¡Cómo olvidar C! Basáñez campeón

El centenario club de La Unión celebra los 35 años de la obtención de su único título de la vieja Primera Divisional C. El equipo conducido por Miguel Piazza fue un animador constante del ascenso en la década de los años 80 y consiguió su segundo pasaje al fútbol profesional en la temporada de 1989 tras una actuación superlativa. Aquel triunfo deportivo fue sumamente justo y merecido y representó el acceso al período más glorioso de la institución. El club permaneció por un período de 20 años en el ámbito de la competición profesional y sigue siendo catalogado como una de las máximas revelaciones de nuestro fútbol cuando desembarcó en primera división. Eran tiempos felices aquellos en los que la gloria pasó por Camino Carrasco e hizo morada en los viejos campos de Basáñez.

Escribe: Federico Maritán

Transcurría la última página del calendario de setiembre y el ambiente primaveral había invadido la atmósfera capitalina. La campaña electoral calentaba los motores de cara  a los comicios nacionales del último domingo de noviembre y los muros de la ciudad se pintaban de verde para promover el voto de apoyo a la derogación de la Ley de Caducidad. Días antes, la selección uruguaya clasificaba al mundial de Italia con la conducción técnica del maestro Tabárez y el liderazgo futbolístico de Ruben Sosa. “El Principito” había tenido una actuación épica ante Argentina en la semifinal de la Copa América de ese año y fue la máxima figura del triangular que condujo a la Celeste a  la cita mundialista de 1990.  La competencia local avanzaba a su ritmo en cada una de sus categorías y estaba atravesada por  los problemas económicos emanados de la coyuntura deficitaria de nuestro fútbol. El negocio de la televisión para abonados aún no se había implementado por estas latitudes y  algunos clubes comenzaban a manejar la idea de comercializar los goles de sus partidos a los canales privados. Un indicador contundente de que el profesionalismo requería de mayores recursos económicos y que ya no alcanzaba con manguear a los comerciantes del barrio, hacer rifas o esperar un auténtico milagro en la taquilla de cada fin de semana. En ese contexto fue que se disputó un nuevo campeonato de la C  cuyas características pueden resultar muy disímiles al de la actual Primera División Amateur. Aquella competición estuvo compuesta por 11 instituciones que representaban en el campo de juego el palpitar por los colores de sus respectivas barriadas. Algo muy distante a la superposición de equipos del presente cuya existencia, en muchos casos, responden a intereses políticos del ámbito asociacionista y/o a intereses puramente económicos amparados jurídicamente en la figura de la Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Es verdad que el mundo cambió y que la globalización también hizo su trabajo en el sentimiento de pertenencia al barrio. Los gurises están pendientes del fixture de la Champions y lucen las camisetas de los imperialistas clubes europeos o la blusa rosada del Inter de Miami por la presencia de Messi y Suárez en la franquicia que juega al soccer en Estados Unidos. Este fenómeno ha sido determinante para que los hinchas de antaño ,que ya no se encuentran por razones biológicas, no fueran sustituidos por las nuevas generaciones en las grisáceas  gradas prefabricadas de las canchas del ascenso. Pero más allá de las diferencias y semejanzas que se pueden establecer a 35 años de aquel campeonato, el mismo sigue vivo en el alma de la afición rojinegra de las otroras tierras de Don Tomás Basáñez.

Miguel Ángel Piazza junto al presidente Julio Rodríguez le revelan a Atilio Garrido los secretos de los éxitos deportivos y sociales de Basáñez por esas horas.. Foto publicada el 4/10/89 en UN.

EN BUSCA DEL “PUCHERO”

Albion, Alto Perú, Basáñez, Huracán, Juventud, La luz, Oriental, Platense, Salus, Uruguay Montevideo y Villa Teresa fueron los clubes que pugnaron por el ascenso a la Primera Divisional B en 1989. La edición de últimas Noticias del sábado 13 de mayo destinó una página completa  a la difusión de la competición que daba inicio ese fin de semana y fue categórico cuando hizo referencia al club rojinegro en el análisis previo. “El equipo ´grande´ de la divisional, el que impone el mayor respeto. Este año, comentan que puede ser el suyo.  Basáñez fue fundado el 1 de abril de 1920. Su reducto prácticamente inexpugnable es llamado ´La Bombonera´ (…) Casualmente nunca fue campeón de la ´C´ y tampoco militó en la primera división”. Las dos deudas pendientes señaladas por el periodista fueron resarcidas en poco tiempo con la conquista del título de la C en esa misma temporada y el arribo a la máxima categoría de nuestro fútbol en el año 1994.  Basáñez había sido un animador constante de la divisional en la década de los años 80 y por diversas razones no había conseguido subir a la B. Las sucesivas frustraciones en la concreción de este objetivo deportivo no erosionaron las esperanzas y el club siguió apostando a la conquista del anhelado sueño. Julio Rodríguez era el presidente de la institución y Sergio “Oreja” González ocupaba la vicepresidencia. Ambos directivos lideraron aquella comisión que trabajó de gran forma para fortalecer el patrimonio del club y presentar un equipo competitivo en cancha. La primera decisión que tomó Rodríguez consistió en ir a buscar a Miguel Piazza para que se hiciera cargo de la conducción técnica. “El Puchero” había realizado una gran campaña con Racing en la B en la temporada anterior a partir de la conformación de un muy buen plantel cuando “La Escuelita” de Sayago no tenía un peso. Rodríguez lo siguió hasta en el  tablado que frecuentaba en carnaval y el prestigioso técnico culminó aceptando la oferta de dirigir al plantel superior rojinegro. “Hicimos prácticas de fútbol para conocer a los muchachos, como eran técnicamente, como estaban dotados, si tenían  velocidad, dinámica, como cabeceaban. En fin, ver todos esos secretos del fútbol” comenzó declarando Piazza en una entrevista celebrada por Atilio Garrido a los pocos días de coronarse campeón de la divisional. Y continuó diciendo que “después comenzamos a traer gente para que se probara. Llegaron de todos lados, algunos que yo traje porque los conocía, como Cordero de Sud América, Richard Machado de Bella Vista; Amacoria y Laffera que Danubio había dejado libre (…) Vino Perreng de Cerro; Píriz de Cerrito pero iniciado en Danubio, Herrera también de Cerrito; Arrúa y Cabrera del interior. También libres de Danubio estaban Bueno, Silva y Argimón. Y del club quedaron Cardozo, Hernández, Dos Santos, San Martín y Castro. Otro que vino fue Padula, un zaguero de grandes condiciones de Central”. Así fue como  “Puchero” ensambló  un gran equipo cuyo único objetivo consistía en salir campeón. El  grupo conformado estaba convencido  de la meta trazada y llevó adelante una intensa pretemporada de 40 días para llegar de la mejor forma al inicio del torneo. ¡Querían hacer historia!

Basáñez se coronó campeón frente a Villa Teresa en el Capurro. Foto: Antonio García

EL CAMPEONATO Y EL SUEÑO EN MARCHA.

El torneo comenzó el domingo 14 de mayo y los clubes fueron divididos en dos series bajo el formato de todos contra todos, a dos ruedas y en régimen de local y visitante. Los primeros 3 de cada serie pasaban a la ronda final mientras que el resto daría por finalizada su actividad en la temporada. El precio general de las entradas fue fijado en N$ 500 y los menores de 14 años tenían libre acceso a los escenarios deportivos.  Basáñez integró el grupo B junto a Alto Perú,  Oriental, Platense y Salus y el ansiado debut se produjo en Nuevo París con un ajustado triunfo  a domicilio. La segunda fecha resultó libre y el cuadro rojinegro retomó la actividad el 28 de mayo con un agónico empate del “Loco” Dos Santos  en la hora en el Parque Oriental. La cuarta fecha indicó el primer encuentro de la temporada en La Bombonera frente a Alto Perú y culminó con una goleada por 6 a 1. A la semana siguiente, el futuro campeón también oficio de local ante Platense y se impuso a uno de sus clásicos adversarios del barrio Puerto Rico por 3 a 1. Las revanchas de la fase de grupo contaron con el empate 1 a 1 versus Salus, la victoria por 4 a 0 frente a Oriental, un segundo triunfo ante a Alto Perú por 3 a 0 y una rotunda goleada a Platense por 5 a 0. Basáñez culminó primero en la serie B con 14 puntos y un saldo favorable de 20 goles. La condición de favorito señalada por últimas Noticias en el inicio del torneo había sido ratificada en la primera parte del campeonato pero faltaba confirmarla en la etapa definitoria de la competición.

Basáñez, Oriental y Salus fueron los clasificados de la serie B mientras que La Luz, Villa Teresa y Huracán habían ocupado los tres primeros puestos en la serie A. El comienzo de la fase final se dio el 30 de julio y los de Camino Carrasco consiguieron un duro triunfo frente a La Luz en la desaparecida cancha ubicada a orillas del Miguelete. Este resultado fue considerado como un mojón muy importante porque el cuadro merengue había sido el ganador de su llave y era otro férreo candidato al título. Sin embargo, la algarabía por los buenos resultados se vio interrumpida a la semana siguiente cuando Salus se impuso por 1 a 0 en La Bombonera y le sacó el invicto al dueño de casa. Este resultado adverso fue un duro golpe pero el equipo retomó de forma rápida la senda de la victoria con un sólido 2 a 0 frente a Huracán en Paso de la Arena. La campaña continuó de forma exitosa con un 2 a 1 ante Villa Teresa,  1 a 0 versus Oriental, empate 1 a 1 contra La Luz (estos tres partidos consecutivos de local en Malvín Norte), una nueva victoria en Nuevo París por 3 a 2 y un contundente 5 a 0 frente Huracán en La Bombonera. En este partido, se produjo la curiosidad de que solo se jugó el primer tiempo porque los visitantes no salieron a disputar la segunda parte del encuentro.  Basáñez se consolidaba como líder y el objetivo del ascenso estaba cada vez más cerca. El fixture y los resultados indicaban que con una victoria frente Villa Teresa se conquistaba el anhelado ascenso. Restaban tan solo 90 minutos para la gloria.

La tarde del 30 de setiembre de 1989 quedó grabada en el alma de los hinchas rojinegros. Foto: Antonio García.

VOLVIERON MAREADOS POR LA VUELTA EN EL CAPURRO

Los camiones partieron en caravana desde Camino Carrasco rumbo al Parque Capurro. El histórico escenario de Fénix fue la cancha fijada por los rojiblancos de la calle Islas Canarias para albergar el match.  Era un encuentro decisivo y Últimas Noticias envío a un periodista y a un fotógrafo para realizar la cobertura mientras que CX 46 transmitió el partido en directo. La bulliciosa parcialidad de Basáñez arribó “por la ruta nueva” y se ubicó en la tribuna que le da la espalda a la bahía. La fiesta comenzaba temprano porque la cuarta división rojinegra también tenía serias posibilidades de coronarse como la mejor de su categoría. Los gurises no defraudaron  y  ganaron el preliminar y el campeonato. Los planteles del partido de fondo cruzaron al parque de enfrente para efectuar la entrada en calor y el ambiente se puso tenso desde los primeros movimientos. Algo que se vio reflejado en el primer minuto de juego cuando el local tuvo su primera tarjeta roja por un fuerte patadón.  Villa Teresa estaba tercero en la tabla de posiciones pero ya no contaba con posibilidades de ascender. Los rojiblancos salieron a defender la causa  del club pero propusieron un juego brusco que los condujo a terminar con 7 jugadores en el campo de juego. Basáñez tenía bien en claro cuál era su único propósito ese día y mantuvo la calma en todo momento. Administró las acciones del juego controlando a su rival y ejecutando algunos ataques hacia la valla contraria. El partido fue áspero, aburrido y sin mayor destaque técnico. El único componente emotivo oscilaba entre la conversión del ansiado gol visitante para emprender la vuelta olímpica o la capacidad del anfitrión para arruinarle la fiesta al líder de la tabla. Una cuestión que se dirimió a los 68´ de juego cuando Carlos Cardozo mandó a guardar la pelota en el arco de Villa Teresa. El grito de gol resonó bien fuerte desde Capurro hasta La Unión e hizo temblar a los cimientos de los edificios vecinos de la cacha de Fénix. La euforia contenida en los hinchas rojinegros por conseguir el pasaje al fútbol profesional se expandió como una onda sísmica y sacudió la parsimonia de la tarde montevideana. Faltaban veinte minutos y tan solo tenía que pasar el reloj. Villa Teresa siguió acumulando rojas y su capacidad de respuesta se vio tan disminuida como la cantidad de jugadores en cancha. El juez Moreira dio el pitazo final y la tribuna explotó. Los tres integrantes del cuerpo arbitral se retiraron del campo de juego bajo una catarata de insultos de los hinchas locales y una zapatilla vieja lanzada desde las gradas se convirtió en un misil que casi impactó en uno de los hombres vestidos de negro. Los jugadores y los dirigentes se mezclaron con los hinchas y entre todos conformaron un grupo homogéneo teñido por los colores de coraje y rebelión. Tan solo dos futbolistas debieron apartarse del emotivo festejo para ir hasta el vestuario a cumplir con el control antidoping. (si, aunque usted no lo crea hubo antidoping ese día). La caravana abandonó el Capurro para retornar a la Unión y continuar allí con los festejos. Basáñez se convertía en profesional.

¡Claro que se lo merecía! Basáñez fue un gran protagonista del ascenso en los años 80 y ganó con absoluta autoridad su lugar en el fútbol profesional.

“¿CUÁNTO TE PAGÓ PACO?”

Este era un grito habitual de los hinchas de los clubes adversarios de Basáñez hacia los jeuces de turno porque existían fuertes rumores de que Paco Casal ayudaba económicamente al club. El reconocido representante de futbolistas y empresario televisivo estaba en pleno auge de su actividad profesional a través de la gestión de notables fichajes de futbolistas uruguayos en el mercado europeo cuando tan solo podían enrolarse dos extranjeros en los equipos del viejo continente. Atilio Garrido le preguntó al presidente Rodríguez sobre este mito futbolístico y Julio no titubeó en la respuesta. “Me miró y me dijo, ´mirá Julio, vos subí a Basáñez a la B que a la A lo subo yo´. Yo cumplí, ahora le toca cumplir al Paco y como sé que es su meta y que lo que promete lo cumple, no tengo dudas de que de la mano del Paco y con la ayuda nosotros, Basáñez va a estar en primera división”. Aquel título de Basáñez representó el punto inicial del período más glorioso del club. El equipo se sostuvo por 20 años consecutivos en el fútbol profesional y logró jugar durante dos temporadas en la A. Su de0sembarco en el círculo de privilegio se dio en 1994 cuando se produjo el cambio de formato de la competición local y culminó siendo la revelación del primer Torneo Apertura. La Bombonera se vio rebozada de hinchas y vecinos en cada partido de primera y las filas rojinegras fueron defendidas por virtuosos futbolistas que nutrieron a los planteles de Nacional y Peñarol. Todo esto puede ser considerado algo muy lejano en el tiempo y que poco tiene que ver con el presente de la institución. Pero recordar estas epopeyas deportivas en la vida de un club pueden inspirar a construir un nuevo 1989 en el futuro próximo.

LA CAMPAÑA DE 1989

Primera fase.

14/5 Salus 1 BASÁÑEZ 2. Parque Salus. 28/5 Oriental 2 BASÁÑEZ 2. Parque Oriental. 4/6 BASÁÑEZ 6 Alto Perú 1 La Bombonera. 11/6 BASÁÑEZ 3 Platense 1. La Bombonera. 18/6 BASÁÑEZ 1 Salus 1. La Bombonera. 2/7 BASÁÑEZ 4 Oriental 0. La Bombonera 9/7 BASÁÑEZ 3 Alto Perú 0 La Bombonera. 16/7 BASÁÑEZ 5 Platense 0. La Bombonera.

Segunda fase

30/7 La Luz 1 BASÁÑEZ 2. Parque Rivero. 6/8 BASÁÑEZ 0 Salus 1. La Bombonera. 13/8 Huracán 0 BASÁÑEZ 3. Parque Bossio. 27/8 BASÁÑEZ 2 Villa Teresa 1. La Bombonera. 3/9 BASÁÑEZ 1 Oriental 0. La Bombonera. 10/9 BASÁÑEZ 1 La Luz 1. La Bombonera. 17/9 Salus 2 BASÁÑEZ 3. Parque Salus. 24/9 BASÁÑEZ 5 Huracán 0. La Bombonera. 30/9 Villa Teresa 0 BASÁÑEZ 1. Parque Capurro. 8/10 BASÁÑEZ 1 Oriental 1. La Bombonera.

El presente artículo se elaboró en base a la cobertura periodística llevada a cabo por últimas Noticias entre el 13 de mayo y el 10 de octubre de 1989. La autoría de la foto de portada corresponde a Antonio García.

A 100 años del día en que los argentinos se autoproclamaron campeones del mundo

El reconocido periodista deportivo argentino Alejandro Fabbri desató la polémica al cuestionar la validez de las 2 estrellas mundialistas de 1924 y 1928 y al emitir un conjunto de afirmaciones carentes de sustentos documentados sobre la organización del mundial de 1930 y el comportamiento de los jugadores uruguayos en el transcurso del evento. La discusión en torno a los campeonatos de 1924 y 1928 es un tema laudado por FIFA pero muchas veces, entre propios y extraños, vuelven a escucharse voces que pretenden deslegitimar lo resuelto por el máximo ente rector del fútbol internacional. La obtención del primer campeonato del mundo a través de la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Colombes enardeció la rivalidad con nuestros vecinos argentinos. La celeste había conseguido un éxito deportivo inédito para el fútbol sudamericano y los porteños querían demostrar que podían ser campeones del mundo si vencían a los ganadores de la presea dorada.

Ambas asociaciones decidieron homenajear a los campeones mundiales y preparar el Torneo Sudamericano de noviembre de 1924 jugando un par de cotejos amistosos entre sí.  El primero de estos partidos se disputó el 21 de setiembre en el Parque Central y culminó 1 a 1 tras el empate albiceleste en las postrimerías del encuentro. La revancha estaba pactada para el domingo próximo en Buenos Aires pero el match tuvo que ser reprogramado por el desborde del público argentino. Un indicador contundente de la enorme atracción que generaba la presencia de los olímpicos y la tensa rivalidad que había entre ambos combinados nacionales. Se veía venir que iba a pasar de todo.

Una foto del partido publicada en El Día.

LA REPROGRAMACIÓN DEL MATCH

El partido pactado para el 28 de setiembre de 1924 duró tan solo algunos minutos debido a que se tuvo que suspender por la invasión de los aficionados. El extinto estadio de Sportivo Barracas era el escenario que albergaba los encuentros más importantes  de aquel entonces por tener una capacidad para 30 mil espectadores. Sin embargo, en aquella tarde asistieron cerca de 50 mil personas y las instalaciones se vieron absolutamente desbordadas. El público invadió el campo de juego y la policía no pudo disuadir a quienes habían adquirido sus boletos, a los que se colaron a través de los muros ni a los que provocaron avalanchas en la puerta de entrada. La dirigencia argentina  le pidió a nuestros compatriotas que el partido se jugara el jueves 2 de octubre y la delegación uruguaya accedió a la solicitud.

El aplazamiento de 96 horas se debió a que se tuvieron que hacer algunos arreglos en la cancha tras los destrozos ocasionados por la gente. Uno de ellos fue colocar un tejido perimetral que separara a los espectadores del campo de juego. Como la idea era proteger a los jugadores campeones de Colombes se le llamó alambrado olímpico. Otra medida adoptada consistió en ejercer una supervisión más férreo del número de entradas puestas a la venta. Se ofrecieron menos de 30 mil tickets para evitar que se repitiera un nuevo desborde de aficionados y para que la policía pudiera tener un mayor control ante eventuales levantamientos. Pero el ambiente estaba “caldeado”, como se dice popularmente, y el tejido colocado no fue una barrera suficiente para evitar los infelices sucesos acaecidos.

PIEDRAS, BOTELLAS Y UN GOL DE CORNER. UNA JORNADA COMPLETITA.

Secuencia fotográfica del gol de córner al arquero olímpico. Se acuño la denominación de gol olímpico

El match se disputó en las primeras horas de la tarde y el calor de la incipiente primavera pegó fuerte tanto en los deportistas como en los espectadores. El público local estaba ávido por ver a los distinguidos campeones y como sus jugadores podían vencer a los olímpicos. El partido estuvo marcado desde el kick off por una rispidez mayor a la habitual que fue acompañada de forma concomitante por parte de quienes presenciaban las acciones desde la  tribuna. El score se abrió a los 15 minutos tras un espectacular tiro de esquina ejecutado por el futbolista de Huracán Cesáreo Onzari que sorprendió por completo al guardameta Mazalli por el efecto que tomó el balón. Los espectadores demoraron en gritar el gol dado que la mayoría no sabía que la FIFA había habilitado unos  meses atrás los goles convertidos directamente desde un corner. El juez uruguayo Ricardo Vallarino conocía la modificación reglamentaria  que había sido notificada  a la AFA días antes del encuentro y dio por válida la anotación. Debido a que el gol le fue realizado al arquero campeón, la prensa local bautizó  de inmediato a la jugada como “gol olímpico”. Así surgió la tradicional denominación que se le atribuye a este tipo de goles convertidos desde una de las cuatro esquinas del campo de juego. Los celestes se fueron arriba con todo y consiguieron el empate transitorio a los 29´ por intermedio de “El Vasco” Pedro Cea. La primera parte culminó empatada pero el equipo albiceleste  se adelantó nuevamente en el tanteador a los 53´ tras anotación de Domingo Tarasconi. Este resultado parcial se convirtió en el marcador final del encuentro que no llegó a su finalización con los dos equipos dentro de la cancha. Los uruguayos abandonaron el campo de juego a los 86´ para culminar  en una bataola generalizada con varios hinchas porteños. Los futbolistas recibieron una verdadera lluvia de piedras y botellas durante todo el cotejo y no lograron controlar los impulsos de  respuesta a los brutales ataques. Las agresiones fueron  reconocidas por la prensa local pero el enfoque que se dio a los acontecimientos no fue exactamente el mismo a ambas orillas del Río de la Plata. Un hecho tan viejo como la misma rivalidad deportiva.

La euforia del público local por ver a su selección frente a los campeones del mundo generó los más diversos desmanes. Se erigió una contención que separó a los hinchas del campo de juego. Se había instalado el alambrado olímpico,

LA ACTITUD INCULTA DEL PÚBLICO ARGENTINO EN EL MATCH DE AYER ”.

Este fue el título de la sección “Cultura física” del diario El Día en su edición vespertina del viernes 3 de octubre de 1924. Esta afirmación fue desarrollada por el cronista de turno a partir  de las noticias que recibió el periódico de facción batllista en su redacción por  la incipiente transmisión radial que emitió la Estación LOR en Argentina y que se escuchó a través de  un receptor superheterodino de General Electric. El autor del escrito definió que “lo acontecido ayer en Sportivo Barracas no tiene precedentes en la historia del football rioplatense. Imagínese el lector a un público de treinta mil personas enfurecido como una inmensa jauría, traduciendo su furia en un continuo clamor de insultos y denuestos contra los deportistas que los honraban con su visita, y que no bastándole la agresión de palabra la emprende contra los once caballerescos e indefensos adversarios con una lluvia de pedradas y botellazos, y se tendrá la impresión de lo que fue el público argentino en el match de ayer”. Y continúa afirmando que “en el ambiente deportivo porteño existía un solo propósito; el propósito de ganarles – “aunque  hubiera que valerse  para ello de cualquier medio”. Más adelante, el autor establece el “contraste” con lo sucedido en el encuentro amistoso de setiembre en nuestro país. “ En el partido del 21 del pasado entre olímpicos y argentinos, éstos fueron sacados en andas del Parque Central por nuestro público”.

Por su parte, la prestigiosa revista El Gráfico dio su versión sobre los hechos expresando las siguientes sensaciones: “Pocas veces hemos experimentado en un campo de juego la impresión dolorosa, de desconcierto, que sufrimos ante el epílogo que tuvo el encuentro. Las escenas de guerrillas entre los campeones olímpicos y el público, aquella otra de Scarone luchando a brazo partido con los agentes de policía, procurando impedirle que abandonase el field, no tienen precedente en las luchas rioplatenses. De como se pudo llegar a esta exaltación y falta de buen tino, es lo que no nos explicamos, y si buscamos su origen debemos decir en honor a la verdad, que lo encontraríamos por igual en la conducta de ambas partes.  No de otra manera se explica el juego algo brusco de los visitantes cuando comprobaron el poder del team argentino, como tampoco se explican las botellas y piedras que por tal causa les fueron arrojadas, sobre todo aquellas primeras dirigidas al arquero Mazalli, que ninguna participación tenía en las violentas intervenciones de sus compañeros”.

“Me sorprendió la actitud del público que contrasta con la forma fraternal con que recibimos a los argentinos en nuestro país días pasados. El retiro de la cancha se debió  a que consideré anormales las condiciones en que se desarrollaba el partido” Palabras de José Nasazzi

Sin lugar a dudas, en ambas versiones queda establecido que  la afición local tuvo un comportamiento muy hostil con los vigentes campeones del mundo. El cronista argentino pretendió justificarlo a través del juego brusco oriental. La pluma de El Día hizo referencia a los hechos contrastando la actitud de los aficionados uruguayos cuando se jugó el primer partido de esa serie de amistosos en Montevideo.  A su vez, en el artículo del diario dirigido por la familia Batlle Pacheco aparece el siguiente pasaje: “El jugador Adolfo Celli se rompió una pierna al pretender rompérsela a Cea y el capitán olímpico autorizó  a sus adversarios a reponer el jugador lesionado, galantería que jamás tuvieron los argentinos en innumerables casos análogos.” Este “gesto” de Nasazzi  también fue reconocido por la prensa argentina porque aún no existían los cambios. Si un jugador lesionado debía salir de la cancha no tenía sustitución salvo que se estableciera un acuerdo como el mencionado en pleno desarrollo del match. Lo que si enfatizaron los diarios argentinos y fue omitido en El Día es que Celli sufrió fractura de tibia y peroné debido a la excesiva fuerza aplicada  en la disputa del balón.

“No me dejaban correr, cuando pretendía marcar a Onzari me llovían las piedras y botellas…”

La vehemencia llegó a límites extremos y todo terminó de forma bochornosa.  Los jugadores uruguayos se retiraron a los 86 minutos de la cancha y  sus colegas albicelestes fueron a buscarlos para culminar el partido. Los celestes estaban entreverados en plena trifulca y los argentinos retornaron al campo de juego para permanecer en el mismo hasta el pitazo final  y poder concretar  la victoria tal cual lo establecía el reglamento.

Más allá de juzgamientos sobre la conducta de todos los involucrados en aquella jornada que pretendió ser de índole deportiva, la verdad es que la rivalidad futbolística entre los dos países bañados por las aguas del Estuario del Plata estaba sumamente instalada en la población.  El público argentino festejó el triunfo sobre los campeones olímpicos con gran algarabía mientras que en la opinión pública uruguaya se pretendió explicar la derrota en base al comportamiento de los porteños. Las agresiones del público local fueron reconocidas por los propios argentinos pero la gran cuestión de fondo era lo que significaba ganar o perder el clásico partido. Los argentinos seguían lamentándose no haber viajado a Francia para participar del campeonato de Colombes mientras que los uruguayos si  lo habían hecho con un rotundo éxito. Los hinchas celestes tuvieron la oportunidad de ostentar el orgullo de la gesta mundialista ante su tradicional adversario pero dicha intención se frustró con el empate en el Parque Central y perdiendo en Buenos Aires hasta con un gol de corner.  En 1930, tras acumular su segunda derrota mundialista  consecutiva con Uruguay entre la final de Ámsterdam 1928 y la de la Copa del Mundo de Montevideo, los argentinos pretendieron justificar la nueva derrota aludiendo a la hostilidad del público presente en el Estadio Centenario y las supuestas amenazas de los efectivos policiales actuantes en la tarde del 30 de julio. Nunca se podrá dictaminar con exactitud quienes tuvieron la razón en todos estos acontecimientos porque en cada orilla se dieron las versiones oportunas. Pero lo que si queda claro es que la pasión que generó el balompié en el Río de la Plata llevó a que uruguayos y argentinos experimentemos un indisoluble vínculo fraternal salvo, cuando nos cruzamos en una cancha de fútbol.

Alineaciones titulares

Argentina: Américo Tesoriere, Adolfo Celli, Florindo Bearzotti, Ángel Medici, José Fortunato, Emilio Solari, Domingo Tarasconi,  Ernesto Celli, Gabino Sosa, Manuel Seoane, Césareo Onzari.

A los 35´ se produjo el cambio de Adolfo Celli por Ludovico Bidoglio debido a la fractura del primer referido.

Uruguay. Andrés Mazalli, José Nasazzi, Fermín Uriarte, José  Leandro Andrade, Alfredo Zibechi, Pedro Zingone, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, Ángel Romano. 

Nasazzi: el mítico capitán celeste que se despidió de rojo.

Escribe: Federico Maritán

El gran líder del período más glorioso del balompié oriental jugó su último encuentro con el combinado nacional en las vísperas de la primavera de 1936. El Estadio Centenario estuvo colmado de espectadores para presenciar una nueva versión del clásico rioplatense y para ser testigos inmortales del  último encuentro del mariscal con la casaca uruguaya. Nasazzi fue el líder innato del período más glorioso de nuestro fútbol y fue uno de los responsables directos para que la palabra victoria se tiñera de color celeste. La rispidez emanada de las sucesivas contiendas entre hermanos rioplatenses tuvo uno de sus puntos más álgidos luego de la final de Montevideo y ambos seleccionados dejaron de compartir el color celeste por algunos años de la década de 1930. Argentina se inclinó por una blusa blanca y Uruguay  optó por la histórica casaca roja con la que se coronó campeón en Santa Beatriz, El combinado nacional continuó utilizando esa peculiar vestimenta por un tiempo más y generó algunos sucesos que pasan absolutamente inadvertidos en nuestros días. Uno de ellos, y capaz que el más significativo,  es que el legendario capitán defendió por última  vez la  honorable causa celeste vestido de rojo.

José Nasazzi vistió por primera vez la maravillosa camiseta color cielo el 4 de noviembre de 1923 y nunca más se la sacó del alma. Aquella renovada selección uruguaya debutaba  en el torneo Sudamericano  frente a Paraguay y se imponía por 2 a 0 en el viejo Parque Central. Un mes después, el equipo uruguayo terminó conquistando su cuarta estrella continental y Atilio Narancio se puso en campaña para cumplir con su promesa de ir a jugar el campeonato olímpico de París. Nasazzi fue el líder indiscutido del período más glorioso que una selección nacional haya protagonizado en la historia del fútbol mundial y que  ningún  otro combinado podrá igualar en lo que resta de la eternidad. El joven muchacho oriundo de Villa Peñarol, y que recaló en el barrio Bella Vista luego del fallecimiento de su padre, fue un defensor exquisito cuyo legado superó lo estrictamente técnico. El mariscal fue el gran conductor de aquella distinguida generación de futbolistas y  con su firme accionar configuró el perfil de la figura del capitán oriental. Su presencia en la trilogía mundialista entre los años 1924 y 1930 fue fundamental, tan solo estuvo ausente en la semifinal de Ámsterdam frente a Italia, y su destacada prestancia en la defensa uruguaya despertó un profundo sentimiento de respeto por parte de propios y extraños.  Así sucedió con sus adversarios  argentinos como el afamado Manuel “Nolo” Ferreira. Ambos capitanes fueron acérrimos adversarios en el campo de juego y grandes amigos del otro lado de la línea de cal.

El mariscal impuso su presencia en el área uruguaya.

Dos naciones futboleras separadas por mucho más que un río

La final del 30 de julio de 1930 representó un punto de quiebre en la actividad futbolística de Sudamérica. Los resquemores surgidos entre las naciones futboleras rioplatenses superaron el ámbito deportivo y las disputas llegaron a las más altas esferas diplomáticas. La presencia del color celeste en las dos camisetas fue un botín de disputa y ambas asociaciones optaron por no utilizarlo de forma provisoria.  Argentina y Uruguay eran las dos grandes potencias del continente y sus diferencias repercutían de forma directa en el ámbito dirigencial de la  Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) y en el calendario de la competición oficial. La consecución de torneos sudamericanos celebrados en la década de los años 20 se vio interrumpida de forma abrupta y su disputa recién se retomó en 1935. La Asociación Uruguaya fue una de las entidades que decidió concurrir a la cita continental y la delegación emprendió una auténtica travesía para llegar a tierras incaicas.  Varios campeones del mundo habían culminado su participación en el combinado mientras que otros estaban cursando el epílogo de sus respectivas carreras deportivas. Nasazzi se desempeñaba como profesional en Nacional pero su  vocación por servir la causa del combinado uruguayo seguía alimentada por el más puro sentimiento de aficionado.  El Sudamericano de Lima significó el retorno de Uruguay a la competición oficial internacional y Nasazzi volvió a demostrar su condición de líder natural. Disputó los tres encuentros del certamen y acuñó, junto a sus experimentados compañeros, el mítico concepto de la garra charrúa. Así denominó la prensa de nuestro país al resonante triunfo del veterano equipo rojo frente a los habilidosos pibes porteños. Ahora sí, la era de Nasazzi había llegado a su punto cúlmine.  

El tiempo pasaba pero el talento no. Nasazzi fue la figura de la tarde para volver a ganar el clásico

El año 1936 no tenía mayores novedades en el calendario futbolístico uruguayo al no asistir a los Juegos Olímpicos de Berlín. Dos enfrentamientos con el clásico rival rioplatense eran los puntos más destacados de la actividad del representativo nacional. El primero de estos encuentros se disputó en el estadio de Independiente y finalizó con la victoria local por 1 a 0. El gol argentino fue convertido por Alberto Zozaya y los porteños se quedaron con la Copa Juan R. Mignaburu el  9 de agosto. La revancha quedó establecida para el día 20 de setiembre en el Estadio Centenario por  la Copa Héctor Rivadavia Gómez. La última victoria de los rojos uruguayos había sido en el sudamericano de Perú y los dirigentes asociacionistas, comandados por Raúl Jude, querían retornar a la senda del triunfo clásico. Este propósito los condujo a convocar a José Nasazzi para que defendiera la causa de nuestro balompié una vez más. El mariscal  estaba disputando su penúltima temporada  en el equipo tricolor y  ya se había retirado de la actividad internacional. La citación sorprendió a la opinión pública y despertó varias incógnitas entre cronistas e hinchas.  El eterno capitán  aceptó el desafío y volvió a descender las escalinatas del Centenario para defender la casaca roja campeona de América.

Uno de los elementos novedosos de aquel encuentro fue la sustitución de jugadores en el transcurso del match.

La taquilla oficial indicó que se vendieron 42127 entradas y que la recaudación sumó la voluminosa cifra de $21480 pesos. El Centenario, con las dos tribunas  cabeceras sin sus respectivos terceros anillos, estaba repleto de hinchas fervorosos por la obtención de  una nueva victoria ante los argentinos. La inclusión de Nasazzi  en el equipo titular representaba un gran atractivo pero su nivel de desempeño motivaba ciertas interrogantes  en el análisis previo. Argentina arribó al Monumento Histórico del Fútbol Mundial con un equipo muy fuerte repleto de jóvenes figuras que habían irrumpido con mucha fuerza en el campeonato doméstico de la vecina orilla. Pero en la zaga uruguaya estaba el mariscal. Una verdadera garantía como en aquellos tiempos de esplendor en los que la selección nacional vestía de celeste.

“Nasazzi sigue siendo Nasazzi”

“El veterano campeón olímpico José Nasazzi encontró un nuevo motivo para ratificar sus aptitudes de campeón y la gran calidad de esa pasta amalgamada en tres competencia mundiales. Llamado nuevamente a integrar la zaga del seleccionado rojo, tuvo sus despliegues de antaño y el mismo espíritu de lucha, la misma agilidad mental y los mismos entusiasmos aportados en procura de otras conquistas más resonantes y preciadas en el mismo escenario donde recibiera el espaldarazo de su tercera conquista mundial consecutiva. El veterano zaguero albo puso el pecho a una delantera rejuvenecida aventando la peligrosidad de sus recursos con la férrea resistencia de su experiencia vigorosa. Su oportunismo y decisión inteligentemente aplicados, alcanzaron para solucionar todos aquellos problemas que se crearon a  su valla especialmente en el juego por elevación, sus cabezazos formidables anularon todo peligro, defendiéndose bastante bien cuando las incursiones enemigas se sustentaron en el juego a ras de tierra que hicieron de común los García. Jamás descuido su colocación y tuvo quites certeros completando la labor defensiva con el kick fuerte y bien dirigido. Ante estas pruebas de eficacia que nos dispensa el mariscal Nasazzi, no vemos el momento en que conoceremos el extremo de su ´cuerda´. El nos dijo ayer que era su despedida del football internacional al que había vuelto por excepción (….) Los hechos han demostrado fehacientemente que, a pesar de todos los pesares, Nasazzi sigue siendo Nasazzi.”

Las palabras del cronista del diario El Plata del 21 de setiembre de 1936 ilustran a la perfección la última actuación del gran capitán aquella tarde en el Centenario. El mariscal sabía que la vida y el fútbol le regalaban un clásico más y no lo desaprovechó. Su desempeño en la defensa uruguaya fue sumamente eficaz para disminuir los furibundos ataques de los forwards porteños. El partido empezó cuesta arriba para los uruguayos y los argentinos se adelantaron en el marcador a los 15 minutos de juego a través de la conversión de Diego García. Los visitantes dominaron las acciones y subieron a los viejos vestuarios de la Tribuna Olímpica con ventaja en el score. El segundo tiempo fue muy parejo pero el combinado nacional logró imponer su plan. Nasazzi cerró la defensa roja y el equipo se lanzó al ataque sabiendo que el fondo estaba resguardado. Pedro Lago a los 67´ y Segundo Villadóniga a los 86´ fueron los autores de los goles que dieron vuelta el marcador y sentenciaron el resultado definitivo. Los uruguayos volvían a imponerse en el segundo clásico más longevo del planeta con el eterno capitán en el campo,

Nasazzi se despedía de la afición oriental con su sana costumbre de ganarle a los porteños.

Terminado el encuentro, el cronista de El Plata se dirigió a los camarines para obtener la palabra de los protagonistas. “En los vestuarios del team local todo era alegría y entusiasmo por el triunfo obtenido, y en ese ambiente, el veterano capitán Nasazzi se prestó gustoso a ofrecernos sus impresiones sobre el encuentro (….) El zaguero del Club Nacional, con esa experiencia adquirida en el curso de su larga campaña cumplida, comenzó por expresar que sus dirigidos habían respondido ampliamente a la confianza que en ellos se había depositado realizando la actuación que les cupo en el segundo período del match, lo que los llevó a paladear la victoria, que él considera merecida, ya que el cuadro porteño, ante la levantada de los rojos, estuvo muy lejos de repetir su labor del primer tiempo”. Por su parte, el capitán visitante también expresó su opinión al desaparecido diario El Plata y perpetuó su valoración sobre el cotejo. “Con respecto al desarrollo del encuentro, agregó Minella que en el primer período fue evidente el desempeño más convincente del conjunto argentino. Los forwards tuvieron  en Nasazzi y Besuzzo a los más empeñosos y hábiles adversarios, pero que en la segunda etapa bajó su nivel de juego, como consecuencia de la reacción experimentada por sus contrarios”. Asimismo, Nasazzi y Minella fueron recíprocos en la corrección de sus adversarios, en la buena actuación del referee y en la destacada conducta de los espectadores durante el partido para que se viviera  una auténtica fiesta deportiva.

El partido terminó, el bullicio de las tribunas se disipó y Nasazzi  dejó sobre la banca su uniforme de casaca roja y short blanco. Tomó sus pertenencias y emprendió el retiro para cumplir con  los compromisos restantes de la jornada. Seguramente, en lo más intimo de su fuero, emanaron los más diversos recuerdos de aquel muchacho de la industria del mármol que arribó  a la primera práctica en el Parque Central para conformar la nueva selección que iba a disputar el Sudamericano de 1923. ¡Cuanto tiempo, cuántos partidos y cuánta gloria! Cuántos hechos destacados que trascendieron el ámbito deportivo y que se convirtieron en elementos relevantes de la identidad uruguaya.  Un proceso repleto de hazañas  que fue liderado por el mariscal, el gran capitán de nuestro fútbol. Una historia exitosa e inigualable que comenzó  siendo celeste y terminó de color rojo.

*A los 7 días, Joosé Nasazzi jugó un partido internacional B con un combinado uruguayo en Rosario, Argentina.

Copa Héctor Rivadavia Gómez (2° edición)

Estadio Centenario.

20 de setiembre de 1936.

URUGUAY: Juan Besuzzo, José Nasazzi (C), Agenor Múñiz, Erebo Zunino, Álvaro Gestido, Galileo Chanes (45´´ Eugenio Galvalisi), Francisco Arispe (45´ Alberto Taboada) , Anibal Ciocca (55´ Severino Varela), Pedro Lago, Segundo Villadóniga, Eduardo Ithurbide. DT: Alberto Supicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Alberto Cuello (45´ Sabino Coletta), Alfredo Díaz, José María Minella, Aarón Wergifker,Ruben Cavadini (72´ Ricardo Alarcón), Francisco Varallo, Agustín Cosso, Diego García, Enrique García. DT Manuel Seoane.

Goles: 15´ Diego García (A), 67´ Pedro Lago (U), 86´ Segundo Villadóniga (U).

JUEZ: Carlos Cerón (U).

1937 «Esta vez los uruguayos no tienen nada»

La decimacuarta edición del torneo continental se jugó en el caluroso verano de la capital argentina entre fines de diciembre de 1936 y febrero de 1937. El equipo albiceleste era favorito y quería tomar revancha de las derrotas sufridas ante los uruguayos en las diversas  instancias definitorias en las que se enfrentaron.  Aquel torneo sudamericano representaba una gran oportunidad para que el fútbol argentino volviera a ocupar la cima del balompié continental  y para que la selección local pudiera redimirse ante su afición de las sucesivas  frustraciones deportivas.  Argentina tenía un gran cuadro  y consiguió el anhelado objetivo de coronarse campeón tras el último lauro obtenido en 1929. Sin embargo, la alegría no fue completa porque los defensores de la gloriosa casaca del combinado oriental, que en ese torneo fue roja una vez más, volvieron a demostrar la estirpe ganadora de los nacidos en esta orilla del río más ancho del mundo.   Un nuevo eslabón en el proceso de consolidación de la sana costumbre de ganarle a los argentinos en el patio de su casa.

La Copa América de 1937 debía disputarse en Chile pero la Federación de Football del país trasandino cedió su organización. Argentina asumió el compromiso y albergó el certamen continental pese a los reparos esgrimidos por varios clubes locales. El fútbol argentino venía atravesando un largo tiempo de fuertes procesos divisionistas y profundos debates sobre la regularización de la actividad de los futbolistas como profesionales de esta disciplina. La oficialización del régimen rentado de los jugadores consolidó el predominio de los llamados cuadros grandes  (Boca, River Plate, Independiente, Racing y San Lorenzo) sobre el resto de las instituciones. Estos clubes tenían el poder económico suficiente para reclutar a los mejores jugadores de la capital y del interior del país y  para comenzar a contratar a importantes futbolistas  de los países vecinos. Los uruguayos no fueron la excepción a la regla y comenzaron a cruzar el charco de forma más seguida para desarrollar sus carreras deportivas con mejores remuneraciones salariales. A su vez, la organización del torneo y la fuerte posibilidad de obtener nuevamente el  torneo sudamericano por parte del fútbol argentino representaba el mejor homenaje que se le podía rendir  a la memoria de Alexander Watson Hutton. El educador de origen escocés que había fallecido en marzo de 1936 fue  “el padre del fútbol argentino” a través de su destacada acción en la promoción de este deporte y de la actividad física en general entre los jóvenes estudiantes. Watson Hutton también fue el creador del imbatible Alumni cuando rebautizó al equipo de fútbol del Buenos Aires High School y creó el primer ente rector del fútbol de la vecina orilla en 1893.

«El padre» del fútbol argentino falleció en marzo de 1936 y no pudo ver la quinta consagración continental argentina en la ciudad donde desarrolló su virtuosa labor pedagógica.

La totalidad de los partidos de esta nueva edición de la competencia continental decana del orbe futbolístico fueron disputados en Capital Federal y los escenarios elegidos fueron el extinto  Gasómetro de Avenida La Plata del Club San Lorenzo, el anterior estadio del Club Atlético River Plate en Avenida del Libertador y Tadge (donde hoy se ubica la Plaza República Oriental del Uruguay) y  el viejo escenario de madera del Club Boca Juniors en Brandsen y Del Crucero, donde hoy se emplaza la actual Bombonera. Otra de las novedades de este campeonato consistió en que todos  los matches se jugaron bajo los destellos de las luces artificiales  debido a que se desarrollaron  en las noches veraniegas porteñas.  Esta determinación se implementó, por un lado, a partir de la histórica reivindicación de los jugadores argentinos de que no se fijaran partidos oficiales en horas diurnas durante la estación estival como forma de  garantizar el bienestar de los deportistas en los fields.  Ya existía el triste antecedente del fallecimiento del jugador Arispe  por insolación en un partido entre Gimnasia y Sportivo Barracas que se llevó a cabo con 38°C de calor. Por otra parte, desde que se volvieron a jugar los torneos sudamericanos tras el impasse acontecido entre 1929 y 1935, se estableció como criterio organizativo que esta competencia de selecciones pasara  de los meses primaverales a los del verano en el hemisferio sur. Esta decisión política se mantuvo vigente hasta la edición del torneo de 1967 celebrado en Montevideo salvo alguna excepción como el Sudamericano Extra de 1959 en Ecuador.  La fijación de los encuentros en la noche resultó  un factor fundamental en el éxito del desarrollo del certamen debido al enorme beneficio que tuvieron los hinchas de poder asistir a los encuentros sin tener que padecer el fuerte impacto de los rayos solares sobre los tablones de las tribunas de madera de otrora. El número de la taquilla fue un dato contundente. Otro de los puntos destacados de este campeonato consistió en la cantidad récord de participantes al contar con la inscripción de seis selecciones. Algo que nunca había sucedido hasta ese  momento  desde la primera edición de 1916. Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay fueron los representativos nacionales que asistieron a la honorable contienda deportiva. Bolivia también manifestó su interés por participar pero no lo pudo concretar en los hechos. Este número de asociaciones competidoras recién fue superado en la edición de 1942 celebrada en el Estadio Centenario.

El Gasómetro del C.A San Lorenzo albergó los partidos más importantes de aquel certamen con tribunas repletas.

El  torneo correspondiente al año 1937 tuvo  su comienzo en los últimos días de 1936. El partido inaugural se jugó el 27 de diciembre y fue protagonizado por Brasil y Perú en el barrio de Boedo. Los brasileños, con su típica casaca blanca por aquel tiempo, se impusieron de forma ajustada a Perú por  3 a 2. A los tres días, en el mismo recinto deportivo, Argentina hizo su estrenó triunfal  tras superar a su similar chileno por 2 goles a 1 con doblete de Francisco “Pancho” Varallo.  La tradicional fiesta de Fin de Año implicó un breve receso durante las jornadas del 31 de diciembre y el 1 de enero y la acción continuó el segundo día de enero con el debut celeste. Uruguay enfrentó a Paraguay y cayó derrotado por  4 a 2. La prensa fue muy dura con el equipo nacional y así quedó perpetuado en las páginas de los populares medios escritos. Una muestra de ello es la crónica de Ulises Badano publicada en el ejemplar N° 924 de Mundo Uruguayo. El periodista no escatimó en críticas al titular en su crónica que «Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros» y asignó al resultado adverso «carácteres de catástrofe». La selección charrúa prosiguió su camino frente a Perú el Día de Reyes con un claro triunfo por 4 a 2. Esta victoria fue una inyección de confianza en el plantel uruguayo  tras el duro revés sufrido ante los paraguayos pero el efecto de dicha infusión anímica se diluyó rápidamente. Una dura derrota ante Chile por 3 a 0 el 10 de enero y un nuevo traspié ante Brasil por 3 a 2 una semana después lapidaron las ilusiones orientales de retener el título obtenido dos años antes en Perú. Solo restaba el partido del 23 de enero ante los argentinos y la honorable cuestión de no claudicar ante los eufóricos anfitriones.  Los albicelestes venían invictos y querían la revancha de Lima, de Montevideo y de Ámsterdam en 90 minutos.

Oncena titular uruguaya del 2/1/37 vs Paraguay. Esta foto publicada en Mundo Uruguayo es una de las pocas imágenes registradas de aquel sudamericano debido a que el horario nocturno dificultó notoriamente la labor de los fotógrafos. A su vez, este documento revela que nuestro combinado nacional seguía vistiendo la victoriosa casaca roja de Santa Beatriz en 1935.

Ellos eran mejores pero las estadísticas no lo avalaban.

“Hace mucho tiempo que juzgamos que nuestros teams son más poderosos que los uruguayos, pero las estadísticas de las contiendas con nuestros vecinos, no lo demuestran , ya que el balance arroja un número parecido de triunfos para unos y otros y con el agregado de que las victorias de mayor significación internacional  favorecen a los de Montevideo, puesto que ellos se clasificaron tres veces campeones del mundo y nosotros ninguna (…) Recuérdese si no que en el sudamericano extra a principios de 1935 en Lima nos derrotaron por 3 a 0 y en el último realizado en el field de San Lorenzo nos ganaron por 3 a 2 cuando en ambas ocasiones  creíamos  ciegamente que los venceríamos sin mayores esfuerzos”.  Estas palabras de Chantencier en su crónica “1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1” en la revista El Gráfico, tras dos goleadas argentinas por las olvidadas Copas Newton y Lipton, denotan la hegemonía uruguaya sobre los argentinos en los partidos decisivos y la excesiva confianza que siempre tuvieron nuestros vecinos en su seleccionado nacional. Los argentinos fueron los dueños del continente en la temporada de 1937 pero conseguir un triunfo ante los uruguayos en un partido “por las que duelen” seguía siendo uno de los mayores obstáculos deportivos. Así sucedió en aquella Copa América que culminó en las vitrinas de la AFA aunque la alegría no haya alcanzado una dimensión total.

Uruguay llegó a disputar el torneo en pleno proceso de recambio. Los gloriosos atletas de las epopeyas continentales y mundiales  ya habían culminado de ofrecer sus servicios a la patria futbolística. El retiro de la selección, y de la actividad futbolística en general, de la  mayoría de los gloriosos campeones  obligaba a planificar  una nueva etapa en el combinado. Tan solo Enrique Ballesteros en el arco oriental, que no sumó la totalidad de los minutos en Buenos Aires, y Alberto Supicci en el rol de la dirección técnica permanecían como representantes del último equipo campeón del mundo en Montevideo.  Uruguay armó su lista de buena fe y viajó a Buenos Aires en los albores de 1937 para defender el título obtenido dos años antes en tierras peruanas.

Juna Bautista Besuzzo recorre en bicicleta las calles de Quilmes ante la mirada de algunos compañeros y vecinos de la concentración uruguaya. El arquero sustituyó al «Pulpo» Ballesteros en el inicio del segundo tiempo del partido frente a los argentinos y fue titular en los encuentros disputados ante Paraguay y Chile.

Los hermanos rioplatenses arribaron al trascendental partido del 23 de enero con dos realidades absolutamente opuestas. Los locales habían cosechado 3 triunfos rutilantes mientras que Uruguay tan solo había superado a Perú. Las derrotas ante Chile y Paraguay esfumaron por completo  el sueño celeste de conseguir la octava presea continental.  60 mil espectadores colmaron las instalaciones del desaparecido coliseo de Boedo para ser testigos de la anhelada victoria de sus jugadores ante los bravos uruguayos. Que no parecían tan bravos en esa instancia dados los resultados desfavorables que aniquilaron rápidamente la aspiración por el título.

“El once argentino salió a la cancha para vengar todas las derrotas en un solo partido ante ese Uruguay que en tres matches tenía ya doce goles en la canasta. ¡y nosotros nada menos con personalidades como Antonio Sastre, Peucelle, Lazzatti, Juan Estradaal arco, Pepe Minella , Varallo, Zozaya, Scopelli, el chueco García! Pero a los cinco minutos los orientales ya ganaban uno a cero.  A los 6 del segundo tiempo, 2 a 0, para los uruguayos. Como para ponerte nervioso. Había un petiso orejudo con boina blanca que con su presencia insolente y movediza tenía a mal traer a todo el equipo argentino. Los periodistas debieron recurrir a la lista para identificarlo: Severino Varela. Los jugadores nuestros lo miraban casi con asco, como a un advenedizo que nada tenía que hacer en la cancha. Tenía pinta de dependiente de almacén (…) De pronto, el tipo ese desapareció y, cuando nadie lo esperaba, apareció, puso la cabeza y…tercer gol uruguayo. Al dar el cabezazo se le cayó la boina, la levantó del suelo, la sacudió cuidadosamente, se la puso y le sonrió cachador a los jugadores argentinos. Estaba todo dicho. Pese a dos goles agónicos de Varallo y Zozaya, la Argentina había perdido nuevamente con Uruguay”. La eximia pluma del historiador Osvaldo Bayer ilustra de forma magnífica lo sucedido aquella noche en el Gasómetro. Los argentinos volvían a sucumbir ante su clásico adversario. Uruguay se despedía de Buenos Aires con una orgullosa victoria y culminando en el  tercer puesto de la tabla de posiciones. Había empatado en puntos con Paraguay pero le ganó a los guaraníes el lugar en el podio por goal average.

Severino Varela fue uno de los mejores jugadores uruguayos en aquel Sudamericano. Años más tarde, dejaría Peñarol para jugar en Boca.

Argentina jugó la última fecha frente a Brasil el 30 de enero y ganó por 1 a 0. Ambos equipos igualaron en unidades y tuvieron que jugar un partido de desempate a las 48 hs. Los albicelestes confirmaron su favoritismo y se impusieron por 2 a 0 en un partido accidentado que culminó en plena madrugada por los reiterados altercados entre los futbolistas. Los argentinos obtenían su quinto título sudamericano, seguían sobrellevando el dolor de no poder vencer a los uruguayos en instancias definitorias y  una nueva rivalidad continental comenzaba a gestarse entre nuestros dos vecinos. A su vez, Severino Varela quedaría en las retinas de los porteños y los iba a deslumbrar cuando pasara a Boca y fuera campeón con los xeneizes en 1943 y 1944. Sin lugar a dudas, aquella Copa América de 1937 hizo un valioso aporte al fútbol sudamericano aunque no se la recuerde mucho por estos pagos.

23 DE ENERO DE 1937

ESTADIO: Gasómetro, Buenos Aires.

URUGUAY: Enrique Ballesteros (45´Juan Bautista Besuzzo), Avelino Cadilla, Agenor Múñiz, Rodolfo Carreras, Eugenio Galvalisi, Carlos Martínez, Adelaido Camaití (19´ Juan Emilio Píriz), Severino Varela, Juan Pedro Rosselli, Segundo Villadóniga (75´ Ulises Borges) y Eduardo Ithurbide. DT. Alberto Suppicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Juan Carlos Iribarren, Antonio Sastre, Ernesto Lazzatti, Celestino Martínez (76´Bartolome Colombo), Carlos Peucelle, Vicente de la Mata (45´ Alberto Zozaya), Francisco Varallo, Alejandro Scopelli y Enrique García. DT. Manuel Seoane.

JUEZ:Alfredo Vargas (CHI).

GOLES: 5´ Eduardo Ithurbide (URU), 51´ J.E.Píriz (URU), 58´ Severino Varela (URU), 63´ Francisco Varallo (ARG), 68´ Alberto Zozaya.

Bibliografía y fuentes de consulta

AFA. Memoria y balance 1936. Año 1937, Buenos Aires.

AUF. Uruguay 3 Argentina 2 Copa América 1937. https://auf.org.uy/copa-america-argentina-1937uruguay-vs-argentina1937-01-23/

BADANO, Ulises. Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros. Mundo Uruguayo N° 924, enero de 1937, Montevideo.

BAYER, Osvaldo. Historia del fútbol argentino. Colección Bayer, Editorial Planeta, Buenos Aires.

EL GRAFICO. 1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1. En: https://www.elgrafico.com.ar/articulo/las-cronicas-de-el-grafico/33954/1937-copa-lipton-argentina-5-%E2%80%93-1-uruguay

A 40 años de la primera gran lección del Maestro

El pasado 23 de agosto se cumplieron cuatro décadas de la obtención de la primera medalla de oro en fútbol en los Juegos Panamericanos. El evento olímpico se desarrolló en Venezuela y los celestes se impusieron en la final a Brasil por 1 a 0. El fútbol oriental tachaba un nuevo torneo en su lista de trofeos pendientes y el Maestro comenzaba a dar sus primeras clases.

El fútbol uruguayo superaba el dolor de ver el mundial de España por televisión con la preparación de la Copa América de 1983. La Celeste había conseguido por última vez el mayor torneo continental en 1967 y tenía la obligación de volver a obtenerlo tras la dura eliminación de 1982. El objetivo era claro y preciso pero existía otro mojón previo en el camino de la gloria. La novena edición de los Juegos Panamericanos se celebraba en Venezuela y la selección uruguaya había clasificado a la gran fiesta olímpica del continente americano.  Este notable evento comenzó a disputarse en 1951 y el fútbol fue una de las disciplinas que estuvo presente desde los inicios. Sin embargo, el balompié uruguayo solo había participado  en 1963 y 1971  con actuaciones discretas en ambas ocasiones. Argentinos y brasileños ya habían ganado la medalla de oro y parecía el momento preciso para comenzar a disminuir las distancias en el palmarés con los tradicionales adversarios.

Un maestro a cargo de los gurises que viajan a Venezuela

El Profesor Borrás dirigía el seleccionado mayor y consideró oportuno que su ayudante Óscar Washington Tabárez fuera el técnico del equipo en el certamen continental.  «El Maestro» ejercía su profesión docente como Director de la Escuela N° 30 de la Villa del Cerro. Una institución señera en ese popular barrio de la ciudad que ha formado a miles de gurises en más de cien años de servicio a la comunidad. La foja de servicio de Tabárez ya contaba con varios renglones porque ejercía el magisterio desde hacía un buen tiempo. Sin embargo, en su otra gran pasión, estaba dictando sus primeras clases como conductor de un equipo de fútbol. Su único antecedente como director técnico radicaba en las divisiones formativas de Bella Vista tras presentarle al club papal un ambicioso proyecto de formación integral de todos los jugadores que alistados en las diferentes categorías de la institución. Esa iniciativa de carácter revolucionario para ese momento- y en la actualidad también- fue el germen del  exitoso proceso de selecciones nacionales que lideró entre 2007 y 2021. 

Entrevista publicada en El Diario a principios de agosto de 1983. Eran otros tiempos en el vínculo del Maestro con la prensa.

Tabárez aceptó el desafío propuesto por Borrás  y comenzó a planificar la competición. Los típicos conflictos del fútbol local determinaron que el nobel DT pudiera tener a los futbolistas a disposición tan solo 20 días antes de que empezara el campeonato. Pero como todo buen maestro, supo convertir esta dificultad en una gran oportunidad. La lista de buena fe tenía tan solo 18 lugares asignados y la misma fue conformada por una amalgama de jóvenes deportistas combinados con otros de mayor experiencia. Todos sabían que no era un torneo de primer orden y que las principales estrellas no iban a asistir. Pero también, eran conscientes de que se les estaba presentando la gran oportunidad de quedar en la rica historia del fútbol uruguayo con la conquista de un título inédito. Así fue que la Celeste se embarcó en Carrasco rumbo al sueño dorado en suelo venezolano.

El peculiar torneo del año 1983

En aquella edición participaron 10 selecciones que fueron divididas en 3 grupos. Los ganadores de cada serie pasaban a la semifinal con una extraña salvedad. Brasil llegaba al evento como campeón defensor  del título y clasificaba directo a la final por esta condición si ganaba su serie. Algo que culminó sucediendo tras conquistar su llave al superar a Argentina (2 a 0) y a México (1 a 0). Uruguay integró el grupo A junto al anfitrión y a Bermuda. El objetivo de conseguir el primer puesto no parecía tan complejo si se ponderaban los antecedentes futbolísticos de los participantes. El partido debut fue el 15 de agosto ante el combinado local y la Celeste se impuso por 1 a 0 con gol de José Batista a los 82´ de juego. Este cotejo resultó ser más complejo de lo previsto pero se logró sumar los dos primeros puntos en la tabla de posiciones. El segundo match se disputó a las 48 hs. y fue  frente al desconocido equipo de Bermuda.  Ricardo “Murmullo” Perdomo estuvo en cancha aquel día y en declaraciones a la colección Campañas de El Observador, recordó especialmente el encuentro. “El partido contra Bermuda fue el más difícil ya que nos pintaron la cara durante el primer tiempo”. El equipo caribeño sorprendió al team oriental pero los uruguayos sacaron a relucir su tradición futbolística. Aldo Azzinari marcó a los 56´ el único gol con el que se resolvió la contienda y la clasificación a la fase semifinal. En tan solo dos días, el equipo uruguayo ya había logrado su objetivo de pasar de fase mientras que la selección local estaba eliminada

La particularidad del reglamento del torneo establecía que los ganadores de los tres grupos tuvieran su medalla asegurada. Brasil había conseguido el pase directo a la final y el gran objetivo consistía en estar en lo más alto del podio. Guatemala había conquistado la serie C que fue la única que estuvo compuesta por cuatro selecciones. Esto determinó que el combinado de franja celeste tuviera que protagonizar tres partidos en tan solo seis días. Los guatemaltecos habían  dado un auténtico batacazo al vencer a Estados Unidos (3 a 0) mientras que  empataron con Chile (1 a 1) y con Cuba (1 a 1). Así sumaron los 4 puntos que les fueron suficientes para quedarse con el grupo.        

 

La final atrajo la expectativa de toda la población en horario central.

El partido semifinal se jugó el 21 de agosto y el equipo de Tabárez logró superar al fuerte combinado centroamericano por 2 a 1. Miguel Peirano fue la figura del encuentro al ser el autor de las 2 anotaciones orientales a los 48´ y a los 75´. Guatemala descontó a los 78´ y fue este, el primer y único gol que recibió la meta uruguaya en toda la competición. Un nuevo obstáculo se había superado y la final tendría clásico  sudamericano.

«Vayan pelando las chauchas». Uruguay volvía a vencer a Brasil en una final.

El encuentro definitorio se celebró el 23 de agosto en el Estadio Brígido Iriarte de Caracas. Uruguay ya había superado su propia performance en este torneo pero los alumnos querían otorgarle al maestro su mejor calificación. Un partido frente a Brasil nunca fue fácil para los charrúas y este caso no fue la excepción. El match fue muy parejo  y su resolución llegó sobre las postrimerías del mismo. La jugada comenzó en campo uruguayo y el balón llegó a Peirano tras dos pases efectuados con absoluta precisión. El delantero oriental se sacó de encima al marcador norteño y se fue expresó al área para superar al golero Hugo  con un furibundo disparo a los 83´. El gol representó un verdadero shock que dejó KO a al combinado brasileño y sin poder dar respuesta. Uruguay conseguía un lauro que hasta el pitazo final le faltaba. Este triunfo conforma la nómina de las únicas 12 medallas de oro que obtuvo en toda su historia el deporte uruguayo en los Juegos Panamericanos. La segunda presea en fútbol se obtuvo en 2015 tras vencer a México por 1 a 0 con gol de Brian Lozano. El  director técnico fue Fabián Coito y el Maestro Tabárez era el conductor de la selección mayor y de todo el proceso de juveniles. La Celeste irá nuevamente por la gloria olímpica continental en el próximo mes de octubre. El torneo de categoría sub 23 se celebrará en Viña del Mar y Uruguay integrará el grupo A junto a México, República Dominicana y Chile. ¿Una vez más el anfitrión verá su fiesta arruinada?

Partido final

Martes 23  de agosto de 1983.

Uruguay: José Luis Sosa, Alvaro Pérez, Santiago Javier Ostolaza, José Alberto Batista, Abraham Yeladián, Juan Pedro Rabino, Vicente Rudy Rodríguez, Ricardo Perdomo, Miguel Angel Peirano, Víctor Púa, Luis Heimen (Edgardo Martirena 76′).

Brasil: Hugo; Heitor, Everaldo, Guto, Jorginho; Édson Souza, Dunga, Neto (Adalberto); Helinho (Waldir), Marcus Vinícius, Paulinho.

Gol: 83´ Miguel Peirano.

Nota: Miguel Peirano fue goleador del torneo con 3 anotaciones. 

Plantel campeón

José Luis Sosa (Nacional), Mario Picún (Huracán Buceo), Gualberto De los Santos (Wanderers), Álvaro Pérez (Rampla Juniors), José Alberto Batista (Cerro), Juan Pedro Rabino (Progreso), Abraham Yeladián (Danubio), Santiago Javier Ostolaza (Bella Vista), Vicente Rudy Rodríguez (Libre), Ricardo Javier Perdomo (Nacional), Daniel Carreño (Wanderers), Luis Heimen (Sud América), Carlos Larrañaga (Bella Vista), Víctor Púa (Defensor), Edgardo Martirena (Atlético Fernandino de Maldonado), Aldo Azzinari (Defensor), Julio Rivadavia (Sud América), Miguel Ángel Peirano (Peñarol)

DT. Óscar Washington Tabárez

19 de junio. El día en que el fútbol oriental conquistó al Imperio Británico.

El fútbol uruguayo tiene tanta gloria que no alcanzan los días del año para enumerarlos. Muchos triunfos destacados coinciden en la misma fecha e incluso,  se repiten ante los mismos rivales en casos puntuales.  Uno de ellos coincide en un día muy especial para nuestro país como lo es el 19 de junio. En esa jornada, en la que se conmemora el Natalicio de José Gervasio Artigas, la selección uruguaya conquistó dos victorias trascendentales ante Escocia e Inglaterra por los mundiales de 1954 y 2014 respectivamente. De esta forma, se puede afirmar que ese día, los orientales se impusieron sobre el imperio británico en las lides de la batalla deportiva. 

Llegaron  a cada rincón del planeta con sus conocimientos, sus avances tecnológicos y sus costumbres.  Los capitales radicados en aquellas frías islas del norte de Europa se expandieron por todo el mundo invirtiendo en diferentes emprendimientos industriales  que  transformaron por completo la vida de las sociedades locales en las cuales se instalaron.  Obreros, ingenieros y gerentes trasladaron a sus nuevos destinos el sudor de sus frentes, el arte de sus manos, el valor de sus ideas y sus fines recreativos como forma de cumplir con sus obligaciones laborales y sobre llevar sus horas libres a miles de kilómetros de sus hogares.

Las peculiares atracciones británicas despertaron la curiosidad de los oriundos de esta tierra y el juego del  football, en desmedro  del rugby y del cricket,  fue incorporado rápidamente como un elemento propio  de aquella sociedad de antaño.  Orientales y británicos se enfrentaron desde un principio existiendo diversos  antecedentes de todo tipo en esta materia.  Desde los espontáneos matches en los baldíos de la Punta de las Carretas entre marineros británicos y criollos auto convocados a  las extraordinarias giras sudamericanas  de los poderosos clubes profesionales ingleses que llegaban a estas latitudes para disputar  partidos amistosos ante los nóveles teams locales.  Sin embargo, a nivel de selecciones y luego de una pronunciada evolución de la organización de las competencias futbolísticas, el combinado uruguayo recién enfrentó  a una selección británica a mediados del siglo pasado.  La estadística oficial de la AUF establece que el  primer partido contra Inglaterra por todo tipo de competencia fue el 31 de mayo de 1953 en el Estadio Centenario. Los vigentes tetracampeones del mundo recibieron a los creadores del balompié y les dieron una clase de perfeccionamiento al superarlos por 2 a 1. Este partido tuvo su revancha al año siguiente cuando ambas selecciones se cruzaron por los cuartos de final del Mundial de Suiza. Los uruguayos volvieron a imponerse al equipo de los tres leones por un contundente 4 a 2. En ese mismo torneo, y exactamente una semana antes del citado partido, los celestes también se enfrentaron por primera vez al otro tradicional combinado británico. Uruguay y Escocia jugaron el 19 de junio y nuestros compatriotas desarrollaron otra lección futbolística magistral. Una victoria de ribetes históricos que se dio en una jornada tan especial para el pueblo uruguayo.  

19 DE JUNIO DE 1954. PRIMERA VICTORIA OFICIAL SOBRE EL IMPERIO CREADOR DEL FÚTBOL

Uruguay arribó a Suiza como defensor de la Copa del Mundo de la FIFA y en calidad de invicto en certámenes mundialistas. Juan López seguía al frente de la conducción técnica del equipo nacional y conformó un combinado, que para muchas voces expertas del momento, era mucho más competitivo que el legendario plantel campeón del mundo de 1950.

El torneo más importante del orbe futbolístico  volvía a disputarse en el viejo continente con la participación de 16 selecciones de Europa, América del Sur, América del Norte y Asia. Los representativos nacionales fueron divididos en cuatro grupos y se seleccionaron, de forma arbitraria, dos cabezas de serie que no jugaban entre sí. Tampoco se enfrentaban  entre ellas las otras 2 selecciones restantes de cada serie.  Por lo tanto, cada equipo terminaba jugando dos partidos por el grupo y no tres encuentros como se hace habitualmente. Uruguay integró el grupo 3 junto a Austria, Checoslovaquia y Escocia pero solo jugó contra los 2 últimos países nombrados. El debut celeste se dio el miércoles 16 de junio frente a Checoslovaquia y culminó con triunfo por 2 a 0 con goles de Óscar Miguez a los 72´ y Juan Alberto Schiaffino a los 81´.  El partido fue sumamente parejo pero los campeones lograron doblegar a su rival con absoluta autoridad. Los celestes salvaron con buena nota aquel  debut y aguardaban por Escocia en el marco de un nuevo aniversario del Natalicio de Artigas.

Titular del diario El País del 20 de junio de 1954. Un triunfo contundente

UN TRIUNFO DE «PURO CUÑO URUGUAYO»

Aquel 19 de junio fue sábado y cada fecha patria se vivía como una verdadera fiesta cívica en el país. Los desfiles institucionales  se replicaban en cada pago del territorio nacional mientras que los alumnos de primer año  de educación media juraban fidelidad al Pabellón Nacional en actos públicos y solemnes. Los escolares  también rendían homenaje a la Bandera yendo a sus respectivas fiestas  con túnicas blancas impolutas y moñas azules bien armadas para la ocasión. Se celebraban los 190 años del nacimiento del Prócer y el tradicional festejo estaba acompañado por la expectativa de la afición ante la segunda presentación uruguaya en Suiza.  Aquel día, los programas de las celebraciones patrióticas tuvieron una pausa al mediodía y todo el mundo procuró estar cerca de un receptor de radio sobre las 12:50 hs. El equipo uruguayo era consciente de su potencial pero su rival de turno le profesaba un profundo respeto por su honda tradición futbolística. No eran tiempos de internet ni de análisis de video y la única instancia concreta para sacar apuntes consistía en el partido de los escoceses ante los austríacos. Sin embargo, ese match  se jugó de forma simultánea con el partido de Uruguay vs Checoslovaquia y las principales referencias para conocer al equipo británico resultaron ser las crónicas periodísticas.

Análisis técnico de las delanteras uruguayas y escocesas. La labor periodística era muy completa y los lectores accedían a una información muy detallada en las páginas de los periódicos. Diario El País.

Uruguay llegó al partido con la tranquilidad de haber salido victorioso en su estreno.  Su rival de turno había caído por 1 a 0 ante Austria y requería una victoria urgente si pretendía avanzar de fase. El torneo había generado una repercusión mayúscula en aquellas latitudes y el Saint Jakob Park de Basilea lucía abarrotado con 34 mil espectadores deseosos de ver a los vigentes campeones del mundo. El kick off se dio unos minutos antes de la hora del té y el encuentro culminó siendo un trago amargo para Escocia. Los británicos fueron superados de principio a fin por los  uruguayos y el tablero de madera indicó un aplastante  7 a 0, Un resultado histórico que representó una de las mayores  goleadas del fútbol sudamericano sobre el europeo en la historia de la Copa del Mundo y la segunda más amplia en la rica estadística uruguaya. Tan solo fue superada por el 8 a 0 sobre Bolivia del 2 de julio de 1950 disputado en Belo Horizonte.                                                                                                                               

Aquella tarde primaveral de  Basilea quedó para el mejor recuerdo. Los punteros celestes le ganaron las espaldas a los marcadores escoceses durante todo el partido  y varios goles fueron gestados de forma muy similar. Carlos Borges abrió el marcador a los 17´ y Óscar Míguez anotó el segundo tanto a la media hora de juego. Ambas anotaciones se pueden definir como verdaderos golazos que fueron producto del exquisito juego colectivo uruguayo y de la alta calidad técnica de los dos delanteros mencionados. El resultado parcial del primer tiempo fue 2 a 0 y el técnico escocés Andy Beattie pretendió dar un revulsivo a sus jugadores. Los británicos salieron entonados a disputar el segundo tiempo y  Máspoli evitó el descuento al atrapar  el balón sobre la línea de gol a los pocos segundos de juego. Esa habilidosa acción del afamado arquero oriental fue determinante para el desenlace del juego. Los uruguayos volvieron a tener la posesión del balón al salir desde el fondo y Carlos Borges anotó el tercer gol a los 47´. Desde ese momento hasta el pitazo final, las incidencias del  partido configuraron un auténtico festín celeste. La delantera uruguaya se divirtió en el área escocesa con furibundos desbordes de sus veloces punteros. Julio César Abbadie marcó el cuarto gol a los 54´, Borges anotó su hat trick a los 57´, Míguez facturó su segundo gol en el juego a los 83´ y “El Pardo” cerró el marcador a los 85´ con su segunda conquista personal tras eludir al golero Fred Martin.  El público europeo, al igual que en Colombes y en Ámsterdam, volvía a expresar su admiración al team oriental por otra gran demostración de buen juego.

Captar el momento justo del gol era una de las tareas más complejas del oficio del fotógrafo en aquellos tiempos. Foto: Diario El País.

El resultado produjo una gran alegría en la delegación uruguaya y el sueño de retener el título se potenciaba entre sus integrantes. Uno de los que no pudo esconder su emoción fue el director técnico Juan López. En declaraciones recogidas por Dionisio Alejandro Vera,  enviado del diario El País a Suiza,  el seleccionador nacional dijo que “los muchachos me han dado una gran alegría. No han hecho sino ratificar toda la confianza que en ellos tenía depositada. Cada uno en su puesto cumplió con el trabajo que se le había encomendado y de ese haz de compactas voluntades ha salido  una actuación de conjunto soberbia que ha apabullado a los escoceses”. Y agregó; “este triunfo es de puro cuño uruguayo. Hoy ha relucido la técnica celeste y los aficionados que tuvieron el placer de estar en Basilea han salido convencidos de la capacidad del fútbol nuestro”.  

Óscar Míguez y William Martínez rodean Carlos Borges en señal de reconocimiento al puntero izquierdo. «Lucho fue el goleador celeste en Suiza e integró la oncena ideal del torneo. Foto: Estrellas deportivas, N° 33

Por su parte, una de las grandes figuras de aquella tarde del 19 de junio fue Carlos Borges. “Lucho” anotó un triplete que contribuyó significativamente para culminar integrando  el equipo ideal del certamen.  También conformaron esa destacada oncena sus compañeros Juan Schiaffino y Víctor Rodríguez Andrade. Los uruguayos habían superado a una de las naciones pioneras del fútbol y avanzaban a la siguiente fase. Una semana después, aquellos hidalgos deportistas eliminaron  a los ingleses al vencerlos por 4 a 2 en cuartos de final. La supremacía criolla sobre aquellos europeos era tan grande como la distancia existente entre el Río de la Plata y las Islas Británicas.

Por estos pagos, los festejos por el cumpleaños del Prócer se reanudaron luego del partido con gran algarabía. La fiesta era completa en una patria feliz.

LOS BRITÁNICOS SE RINDEN ANTE EL NUEVO PRÓCER DEL FÚTBOL URUGAYO

La Copa del Mundo volvía a Sudamérica en 2014 en medio de profundas controversias. Un gran porcentaje de la población brasileña manifestaba su disconformidad ante el derroche económico que implicaba la organización del faraónico evento.  Uruguay clasificó al certamen tras ganar el repechaje frente  a Jordania por un resultado global de 5 a 0. Los recuerdos de Sudáfrica estaban intactos en la retina de los aficionados y el “Fantasma del 50” circundaba en el imaginario colectivo de uruguayos y norteños. El proceso Tabárez se encontraba en plena luna de miel con los hinchas a partir de varias actuaciones destacadas de los diferentes seleccionados nacionales. El cuarto puesto en Sudáfrica, ir a dos mundiales seguidos luego de tres décadas, la obtención de la decimoquinta Copa América en 2011, la clasificación a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y las finales del mundo disputadas por la sub 17 en México 2011 y por la sub 20 en Turquía 2013, fueron hechos fundamentales para sellar la reconciliación definitiva entre el equipo nacional y toda la población uruguaya en su conjunto.  La Copa del Mundo volvía a estar muy cerquita en términos geográficos y las reminiscencias del pasado alentaban la ilusión de repetir un segundo “Maracanazo” en tierras cariocas. Asimismo, el auspicioso presente de Edinson Cavani y Luis Suárez en Europa motivaba la ebullición de las gargantas uruguayas para gritar los goles de estos dos grandes delanteros de origen salteño. En el caso específico de Suárez, la actuación de Uruguay en esa Copa del Mundo estuvo determinada  por él desde que comenzó la preparación del equipo hasta el final de su incursión en la competición.

La opinión pública se vio conmovida el 22 de mayo cuando “Lucho” salió en silla de ruedas de la Médica Uruguaya por Avenida Italia. El delantero había sido intervenido quirúrgicamente en su rodilla izquierda y las interrogantes sobre su participación en el máximo evento futbolístico ocuparon las primeras planas de todo el mundo.  Suárez venía de una gran temporada en la Premier League con el Liverpool y las grandes expectativas de la afición estaban colocadas sobre el delantero.  Desde ese día, la selección entrenaba para el mundial mientras Suárez trabajaba de forma ardua con Walter Ferreira para estar en Brasil. Dos desafíos simultáneos que desembocaban en el objetivo común de defender a la gloriosa casaca color cielo.

El sorteo del fixture indicó que Uruguay integrara el grupo D y que su debut se diera el sábado 14 de junio frente a Costa Rica. Uruguay era favorito en la previa y comenzó ganando rápidamente a los 7´ con gol de penal de Cavani. Todo parecía estar bajo control y se presumía que la ausencia de Luis iba a pasar disimulada. Sin embargo, todo salió al revés y el fútbol uruguayo sufrió una de sus peores bofetadas.  Los Ticos, posteriormente considerados como la gran revelación de ese mundial, culminaron venciendo por un contundente 3 a 1.  Esta derrota fue absolutamente inesperada y resultó un golpe muy fuerte a la ilusión.  El rendimiento futbolístico de Uruguay había sido discreto y el fixture indicaba el cruce con Inglaterra. Algo que parecía más difícil sin Suárez.

Tapa del Diario El País del viernes 20 de junio de 2014.

EL LORD CRIOLLO QUE HIZO HISTORIA EL 19 DE JUNIO  

Aquel día fue una tibia jornada de finales de otoño. Era jueves y durante la mañana se habían celebrado los múltiples actos solemnes conmemorativos de los 250 años del Natalicio de José Gervasio Artigas. En el calendario de la selección nacional, se cumplían 60 años de la goleada por 7 a 0 frente a los escoceses en la Copa del Mundo de Suiza. Un dato que pasó absolutamente inadvertido en las vísperas de un nuevo enfrentamiento ante un equipo británico.                   Eran las cuatro de la tarde y el país se detuvo en términos literales. Luis Suárez fue anunciado entre los titulares pero la incertidumbre sobre su rendimiento deportivo estaba presente tras esa repentina operación de meniscos del mes de mayo. A su vez, otra estadística incidía de forma directa en el optimismo de los hinchas con respecto al duro desafío futbolístico. Uruguay llevaba 44 años sin vencer a una  selección europea por la Copa del Mundo tras el inolvidable triunfo ante la URSS por 1 a 0 en México 1970.

El partido era una final para ambos. Los dos combinados nacionales habían perdido en sus respectivos debuts y tenían que ganar para seguir en el torneo.  La base de la selección inglesa pertenecía al Liverpool mientras que la principal figura del equipo de Anfield vestía de color celeste. Los primeros minutos fueron sumamente parejos y los dirigidos por Roy Hodgson casi abrieron el marcador en dos ocasiones. Momentos de zozobra que paralizaron los corazones uruguayos por breves instantes. Las acciones se fueron equiparando en el terreno de juego  y sobre el minuto 38 comenzaba a gestarse el primer acto de la memorable epopeya. La pelota llegó a Cavani sobre el extremo izquierdo del ataque y Edinson levantó un centro perfecto a su compañero de ataque. Suárez le ganó la espalda a Gary Cahill y con un suave toque de cabeza, colocó la pelota sobre el palo derecho de Hart.  El corpulento goalkeeper inglés hizo su máximo esfuerzo pero el mismo resultó inútil para evitar la conversión. El primer grito de gol resonaba bien fuerte en el territorio nacional, en San Pablo y en cada rincón del planeta donde había un uruguayo. Suárez, el goleador de la Premier, el que había sido suspendido por supuestos dichos racistas contra el francés Evra, el que se había operado hace menos de un mes de una de sus rodillas, abría el marcador en la épica jornada.

Primer gol de Suárez. Primer acto de una epopeya única en la historia de los mundiales. Foto: Diario El Pías

El primer tiempo culminó 1 a 0 y se aguardaba una segunda mitad apasionante. Las acciones siguieron siendo sumamente parejas pero el temido empate llegó. Wayne Rooney se metió con absoluta displicencia entre los zagueros  y con un simple toque anotó el gol inglés. 1 a 1 y tan solo faltaban 16 minutos para terminar el encuentro.  Tabárez, fiel a su estilo, no asumió mayores riesgos en el diseño táctico y solo remplazó a Álvaro González por Jorge Fucile. No parecía ser el cambio más adecuado según los requerimientos del partido y de la tabla de posiciones del grupo pero, cada maestro conoce como pueden responder sus alumnos en situaciones extremas.                                                                              Corría la vuelta número 84 del reloj y Muslera efectuó saque de meta que superó el círculo central. Cavani saltó bien alto y con absoluta precisión bajó el balón hacia Suárez con su cabeza. Luis ingresó al área con pelota dominada y  lanzó un tremendo zapatazo que sacudió la red de la valla inglesa. Un potente misil imposible de atajar para Hart y veinte arqueros más. Un golazo como  los que marcaron Borges o de Míguez sesenta años antes frente a los escoceses.

El juez dio por finalizado el partido y la transmisión oficial enfocó a Suárez. El salteño era elevado por sus compañeros como símbolo de victoria.  Cuando bajó de los hombros de uno de ellos, acudió a saludar a Steven Gerard. Rival de turno en esta instancia pero su capitán en los “Reds”. Luego, vendría el partido contra Italia, la supuesta mordida y la insólita sanción por parte de los moralistas de la FIFA. Ese hecho fue crucial en el desenlace de la actuación uruguaya en Brasil. El equipo  no pudo sobrellevar el golpe anímico que representó la expulsión de Suárez de territorio brasileño como si fuera un peligroso delincuente. Uruguay  quedó eliminado el 28 de junio ante Colombia al perder por 2 a 0 en octavos de final.

Aquel 19 de junio de 2014, el pueblo uruguayo culminó el cumpleaños de Artigas con la enorme felicidad de la histórica victoria ante Inglaterra. Sesenta años antes, los orientales también habían festejado un triunfo resonante frente a los escoceses. Cosas peculiares que tienen nuestro fútbol y nuestra patria.  

URUGUAY 7 ESCOCIA O Fecha: 19 de junio de 1954. 16:50 hs local Estadio: Saint Jakob Park, Basilea, Suiza. Jueces: Vincenzo Orlandini (ITA), Paul Wyssling (SUI) y Denilo Guidi (SUI).

URUGUAY: Roque Máspoli, José Santamaría, William Martínez, Víctor Rodríguez Andrade, Obdulio Varela, Luis Cruz, Julio César Abbadie, Javier Ambrois, óscar Míguez, Juan Schiaffino, Carlos Borges. DT: Juan López.

ESCOCIA: Fred Martin, Willie Cunningham, Jock Aird, Tommy Docherty, Jimmy Davidson, Doug Cowie, Johnny Mckenzie, Willie Fernie, Neil Mochan, Allan Brown, Willie Ormond. DT: Andy Beattie.

Goles: Carlos Borges (17´, 47´ y 57´), Óscar Míguez (30´ y 83´) y Julio C. Abbadie (54´ y 85´).

URUGUAY 2 INGLATERRA 1. Fecha: 19 de junio de 2014. 16:00 hs local. Estadio: Arena Corinthians, San Pablo, Brasil. Jueces: Carlso Velasco (ESP), Roberto Alonso (ESP), Juan Yuste (ESP). Cuarto árbitro: Alireza Faghani (IRN). Quinto árbitro: Hassan Kamranifair (IRN).

URUGUAY: Fernando Muslera, Martín Cáceres, José María Giménez, Diego Godín, Álvaro Pereira, Álvaro González (Jorge Fucile 77´), Egidio Arévalo Ríos, Cristian Rodríguez, Nicolás Lodeiro (Cristhian Stuani 66´), Luis Suárez (Sebastián Coates 86´), Edinson Cavani. DT: Óscar W. Tabárez.

INGLATERRA: Joe Hart, Glen Johnson, Gary Cahill, Phil Jagelka, Leighton Baines, Steven Gerard, Jordan Henderson, Raheem Sterling (Ross Barkley 64´), Wayne Rooney, Danny Wellbeck (Adam Lallana 70´), Daniel Sturridge. DT: Roy Hodgson.

Goles: Luis Suárez (38´ y 84´). Wayne Rooney (74´).

Estadística URUGUAY vs ESCOCIA. PG 2, PE 1, PP 1. 10 goles a favor y 4 goles en contra.

Estadística URUGUAY vs INGLATERRA. PG 5, PE 3, PP 3. 15 goles a favor y 11 goles en contra.

Los mundiales sub 20. Una colección de gratos recuerdos más allá de no dar la vuelta.

Un nuevo sueño mundialista  comienza  para el ´futbol juvenil celeste. Los seleccionados menores de 20 años participarán de la Copa Mundial organizada por la FIFA de forma emergente en la vecina orilla. El torneo se iba a desarrollar en Indonesia pero diferentes motivos políticos llevaron al ente rector del fútbol internacional a cambiar la sede del evento. La selección Argentina había quedado eliminada de la competición pero la hábil gestión del presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Ricardo “Chiqui” Tapia, determinó que la albiceleste culminara con la fiesta en su casa. AFA ofreció rápidamente albergar el torneo y que su seleccionado ocupara el lugar de anfitrión que liberó Indonesia. De esta forma, el fútbol argentino buscará conseguir su séptima conquista en esta categoría y continuar con la algarabía generada por el éxito obtenido en Catar por el equipo nacional absoluto. Los jóvenes charrúas fueron protagonistas fundamentales del último campeonato sudamericano sub 20 y terminaron en el segundo puesto tras caer por 2 a 0 ante Brasil en el partido decisivo del hexagonal final. La Celeste fue mucho más competitiva que el equipo argentino y llega con un mayor favoritismo aunque nos cueste reconocerlo.

Asimismo, esta participación constituye la primera vez en la historia en que una selección uruguaya de fútbol jugará un campeonato del mundo en suelo argentino. La selección mayor quedó fuera del Mundial de 1978 mientras que la sub 20 tampoco pudo ir a Argentina  cuando se celebró su máximo certamen en  2001.   En la mayoría de los países del orbe futbolístico, los torneos juveniles generan un impacto menor que el de las competencias de adultos. Sin embargo, la pasión futbolera  oriental determina que los campeonatos sub 20 despiertan alegrías y decepciones similares a la de cualquier otro torneo de relevancia de mayores. Los hinchas conservan en su memoria notables actuaciones que desempeñaron los jóvenes futbolistas a lo largo del tiempo. Momentos destacados, que pese a no haber culminado con la obtención de un campeonato mundial, dejaron su huella en nuestra idiosincrasia futbolera. Vale la pena mirar hacia atrás para hacer un repaso  en las horas previas al debut mundialista.

1979 La copa vino para el Río de la Plata pero se quedó en la vecina orilla.

Mundial sub 20 - Japón 1979 - AUF
Uruguayos y argentinos presentaban dos grandes combinados.
El resultado nos terminó siendo esquivo. Imagen: auf.org.uy

El primer mundial Sub 20 se disputó en Túnez en 1977 y representó una verdadera novedad. La FIFA acentuaba su voraz expansión globalizadora con la creación de productos que pudieran comercializar nuevos derechos televisivos, acrecentar el número de empresas patrocinadoras y aumentar de forma significativa el número de consumidores del fútbol como una mercancía de entretenimiento. Es por ello, que comenzaron a disputarse los mundiales juveniles en diversos países con poca o nula tradición futbolística. África, Oceanía y Asia (principalmente Japón) fueron las tierras a conquistar para que el negocio generara cada vez mayores divisas.

Los gorriones celestes obtuvieron el tricampeonato sudamericano en 1979 y emprendieron el viaje hacia Japón para ser los mejores del mundo entre los de su generación.  Los estrepitosos fracasos deportivos de la selección mayor en 1974 y 1978 determinaron que las exitistas expectativas de los hinchas estuvieran puestas en las promesas de nuestro fútbol.  La Celeste había culminado en el cuarto puesto en la edición inaugural de 1977 y el sueño de ganar el mundial estaba intacto. Uruguay aterrizó en Japón y tuvo un comienzo arrasador. Obtuvo el primer puesto de su grupo ganando 5 a 0 a Guinea (Molina 7´, Revelez 22´y 74´; Paz 53´ y Vargas 76´), 2 a 0 a Hungría (Paz 23´ y  Vargas 35´) y 1 a 0 a la Unión Soviética (Martínez 66´). Con 3 victorias contundentes y sin goles en contra, la Celeste pasó a cuartos de final  para enfrentar a Portugal. El seleccionado luso fue un duro adversario pero logró ser superado por 1 a 0 con gol de Ruben Paz a los 4 minutos del alargue. Por su lado, Argentina seguía avanzando en el cuadro del torneo y ambos hermanos rioplatenses se toparon en semifinales.  Los albicelestes tenían un verdadero cuadrazo que contaba con el magistral Diego Armando Maradona y un centrodelantero letal como Ramón Díaz. Ambos futbolistas referidos fueron los autores de los 2 goles que determinaron el resultado final por 2 a 0.  El sueño se había esfumado en la tierra del sol naciente pero los gurises culminaron en el podio tras ganarle a Polonia por penales en el cotejo por el tercer puesto. Argentina culminó siendo campeón del mundo al superar a la Unión Soviética por 3 a 1.

1981. Otro tropezón que no fue caída de una generación excepcional.

Mundial sub 20 - Australia 1981 - AUF
La eliminación fue inesperada pero el fútbol juvenil uruguayo
seguía en lo más alto del continente sudamericano. Imagen: auf.org.uy

El fútbol juvenil uruguayo  ocupaba un lugar hegemónico en el continente y así lo demostró en la cancha. El 8 de marzo de 1981 se coronó tetracampeón sudamericano tras golear por 5 a 1 a Argentina sobre la línea imaginaria que divide al mundo en 2 hemisferios. Los nóveles jugadores uruguayos debían volver a cruzar el globo y desplazarse hasta Australia para disputar la tercera edición de la copa del mundo. La lista de buena fe uruguaya estaba repleta de cracks que culminaron desarrollando destacadas trayectorias deportivas. Los gurises, al igual que sus antecesores de 1979, comenzaron de gran forma tras ganarle a Estados Unidos por 3 a 0 (López 7´, Aguilera 60’ y Da Silva 67’), a Polonia 1 a 0 (Da Silva 58’) y  a Catar por 1 a 0 (Villazán 52’). Una vez más, se obtenía la primera posición del grupo venciendo en los 3 partidos y sin recibir goles en contra. Pero la suerte le fue nuevamente esquiva al equipo oriental tras el cruce con Rumania en cuartos de final. El seleccionado de Europa Oriental fue ampliamente superado por aquellos chiquilines uruguayos en el campo de juego pero los rumanos fueron más efectivos y terminaron ganando por 2 a 1 (Berrueta 60´). Esta nueva derrota coincidió en el tiempo con la eliminación de la selección mayor del mundial de España. No eran buenos tiempos para la entrañable Celeste en materia de resultados deportivos.

1993 El Gol de Oro y la “puerta sagrada».

Mundial sub 20 - Australia 1993 - AUF
Los chiquilines del 93 jugaban muy bien al fútbol. Foto: auf.org.uy

La Celeste pintaba bien en aquel mundial con una generación de futbolistas lideradas por Fabián O´Neill.  El mundial sub 20 volvía a celebrarse en Australia y Uruguay se impuso en el grupo tras empatar con Ghana 1 a 1 (Correa 22´) e imponerse a  Portugal por 2 a 1 (O´Neill 8´ y 87´) y a Alemania por igual score (López 2´ y Correa 65´). El fixture de cuartos de final indicó el enfrentamiento con la selección anfitriona pero el principal rival uruguayo terminó siendo la modificación reglamentaria denominada Gol de Oro.  Lo que se conoció siempre en  el campito como “el que hace el gol gana”.  Uruguay se adelantó en el marcador con un gol de Sergio Sena a los 21´ de juego mientras que Agostino igualó sobre los 60´. El partido culminó empatado y se pasó a la prórroga con la nueva regla en funcionamiento. Fue así, que a los 99´, el chico Carbone marcó el segundo gol australiano y sentenció la suerte uruguaya. Los jugadores orientales se quejaron de diferentes fallos arbitrales de forma enérgica y el enojo del plantel continuó en el vestuario con algunos destrozos de las instalaciones. Entre ellos, el de la puerta de ingreso al camarín. La moralizante FIFA decidió aplicar una sanción ejemplarizante y prohibió la participación de la AUF en la edición posterior de 1995 que se realizó en Catar.

1997. La esperanza que renació con el sol malayo.

1997 Malasia - AUF
Oncena titular del equipo que volvió a unir a la afición con la Celeste. Foto: auf.org.uy

Aquellos tiempos no eran fáciles para el fútbol uruguayo. La selección mayor había ganado su Copa América N° 14 en 1995 pero la clasificación a Francia estaba prácticamente perdida. La sub 20 retornaba a la copa del mundo y volaba rumbo a Malasia en busca de un nuevo sueño. La delegación partió en absoluto silencio y los primeros partidos contaron con escasa audiencia debido a la diferencia horaria. El elenco dirigido por Víctor Púa ganó su grupo al vencer por 3 a 0 a Bélgica (Podestá 41´, Coelho 56´ y 79´), 3 a 1 a Malasia (Zalayeta 24´´, Hayed OG 39´ y López 77´) y empatar con Marruecos 0 a 0. Aquellos chiquilines jugaban bien de verdad y el partido por octavos de final fue fundamental para amalgamar la comunión de los hinchas con la selección como no sucedía hace mucho.  En ese encuentro, la joven Celeste  venció  a Estados Unidos por un aplastante  3 a 0 (Zalayeta  24´ y 34´ y Olivera 41´) con una demostración e alto nivel técnico que pocas veces se observó por estas latitudes.

El torneo seguía su curso y la fuerte selección francesa era el rival de  turno.  Los gurises volvieron a desencadenar la algarabía de la población en su conjunto tras eliminar al combinado europeo en la definición por penales. David Trezeguet, campeón del mundo de mayores al año siguiente, adelantó a los galos en el marcador pero Nicolás Olivera marcó el empate a los 68´. El cotejo continuó igualado y la Celeste se impuso por un dramático 7 a 6 en la definición por penales. Un desenlace agónico que fue la antesala del inolvidable partido ante Ghana por semifinales.  Aquel inolvidable match comenzó con una tempranera anotación de Zalayeta a los 13´ y continuó con un segundo gol de Coelho sobre las postrimerías del primer tiempo. Uruguay se fue al entretiempo con un cómodo 2 a 0 pero la ventaja se diluyó en poco más de media hora. El partido fue a la prórroga y en esta ocasión, al contrario de lo sucedido en 1993, Uruguay pudo sacar ventaja del controvertido  Gol de Oro. El lateral derecho Fabián Perea se vistió de centrodelantero y convirtió a los 105´ el memorable tanto que dio por finalizado el partido y selló el pasaje a la final. 

El fútbol criollo volvía a disputar un partido de estas dimensiones enfrentando a su histórico rival rioplatense como en 1928 y 1930. Aquel partido detuvo al país en términos literales y el golazo de tiro libre de Pablo García resonó en todo el territorio nacional a los 15´ de juego. Los dirigidos por Pekerman, en su calidad de defensores del título, se fueron al ataque y lograron darlo vuelta con los tantos anotados por Cambiasso (26´) y Quintana (43´). El resultado culminó siendo adverso y Argentina levantó la copa. Nicolás Olivera fue reconocido con el Balón de Oro mientras que Marcelo Zalayeta lo escoltó con el Balón de Plata. Asimismo, también es recordado con enorme estima el botija  Perea tras perder la vida en un siniestro de tránsito en Propios y Canstantt durante una madrugada de octubre de aquel mismo año.  Aquellos chiquilines que se  fueron en silencio a Malasia culminaron siendo recibidos como verdaderos campeones.  La ilusión de los aficionados se había teñido de celeste nuevamente.                                                                                         

El  proceso juvenil conducido por Víctor Púa continuó con una muy buena participación en Nigeria 1999, Uruguay finalizó en cuarta posición tras eliminar a Brasil por 2 a 1 en cuartos de final y presentó  una nueva generación de notables futbolistas  liderada por Diego Forlán.

El proceso Tabárez y su impacto en la selección juvenil.

Mundial sub 20 - Turquía 2013 - AUF
En Turquía 2013 se venció por primera vez a España en un torneo oficial por toda categoría. Foto: auf.org.uy

El período posterior a Púa estuvo marcado por los malos resultados. Uruguay quedó afuera de 3 mundiales consecutivos (2001. 2003 y 2005) y volvió al certamen con la llegada del Maestro Tabárez. La Celeste viajó a Canadá 2007 con una gran cantidad de gurises que pintaban para bien. Suárez, Cavani, Cardaccio, Cáceres fueron algunos de quienes  integraron la nómina de aquel destacado seleccionado que fue eliminado de forma sorpresiva en octavos de final. Desde ese momento, la selección sub 20 fue a todas las ediciones de la copa del mundo hasta el presente aunque su suerte fue sumamente dispar.  En 2013, los gorriones uruguayos volvieron a protagonizar una gran actuación llegando a la final del torneo disputado en Turquía.  La selección de Verzeri demostró un aceptable nivel de juego y consiguió resultados históricos. Uno de ellos, que pasó inadvertido para la mayoría de la opinión, consistió en conseguir la primera victoria oficial sobre España en toda categoría. El triunfo frente a la Roja fue por 1 a 0 con gol de Felipe Avenatti a los 109´ de juego y significó el pase a la semifinal frente a Irak. La Celeste llegó a la final y enfrentó a un extraordinario equipo francés dirigido en la cancha por Pogba. El partido terminó igualado sin goles y los galos vencieron en la definición  por penales. Nicolás López fue uno de los goleadores de la competición mientras que Guillermo De Amores obtuvo el premio de Guantes de Oro por ser considerado el mejor arquero.

Una nueva historia comienza a escribirse en La Plata. Los jóvenes defensores de la gloriosa casaca celeste serán los primeros futbolistas en jugar un mundial en nuestro querido país vecino. Los uruguayos son expertos en arruinar las fiestas que organizan los anfitriones y esto, los argentinos, lo saben muy bien.

Actuaciones de Uruguay en los mundiales sub 20

Túnez 1997 Cuarto puesto Japón 1979 Tercer puesto Australia 1981 Cuartos de final México 1983 Cuartos de final Rusia 1985 No clasificó Chile 1987 No clasificó Arabia Saudita 1989 No clasificó Portugal 1991 Fase de grupos Australia 1993 Cuartos de final Catar 1995 Suspendido Malasia 1997 Subcampeón Nigeria 1999 cuarto lugar Argentina 2001 No clasificó Jordania 2003 No clasificó Países Bajos 2005 No clasificó Canadá 2007 Octavos de final Egipto 2009 Octavos de final Colombia 2011 Fase de grupos Turquía 2013 Subcampeón Nueva Zelanda 2015 Octavos de final Corea del Sur 2017 Cuarto lugar Polonia 2019 Octavos de final

Héctor Castro. El crack que no pudo escuchar «los clarines que dieron las dianas en Colombes».

Los cien años de la epopeya de Colombes están a la vuelta de la esquina en el camino que traza el impiadoso pasaje del tiempo. Al igual que en 1492, los europeos no conocían lo que pasaba del otro lado del Atlántico y fueron aquellos notables futbolistas uruguayos quienes alumbraron una nueva forma de jugar a la pelota en el viejo continente. El combinado nacional debió emprender la inédita aventura sin poder seleccionar a muchos futbolistas por causa de las miserables rencillas políticas a nivel local. El cisma del fútbol uruguayo determinó que muchos clubes pasaran a conformar la incipiente Federación Uruguaya de Fútbol (FUF) y que sus futbolistas no tuvieran la posibilidad de embarcar en el “Desidare” para zarpar rumbo a Europa. Uno de los irradiados de aquella legendaria delegación fue Héctor Castro. Un joven delantero, cuyo nombre ya era reconocido en la afición montevideana, que recaló en Nacional (AUF) a fines de 1923 procedente del Lito de la FUF. Este traspaso  le otorgaba de forma automática la condición de elegibilidad pero sin embargo,  “El divino manco” no fue convocado para el torneo de Colombes. De esta forma,  quedó inhabilitado por siempre para integrar el selecto grupo de tricampeones del mundo junto a Nasazzi, Cea, Petrone, Scarone, Urdinarán, Andrade y Pelé. Un hecho sin explicaciones concretas a casi un siglo del desarrollo de los acontecimientos.

“Fuerza, juego, viveza, gol”. Estas fueron las palabras escogidas por el eximio Diego Lucero para la tapa del fascículo N° 75 de Estrellas Deportivas publicado con la edición de El Diario del 21 de febrero de 1979.  Un periodista notable que marcó un hito en la prensa del Río de la Plata combinando la magistral calidad de su pluma junto a las enseñanzas aprendidas en la universidad de la calle y en los campos de juego donde desempeño el oficio de footballer. Lucero fue un cronista completo que conmovió a los lectores con sus coberturas mas antagónicas. Desde todos los mundiales celebrados entre 1930 y 1994 hasta las atrocidades cometidas en los hechos espeluznantes de la Guerra Civil Española y de la Segunda Guerra Mundial. En ese transcurrir virtuoso por la redacción de la vida, fue compañero y amigo de Castro- llegaron a jugar juntos en Lito Cuadrado y en Nacional- y supo definirlo a la perfección cuando escribió que “el Manco era goleador nato y un laburante en el equipo, un peón, un trabajador incansable en la cancha, incansable e indomable”.

“El Manquito” nació el 29 de noviembre de 1904 y es hasta nuestros días uno de los hijos predilectos de La Aguada. Su casa natal estaba ubicada en Avenida Agraciada entre Marcelino Sosa y el Camino al Reducto-actual Avenida General San Martín- en la misma vereda donde funcionaba el Biógrafo Uruguayo y el café donde paraban los hinchas, socios, dirigentes y jugadores del Club Belgrano. Castro se crió como cualquier niño de su época en el contexto de un barrio que contemplaba con asombro como empezaba a levantarse el monumental Palacio Legislativo. Allí, en el cruce de caminos ubicado a tan solo cien metros de su domicilio, se construía una de las mayores obras arquitectónicas de nuestro país de todos los tiempos. Un edificio extraordinario que fue inaugurado en 1925. Casualmente, el mismo año en que “El Manco” se consolidó internacionalmente en la delantera del Club Nacional de Football durante la famosa gira tricolor por Europa.

Fue un muchacho de barrio que disfrutaba de los entretenimientos de su época tales como jugar al fútbol, bailar tango y pasar un buen rato con su barra en el Bar Caperton de Reducto y Yatay y en la Cervecería Uruguaya,  situada a pocos metros sobre esta última calle que recuerda a la localidad donde se desató una de las batallas más sangrientas de la fratricida Guerra del Paraguay. Héctor fue un botija alegre que mamó los valores promulgados  en una casa de puertas abiertas para todos los compañeros y amigos que recalaban allí. Un gurí muy querido por sus hermanas y por la vieja, quien lo siguió a todas las canchas y siempre lo alentó desde el graderío. Trabajó como yelero al terminar la escuela para un repartidor de hielo de la vecina Cervecería Montevideana y luego se convirtió en funcionario de la UTE para tener el mango seguro que garantiza todo empleo público. 

A pocas cuadras de su casa, como rumbo hacia el Paso del Molino, se encontraba por Avenida Agraciada el Café de Manuel “Lito” Semino. Un punto de referencia insoslayable que dio origen al Centro Atlético Lito de casaca azul, vivos rojos y short blanco. Este equipo, que latió al ritmo de las infinitas tertulias protagonizadas por los parroquianos concurrentes al comercio, cumplió en sus orígenes un rol fundamental en la gesta de las grandes conquistas de nuestro balompié. El Lito fue el cuadro que captó- como se dice hoy en día- a un joven de nariz aguileña llamado Nasazzi, al  chiquilín de ascendencia vasca de nombre Pedro Cea, al botija que repartía hielo de apellido Castro y a otras grandes figuras de esos tiempos. Se puede afirmar que en el Lito andaban bien para vichar jugadores.

EL DEBUT

Héctor llegó a la primera del Lito en 1920 con tan solo 15 primaveras en su haber. Un gurí guapo que comenzó a deslumbrar con sus cualidades aeróbicas pese a no contar con su mano derecha tras un accidente con una filosa sierra en un taller de carpintería. Pero claro, aquel manquito era un adolescente y  tenía por delante otros compañeros de admirable valía con mayor edad. En 1922, se efectivizó el cisma del fútbol uruguayo que se venía gestando a través de la expulsión de Peñarol y de Central de la esfera asociacionista. Esto determinó una profunda crisis política que condujo a la creación espontánea de la FUF. Varios equipos abandonaron la antigua “League” para afiliarse a la novel federación, otros cuadros fueron creados con el fin de integrar la máxima categoría de la nueva organización y algunos clubes, como en el caso de Lito, atravesaron un profundo debate sobre que hacer al respecto. La discusión en la interna del club del café de Semino fue intensa y finalizó con la división del cuadro. Por un lado, los más reglamentaristas permanecieron en la órbita de la AUF y siguieron identificados con la insignia delimitada por un círculo. Por otra parte, la facción disidente emigró hacia la FUF conservando el mismo escudo pero con la variante de que el referido círculo fue sustituido por un cuadrado.  De esta forma, ambos equipos pasaron a identificarse de inmediato como el Lito Redondo (AUF) y el Lito Cuadrado (FUF). Este escenario de ruptura tuvo un halo catastrófico para el club en general pero representó una gran oportunidad para Castro. Su pasaje al bando de los cuadrados le dio la posibilidad de jugar un mayor número de encuentros debido a que varios de los que lo “taponeaban” para ser titular, permanecieron del lado de los redondos. “El Manco” no lo dudó y se cambió. Asumió las posibles consecuencias negativas de la decisión y comenzó a forjar su nombre en base de goles y de  destacadas actuaciones en el campeonato de la federación

En la fila de abajo y bien en el centro, «El manco» junto a otros cracks. ¡Qué cuadrazo!

En 1923, el Lito Cuadrado culminó en la tercera posición con 50 unidades tras el campeón Atlético Wanderers (división de Montevideo Wanderers) y Peñarol. Ese torneo estuvo constituido por la particular cantidad de 32 escuadras que compitieron todas contra todas a una sola rueda. Castro fue una figura descollante y recibió su primera citación  para conformar la selección de la FUF que jugó contra un combinado nacional chileno y frente al representativo de los escindidos argentinos (la mayoría eran los clubes considerados tradicionalmente como grandes) en el cisma sucedido en la otra orilla del estuario. El muchacho del muñón derecho era un jugadorazo y muchos pretendían contar con su concurso entre sus filas. Sus ex compañeros de la facción de los redondos lo invitaban a volver pero Nacional salió al cruce en medio de un anárquico mercado de pases. Parecía que había llegado la hora de un desafío  tan grande como el mismo prestigio del club de los hermanos Caprario, de los hermanos Céspedes y de tantos otros grandes futbolistas que ya rayaban a gran altura. Los bolsilludos tenían un plantel de gran jerarquía y no resultaba una empresa fácil ganarse un lugar en esa oncena. Pero “El Manco” tenía un gran coraje y solo eludía a los rivales. El desafío fue muy bienvenido y mudó su arte al cuadro de Camino Cibils.

SU INCORPORACIÓN A  NACIONAL. EL RETORNO A LA AUF Y SU AJUSTE A LA REGLA DE ELEGIBILIDAD.

El campeonato uruguayo de 1923 se desarrolló entre el 19 de abril de ese año y los primeros días de febrero de 1924. Fue disputado por 12 clubes que jugaron a dos ruedas todos contra todos. El torneo contó tan solo con 22 fechas pero existieron varias paralizaciones que dilataron su extensión en el tiempo. La más larga de ellas fue la ocurrida durante la primavera debido a la celebración del séptimo campeonato sudamericano en el Parque Central. La máxima competencia continental se disputó entre el 4 de noviembre y el 2 de diciembre de 1923 y finalizó con la coronación de Uruguay como el mejor del sur de las Américas. Este nuevo lauro generó una gran algarabía entre los hinchas porque trajo consigo la aparición de nuevos baluartes que renovaron la ilusión. Un grupo de nóveles futbolistas que integraban de forma exclusiva los clubes que permanecían afiliados a la asociación. El sudamericano de ese año fue un éxito deportivo mayúsculo cuyas consecuencias trascendieron el mero evento. El logró alcanzado  propulsó el sueño de Atilio Narancio de viajar a los Juegos Olímpicos de París, lo cual, significó uno de los hechos más revolucionarios en la historia del fútbol. La presentación  de la celeste en esas tierras del norte fue la primera gran demostración dada  a los europeos de lo bien que se practicaba este juego por aquí en el sur. Y a su vez, a partir del rango de mundial que ostento el torneo olímpico de 1924, el fútbol se convirtió formalmente en un deporte global. No era más una propiedad británica o europea.

Luego del receso mencionado por la disputa de la Copa América, Héctor Castro llegó a Nacional procedente del Lito cuadrado de la FUF. El  sitio estadístico nacionalófilo atilio.uy establece que su debut con los tricolores fue el 23 de diciembre de 1923 en un partido amistoso frente a una selección uruguaya (no hay registro en la sección estadística de la AUF al respecto). A continuación, la misma fuente de información define que el debut oficial de Castro fue el 8 de junio de 1924 ante el Club Belgrano (0-0) por el campeonato uruguayo.        

La coexistencia de dos entes rectores de la actividad futbolera generó un gran caos administrativo que se manifestó de mayor forma en lo referido a los vínculos  de los jugadores con los clubes. El campeonato de 1923 fue muy parejo y Nacional no iba a arriesgar la obtención de su décimo título uruguayo por la pérdida de puntos ante un caso de alineación indebida. Este parece ser el argumento más lógico que justifique la marginación del gurí de La Aguada en los últimos partidos oficiales de la temporada del 23 que se jugaron en el verano de 1924. Ahora bien, una vez culminada la actividad oficial de 1923, Castro ya podía ser legítimamente inscripto en Nacional y por ende, pasaba de forma automática a tener la condición de elegible para la selección de la AUF, La única reconocida por CONMEBOL y por FIFA (organismo al cual la AUF se afilió de forma estratégica en 1923 a través de la gestión de Enrique Buero). El Desidare tenía fijada como fecha de partida el 16 de marzo de 1924 y la delegación oriental conformada por 20 jugadores, los delegados Asdrúbal Casas y Enrique Buero, (luego se integró Casto Martínez Laguarda),  el masajista Ernesto Fígoli y el referee Atilio Minoli iban a protagonizar la travesía que transformó para siempre la historia del fútbol mundial y del Uruguay como país en si mismo. Y ante la magnificencia de lo ocurrido vale hacer la siguiente pregunta; ¿Por qué no hubo un pasaje a nombre de Héctor Castro?

EN LA CANCHA DE LAS HIPÓTESIS

Ni el propio Diego Lucero tenía la respuesta sobre las causas que dejaron a “El Manco” en Montevideo durante los Juegos Olímpicos de París. Lucero era un memorioso exhausto cuyos archivos con los más distintivos recuerdos  habían sido confeccionados por diversas experiencias compartidas con los principales personajes contemporáneas a su existir. Pero en este punto confiesa estar en el “cero absoluto”. Él mismo planteó la duda en el transcurso del texto del ejemplar de Estrellas Deportivas referido al principio  y reconoce la complejidad de avanzar en una respuesta certera debido a la enorme cantidad de protagonistas fallecidos en ese entonces. Casi un siglo después, se pueden desplegar algunas hipótesis que brinden una tenue luz a la verdad.  

El primer elemento al cual se acude es al meramente reglamentario. Más allá del desorden con respecto a los pasajes de los jugadores de clubes de la asociación a la federación y viceversa, Castro ya era pasible de ser seleccionado tras culminar la temporada oficial de 1923. El Manco era jugador tricolor desde diciembre de ese año pero no fue utilizado en partidos oficiales para que no existieran, a pesar del caos imperante, interpretaciones reglamentarias que sancionaran a Nacional con la pérdida de puntos en la tabla de posiciones. Recordemos que por aquellos tiempos, los resultados en la cancha de muchos partidos eran revertidos en los escritorios de la liga a través de los habilidosos delegados de los diversos equipos. Verdaderos expertos  en el manejo de los articulados cuyos actos administrativos y políticos eran tan valiosos como los goles anotados en un campo de juego.

Entre la finalización del campeonato local en febrero de 1924 y la partida del Desidare del Puerto de Montevideo transcurrió aproximadamente un mes. Un razonamiento absolutamente  comprensible es que el capitán Nasazzi y los dirigentes iban a seleccionar a la misma base de jugadores campeones de América en el Parque Central. Sin embargo, se produjo un hecho inesperado consistente en la deserción de Ladislao Pérez. El delantero bohemio (del Wanderers asociacionista claro está) decidió no viajar por cuestiones vinculadas a la travesía marítima. Las dudas surgidas en el seno íntimo del jugador fueron acompañadas por el ofrecimiento de Peñarol de incoprorarse a su plantel principal en tiendas federacionistas. Pérez defendió la casaca aurinegra hasta 1931 pero nunca más se puso la celeste. Tan solo quedaron registrados en el formulario de la memoria los 3 partidos que disputó con la selección en el Sudamericano de 1923. Su repentina ausencia dejó libre un cupo en la vanguardia pero ni Nasazzi ni los dirigentes pensaron en el joven Héctor para completarlo.

Lo anteriormente narrado se basa en las estadísticas del sitio atilio.uy (estadísticas del Club Nacional de Football) y en lo escrito por Diego Lucero en el ejemplar N° 79 de la colección Estrellas Deportivas. Este maestro del periodismo fue compañero de «El Manco» en el Lito Cuadrado y en Nacional y afirmó que el delantero había emigrado a los tricolores en diciembre de 1923. Por su parte, existe otra versión contrapuesta en el libro Centro Atlético Lito. Gloria del fútbol uruguayo de Juan Carlos Opisso y Julio Mut. En esa obra recopilatoria de la rica historia del club de Arroyo Seco se establece que Castro alineó en «algunas integraciones de 1924» sin determinar la fecha exacta. En caso de ser así, Héctor habría jugado esos partidos con Lito en los meses previos a su debut oficial con los albos el día 8 de junio. Ante este nuevo elemento, las preguntas se formulan de modo inmediato. ¿»El Manco no fue elegido para integrar la delegación olímpica de 1924 por seguir manteniendo vínculos con un cuadro de la FUF al momento de definirse la lista de viajeros? ¿Aprovechó el desorden reglamentario para jugar de forma simultánea en el cuadro del barrio junto a sus amigos y en una grande de nuestro fútbol como ya lo era Nacional? Las respuestas, no se saben. Pero si existe un dato que aflora con mayor claridad en lo que concierne al arribo de Castro a la selección de la AUF. En la primavera de 1924 se jugó nuevamente el Torneo Sudamericano en el Parque Central ante la imposibilidad de Paraguay de cumplir con su compromiso de ser anfitrión. Héctor defendía de forma oficial a los tricolores por la Copa Uruguaya de la AUF y no fue citado para el certamen continental. Se ve que para «El Mariscal», todavía no era el momento preciso para que su ex compañero de Lito vistiera la casaca celeste oficial del país.

Otra gran hipótesis que está sustentada en su edad. “El Manco” tenía 19 años y algunos meses al momento de confeccionarse la lista de la delegación definitiva. Otorgarle la enorme responsabilidad de defender a  Uruguay en un torneo de tal envergadura, que resultaba una experiencia inédita hasta ese momento para todos los actores del fútbol criollo, puede haber sido interpretado como un hecho que no correspondía para un chico que aún no llegaba a los 20 años. Algo que se puede considerar razonable y lógico teniendo en cuenta que Héctor estaba en los albores de su trayectoria futbolística. Ahora bien, el delantero de Charley Pedro Petrone fue campeón sudamericano en el 23 y cumplió 19 años en suelo francés el 11 de mayo. Perucho convirtió 7 goles en Colombes y culminó siendo el goleador del certamen. Por lo tanto, este ejemplo añade la conclusión de que la no convocatoria de Castro no estuvo asociada a la fecha que rezaba su partida de nacimiento.

Partido decisivo del 27 de enero de 1935. Aflora la «Garra Charrúa» Uruguay vence a la favorita Argentina por 3 a 0. Un partido electrizante con momentos de mucha tensión.

LO CIERTO

Es que Castro no asistió a Colombes y quedó afuera del selecto grupo de tricampeones del mundo que conforman Nasazzi, Urdinarán, Cea, Scarone, Andrade, Petrone y Pelé. El Manco fue un jugador exuberante que marcó la historia tricolor, tanto de un lado como del otro de la línea de cal, y colaboró de forma fundamental para bordar la segunda y la tercer estrella en el escudo de nuestra querida camiseta celeste. Integró la delantera oriental en aquellas tardes gloriosas de nuestro balompié aportando su calidad técnica, su inteligencia táctica, su valentía, su compromiso con la causa y su rebeldía frente a la adversidad. Y vaya que supo rebelarse ante los obstáculos cuando tuvo que defenderse desde chico con una sola mano tras aquel accidente en la carpintería. ¡Ese fue “El manco”! El que convirtió el primer gol en la historia del Estadio Centenario en el arco de la Colombes a los 60 minutos de juego cuando no salía nada frente a los peruanos el 18 de julio de 1930 y ell que selló el marcador del inolvidable 30 de julio ante los porteños. El que siguió defendiendo a nuestro fútbol  aunque estuviera vestido de rojo y que supo desacelerar a los veloces pibes argentinos en Santa Beatriz en 1935. Un auténtico crack de aquellos tiempos de yeleros, de bares en cada esquina y de mucha alegría por jugar a la pelota.

LA DEL ESTRIBO.

Castro estuvo presente en la inauguración del Estadio Centenario con el estreno de Uruguay en la Copa del Mundo de Montevideo. La celeste jugó muy mal ese día pero logró triunfar 1 a 0 con gol de su autoría. Para el siguiente partido versus Rumania se produjeron modificaciones en la delantera y Castro fue sustituido por Juan Peregrino Anselmo. El resultado fue a favor por 4 a 0 y la modificación se sostuvo para la semifinal contra Yugoslavia que terminó con una aplastante goleada oriental por 6 a 1. La selección cumplía ante su pueblo con su condición de favorita para llegar a la final junto a su eterno rival rioplatense. Era el momento del partido decisivo y se tenía que armar el equipo. Existía un gran debate en todos los ámbitos de opinión sobre la incorporación de «El Manco» en el equipo titular. Castro y Anselmo se conocían por vivir relativamente cerca (uno en La Aguada y el otro en Capurro), por haber compartido delantera en Lito Cuadrado y por ser compañeros de la UTE. Pero el perfil de ambos era absolutamente opuesto en el sentido de que a Anselmo se lo definía como un «jugador de 10 minutos» por demostrar su enorme talento en medidas concentradas. Nasazzi tenía que tomar una decisión. Diego Lucero estaba presente en la concentración del actual chalet de River Plate y fue testigo de aquel diálogo que resolvió el asunto. Anselmo- quien había convertido 1 gol ante los rumanos y otros 2 ante los yugoslavos- se adelantó y dijo: «A mi entender, el centrofoward tiene que ser ´El Manco´. Castro fue titular y figura en la final del 30. Otro fútbol, otros jugadores y otros periodistas también.

Agustín Héctor Castro Rodríguez (29/11/1904-15/09/1960)

Con Uruguay: Debutó el 17/10/1926 vs Chile por la Copa América y jugó su último partido con la celeste el 15/8/1935 por la Copa Juan R. Mignaburu. Totalizó le suma de 23 encuentros y marcó 15 goles.

Campeón de América en 1926 y 1935, campeón olímpico y del mundo en 1928 y campeón de la Copa del Mundo de la FIFA en 1930.

Fue director técnico del combinado nacional en las Copas de América de 1947 y 1959 (edición de abril jugada en Buenos Aires).

fuente de información: auf.org.uy

Trayectoria clubes

Lito 1920-1921, Lito Cuadrado 1922-1923, Nacional 1923-1931, Estudiantes de La Plata 1932-1933, Nacional 1933-1939. También integró el plantel de Bella Vista durante la gira por América que realizaron los papales entre diciembre de 1930 y abril de 1931

Director técnico de Nacional desde 1939 a 1946 (ganador del Quinquenio de Oro entre 1939 y 1943) y de 1952 a 1954.

fuente de información: atilio.uy

6 URUGUAYOS y Pelé. Los tricampeones mundiales del fútbol.

La reciente desaparición física de Pelé trajo consigo el recordatorio de su distinción como ganador de 3 mundiales. Un hito en la historia del fútbol que ya había sido conseguido por 6 jugadores uruguayos. José Nasazzi, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, José Leandro Andrade y Santos Urdinarán fueron los destacados pioneros en hacer bordar 3 estrellas en el escudo de la camiseta de su selección. Un récord impresionante, que casi un siglo después, tan solo pudo ser igualado por el astro del fútbol brasilero.

El  epílogo del año 2022 tuvo en su desenlace la mala noticia del fallecimiento de Edson Arantes do Nascimento a sus 82 vueltas alrededor del sol.  El virtuoso futbolista brasilero enalteció a la camiseta de su país y universalizó al dorsal N° 10 como el número reservado para todos aquellos capaces de honrar al fútbol con un juego exquisito. Mucho se discute sobre si fue el mejor jugador de todos los tiempos o si otros excepcionales colegas suyos lograron superarlo. Un debate eterno que nunca será saldado debido a que existen tantas opiniones como amantes del juego del balompié sobre la faz de la Tierra. Lo que sí se puede aseverar es que fue un fenómeno que condujo a Santos y a la selección de Brasil a la mayor gloria deportiva a la cual podían aspirar ambas escuadras.  Vistió por primera vez la casaca verdeamarela en 1957 pero se dio a conocer ante la afición mundial en el campeonato de Suecia de 1958. Con tan solo 17 años jugó 4 partidos y marcó 6 goles en la máxima contienda global disputada en suelo escandinavo. Repitió la obtención de la Copa del Mundo en 1962 (tan solo jugó 2 partidos y pudo marcar un gol) y deleitó a todo el orbe futbolístico con su majestuosa actuación en México 1970. Un equipo extraordinario compuesto por destacados jugadores que “El Rey” supo liderar para que Brasil consiguiera en propiedad el Trofeo Jules Rimet. En ese certamen, Pelé disputó los 6 partidos de su selección y marcó 4 goles. Luego de ello, le restaron pocos partidos más con el seleccionado y el fútbol brasilero vivió una etapa de transición que lo relegó del protagonismo en los posteriores torneos mundialistas. Tras su reciente desaparición física, Pelé fue indicado como el único tricampeón del mundo en la historia del fútbol.  Un hecho que no es así como se dijo debido  a que hay seis jugadores uruguayos que también fueron tres veces campeones del mundo junto a él. Un grupo de notables futbolistas criollos que estuvieron presentes en la conquista de las primeras tres estrellas que luce el escudo de nuestra querida camiseta celeste.

LOS PRIMEROS 6 TRICAMPEONES DEL MUNDO

JOSÉ NASAZZI. “El Mariscal” de las 3 estrellas.

Indiscutible líder de las 3 estrellas.

El mayor período de triunfos de la historia de nuestra selección, y de cualquier otro combinado nacional de todos los tiempos, fue liderado por la enorme figura de José Nasazzi. El excelso back nació en Villa Peñarol pero se radicó muy joven en el barrio Bella Vista tras los cambios acaecidos en su composición familiar por la temprana desaparición física de su padre.  Comenzó su trayectoria deportiva en el cercano club Lito y pidió pase de inmediato para el cuadro creado para defender los colores y el nombre de su barrio. Luego de algunos vericuetos reglamentarios, Nasazzi pudo incorporarse al equipo papal y defendió la causa auriblanca por más de una década. Su notable actuación en Bella Vista determinó que fuera convocado para el representativo que iba a disputar la ´séptima edición del Torneo Sudamericano de 1923 en el Parque Central. “El gran capitán” se puso por primera vez la gloriosa casaca celeste en el pecho el 4 de noviembre de 1923 y nunca más se la sacó del alma. Aquel día, en el triunfo ante Paraguay por 2 a 0, comenzaba una etapa gloriosa que lo tuvo como un protagonista fundamental. Nasazzi fue un líder indiscutible en todos los ámbitos siendo responsable de sus jugadores tanto dentro como fuera de la cancha. Un hombre enérgico que tuvo que tomar decisiones drásticas tales como expulsar al laureado Andrés Mazalli de la concentración en 1930 por salir sin autorización y ordenó dar una vuelta alrededor del campo de juego en Colombes como forma de retribuir las desbordantes expresiones de júbilo del público francés. Fue un ganador nato que completó un total de 40 partidos estando presente en los cinco encuentros de 1924, en cuatro de 1928 y en los cuatro cotejos de 1930. Tan solo estuvo ausente en la semifinal de Ámsterdam frente a Italia por su expulsión ante Alemania en la instancia de cuartos de final. A diferencia de los otros tricampeones mundiales uruguayos, el destino le tenía reservada una vuelta más con le celeste (vestida de rojo en ese entonces) al ganar su cuarta Copa América en Santa Beatriz en 1935. Su retiro de la selección se dio el 20 de setiembre de 1936 en la disputa de la Copa Héctor Rivadavia Gómez en el Estadio Centenario frente al clásico adversario argentino.

Partidos con Uruguay. 40 (29 victorias, 4 empates, 7 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 4 Copas América.

Goles: sin anotaciones.

 Partidos disputados en campeonatos mundiales:

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.

1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Alemania 4-1, vs Argentina 1-0, vs Argentina 2-1.

.1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0, vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.

HÉCTOR PEDRO SCARONE BERETTA. “Tuya Héctor”

«El Mago» fue considerado el mejor del mundo en su época.

Fue el latiguillo inmortal que pronunció René “Tito” Borjas cuando cabeceó el balón hacia la derecha para que Scarone convirtiera el segundo y decisivo gol en la final de 1928. “El Mago” la mandó a guardar y Uruguay se coronaba por segunda campeón del mundo ante su hermano rioplatense. “El Gardel del Fútbol” se estrenó con la celeste el 2 de setiembre de 1917 en un partido de la otrora Copa Newton desarrollado en el Parque Central frente a Argentina y visitó por última vez la gloriosa casaca en la final de 1930. En ese período, disputó 51 partidos con el combinado oriental y marcó la inmensa suma de 31 goles. Una destacada cifra que adquiere mayores dimensiones si se considera que en esos tiempos se jugaban  menos partidos internacionales y que recién Diego Forlán logró superar por primera vez en el año 2011. Scarone fue un jugador trascendental que demostró su enorme capacidad goleadora en todos los cuadros que defendió aquí como en el exterior (España e Italia). En 1926 pasó al FC Barcelona y jugó una temporada con el equipo catalán. Marcó varios goles y obtuvo el campeonato de Catalunya y la Copa del Rey. Sin embargo, decidió retornar a Uruguay y cuando le preguntaron las razones fue bien claro en su respuesta; “Yo pensaba en mi patria”.  Extrañaba lucir la casaca alba de sus amores y quería estar frente a los ojos de los dirigentes asociacionistas para ser convocado en la defensa del título mundial en Ámsterdam. Cien años después de su carrera como futbolista, sigue siendo recordado como una de las principales figuras con las que contaron los campeonatos del mundo en sus albores.

Partidos con Uruguay. 51 (36 victorias, 8 empates, 7 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 4 Copas América.

Goles: 31 anotaciones (9 en campeonatos del mundo).

 Partidos disputados en campeonatos mundiales:

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Gol 23´ 2-0), vs USA (Gol 15´ 2-0), vs Francia 5-1 (Goles 2´ 1-0 y 24´ 2-1), vs Países Bajos 2-1 (Gol 81´ 2-1), vs Suiza 3-0

1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0 (Gol 20´ 1-0), vs Italia 3-2 (Gol 31´ 3-1), vs Argentina 2-1 (Gol 73´ 2-1).

1930 Montevideo, Uruguay. vs Rumania 4-0 (Gol 24´ 2-0), vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.

PEDRO PETRONE SCHIAVONE “Hay que pasarle la pelota y mirar el centro de la cancha”.

Petrone. El 9 que cambió su puesto

Fueron las palabras de Scarone sobre su compañero de delantera. Perucho fue un destacado goleador que revolucionó técnica y tácticamente la forma de jugar del centrodelantero. Fue un deportista integral que poseía un remate fulminante y que corría la distancia de cien metros en once segundos. Comenzó jugando en tercera con Solferino y pasó a Charley en 1923 para mostrar sus cualidades futbolísticas en primera división. Debutó haciendo cuatro goles ante Lito y fue un hombre clave para salvar al cuadro del descenso ese año. Su destacada participación en Charley determinó que fuera convocado para jugar por Uruguay en el Sudamericano del Parque Central. Su estrenó con la celeste se dio en el primer partido frente a Paraguay el 4 noviembre de 1923 y su último cotejo como seleccionado fue frente a Perú el  18 de julio de 1930. Ese día, el combinado uruguayo recibió duras críticas por su discreta actuación y Petrone fue uno de los que salió de la oncena titular por el resto de la competencia. Disputó 28 partidos en total con la celeste y despertó el  grito de gol de la afición oriental en 24 oportunidades. Fue el goleador del torneo en Colombes con 7 anotaciones y le metió un hat trick a los alemanes en cuartos de final en Ámsterdam. A su vez, y luego de ser tricampeón del mundo, también fue “capocannoniere» con Fiorentina en el calcio italiano.  

Partidos con Uruguay. 28 (17 victorias, 6 empates, 5 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 2 Copas América.

Goles: 24 anotaciones (11 en campeonatos del mundo).

 Partidos disputados en campeonatos mundiales:

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Goles 35´ 3-0 y 61´ 6-0), vs USA 3-0 (Goles 10´ 1-0 y 44´ 3-0), vs Francia 5-1 (Goles 58´ 3-1 y 68´ 4-1), vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0 (Gol 9´ 1-0)

1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Alemania 4-1 (Goles 35´ 1-0, 39´ 2-0 y 84´4-1), vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1 (Gol 23´ 1-0).

1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0.

 JOSÉ PEDRO CEA “El empatador olímpico”

El jugador «0 falta» en el tricampeonato mundial.

“El Vasco” fue reconocido así por la importancia de sus goles en el transcurso de varios partidos de la trilogía mundialista. Cea marcó los empates transitorios frente a Países Bajos en la semifinal de Colombes, contra Italia en la semifinal de Ámsterdam, versus a Yugoslavia en la semifinal de Montevideo (culminó anotando un hat trick ese día) y el 2 a 2 contra Argentina en la final del 30 de julio. Asimismo, “El vasco” ostenta otro récord imbatible consistente en haber estado presente en todos los partidos del tricampeonato mundial. Algo que no pudieron igualar sus compañeros presentas en las tres gestas ni Pelé con su selección en las 3 copas que ganó. El jugador de ascendencia vasca se crió en Arroyo Seco y comenzó su carrera deportiva en el vecino club Lito. Luego, pasó a Bella Vista y continuó su carrera en Nacional hasta su retiro definitivo. Al igual que Nasazzi y Petrone, debutó con la casaca celeste el 4 de noviembre de 1923 frente a Paraguay por el Torneo Sudamericano y la lució por última vez el 4 de diciembre de 1932 en el Estadio Centenario frente a Brasil por la Copa Barón de Río Branco. Jugó un total de 26 partidos y marcó 13 goles, la mayoría de ellos, en instancias mundialistas.

Partidos con Uruguay. 26 (16 victorias, 3 empates, 4 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 2 Copas América.

Goles: 13 anotaciones (10 en campeonatos del mundo).

 Partidos disputados en campeonatos mundiales.

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0 (Goles 50´ 5-0 y 80´ 7-0), vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos (Gol 62´ 1-1), vs Suiza 3-0 (Gol 2-0).

1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Alemania 4-1, vs Italia 3-2 (Gol 17´ 1-1), vs Argentina 1-1, vs Argentina 2-1.

1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0 (Gol 35´4-0), vs Yugoslavia 6-1 (Goles 18´ 1-1, 67´ 5-1 y 72´ 6-1), vs Argentina 4-2 (Gol 57´ 2-2)

 JOSÉ LEANDOR ANDRADE “La merveille noire”

«Maravilla» fue el adjetivo que mejor lo definió

Deslumbró a Europa con su técnica en el campo de juego como con su forma de bailar el tango en los salones parisinos. Los franceses no escatimaron en elogios y lo indicaron como una de las mayores maravillas (en todos los sentidos) vista hasta ese entonces. Una prestigiosa perla de la bella gema que representaba el exquisito fútbol desplegado por los uruguayos en el continente europeo. Andrade fue un fervoroso aficionado de las principales manifestaciones populares de la época y disfrutó de jugar a la pelota, del carnaval, del candombe y de tocar el violín. Nació en Salto pero inició su trayectoria futbolística en el novato Club Bella Vista de la capital del país. Junto a sus compañeros tricampeones Nasazzi y Cea llegó a la selección nacional en 1923 desde el Parque Olivos para escribir la historia más grande de todos los tiempos. Debutó con la celeste el 24 de junio de ese año en un encuentro contra los argentinos por la Copa Lipton y finalizó su participación con el combinado nacional dando la vuelta olímpica del 30 de julio de 1930 en el Centenario. “La Maravilla” fue una joya del fútbol criollo que tuvo un rol preponderante en la conquista de las tres estrellas. Jugó todos los partidos de 1924, tan solo se ausentó frente a los alemanes en cuartos de final de 1928 y disputó la totalidad de los encuentros en la primera Copa del Mundo. Un hombre bohemio que dio letra a la opinión pública tanto por su estilo de vida como ´por controvertidas decisiones. Una de ellas consistió en su traspaso directo de Nacional a Peñarol en 1931 en su calidad de tricampeón del mundo y siendo reconocido como una de las principales estrellas tricolores en la década de los años 20. En 1933 viajó a Argentina para alinearse en diferentes clubes del fútbol porteño y colgó los botines en Montevideo Wanderers en 1936.

Partidos con Uruguay. 33 (24 victorias, 6 empates, 3 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 3 Copas América.

Goles: 1 anotación.

 Partidos disputados en campeonatos mundiales:

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs USA 3-0, vs Francia 5-1, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.

.1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0, vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1, vs Argentina 2-1.

1930 Montevideo, vs Perú 1-0, vs Rumania 4-0, vs Yugoslavia 6-1, vs Argentina 4-2.

.SANTOS URDINARÁN. El otro “Vasquito” celeste

-El «Vasquito» fue otro de los grandes goleadores de la década del 20.

Puede ser que no sea el jugador más recordado de aquellas epopeyas pero integró el ataque oriental en la mayoría de los partidos de 1924 y 1928. Debutó en la selección el 21 de setiembre de 1923 en un match por la Copa Premio de Honor que se disputó en el Parque Central frente a Argentina. Su destacadísima actuación en Nacional (´único equipo al cual defendió en su carrera) lo condujo a integrar el representativo de la Asociación por varios años. Salió por última vez a la cancha con la casaca color cielo el 18 de julio de 1930 en el debut mundialista frente a Perú acumulando una veintena de partidos y anotando 2 goles. Uno de ellos fue para sentenciar el resultado definitivo de 2 a 0 frente al anfitrión anaranjado en Ámsterdam.

  Partidos con Uruguay. 20 (14 victorias, 4 empates, 2 derrotas).  

Títulos Obtenidos: 3 campeonatos del mundo. 3 Copas América.

Goles: 2 anotaciones (1 en campeonatos del mundo).

 Partidos disputados en campeonatos mundiales.

1924. Colombes, Francia. vs Yugoslavia 7-0, vs Países Bajos 2-1, vs Suiza 3-0.

 1928 Ámsterdam, Países Bajos. vs Países Bajos 2-0 (Gol 86´ 2-0), vs Alemania 4-1, vs Italia 3-2, vs Argentina 1-1

 1930 Montevideo, Uruguay. vs Perú 1-0

Fuente de información: auf.org.uy

                                                                                                                                         

¡Atención Brasil! Catar puede ser un «má viagem» si te cruzás con Uruguay

Al momento de escribir estas líneas, restan menos de 40 días para el debut de la selección uruguaya en el mundial de Catar. Nuestra querida celeste integra el grupo  H y se enfrentará a sus similares de Corea del Sur, Portugal y Ghana. De pasar a la siguiente fase, existe la posibilidad de cruzarse con el combinado brasilero en el camino que conduce a la obtención de la Copa del Mundo. Un representativo nacional al cual no podemos vencer hace 21 años por todo tipo de competencias a nivel de mayores (o selección absoluta como se quiere imponer  ahora) en carácter oficial o amistoso. Sin embargo, esta no es la primera racha adversa de la Celeste frente a la verdeamarela ya que algo parecido sucedió entre los años 1960 y 1981. Dos décadas sin triunfos uruguayos que fueron interrumpidas por la gigante victoria uruguaya en la final de la Copa de Oro disputada en el Estadio Centenario. Es por ello, y si ambas escuadras pasan la fase de grupo, que la “mala suerte” de cruzarnos con Brasil puede representar una oportunidad inigualable para cortar con la presente sequía de triunfos ante nuestros hermanos norteños.

El heroico Maracanazo, la final del Mundialito o el penal del “Manteca” Martínez para la obtención de la Copa América de 1995 son algunos de los recuerdos de la memoria colectiva futbolera criolla en el historial frente a nuestros hermanos norteños. El fútbol es ese deporte maravilloso que reduce a su mínima expresión todas las asimetrías que puedan existir entre quienes lo protagonizan en un campo de juego. Una disciplina única que permite que un país de nuestro tamaño (evitándose utilizar el término “paisito” o cualquier otro diminutivo) pueda  enfrentarse de igual a igual a un gigante del planeta en todas las dimensiones. La estadística oficial de la A.U.F establece que los norteños prácticamente nos duplican en victorias pero el fútbol uruguayo siempre tuvo la gran virtud, en la mayoría de los casos, de ganar  aquellos encuentros trascendentales para la obtención de sus lauros. Hechos deportivos que representaron episodios traumáticos para los brasileños y que los condujeron a implementar decisiones drásticas. Una de ellas, y capaz que la más notoria, significó el cambio de color de la camiseta tras la derrota del 16 de julio de 1950.

El primer partido entre ambos combinados se disputó el 12 de julio de 1916 por el novel Torneo Sudamericano  disputado en la capital porteña. El cotejo culminó con victoria celeste por 2 a 1 con anotaciones de Isabelino Gradín y José Tognola. A los 6 días, volvieron a jugar en el Parque Central  y fue triunfo para ellos por 1 a 0 en un encuentro de carácter amistoso en el marco de los festejos por un nuevo aniversario de la Jura de la Constitución.  Desde ese momento, el historial de uno de los grandes clásicos del fútbol mundial estuvo marcado por éxitos y frustraciones que llegaron a superar lo meramente deportivo en las dos naciones futboleras. Brasil nos ganó más de lo que nosotros lo hicimos a ellos con períodos hegemónicos bien delimitados en el calendario. Es cierto que la actual racha adversa es la más prolongada en el tiempo dado que no vencemos a los brasileños desde el 1 de julio de 2001. Pero existió otro extenso antecedente que perduró  20 años, 6 meses y 1 día. Este período de tiempo se desarrolló entre el triunfo uruguayo por 1 a 0 del 9 de julio de 1960  por la Copa  Atlántico  hasta la inmensa victoria por 2 a 1 del 10 de enero de 1981 en la inolvidable final de la Copa de Oro. Un largo tiempo de resultados negativos ante los brasileños que culminó de forma implacable con la obtención de un título oficial que solo ostenta nuestro balompié.

Desde el día de su sorteo, el fixture de Catar indica un posible cruce entre Uruguay y Brasil. Desde 1970 que ambos campeones no se enfrentan en un mundial

“20 años no es nada” (1960-1981)

Los años 60 y el principio de la década de los 70 fue un período exitoso del fútbol oriental  en materia de buenos resultados obtenidos. La selección nacional ganó la Copa América de 1967 (a la cual no asistió Brasil), culminó en la 4° posición en México 1970 y clasificó de forma consecutiva a cuatro certámenes mundiales. A nivel de clubes, Peñarol y Nacional marcaron su liderazgo internacional con sus resonantes conquistas continentales y mundiales. Por su parte, en este mismo período Brasil no obtuvo ninguna Copa América pero si fue 2 veces campeón del mundo con la extraordinaria conducción futbolística de Pelé. A su vez, el Santos del prestigioso N° 10 también fue otro importante animador de la novel Copa Libertadores.

El 9 de julio de 1960 se enfrentaron en el Estadio Centenario uruguayos y brasileños por la segunda edición de la Copa Atlántico. El calendario de ese cuadrangular (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se jugó a una ronda todos contra todos. El calendario marcó que uruguayos y brasileños se cruzaran en Montevideo y la Celeste se impuso por 1 a 0. Luego de ese partido del invierno del 60, pasaron 5 años para que ambas selecciones volvieran a cruzarse en un campo de juego. La ocasión se dio en un cotejo amistoso jugado el 7 de setiembre de 1965 en Belo Horizonte y culminó con un contundente 3 a 0 a favor del local. Posteriormente, le siguió la trilogía de la Copa Río Branco de 1967 en el Estadio Centenario. En tan solo una semana, algo que parece absolutamente incomprensible en función de los actual agenda futbolística,  los únicos dos campeones mundiales sudamericanos de ese entonces se enfrentaron tres veces y no pudieron superarse en ninguno de esos encuentros. Al año siguiente, se dio la revancha en suelo visitante con dos partidos que terminaron a favor de ellos. Pero sin lugar a dudas, el mayor recuerdo de esta etapa fue la semifinal de la Copa del Mundo de México 70. Un match que partió mal desde su génesis con el repentino e injustificado cambio de sede que claramente los favoreció. En aquella tarde del 17 de junio en Guadalajara, ambos  combinados nacionales pugnaban por el pasaje a la final, por su aspiración a obtener en propiedad el trofeo Jules Rimet y sin saberlo capaz en ese instante, por culminar de la mejor forma una etapa histórica. Para Brasil significó el final de un período glorioso marcado por una generación de cracks. En el caso charrúa, y con el correr de los años, representó el cierre de una etapa de protagonismo en las copas mundiales. La historia sería muy distinta a partir de Alemania 74 y tuvieron que pasar cuatro décadas para volver a llegar a una instancia semifinal de la máxima competición futbolística.

Los fixtures de los años 70 eludieron la concreción de uno de los grandes clásicos mundiales  y solo hubo 4 partidos entre ambos contrincantes (2 en 1976 por las Copas Atlántico/Río Branco  y otros 2 amistosos en 1980) con sendas victorias de los brasileños. Pero lo que distingue al fútbol uruguayo del resto del planeta es su enorme capacidad para ganar imponerse en jornadas épicas que marcaron la historia de este deporte. El verano de 1980/81 fue el momento elegido para llevar adelante el inédito torneo de campeones del mundo. Los ingleses, al igual que en 1930, no quisieron venir pero su ausencia no opacó un evento fulgurante. El Mundialito fue el encuentro de las mejores selecciones del mundo de ese momento y Uruguay se coronó campeón de forma inobjetable. Los integrantes de aquel equipo nacional asumieron la responsabilidad de ganar la copa y cumplir con la historia. Muchos campeones mundiales aún estaban presentes y no se los podía defraudar. Entre ellos, el director técnico Roque Gastón Máspoli. La hegemonía locataria en el Centenario, la necesidad de revertir opacas actuaciones anteriores y la estadística adversa ante el rival de turno en esa final, fueron elementos importantes que configuraron el contexto en el cual se desarrolló aquel partido. Jugadores y cuerpo técnico estuvieron a la altura de las circunstancias y Uruguay volvió a vencer a Brasil en una final a Brasil. «Quedate tranquilo Obdulio. Los muchachos no te van a dejar cambiar la historia» fueron las palabras que inmortalizó Víctor Hugo en su relato de aquella noche.

La mala racha del SXXI.

La tarde del 1 de julio de 2001 fue sumamente gris y fría. La ilusión de retornar a la fase final de la Copa del Mundo estaba intacta y el público abarrotó el Estadio como de costumbre. Tan solo habían transcurrido 7 años de la última visita norteña al Monumento Histórico del Fútbol Mundial para disputar la final del América del 23 de julio de 1995. Sobre la media hora de juego, el referee escocés Hugh Dallas sancionó penal a favor de nuestro seleccionado. Federico Magallanes asumió la responsabilidad y anotó el único gol de ese día en el arco de la Tribuna Colombes. Carini, Méndez, Sorondo, Montero, Guigou, De los Santos, García, Romero, Recoba, Silva y Magallanes fueron los elegidos por Víctor Púa para vencer al clásico adversario. Una victoria muy importante para llegar a Corea y Japón pero cuya trascendencia histórica superó a esa fase clasificatoria. Seguramente nadie pensó ese día, ni siquiera el mayor de los pesimistas, que aquel triunfo sería el último hasta el presente. En el transcurrir del SXXI, la Celeste culminó cuarta en Sudáfrica, revirtió otra estadística adversa frente a selecciones europeas por Copas del Mundo con las victorias ante Inglaterra e Italia en 2014, fue la mejor selección sudamericana en los mundiales de 2010 y 2018 y campeona de América en 2011. Tuvo  a uno de los mejores tríos ofensivos del orbe compuesto por Forlán, Suárez y Cavani y llegó a estar segunda en el ranking FIFA. Pero con los brasileños se complicó realmente la cosa y  ni el proceso de Tabárez pudo con la canarinha.  Son 21 años de resultados adversos que tuvieron el registro de dos goleadas históricas en Montevideo en 2009 y 2017. Es verdad que las victorias estuvieron muy cerca de concretarse en la semifinal de la Copa América de 2007, en la misma instancia de la Copa de las Confederaciones de 2013 o en Pernambuco en 2016 cuando retornó Suárez tras su despiadada sanción.

El fútbol y la vida dan revanchas y nuestra querida y triunfante Celeste lo sabe. Una posible combinación de resultados puede ocasionar que se juegue un Uruguay vs Brasil por los octavos de final en Catar. Nadie quiere cruzarse con los norteños pero para los uruguayos, puede ser una gran oportunidad de quebrar la historia y consolidarse como candidatos a la conquista de la copa. Porque todos sabemos que cuando se juegan «las que duelen», la mayoría son nuestras.

DATOS ESTADÍSTICOS (extraidos de auf.org.uy).

URUGUAY y Brasil jugaron 78 partidos en total por todo tipo de competición. 20 triunfos de URUGUAY. 20 empates. 38 victorias para Brasil.

Goles. 98 anotaciones para la Celeste. 142 anotaciones brasileñas.

Ángel Romano es el goleador histórico de Uruguay frente a su par brasileño con 6 anotaciones.

Roque Gastón Máspoli fue quien enfrentó más veces a Brasil contabilizando 12 partidos.

Por fase final de Copa del Mundo, uruguayos y brasileños se enfrentaron en 2 oportunidades. Brasil 1 URUGUAY 2. 16 de julio de 1950. Río de Janeiro. Brasil. Brasil 3 URUGUAY 1. 17 de junio de 1970. Guadalajara. México