En la siguiente columna de análisis daremos nuestra opinión respecto a lo que ha significado el comienzo del camino charrúa en las Eliminatorias con destino al Mundial 2026 que, desde nuestra humilde visión, representa un total cambio de paradigma para nuestra selección a raíz de la llegada de Marcelo Bielsa.
Pequeña y necesaria reseña
Desde los albores del fútbol mismo, el ADN del futbolista uruguayo estuvo impregnado de virtudes que lo distinguieron por encima de otros. La entrega total por la causa (particularmente al vestir la casaca color cielo), la capacidad de resiliencia, la rebeldía y el hecho de jamás amilanarse ni darse por vencido ante la adversidad fueron bases constitutivas de lo que hemos bautizado como «garra charrúa». A todas esas cualidades se le sumó la capacidad de adoptar como propio el deporte de origen británico, dominando el concierto internacional con nuestra impronta criolla, allá por la década del ’20 y ’30, logrando tres conquistas de carácter mundial y unas cuantas consagraciones en Sudamérica. Tras la convulsión de la Segunda Guerra Mundial, la hazaña de Maracaná nos devolvió a los primeros planos en todo el orbe y conquistamos la Copa Jules Rimet por segunda ocasión, empardando el historial con la selección italiana. Recién en la Copa del Mundo celebrada en SUIZA (1954), en la épica Semifinal con HUNGRÍA, perdimos nuestro primer encuentro en un Mundial.
Podríamos decir que URUGUAY, como selección, se mantuvo en la élite hasta 1970, tras lograr el cuarto puesto en la Copa del Mundo de MÉXICO (algo que en su momento no tuvo mérito, pues «la vara estaba muy alta»). Luego, diversos factores conspiraron para que La Celeste perdiera brillo: la ausencia de un rumbo definido, el desinterés y la nula capacidad organizativa en torno al seleccionado, las consecuencias de ser un país exportador que llevó a tener a los mejores elementos «repatriados» y la globalización del deporte, detalle para nada menor ya que emparejó el nivel y acortó las brechas existentes respecto al desarrollo de la disciplina en las diferentes naciones. Dejamos de pelear por títulos del mundo para conformarnos simplemente con participar de los Mundiales. En el período comprendido entre 1994 y 2006 se celebraron cuatro Copas del Mundo y URUGUAY no logró clasificar a tres de ellas, lo que habla a las claras del descenso que experimentó la escuadra oriental.
Recién en marzo de 2006, con el proyecto que trajo consigo Oscar Washington Tabárez, denominado «Institucionalización de los procesos de selecciones y de formación de los futbolistas», el barco de la selección mayor (y el de sus categorías juveniles) comenzó a enderezarse hacia un destino claro. Obviamente, el cuarto puesto logrado en SUDÁFRICA 2010 y el éxito alcanzado un año después en ARGENTINA al obtener la decimoquinta Copa América apuntalaron el «proceso Tabárez», que duró 15 años y logró tres clasificaciones consecutivas al Campeonato del Mundo; algo que no se conseguía desde el período 1962-1974.
El trayecto rumbo a QATAR 2022 tuvo enormes vaivenes y puso en riesgo las posibilidades celestes, por lo tanto, la dirigencia removió a Tabárez y nominó a Diego Alonso como reemplazante del «Maestro». Con cuatro victorias al hilo, el estratega y los jugadores pudieron sellar el billete para la máxima cita que se daría en el pequeño y rico Estado asiático. Sin embargo, URUGUAY quedó eliminado en la fase de grupos, decepcionando a propios y extraños. Alonso pagó muy cara la timorata actitud adoptada en el estreno ante COREA DEL SUR, que se saldó con un empate sin goles. En el segundo encuentro PORTUGAL se impuso por 2 a 0 y nos dejó contra las cuerdas. Si bien se corrigió en juego y actitud ante GHANA, el triunfo por 2-0 no fue suficiente y armamos las valijas antes de tiempo. Pasaron los días y a pesar de algunos rumores sobre la continuidad del «Tornado», finalmente se empezó a especular con que el puesto de entrenador charrúa estaba vacante. Y allí emergió la figura de Marcelo Bielsa, técnico que estaba libre y que había tenido su última experiencia en la Premier League, al frente del Leeds United. El 15 de mayo de 2023 la Asociación Uruguaya de Fútbol presentó al profesional oriundo de Rosario como el nuevo director técnico celeste y un mes después se estrenó con dos victorias en Montevideo, ante NICARAGUA (4-1) y CUBA (2-0), donde probó a varios jugadores jóvenes y nuevos; al tiempo que muchos de los mundialistas en QATAR estuvieron ausentes por tratarse del cierre de la temporada europea.
Ponerse el traje de protagonista
Lo verdaderamente revolucionario empezó a verse en la competencia oficial de las clasificatorias mundialistas. Ya con los mejores futbolistas a disposición (pero con poco tiempo de trabajo), se dio el estreno ante CHILE, una de las escuadras que Bielsa supo dirigir con gran suceso. URUGUAY se impuso de forma contundente, con una oncena de bajo promedio etario y sin la presencia de los emblemas ofensivos de la última década (Luis Suárez y Edinson Cavani). El elenco local dio la primera muestra de captación de la idea impulsada por el nuevo director técnico. Ese viernes 8 de setiembre La Celeste formó con Sergio Rochet, Nahitan Nández, Sebastián Cáceres, Matías Viña y Joaquín Piqueréz; Manuel Ugarte, Federico Valverde y Nicolás De La Cruz; Facundo Pellistri, Maximiliano Araújo y Darwin Núñez. Ganó por 3 tantos contra 1, aunque pudo hacerlo por más. Unos días después y con una sola variante (Agustín Canobbio por Facundo Pellistri), los orientales no lograron repetir el funcionamiento y cayeron a manos de ECUADOR. Un rival más duro, el detalle de jugar a 2.850 metros de altura y algunos yerros defensivos propiciaron la derrota.
El siguiente encuentro fue en Barranquilla, el cual terminó siendo un cotejo abierto, con grandes idas y vueltas en el trámite. Ambos erraron goles, nosotros pudimos ganar, así como también pudimos recibir varios tantos y perder por una buena diferencia; sin embargo, se terminó consiguiendo un empate agónico con un gol de penal convertido por Darwin Núñez. Ese tanto fue clave para que el artiguense ganara en confianza y se afianzara en los duelos siguientes. URUGUAY comenzaba a repetir una postura donde la presión en todo el campo y la ambición ofensiva se transformaron en una constante, sin importar la condición de local o visitante, ni el rival. El primer gran «espaldarazo» para la gestión de Bielsa fue la victoria conseguida sobre BRASIL por la cuarta fecha. La Canarinha llegaba con dudas tras empatar en casa frente a VENEZUELA, pero también sabía que llevaba más de dos décadas sin perder en Montevideo. El elenco de Bielsa tuvo paciencia y más allá de ceder la posesión del balón durante varios tramos del juego, jamás renunció a su «plan mayor». No tuvo brillo pero fue eficaz, logrando pegar dos golpes en momentos precisos por parte de Darwin Núñez y Nicolás De La Cruz. Nuestra escuadra salvaba con nota una doble fecha a priori bastante compleja y le quitaba un largo invicto a los brasileños en este certamen.
No conforme con eso, un mes más tarde el conjunto compatriota dio cátedra en La Bombonera. Este juego, indudablemente, será recordado como un punto de inflexión para consolidar el nuevo ciclo de la selección. URUGUAY acabó a domicilio con una gran seguidilla de partidos sin perder que ostentaba el actual Campeón del Mundo, con Lionel Messi en cancha y sin poder hacer nada para evitarlo. Los Charrúas dominaron en todos los aspectos a la selección argentina, desarrollando un fútbol moderno y práctico, redondeando el mejor partido que pueda recordarse en mucho tiempo, sobre todo por el contexto en el cual se dio este enorme triunfo. El cierre del año 2023 tuvo otra cosecha de tres puntos (mucho más predecible) al recibir a BOLIVIA en el Estadio Centenario.
Con las victorias clásicas, totalmente justificadas por juego y actitud, esta renovada Selección Uruguaya «golpeó la mesa» del concierto sudamericano, dejando entrever que está naciendo un equipo que será de cuidado para cualquier oponente.
¿La conjunción perfecta?
La «garra charrúa» del futbolista uruguayo, potenciada con una mentalidad ganadora que es impulsada por un entrenador totalmente convencido de su sistema de juego, más un desenvolvimiento físico prácticamente llevado al extremo, puede generar un equipo realmente duro de vencer. A nuestro entender, todo indicaría que el entrenador argentino y este plantel de futbolistas uruguayos han conectado de muy buena forma, logrando en poco tiempo una simbiosis que ilusiona. Jugadores jóvenes, bien dotados técnicamente (algunos indiscutidos en sus clubes) y con una importante capacidad física, parecen haber entendido la propuesta del «Loco», que se basa en una presión asfixiante en todas las líneas, sumado a transiciones rápidas y a un apetito voraz por llegar al arco rival y convertir. Otro elemento fundamental de la metodología de Marcelo Bielsa es el factor mental. URUGUAY estuvo por muchos años acostumbrado a una doctrina donde primero se pensaba en neutralizar al rival para después tratar de hacer daño. Es cierto, se contaba con otro tipo de jugadores, porque si bien tuvimos algunos «Clase A», el resto no brillaba en las grandes ligas europeas y difícilmente hubieran podido adaptarse al estilo que se intenta implantar en estos momentos. En cambio el plantel actual, tanto en lo que refiere a sus características unidas en un colectivo como al destaque individual que profesan a nivel de clubes, es mucho más rico y homogéneo; por lo tanto, le brinda al entrenador más herramientas en términos de capital humano a fin de poner en práctica su idea y que los seleccionados absorban con rapidez la prédica del rosarino, lo que podríamos llamar el «gen del Bielsismo».
Allí radica el cambio de paradigma más grande. Ahora los demás tendrán que preocuparse por URUGUAY. La Celeste saldrá a imponer condiciones y llevar a cabo su plan de juego, que está totalmente definido, en cualquier cancha. Por supuesto, los rivales juegan y propondrán una estrategia para contrarrestar los atributos orientales. Sin embargo, como se vio en el cotejo ante BRASIL, en el transcurso de la brega se puede ejecutar un «Plan B» de carácter transitorio, esperando el momento justo para dar el zarpazo sin renunciar al ideal fundamental que pregona el técnico.
También es importante señalar que el cambio que todos percibimos en cancha se logró en muy poco tiempo. El entrenador ha tenido contados entrenamientos con el núcleo seleccionado, no obstante, se debe destacar el trabajo silencioso que se realiza a pesar de la distancia geográfica. La tecnología ha cobrado cada vez más preponderancia en nuestras vidas y el fútbol no es ajeno a ello. Es por eso que el grupo de trabajo liderado por Bielsa ha sido fundamental a la hora de generar y compartir material audiovisual con los futbolistas, tener charlas y dar acceso a insumos que ayuden a mejorar el desempeño personal y grupal, además de contribuir a una mejor captación de la filosofía a la cual adhiere el entrenador, que es considerado un «fundamentalista» en ese sentido.
Hablando de la elección de los jugadores, tenemos que mencionar la inesperada aparición de Maximiliano Araújo, quien ha sido el gran descubrimiento del técnico, transformándose en una pieza clave para el funcionamiento del equipo. Sebastián Cáceres tampoco contaba con muchos adeptos, pero lo cierto es que el zaguero del Club América ha rendido de muy buena forma. La confianza depositada en Manuel Ugarte y Darwin Núñez, quienes ocupan puestos neurálgicos, ha sido recompensada con grandes rendimientos por parte de los dos. He aquí otro elemento muy importante a la hora de decidirse por la contratación de Bielsa: es un profesional probado que potencia a los futbolistas (sobre todo a los más jóvenes) y deja su huella indeleble, según el testimonio de varios de sus pupilos.
El año 2024 presentará el desafío de una nueva Copa América y luego se retomarán las Eliminatorias Sudamericanas. Para el certamen continental que se disputará en los ESTADOS UNIDOS, habrá mucho más tiempo de trabajo como para seguir corrigiendo, profundizando en la idea y creciendo como equipo. Sin dudas hay que tener calma y seguir confiando en el trabajo que se viene desarrollando, pero sinceramente es difícil no pensar en grandes alegrías tras lo visto en estos últimos meses. Por lo tanto, avizoramos un futuro venturoso y de color celeste.