Es imposible no hacer referencia cada mes de julio a lo sucedido aquel día 16 de 1950. Rememorar el “Maracanazo” no es vivir del recuerdo ni mucho menos. Es una causa de estricta justicia con aquellos aguerridos deportistas que le demostraron al mundo que el fútbol es el más ilógico de los juegos y que las principales limitaciones son las que nos imponemos nosotros mismos. Así lo dejaron en claro este grupo de heroicos uruguayos bajo el liderazgo futbolístico y emocional de Obdulio Varela en una de las mayores hazañas en la historia del deporte moderno. El heredero del brazalete de José Nasazzi fue un actor preponderante en la conducción anímica del equipo para obtener el cuarto título mundial en un período de 26 años. Una hazaña que nadie ha igualado hasta el presente.
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