1937 «Esta vez los uruguayos no tienen nada»

La decimacuarta edición del torneo continental se jugó en el caluroso verano de la capital argentina entre fines de diciembre de 1936 y febrero de 1937. El equipo albiceleste era favorito y quería tomar revancha de las derrotas sufridas ante los uruguayos en las diversas  instancias definitorias en las que se enfrentaron.  Aquel torneo sudamericano representaba una gran oportunidad para que el fútbol argentino volviera a ocupar la cima del balompié continental  y para que la selección local pudiera redimirse ante su afición de las sucesivas  frustraciones deportivas.  Argentina tenía un gran cuadro  y consiguió el anhelado objetivo de coronarse campeón tras el último lauro obtenido en 1929. Sin embargo, la alegría no fue completa porque los defensores de la gloriosa casaca del combinado oriental, que en ese torneo fue roja una vez más, volvieron a demostrar la estirpe ganadora de los nacidos en esta orilla del río más ancho del mundo.   Un nuevo eslabón en el proceso de consolidación de la sana costumbre de ganarle a los argentinos en el patio de su casa.

La Copa América de 1937 debía disputarse en Chile pero la Federación de Football del país trasandino cedió su organización. Argentina asumió el compromiso y albergó el certamen continental pese a los reparos esgrimidos por varios clubes locales. El fútbol argentino venía atravesando un largo tiempo de fuertes procesos divisionistas y profundos debates sobre la regularización de la actividad de los futbolistas como profesionales de esta disciplina. La oficialización del régimen rentado de los jugadores consolidó el predominio de los llamados cuadros grandes  (Boca, River Plate, Independiente, Racing y San Lorenzo) sobre el resto de las instituciones. Estos clubes tenían el poder económico suficiente para reclutar a los mejores jugadores de la capital y del interior del país y  para comenzar a contratar a importantes futbolistas  de los países vecinos. Los uruguayos no fueron la excepción a la regla y comenzaron a cruzar el charco de forma más seguida para desarrollar sus carreras deportivas con mejores remuneraciones salariales. A su vez, la organización del torneo y la fuerte posibilidad de obtener nuevamente el  torneo sudamericano por parte del fútbol argentino representaba el mejor homenaje que se le podía rendir  a la memoria de Alexander Watson Hutton. El educador de origen escocés que había fallecido en marzo de 1936 fue  “el padre del fútbol argentino” a través de su destacada acción en la promoción de este deporte y de la actividad física en general entre los jóvenes estudiantes. Watson Hutton también fue el creador del imbatible Alumni cuando rebautizó al equipo de fútbol del Buenos Aires High School y creó el primer ente rector del fútbol de la vecina orilla en 1893.

«El padre» del fútbol argentino falleció en marzo de 1936 y no pudo ver la quinta consagración continental argentina en la ciudad donde desarrolló su virtuosa labor pedagógica.

La totalidad de los partidos de esta nueva edición de la competencia continental decana del orbe futbolístico fueron disputados en Capital Federal y los escenarios elegidos fueron el extinto  Gasómetro de Avenida La Plata del Club San Lorenzo, el anterior estadio del Club Atlético River Plate en Avenida del Libertador y Tadge (donde hoy se ubica la Plaza República Oriental del Uruguay) y  el viejo escenario de madera del Club Boca Juniors en Brandsen y Del Crucero, donde hoy se emplaza la actual Bombonera. Otra de las novedades de este campeonato consistió en que todos  los matches se jugaron bajo los destellos de las luces artificiales  debido a que se desarrollaron  en las noches veraniegas porteñas.  Esta determinación se implementó, por un lado, a partir de la histórica reivindicación de los jugadores argentinos de que no se fijaran partidos oficiales en horas diurnas durante la estación estival como forma de  garantizar el bienestar de los deportistas en los fields.  Ya existía el triste antecedente del fallecimiento del jugador Arispe  por insolación en un partido entre Gimnasia y Sportivo Barracas que se llevó a cabo con 38°C de calor. Por otra parte, desde que se volvieron a jugar los torneos sudamericanos tras el impasse acontecido entre 1929 y 1935, se estableció como criterio organizativo que esta competencia de selecciones pasara  de los meses primaverales a los del verano en el hemisferio sur. Esta decisión política se mantuvo vigente hasta la edición del torneo de 1967 celebrado en Montevideo salvo alguna excepción como el Sudamericano Extra de 1959 en Ecuador.  La fijación de los encuentros en la noche resultó  un factor fundamental en el éxito del desarrollo del certamen debido al enorme beneficio que tuvieron los hinchas de poder asistir a los encuentros sin tener que padecer el fuerte impacto de los rayos solares sobre los tablones de las tribunas de madera de otrora. El número de la taquilla fue un dato contundente. Otro de los puntos destacados de este campeonato consistió en la cantidad récord de participantes al contar con la inscripción de seis selecciones. Algo que nunca había sucedido hasta ese  momento  desde la primera edición de 1916. Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay fueron los representativos nacionales que asistieron a la honorable contienda deportiva. Bolivia también manifestó su interés por participar pero no lo pudo concretar en los hechos. Este número de asociaciones competidoras recién fue superado en la edición de 1942 celebrada en el Estadio Centenario.

El Gasómetro del C.A San Lorenzo albergó los partidos más importantes de aquel certamen con tribunas repletas.

El  torneo correspondiente al año 1937 tuvo  su comienzo en los últimos días de 1936. El partido inaugural se jugó el 27 de diciembre y fue protagonizado por Brasil y Perú en el barrio de Boedo. Los brasileños, con su típica casaca blanca por aquel tiempo, se impusieron de forma ajustada a Perú por  3 a 2. A los tres días, en el mismo recinto deportivo, Argentina hizo su estrenó triunfal  tras superar a su similar chileno por 2 goles a 1 con doblete de Francisco “Pancho” Varallo.  La tradicional fiesta de Fin de Año implicó un breve receso durante las jornadas del 31 de diciembre y el 1 de enero y la acción continuó el segundo día de enero con el debut celeste. Uruguay enfrentó a Paraguay y cayó derrotado por  4 a 2. La prensa fue muy dura con el equipo nacional y así quedó perpetuado en las páginas de los populares medios escritos. Una muestra de ello es la crónica de Ulises Badano publicada en el ejemplar N° 924 de Mundo Uruguayo. El periodista no escatimó en críticas al titular en su crónica que «Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros» y asignó al resultado adverso «carácteres de catástrofe». La selección charrúa prosiguió su camino frente a Perú el Día de Reyes con un claro triunfo por 4 a 2. Esta victoria fue una inyección de confianza en el plantel uruguayo  tras el duro revés sufrido ante los paraguayos pero el efecto de dicha infusión anímica se diluyó rápidamente. Una dura derrota ante Chile por 3 a 0 el 10 de enero y un nuevo traspié ante Brasil por 3 a 2 una semana después lapidaron las ilusiones orientales de retener el título obtenido dos años antes en Perú. Solo restaba el partido del 23 de enero ante los argentinos y la honorable cuestión de no claudicar ante los eufóricos anfitriones.  Los albicelestes venían invictos y querían la revancha de Lima, de Montevideo y de Ámsterdam en 90 minutos.

Oncena titular uruguaya del 2/1/37 vs Paraguay. Esta foto publicada en Mundo Uruguayo es una de las pocas imágenes registradas de aquel sudamericano debido a que el horario nocturno dificultó notoriamente la labor de los fotógrafos. A su vez, este documento revela que nuestro combinado nacional seguía vistiendo la victoriosa casaca roja de Santa Beatriz en 1935.

Ellos eran mejores pero las estadísticas no lo avalaban.

“Hace mucho tiempo que juzgamos que nuestros teams son más poderosos que los uruguayos, pero las estadísticas de las contiendas con nuestros vecinos, no lo demuestran , ya que el balance arroja un número parecido de triunfos para unos y otros y con el agregado de que las victorias de mayor significación internacional  favorecen a los de Montevideo, puesto que ellos se clasificaron tres veces campeones del mundo y nosotros ninguna (…) Recuérdese si no que en el sudamericano extra a principios de 1935 en Lima nos derrotaron por 3 a 0 y en el último realizado en el field de San Lorenzo nos ganaron por 3 a 2 cuando en ambas ocasiones  creíamos  ciegamente que los venceríamos sin mayores esfuerzos”.  Estas palabras de Chantencier en su crónica “1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1” en la revista El Gráfico, tras dos goleadas argentinas por las olvidadas Copas Newton y Lipton, denotan la hegemonía uruguaya sobre los argentinos en los partidos decisivos y la excesiva confianza que siempre tuvieron nuestros vecinos en su seleccionado nacional. Los argentinos fueron los dueños del continente en la temporada de 1937 pero conseguir un triunfo ante los uruguayos en un partido “por las que duelen” seguía siendo uno de los mayores obstáculos deportivos. Así sucedió en aquella Copa América que culminó en las vitrinas de la AFA aunque la alegría no haya alcanzado una dimensión total.

Uruguay llegó a disputar el torneo en pleno proceso de recambio. Los gloriosos atletas de las epopeyas continentales y mundiales  ya habían culminado de ofrecer sus servicios a la patria futbolística. El retiro de la selección, y de la actividad futbolística en general, de la  mayoría de los gloriosos campeones  obligaba a planificar  una nueva etapa en el combinado. Tan solo Enrique Ballesteros en el arco oriental, que no sumó la totalidad de los minutos en Buenos Aires, y Alberto Supicci en el rol de la dirección técnica permanecían como representantes del último equipo campeón del mundo en Montevideo.  Uruguay armó su lista de buena fe y viajó a Buenos Aires en los albores de 1937 para defender el título obtenido dos años antes en tierras peruanas.

Juna Bautista Besuzzo recorre en bicicleta las calles de Quilmes ante la mirada de algunos compañeros y vecinos de la concentración uruguaya. El arquero sustituyó al «Pulpo» Ballesteros en el inicio del segundo tiempo del partido frente a los argentinos y fue titular en los encuentros disputados ante Paraguay y Chile.

Los hermanos rioplatenses arribaron al trascendental partido del 23 de enero con dos realidades absolutamente opuestas. Los locales habían cosechado 3 triunfos rutilantes mientras que Uruguay tan solo había superado a Perú. Las derrotas ante Chile y Paraguay esfumaron por completo  el sueño celeste de conseguir la octava presea continental.  60 mil espectadores colmaron las instalaciones del desaparecido coliseo de Boedo para ser testigos de la anhelada victoria de sus jugadores ante los bravos uruguayos. Que no parecían tan bravos en esa instancia dados los resultados desfavorables que aniquilaron rápidamente la aspiración por el título.

“El once argentino salió a la cancha para vengar todas las derrotas en un solo partido ante ese Uruguay que en tres matches tenía ya doce goles en la canasta. ¡y nosotros nada menos con personalidades como Antonio Sastre, Peucelle, Lazzatti, Juan Estradaal arco, Pepe Minella , Varallo, Zozaya, Scopelli, el chueco García! Pero a los cinco minutos los orientales ya ganaban uno a cero.  A los 6 del segundo tiempo, 2 a 0, para los uruguayos. Como para ponerte nervioso. Había un petiso orejudo con boina blanca que con su presencia insolente y movediza tenía a mal traer a todo el equipo argentino. Los periodistas debieron recurrir a la lista para identificarlo: Severino Varela. Los jugadores nuestros lo miraban casi con asco, como a un advenedizo que nada tenía que hacer en la cancha. Tenía pinta de dependiente de almacén (…) De pronto, el tipo ese desapareció y, cuando nadie lo esperaba, apareció, puso la cabeza y…tercer gol uruguayo. Al dar el cabezazo se le cayó la boina, la levantó del suelo, la sacudió cuidadosamente, se la puso y le sonrió cachador a los jugadores argentinos. Estaba todo dicho. Pese a dos goles agónicos de Varallo y Zozaya, la Argentina había perdido nuevamente con Uruguay”. La eximia pluma del historiador Osvaldo Bayer ilustra de forma magnífica lo sucedido aquella noche en el Gasómetro. Los argentinos volvían a sucumbir ante su clásico adversario. Uruguay se despedía de Buenos Aires con una orgullosa victoria y culminando en el  tercer puesto de la tabla de posiciones. Había empatado en puntos con Paraguay pero le ganó a los guaraníes el lugar en el podio por goal average.

Severino Varela fue uno de los mejores jugadores uruguayos en aquel Sudamericano. Años más tarde, dejaría Peñarol para jugar en Boca.

Argentina jugó la última fecha frente a Brasil el 30 de enero y ganó por 1 a 0. Ambos equipos igualaron en unidades y tuvieron que jugar un partido de desempate a las 48 hs. Los albicelestes confirmaron su favoritismo y se impusieron por 2 a 0 en un partido accidentado que culminó en plena madrugada por los reiterados altercados entre los futbolistas. Los argentinos obtenían su quinto título sudamericano, seguían sobrellevando el dolor de no poder vencer a los uruguayos en instancias definitorias y  una nueva rivalidad continental comenzaba a gestarse entre nuestros dos vecinos. A su vez, Severino Varela quedaría en las retinas de los porteños y los iba a deslumbrar cuando pasara a Boca y fuera campeón con los xeneizes en 1943 y 1944. Sin lugar a dudas, aquella Copa América de 1937 hizo un valioso aporte al fútbol sudamericano aunque no se la recuerde mucho por estos pagos.

23 DE ENERO DE 1937

ESTADIO: Gasómetro, Buenos Aires.

URUGUAY: Enrique Ballesteros (45´Juan Bautista Besuzzo), Avelino Cadilla, Agenor Múñiz, Rodolfo Carreras, Eugenio Galvalisi, Carlos Martínez, Adelaido Camaití (19´ Juan Emilio Píriz), Severino Varela, Juan Pedro Rosselli, Segundo Villadóniga (75´ Ulises Borges) y Eduardo Ithurbide. DT. Alberto Suppicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Juan Carlos Iribarren, Antonio Sastre, Ernesto Lazzatti, Celestino Martínez (76´Bartolome Colombo), Carlos Peucelle, Vicente de la Mata (45´ Alberto Zozaya), Francisco Varallo, Alejandro Scopelli y Enrique García. DT. Manuel Seoane.

JUEZ:Alfredo Vargas (CHI).

GOLES: 5´ Eduardo Ithurbide (URU), 51´ J.E.Píriz (URU), 58´ Severino Varela (URU), 63´ Francisco Varallo (ARG), 68´ Alberto Zozaya.

Bibliografía y fuentes de consulta

AFA. Memoria y balance 1936. Año 1937, Buenos Aires.

AUF. Uruguay 3 Argentina 2 Copa América 1937. https://auf.org.uy/copa-america-argentina-1937uruguay-vs-argentina1937-01-23/

BADANO, Ulises. Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros. Mundo Uruguayo N° 924, enero de 1937, Montevideo.

BAYER, Osvaldo. Historia del fútbol argentino. Colección Bayer, Editorial Planeta, Buenos Aires.

EL GRAFICO. 1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1. En: https://www.elgrafico.com.ar/articulo/las-cronicas-de-el-grafico/33954/1937-copa-lipton-argentina-5-%E2%80%93-1-uruguay

AHIFU recuerda la notable conquista de la Copa América de 1956

Ambrois no perdona. ¡Uruguay campeón!

Desde el 21 de Enero hasta el 15 de Febrero de 1956, tuvo lugar en Montevideo la disputa del tradicional evento que con carácter extraordinario organizó la Confederación Sudamericana de Fútbol.

El motivo: homenajear a la Asociación Uruguaya de Fútbol por su 50 º aniversario, iniciativa ésta postergada desde 1950.

La capital uruguaya se preparó para recibir en el verano capitalino a las mejores selecciones del continente, como lo había hecho en 1942.

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Sudamericano Sub 20 2017: El reencuentro con un viejo y verdadero amor

Amaral y la copa al cielo. ¡Uruguay volvía a ser el mejor del continente después de 36 años!

Luego de más de tres décadas sin conseguirlo, Uruguay reconquistó el cetro de campeón, por octava vez en su historial y segunda en tierras ecuatorianas. La celeste, gran protagonista de los torneos juveniles, incluso alcanzando un tetracampeonato consecutivo entre 1975 y 1981, sufrió una sequía que duró 36 años. El último título lo había obtenido en 1981, casualmente, también en la altura de Quito. Uruguay, ganó los campeonatos de 1954, 1958, 1964, 1975, 1977, 1979, 1981 y 2017. Además, fue subcampeón en seis oportunidades y tercero en otras seis, dejando en evidencia lo fuerte y competitiva que -históricamente- es la selección en el continente también a nivel juvenil.

GÉNESIS                                                                                                                                      

El XXVIII Campeonato Sudamericano Sub-20 “Juventud de América” estuvo a punto de cambiar de país anfitrión, ya que, 8 meses antes de disputarse el torneo, Ecuador sufrió un terremoto de importante magnitud que provocó grandes destrozos en varias ciudades y dejó casi 800 personas fallecidas.

Sin embargo, en julio de 2016 la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF) confirmó la organización del evento, pues el sismo no había afectado la zona donde tendría lugar la competencia sudamericana y todos los estadios se encontraban habilitados.

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1942: De la mano de un prócer, la Celeste recupera el trono

Uruguay en la antesala de la gloria. Arriba, de izquierda a derecha: O. Varela, Romero, Paz, Muñiz, Gambetta, Rodríguez y Cea (DT). Abajo, en el mismo orden: «Matucho» Fígoli (K), L. E. Castro, S. Varela, Ciocca, Porta y Zapirain.

Tres Copas América habían pasado desde el último título celeste en 1935, cuando la que aquella vez fue roja se despachó con una categórica goleada a Argentina 3-0 para celebrar en Santa Beatriz (Lima, Perú).

Las siguientes presentaciones orientales no fueron las ideales: finalizaron terceros por diferencia de goles en Argentina 1937 y vicecampeones en Perú 1939 (no actuaron ni Brasil ni Argentina, pero fue el debut absoluto de Ecuador) y Chile 1941.

Por ello, la edición 1942 del Sudamericano debía quedar en manos de Uruguay, máxime si, como en esta ocasión, iba a celebrarse en nuestra tierra, por primera vez desde 1924. Sí, nada menos que 17 años después.

A todo esto había que añadirle que la Celeste no solo obtuvo todos los títulos actuando como local sino que ni siquiera había perdido un encuentro, en un record que se mantiene hasta nuestros días.

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AHIFU expuso en el Museo Zorrilla: “Los orígenes británicos del fútbol uruguayo”

Los representantes de AHIFU.

El jueves 1º de febrero de 2024 en el Museo Zorrilla, se llevó a cabo el conversatorio “Los orígenes británicos del fútbol uruguayo” que estuvo a cargo de la Asociación de Historiadores e Investigadores del Fútbol Uruguayo con el apoyo de la Embajada Británica.

El mismo se desarrolló en el marco de la muestra «Los de afuera son de palo. Multitudes en movimiento», de Daniel Supervielle, quien fue el moderador de la citada instancia.

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A tal señor, tal honor

Una distinción merecida.

La frase del título no hace más que reflejar la justicia de la distinción que en el marco de los premios AUF le fue conferida al Dr. Hernán Navascués Bonino (Orden al Mérito y Reconocimiento).

Nacido en Durazno el 18 de Octubre de 1939, su extensa trayectoria, tanto en la esfera pública como privada, se ha distinguido por sus elevados valores éticos y morales, acompañados de una calidad y calidez en el trato con sus semejantes que honran al fútbol del cual es un defensor apasionado.

Su trayectoria se inicia oficialmente en la delegación del Club Nacional de Football, la cual integró en dos períodos: 1980/85 y 1995/2006.

Fue Secretario Ejecutivo de la AUF desde 2006 hasta 2011, reintegrándose a Nacional como Secretario Técnico desde el año 2012 a la fecha.

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Copa América 1967: En casa, no se podía escapar

Los campeones. Parados, de izquierda a derecha: Cincunegui, Varela, Mugica, Paz, Baeza y Mazurkiewicz. Hincados, en el mismo orden: Domingo Pérez, Salvá, Oyarbide, Rocha y Urruzmendi.

Ocho años después de su última conquista continental, Uruguay buscaba, como local, su decimoprimer título de campeón de América.

A favor tenía que se trataba de un combinado infalible en casa (cinco de cinco, sin derrotas), aunque aquello podría acarrear también cierto grado de presión, y que poseía un plantel por demás competitivo-a pesar de que hubo ciertas restricciones en la cantidad de jugadores cedidos por parte de algunos clubes-, en el que destacaban muchas de las figuras del Peñarol campeón de América y del mundo de 1966 y promisorios valores de Nacional, Danubio, Sud América, Defensor, Racing y Fénix.

Entre todos ellos, los nombres de Pedro Virgilio Rocha y Ladislao Mazurkiewicz, ambos en el cénit de su trayectoria deportiva, eran de los más convocantes.

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Sudamericano Sub 20 1964: ¡Uruguay, Uruguay, Uruguay!

En 1964, Colombia se aprestaba a recibir el Sudamericano Sub 20, tercera edición del máximo certamen continental a nivel de juveniles, con una particularidad: hasta ahí, el único ganador había sido Uruguay.

En efecto, la Celeste se había adjudicado los eventos de 1954 (el inicial, en Venezuela) y 1958 (en Chile), y estaba decidida a repetir semejante logro.

Esta vez, y como novedad, más de una ciudad albergaría los encuentros entre el 12 de enero y el 2 de febrero. Barranquilla, Bogotá, Cali y Medellín fueron las localidades escogidas.

Juan Carlos Ranzone, quien comandaría al seleccionado juvenil por primera vez en un certamen de estas características, decidió el plantel, cuyo debut estaba pactado para el mismo día 12 ante Chile en Medellín.

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