Informe Mendívil parte 2: ¡Preparen, apunten, fuego! El capitán atiza a los jugadores, William responde y Leiva dispara munición gruesa

Juan Carlos Leiva ayuda a Chinezinho, caído. Pelé pide tranquilidad. Walter Davoine levanta los brazos. Luego llegaría el escándalo ante Brasil (1-3) en la Copa América de Argentina 1959. Y poco después, el otro escándalo, del que el arquero de Rampla sería protagonista.

Días atrás nos referíamos al informe que, en carácter de reservado, el preparador físico y jefe de la concentración del seleccionado uruguayo en la Copa América de Argentina 1959, capitán Humberto Mendívil, había elevado a la Asociación Uruguaya de Fútbol previo requerimiento.

El texto, que detallaba lo que había sido el entrenamiento, convivencia y la actuación del equipo en uno de los peores certámenes disputados en la historia hasta ese momento por los nuestros, generó mucho recelo una vez que fue filtrado a la prensa.

En la primera parte, se pudo observar cual fue el análisis del profesional en el primer gran momento de oscuridad que le tocó vivir a la Celeste en su ya de por sí riquísima trayectoria.

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Informe Mendívil: El preparador físico celeste analiza lo que fue la Copa América de Argentina 1959 y enciende la mecha que pronto iría a explotar

Los últimos años de la década del cincuenta del siglo XX fueron sintomáticos para el fútbol uruguayo y marcaron el primer gran bajón de la historia del seleccionado nacional.

La partida de los mejores jugadores al mercado internacional (Italia, Argentina, España, Colombia; ver galería más abajo), que hacía que fuera imposible de forma reglamentaria convocarlos al combinado ya que no existían todavía los “repatriados”; el retiro de excepcionales figuras a las que se hacía difícil suplir en su totalidad como Obdulio Varela o Roque Máspoli; ciertas disidencias internas a todo nivel y el crecimiento del deporte a nivel continental que sumaba mayor competencia, derivaron en años de alegrías y tristezas, culminando con la poco creíble eliminación de la Celeste de la Copa del Mundo de Suecia 1958.

En un grupo con Paraguay y Colombia, Uruguay quedó afuera antes de disputar su último cotejo tras caer vapuleado ante los guaraníes en Puerto Sajonia 5-0.

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Cumplió el sueño que tenemos todos

Armando Olivera: Del capitanato del cuadrito barrial a jugar en la Primera división de la AUF.

El apellido Olivera es casi un sinónimo de Danubio, y es lógico, si está asociado a la historia del club de la Curva de Maroñas desde la fundación. El mayor de los hermanos, Alcides, fue colaborador, dirigente y el primer historiador. Mientras que, Armando junto con el otro hermano… Álvaro, fueron los principales aliados de los Lazaroff en la idea de crear el cuadrito de fútbol, dando así origen a una de las tantas y maravillosas historias danubianas.

Fundado el club, ya bajo el nombre de Danubio, luego del frustrado “Tigre” comienzan las primeras actividades deportivas y llega el primer e importante acontecimiento: se toman revancha del equipo de la Plaza de Deportes N° 5 al que derrotan por 2 a 0. Tras jugar durante todo 1933 en partidos de “campito” con equipos integrados por jóvenes de su misma edad, en 1934, intervienen en un campeonato en la categoría Menores organizado por la Plaza de Deportes N°5 de la Unión.

Danubio ganó el torneo, podría decirse de la mano de Armando, pues comentan que era indudablemente de los que la “movía mejor”, y además era el capitán del equipo.

Sin dudas, aquel logro les dio fuerzas para encarar una nueva etapa la del peregrinaje por los barrios.

Armando volcado sobre el ala izquierda, era de los que siempre decía presente.

Defendió la casaca danubiana en el Torneo de Menores de 1935, y en los campeonatos de las Ligas: Parque Rodó, Cordón, Centenario, Reducto y Bario Olímpico a comienzos del año 1939. En este último campeonato que se jugaba en la cancha ubicada en la terminación de la calle Sarandí, donde nace la escollera, Danubio no sólo alcanzó el título en forma brillante, sino que demostró a propios y extraños, que los torneos de barrio ya le quedaban chicos.

En 1941 quienes dirigían los destinos del club, deciden acertadamente inscribirlo en la AUF, pero esto motivó que varios futbolistas que defendían los colores danubianos en torneos barriales, debieran alejarse ya que sus fichas pertenecían oficialmente a otras instituciones, entre ellos Armando que jugaba en las “inferiores” de Wanderers. Algunos años después el destino trajo la vuelta de los hermanos Olivera. Danubio ya militaba en la “B” y en poco tiempo ayudaron a alcanzar un sueño que traían desde que eran niños: ¡¡Ascender a la Primera Profesional!!

El último partido de aquella formidable campaña, fue el 7 de diciembre de 1947, ante Racing y fue victoria danubiana por 2 a 1 y Armando fue fundamental, le cometieron un penal que Romero transformó en gol y en el segundo tiempo, convirtió el tanto de la victoria, uno de los más importantes de la historia franjeada ya que permitió -por primera vez- el ascenso a la “A”.

Armando defendió a la franja alguna temporada más, participó de la primera victoria internacional el 25 de mayo de 1950 frente a Boca Juniors en Buenos Aires por 3 a 1 y fiel a su costumbre resultó fundamental en el triunfo, le dio el primer gol a Romerito y el tercero a Ortiz.

Muchos años después, supo ser, por única vez, dirigente para cerrar una envidiable trayectoria danubiana. Pero, por si algo le faltaba a su destacadísima vida junto al club que ayudó a crear, en 1999 fue distinguido como Socio Honorario.

Hasta su muerte ocurrida en noviembre de 2002, se lo podía encontrar en cualquier cancha de cualquier punto del país, acompañando a “su” Danubio.

Anécdota:

“En 1950, estuve por pasar a Boca Juniors fue cuando jugamos ante ellos, porque Lazzatti se iba a dirigir al equipo principal boquense. Jugamos en Ferro, hicimos un gran partido, ganamos 3 a 1, y yo anduve bárbaro, di dos goles. Los dirigentes estaban muy interesados, querían que me quedara, pero cuando les dije que tenía 28 años, no me llamaron más”.

Fecha de nacimiento: 23 marzo de 1922

Lugar: Montevideo

Trayectoria: Wanderers (1941- 1943) Danubio (1944-1951)

Comenzó fundando un club muy modesto de barrio, al que defendió en las Ligas barriales, y ya en los torneos de la AUF, en la “B” y la “A”… ¡Cumplió el sueño que tenemos todos!

No es broma: cuando Peñarol se vistió de rojo y azul

Debuta Spencer en Peñarol… ¡y debuta el color rojo!

A través de su larga y exitosa trayectoria, Peñarol nunca abandonó los colores amarillo y negro en su casquilla oficial. Con escudo, sin escudo, con números blancos, con números negros, con más o menos bastones, con bastones más o menos gruesos, con colores de manga totalmente negros, con vivos o detalles particulares, pero nunca se apartó de sus clásicos distintivos.

La camiseta alternativa varió más: con diferentes detalles, pero íntegramente amarilla, negra o gris fueron sus diseños, aunque también los hubo dorados y hasta flúor entre 2019 y 2021.

Las camisetas especiales o las terceras equipaciones, más allá de nuevas mezclas de diseño, no aportaron más que el agregado del color verde con vivos amarillos y negros (1971 y 2020), naranja (1975) y hasta el curioso rosado (2019). Hasta ahí, nada raro, todo dentro de la lógica o la necesidad momentánea en condiciones extraordinarias y, más acá en el tiempo, de las imposiciones de las marcas proveedoras.

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Grandes cracks que merecieron mejor suerte con la Celeste

El fútbol uruguayo está plagado de figuras de primer nivel que lograron lucir sus mejores cualidades tanto a nivel de clubes como en la Selección.

Sin embargo, también están aquellos que, siendo brillantes jugadores, no pudieron mostrar como hubiesen deseado la mejor de sus facetas en el combinado nacional.

Las razones son de distinto tipo: falta de oportunidades, poca confianza de los entrenadores o seleccionadores, bajo rendimiento, futbolistas consagrados a los que se les hacía difícil desbancar de sus puestos, lesiones, circunstancias externas, etc.

El repaso, a continuación.

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