular e incomparable fútbol uruguayo. Protagonista de un sueño que muchos tienen y pocos concretan.
De cumplir la función de aguatero de los muchachos danubianos que participaban en los diferentes campeonatos de las Ligas de barrio a vestir la “5” del primer equipo.
La carrera de Delgado fue de la mano con el paulatino crecimiento de Danubio. El club pasó de competir en los torneos barriales a ingresar en la A.U.F. y el “aguatero” se fue transformando en futbolista.
Danubio fue dejando atrás la Extra, Intermedia, Primera “B” hasta alcanzar el “círculo de privilegio” y el ahora joven centro medio comenzó poco a poco a cristalizar su sueño, vestir la casaca con los colores de su corazón.
Ya en el año 1949, se adueñó de la titularidad y del capitanato del equipo franjeado de 4ª división, que obtuvo el vice campeonato en el torneo “Gravigna Ortiz”. Un año después ingresó en Tercera, siempre como eje medio y capitán y en 1951 se mantuvo en la misma categoría, pero ya con alguna participación en los partidos de la Reserva.
“Coco” tuvo como espejos -en su posición- a dos fenómenos como Ernesto Lazzatti y Néstor Carballo. Cuando jugaba en 4ª. División, una mañana, Ernesto Lazzatti se largó al Parque Hugo Forno, para ver de cerca de quién se decía, llegaría a ser su reemplazante…. “Que desgracia la mía justo aquella mañana, jugábamos contra Defensor y me expulsaron…. Ni qué decir que salí de cabeza gacha, eludiendo la mirada de Lazzatti. Sin embargo, no me lo reprochó, al contrario, me dijo que me serviría de lección… desde aquella vez nunca más me expulsaron de una cancha.”
Delgado no fue ascendiendo de categoría por su incuestionable adhesión al club sino por sus innegables condiciones como futbolista. Y por fin su sueño se concretó…
Debutó en el equipo principal el 16 de diciembre de 1952, frente a Sud América y permaneció en el equipo hasta el final de ese Campeonato Uruguayo.
“Coco” recordaba su debut así… “ese día y el que Danubio subió a Primera División (1947) son los dos recuerdos más gratos de mi vida…”, indudablemente sus expresiones pintan su profundo sentimiento por el club de la Curva de Maroñas.
En 1954 integró el plantel que logró el subcampeonato en la Copa Uruguaya, repitiendo -cuatro años más tarde- ese segundo puesto en el Torneo Competencia. En 1960, ya en el ocaso de su carrera, dijo presente en el equipo que logró el ascenso a la “A”.
Si bien, tras varios años de defender a la franja, jugó en otros clubes uruguayos, jamás se alejó sentimentalmente de su amado “cuadrito”. Ya retirado, fue un ferviente parcial danubiano, que junto a su señora acompañaba al equipo en todas las canchas uruguayas.
Su identificación y trayectoria con el club lo llevó a ser designado por la Asamblea de Socios como Socio Honorario.
Falleció en el año 2006 y pasó a integrar la galería de Leyendas danubianas. Fuente consultada: “EL DIARIO” (1953)