El decorador del gol: Ruben Da Silva

“Polillita” Da Silva se destacó siempre por ser un futbolista inteligente, fino, de excelsa calidad. Capaz de hacer el toque inesperado, el pase jamás inventado y además convertir muchos goles. Era un jugador que el fútbol le ingresaba por el cerebro y le salía por los pies…

De los más grandes jugadores y goleadores danubianos de la historia (segundo goleador histórico con 71 dianas) y además integrante del selecto grupo de los diez futbolistas bicampeones uruguayos con la “franja” en el pecho.

Desde las categorías formativas se podía apreciar que se trataba de un jugador fino, desequilibrante por habilidad y precisión de tres cuartos de cancha en adelante. Gran definidor de jugadas por su frialdad dentro del área, pero además era notable para meter un pase gol al compañero mejor ubicado. Tras varios campeonatos ganados en divisiones juveniles, debutó en Primera con 18 años en 1986.

En el año 1985 vino a jugar al Uruguay una escuela de fútbol de Estados Unidos, la que era dirigida por el profesor brasileño Julio Mazzei y tras enfrentar a la 5ª división de Danubio y ver jugar a Da Silva y Edgar “pompa” Borges, comentó: “desde la época de Pelé y Coutinho que no veía hacer tabelas (paredes) como las que hacen estos chicos”… todo dicho.

Artífice fundamental en las conquistas del Campeonato Uruguayo y Torneo Competencia en 1988, no sólo por jugar en un nivel superlativo, sino, por consagrarse como máximo goleador en ambos, hecho que no se daba desde 1966 con el brasileño Araquem De Mello. Ese año entre los dos torneos, “Polillita”, anotó nada menos que 35 goles, casi el 50% de los goles convertidos por Danubio en ese año.

Si bien su jerarquía no permite encasillarlo simplemente como un goleador, lo cierto es que también lo fue. En sus distintas etapas con la casaca de Danubio anotó, como dijimos, 71 goles en Primera división, a cuál más bello y espectacular, no hacía goles feos, pues su característica distintiva era “decorarlos”.

Sus cualidades lo llevaron a ser -en su momento- “el precio” del fútbol uruguayo, cotizado en U$S 1.200.000 en 1989.

Tuvo una extensa carrera en el exterior (14 años), defendiendo a Cremonese, Logroñes, UAG Tecos, River Plate (Arg), Boca Juniors y Rosario Central.

Su etapa más sobresaliente fue en el fútbol argentino donde convirtió más de 80 goles. Fue dos veces goleador de la Primera división en 1993 con River Plate y 1997 con Rosario Central. Además con los “canallas” ganó la Copa Conmebol de 1995 y fue también el máximo artillero del torneo.

De regreso al Uruguay, jugó una temporada en Nacional y en el año 2001, ya al cierre de su carrera, retornó a Danubio y con él regresaron los títulos al club de la Curva de Maroñas. Como no podía ser de otra manera, Da Silva continuó deleitando a los hinchas, haciendo goles y obteniendo títulos, esa temporada fue campeón del Apertura. En 2004, fue campeón del Torneo Clasificatorio, Clausura y por segunda vez del Campeonato Uruguayo.

La camiseta “celeste” no le fue esquiva y desde juvenil ya supo vestirla, disputó el Sudamericano Sub 20 de Colombia en 1987.

A su vez, con la selección mayor integró los planteles (aunque con poca participación) en varias ediciones de la Copa América: Brasil 1989, Uruguay 1995 (Uruguay fue Campeón) y Bolivia 1997, así como, por las Eliminatorias para los Mundiales de 1998 y 2002. En total anotó 3 goles.

Fecha de nacimiento:

11 de abril de 1968 en Montevideo

Trayectoria

Danubio 1986-1989, Lazio (1989) River Plate (1989-1991), Logroñes (1991-1992), River Plate (1992-1993), Boca Jrs. (1994-1995), Rosario Central (1995-1997), UAG Tecos (1998-1999), Nacional (2000) y Danubio (2001-2004)

Títulos

Con Danubio fue Campeón Torneo Competencia 1988, Campeón Uruguayo 1988, Campeón Apertura 2001, Vicecampeón Uruguayo 2001, Campeón Clausura 2002, Vicecampeón Uruguayo 2002, Campeón Clasificatorio 2004, Campeón Clausura 2004 y Campeón Uruguayo 2004.

Campeón Uruguayo con Nacional en el 2000.

Campeón argentino 89/90, Apertura 1991 y 1993 con River Plate

Campeón Copa Conmebol con Rosario Central en 1995.

Campeón de la Copa América en 1995 con la selección mayor.

Distinciones

Con Danubio fue goleador del Torneo Competencia de 1988 (12 goles) y Campeonato Uruguayo 1988 (23 goles).

En River Plate fue goleador de Clausura 1993 (14 goles) y con Rosario Central fue goleador compartido de la Copa Conmebol ´95 (4 goles) y del Apertura 1997 (15 goles).

Los mundialistas argentinos que jugaron en Nacional y Peñarol

Un total de 11 futbolistas argentinos que defendieron a su Selección en campeonatos mundiales jugaron, posteriormente, en los dos clubes más grandes del balompié oriental.

No nos vamos a referir a lo que hicieron en filas tricolores y aurinegras, que es conocido, sino a su actividad en el combinado albiceleste.

Spoiler: no hay campeones del mundo.

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Campeones del mundo: Los futbolistas que se quedaron en la puerta

Son muchos los futbolistas uruguayos que pueden darse el lujo de considerarse “campeones del mundo”.

A través de los cuatro certámenes planetarios que conquistó la Celeste, hubo jugadores que fueron protagonistas, otros actores de reparto y un puñado no logró sumar minutos, pero todos formaron parte de los planteles y, en consecuencia, son campeones.

Sin embargo, hubo muchos grandes cracks de nuestro balompié que estuvieron cerca de colocarse la medalla de mejores, pero que, por distintas razones, se quedaron en la puerta de integrar las escuadras vencedoras.

A continuación, el repaso de los nombres más ilustres del fútbol oriental que no pudieron disfrutar del máximo honor mundial.

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Chile 1962: Cuando Uruguay quiso evitar la mala suerte… y le salió mal

El 9, el 7, el 22… estuvieron todos los números, menos uno…

Puede afirmarse que el número 13 es un número de suerte en el seleccionado uruguayo.

En Copas del Mundo, pocas veces ha fallado.

Todos recordamos el penal picado de Sebastián Abreu a Ghana en Sudáfrica 2010 que depositó a la Celeste en una semifinal mundialista después de 40 años. O cuando en Brasil 2014 un juvenil José María Giménez se dio a conocer al gran público vistiendo ese dorsal (titular y figura ante Inglaterra, Italia y Colombia), por ejemplo.

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“ChevanGOL”

Javier Ernesto Chevantón nació el 12 de agosto de 1980 en Juan Lacaze, pero sus ansias de triunfar en el fútbol le hicieron recorrer los casi 150 km de distancia y tentar suerte en Montevideo. Venía a probarse a un club determinado, pero como no lo fueron a esperar, se desilusionó y… la cercanía de su residencia momentánea con el Complejo Juvenil de Danubio lo depositó en el club de la Curva de Maroñas.

Hizo tres entrenamientos y lo ficharon enseguida, habían descubierto a un goleador nato, empedernido, de los que no abundan. Con una doble virtud que pocos tienen: ubicarse en el lugar exacto en el momento justo.

Desde las categorías juveniles mostraba sus dotes goleadoras (hizo más de 80 tantos) y en Primera división confirmó plenamente. Con las categorías juveniles franjeadas obtuvo dos campeonatos en Séptima y Quinta división.

Chevantón recuerda como eligió la camiseta con el número 19, que lo identificó durante toda su carrera, “mi camiseta “19” tiene su historia. Siempre usé el “9”, pero en Primera división cuando fui ascendido había otros con ese número. Al principio jugué con la 20, luego, cuando aún no era titular, con la “13”. En el primer partido que iba a ser titular, había dos en banda, la “13” y la “19”, Ignacio Bordad (compañero del plantel) me dijo que le gustaba más la “19”. Anoté dos goles y no me la saqué nunca más.

Debutó en el equipo principal danubiano en 1997 con sólo 16 años, pero recién a los dos años comenzó a jugar regularmente. En poco menos de tres temporadas convirtió 53 goles. Su mejor año fue el 2000, cuando en el Campeonato Uruguayo hizo nada menos que 33 tantos, con un formidable promedio de un gol cada 73 minutos. Logró así el tercer mejor registro de la historia del fútbol uruguayo, igualando el récord de Pedro Young del año 1933, ambos superados por los registros de Fernando Morena que hizo 34 en 1975 y 36 en 1978.

Justamente en ese año 2000, Danubio que fue vicecampeón en el Torneo Apertura y alcanzó la mejor cosecha goleadora en Primera división desde el lejano debut en 1948, con 81 tantos. Chevantón convirtió casi el 41% de los goles.

“Siempre le estaré agradecido a Danubio. Fue el primer equipo que me dio la posibilidad de crecer, de madurar y jugar en Primera. Me ayudaron mucho en inferiores, tal vez si hubiera ido a otro cuadro no hubiese tenido las posibilidades que me dieron de subir tan joven, de tener buenos técnicos que me enseñaron futbolística y personalmente, por eso me siento identificado con Danubio”, expresó el delantero en más de una oportunidad.

El lacazino conquistó, además de muchos goles, el cariño de los hinchas danubianos, porque era de esos jugadores que se brindaba al máximo sin guardarse nada y que no daba pelota por perdida.

Fue un delantero que siempre estaba concentrado, que definía con frialdad, era rápido, ágil, dueño de potentísimos remates y qué sin ser muy alto, cabeceaba muy bien. Estas características también lo hicieron destacarse, nada menos que en el fútbol italiano, cuando desembarcó allí en el año 2001, para jugar en el Lecce, donde se convirtió en el goleador histórico con 59 dianas.

En su extensa trayectoria anotó goles para el Mónaco (26), Sevilla (15), Atalanta (2), Colón de Santa Fe (6) y Liverpool de Uruguay (3). Totalizando 164 conquistas con clubes. Tuvo un breve pasaje por el fútbol británico, jugando dos partidos para el Queens Park Rangers, único club con el que no convirtió.

Con el Sevilla obtuvo varios títulos: Supercopa de Europa (2006), Supercopa de España (2007), Copa del Rey (2007) y Copa de la UEFA (2007).

La casaca color cielo no le fue esquiva y también dejó su marca goleadora, debutó en el sudamericano Sub 17 de Paraguay en 1997. Luego jugó el Sudamericano Sub-20 de Argentina ’99, donde hizo 4 goles y en ese mismo año, resultó el goleador de Uruguay en el Mundial Sub-20 de Nigeria en el que se lograse el 4° puesto.

También defendió a la selección Mayor haciéndolo en la Copa América Colombia 2001, Eliminatorias para Corea y Japón 2002, Eliminatorias para la cita mundialista de Alemania 2006 (fue segundo goleador) y Eliminatorias para Sudáfrica 2010. En total jugó 22 partidos y anotó 7 goles.

Se retiró como futbolista en el año 2015, hizo el curso de entrenador y trabaja en las categorías formativas del club Lecce.

El back que vino del frío para ser campeón

Uruguay 1956. Copa América. Uruguay vence a Argentina 1-0 y es campeón. Parados, de izqda. a dcha.: Pedro Rodríguez (golero suplente), Carlos Carranza, Ladislao Brazionis (con la pelota en las manos), William Martínez, Julio Maceiras, Víctor Rodríguez Andrade y Luis Miramontes. Hincados, de izqda. a dcha.: Carlos Borges, Javier Ambrois, Oscar Míguez, Guillermo Escalada y Walter Roque.

En mayor o menor medida, los uruguayos saben que varios futbolistas nacidos en el extranjero defendieron a la Celeste a través de los años. Y con mucho suceso.

Aquellos que nacieron en Argentina son los que se llevan el primer puesto, no solo por la cantidad sino también por el éxito obtenido.

Imposible es, entonces, no recordar a Marcelino Pérez (1933-1935, campeón de América 1935), Atilio García (1945), Juan Eduardo Hohberg (1954-1959, mundialista en 1954, además de entrenador en la Copa del Mundo de 1970), Juan José Rodríguez (1962), Gustavo Matosas (1987-1992, campeón de América 1987) y Fernando Muslera (2009-actualidad, campeón de América 2011 y tres veces mundialista).

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Schiaffino y Nordahl: “Borrachos”, pero con goles

Schiaffino se sube a la moto. Nordahl la arranca. Salen los cracks.

31 de diciembre de 1954.
Milán.
Hotel de concentración del primer equipo.

La sala de recepción presentaba un movimiento inusual para la fecha debido a que allí estaba parando la delegación milanista que, un día después, viajaría rumbo a Turín para enfrentar el domingo 2 de enero de 1955 a la Juventus en un duelo clave, ya que los bianconeros se encontraban segundos en la tabla, a apenas tres unidades (18) de los rossoneri (21), líderes absolutos del certamen de la Serie A.

La idea de los dirigentes del AC Milán era esperar hasta las 00:00 horas del 1º para brindar moderadamente con el plantel y, luego sí, todos a dormir porque había que levantarse temprano al día siguiente.

«Pepe» en Milan: Un ídolo.

Sin embargo, la preocupación dirigencial comenzó a hacer carne cuando se dieron cuenta que sus dos principales estrellas, nuestro Juan Alberto Schiaffino-llegado hacia menos de seis meses- y el sueco Gunnar Nordahl-un goleador de excelencia, máximo scorer de la historia de la entidad con 210 tantos-, no se encontraban en el hotel.

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España: La Bestia Roja

Enzo Francescoli se lleva la pelota ante Francisco Villarroya. Uruguay lo tuvo en 1990.

Existe un seleccionado que históricamente ha sido una piedra en el zapato para los uruguayos: España.

Sí, el representativo de nuestra Madre Patria es, hasta el día de hoy, un problema insoluble para los orientales: nunca se le pudo ganar en 10 presentaciones desde 1950 a la fecha.

Lo curioso es que muchas veces se estuvo cerca, pero nunca terminó de alcanzar para cristalizar una victoria.

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Los Camacho, los primeros hermanos después de los Céspedes

Copa Lipton 1907: Arriba, el segundo desde la izquierda es Ceferino Camacho. Abajo, sentado al centro, con bigotes y brazos cruzados, Aniceto.

Tras la trágica muerte en 1905 de dos enormes figuras del seleccionado uruguayo como Bolívar y Carlos Céspedes, los Camacho fueron quienes tomaron su testigo en referencia a hermanos en el combinado.

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