1983: Aguilera, el primero, el último y el único

Los goles del «Pato» marcaron registros históricos.

Entre 1916 y 1957, la Selección Uruguaya registró un total de nueve futbolistas goleadores de la Copa América, en más de un caso compartiendo el honor.

Isabelino Gradín (1916), Ángel Romano (1917 y 1920), José Pérez (1920), Pedro Petrone (1923, 1924 y 1927), Héctor Scarone (1927), Roberto Figueroa (1927), José María Medina (1946), Nicolás Falero (1947) y Javier Ambrois (1957) fueron los máximos scorers de nueve certámenes de un total de 25 celebrados hasta Perú 1957.

Sin embargo, del Sudamericano de 1959 realizado en Argentina hasta el último en Brasil 2021, apenas un oriental se coronó máximo anotador en 22 ediciones.

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A las risas… llegó a ser el mejor zaguero de América

Carlos “Carcajada” Correa

Con la franja negra, se consagró sub campeón uruguayo y con la celeste, fue dos veces campeón sudamericano. En su apogeo fue considerado el mejor zaguero de América.

Hijo de un músico que era gran animador del carnaval arachán, sin embargo, él agarró para el fútbol. Debutó siendo un adolescente en el Armiño melense, demostrando desde el comienzo, sus notables aptitudes, que despertaron el interés de varios clubes capitalinos.

Finalmente, llegó a Danubio recomendado por un amigo de Antonio Souto, por entonces vicepresidente del club. El ferrocarril le trajo de su Melo natal, allá por el año 1953, con las ansias de triunfar y con su clásica risa, que le bautizó para siempre.

“Carcajada” recordaba con emoción su llegada al conjunto de la Curva de Maroñas… “en la Estación Central me fue a esperar “Cholo” Sagastume, fuimos a buscar a otro tipazo como Juan Carlos Sueiro (histórico dirigente de la franja), me instalaron en una pensión de Av. 8 de Octubre y Villademoros, una sopita y al Parque Forno a practicar. El técnico era Alejandro Morales y jugaban grandes jugadores como Maceiras, Burgueño, Romero, Bentancor, mamma miaaaa….”

“Creo que anduve bien, porque enseguida me llevaron a la sede a arreglar todo. Así comenzó mi idilio con Danubio que aún dura y durará siempre. Entre las cosas que le agradezco, la primera sin dudar, es el amigo que me proporcionó Julio Bardanca, el mejor amigo que se puede encontrar en la vida”, afirmaba el zaguero.

De buen porte, no fallaba ningún cierre, era impasable en el mano a mano y por alto las despejaba todas, además de su enorme temperamento que agrandaba compañeros y achicaba rivales. Cuentan que apenas llegó, debido a su fortísimo remate, le creó un curioso problema al club… rompía las redes a pelotazos.

Su historia con la “franja negra” comienza a poco de su arribo, ya que una lesión del zaguero titular, lo catapultó al primer equipo para jugar junto con el “Tito” Argenti, el “coreano” Enríquez, “Coco” Delgado y “Pica” Lezcano. Y en la temporada siguiente, se consagra Sub Campeón Uruguayo de 1954 y un año después, pasea su permanente sonrisa por México, Honduras, Costa Rica, Colombia, Ecuador y Perú, en una extraordinaria gira danubiana de 18 partidos.

También, casi de inmediato a su desembarco en el fútbol montevideano, es convocado por Lorenzo Fernández, para vestir la “celeste”. Debuta frente al seleccionado argentino en Buenos Aires (empate en 3 goles) y además es pre-seleccionado para el Mundial de Suiza de 1954, pero quedó fuera del plantel definitivo. Obtuvo dos campeonatos sudamericanos, el “Extra” de 1956 disputado en Montevideo y el del año siguiente en Lima, donde fue considerado en forma unánime por la prensa especializada como el “mejor zaguero de América”. Además, en más de una oportunidad, fue distinguido para representar al combinado de América contra el de Resto del Mundo.

Sin embargo, nada lo cambió, continuó con la nobleza impregnada en su fútbol, siendo una bellísima persona y con la sonrisa pintada en el rostro.

“El sólo hecho de ponerse aquella camisa del Danubio, que era gruesa, le sacaba la sangre y me la llevaba para lavarla yo, era un orgullo. ¡Qué tiempos!

Perdía el cuadro y salía llorando de la cancha”, subrayaba Correa.

Luego de sufrir una grave lesión (doble fractura de tibia y peroné) jugando para la selección, continuó su carrera deportiva en el exterior. Defendió a Lanús, Tenerife, Murcia y Castellón, equipos que también supieron disfrutar de su fútbol, garra y lógicamente… de sus carcajadas.

La Supercopa: una eliminación clásica, una final, algunos triunfos y poca cosa más para los uruguayos

De 1988 a 1997, los clubes campeones de América tuvieron la posibilidad de luchar por un nuevo título continental que reconocía sus anteriores logros: la Supercopa Sudamericana, aunque su nombre oficial era Supercopa João Havelange.

Su formato era el de eliminación directa en partidos de ida y vuelta y, en su primera edición, obtenida por Racing Club de Avellaneda, contó con la participación de 13 clubes. Con los años, iría sumando equipos a medida que los mismos iban conquistando América: Atlético Nacional de Medellín (1989), Colo Colo de Chile (1991), San Pablo de Brasil (1992), Vélez Sarsfield de Argentina (1994, pero recién ingresó en 1995) y  Vasco da Gama de Brasil (1997).

Nacional fue el único uruguayo que logró alcanzar una final de este certamen, en 1990, pero cayó ante Olimpia de Paraguay (0-3 y 3-3).

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1911: Los pioneros en Brasil

Histórico: Uruguay en tierras norteñas, goleadas y aplausos (foto: arquivolobao.com.br).

En 1911, un combinado uruguayo pisó por primera vez tierra de otro país que no fuera el nuestro ni Argentina.

La primera gira celeste fue realizada en Brasil, concretamente en Rio Grande do Sul, luego de una invitación del Esporte Clube Pelotas a la Liga Uruguaya de Football, que fue aceptada.

Este inédito caso era algo que, de todas formas, se veía venir debido a la popularización del fútbol en las grandes urbes norteñas y al reconocimiento a los orientales como una fuerza relevante de este deporte en el continente junto a los argentinos.

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