
Escribe: Atilio Garrido
Para Juan Ángel Miraglia el tiempo no existía. A su lado, a tan solo setenta y cuatro días de conmemorar los 103 años de su vida, se tenía una imprecisa sensación de inmortalidad. Estuve con él departiendo casi una hora el jueves pasado, 13 de junio. Entregué en sus manos el libro de mi autoría sobre los 100 años del triunfo de Uruguay en Colombes. Estaba sentado en la mitad de la cama tendida, frente a mí. Se lo dediqué antes sus ojos escribiendo lo siguiente:
“Al gran Juan Ángel Miraglia con la amistad de unos cuantos años”.
Lo tomó en sus manos, lo leyó sin recurrir a los lentes, y con su clara y potente voz, planteó una pregunta.
“¿Por qué puso al Gran Juan Ángel Miraglia?”
“¡Porque usted es un grande Miraglia!”
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