100 años de Colombes (6): Cinco años de Copa Competencia y el CURCC es el primer club uruguayo en llegar a la final (SEXTA NOTA)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

La visión de Frank Chevallier Boutell al poner en marcha la disputa de la Cup Tie Competition, generó el efecto buscado. Oficializó anualmente la competencia internacional. A través de ese mecanismo la disputa de los partidos mejoró el nivel del juego. Pero, principalmente aumentó en gran forma el interés de los aficionados a través de un reglamento que, al establecer la eliminación del club derrotado, aumentaba en los jugadores la necesidad de “ganar”. Surgió así en el Río de la Plata un biotipo de futbolística convencido de que lo único que valía la pena, era ganar…

En la tercera nota de esta serie recorrimos la disputa montevideana de la primera edición de 1900 que contó con dos inscriptos. Albion FC derrotó 1:0 al CURCC de la Villa Peñarol con gol registrado a los 118 minutos de juego, culminando el partido una vez convertido el tanto por el ya veterano William Leslie Poole. No se exagera un ápice si se cataloga a ésta victoria de Albion FC como el inicio del camino que en pocos años lo llevará a su desaparición, bajando los brazos el gran dirigente que fue Henry Lichtenberger. Los ganadores de camiseta roja y azul por mitades, cayeron 1:0 en el siguiente compromiso frente a los argentinos del Belgrano AC quedando eliminados en la instancia semifinal.[1]

Seguir leyendo…

100 años de Colombes (5): El Southampton FC inglés y el Uruguay de Bielsa (QUINTA NOTA)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

Transcurridos exactamente 120 años de la visita del primer club de fútbol que llegó desde Europa a todo el continente americano, la presencia del Southampton FC inglés, no sólo adquirió enorme repercusión por el significado y la apertura de las puertas del futuro para el fútbol rioplatense. También, ese recuerdo hoy mueve a la reflexión inevitable sobre los tiempos que corren. ¡Es imposible desde hace varias décadas y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos amén, que un equipo de primer nivel de Europa se presente en Montevideo a disputar un encuentro de carácter amistoso! Este dato de la realidad agiganta aún más la figura de Frank Chevallier Boutell, ideólogo y gestor de la afiliación del fútbol argentino y sus “escuelas”, Rosario y Buenos Aires, a la Football Association inglesa surgida en octubre de 1863. El día 26 de ese mes y año, con la finalidad de disminuir las graves lesiones que provocaba el football rugby, decidieron escribir nuevas reglas dando vida a otro juego. El football association nombre que desde entonces identifica a la asociación encargada de regir el fútbol en Inglaterra, considerándose la dueña del mismo. De los 211 países afiliados a FIFA, la única asociación que no lleva el nombre de su nación es la inglesa citada.

Seguir leyendo…

100 años de Colombes (4): La Copa Lipton y la visita del Southampton FC inglés (CUARTA NOTA)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

La lectura de las tres notas precedentes, a juicio del autor de las mismas, dejan traslucir una realidad que desde la noche de los tiempos se mantiene hasta nuestros días en los diversos aspectos en que se manifiestan las sociedades. El mayor tamaño territorial de la urbe porteña, la superior cantidad de población de los bonaerenses que surgió en la época de la colonia y se fue multiplicando con el paso de los años, generó una realidad que a los montevideanos nos cuesta reconocer. Hasta los días presentes Buenos Aires marca el rumbo de nuestra sociedad. En la materia futbolística que nos ocupa, el lector habrá advertido en las crónicas anteriores, que los bonaerenses han sido nuestros maestros, con el inglés Frank Chevallier Boutell como abanderado e impulsor de los avances en los aspectos organizativos del football association en Montevideo. En ese sentido los uruguayos nos constituimos en los alumnos muy avanzados, con una gran virtud. Merced a la aparición de dirigentes de alta talla intelectual –con Héctor R. Gómez como primer gran abanderado-, logramos superar a los maestros porteños, acumulando conquistas a nivel de América y del mundo, que a los argentinos les llevó muchas décadas obtenerlas.

Seguir leyendo…

Un cafetero de calidad

Fue una de las transferencias más importantes que recibió el fútbol uruguayo en el año 2006. Se trataba de un delantero colombiano de categoría, que había jugado en la Premier League y que había defendido a su selección en Copa América, Eliminatorias y el Mundial Francia 1998.

La expectativa generada por su llegada, motivó que la presentación en la sede danubiana, fuera cubierta por gran cantidad de periodistas.

El hombre nacido en Quibdó y surgido en Deportivo Cali, llegó al club de la Curva de Maroñas, a pedido del entrenador de aquel momento, Gustavo Matosas. Cargaba sobre sus espaldas con una vasta trayectoria que incluía equipos de Colombia, Inglaterra, España, Bulgaria, Japón, Ecuador, etc., pero, además, y lo más importante, en todos los casos con buen suceso.

Por ejemplo, en el fútbol inglés disputó 115 partidos y marcó 56 goles entre 1997 y 2001. En tanto, con la Selección Colombia jugó 27 partidos y convirtió 5 goles, repartidos entre Copa América 1997 y 1999, Eliminatorias 1998 y 2002 y Mundial 1998.

Ricard, una vez adaptado al fútbol uruguayo, fue progresivamente mejorando sus producciones y aumentando la cantidad de goles en su haber, resultando factótum para la obtención del conjunto franjeado del Apertura 2006, Clausura 2007 y Campeonato Uruguayo 2006/07. En total convirtió 12 tantos.

Luego de finalizar el mencionado “Uruguayo”, partió al fútbol chino para jugar en el Shanghái Shenhua, donde también se destacó y en 2009 retornó a Danubio. En esta nueva etapa, no alcanzó a brillar, como la primera vez, pero hay que tener en cuenta, que el plantel ya no tenía la calidad de aquel que conducía Matosas. Igualmente jugó una decena de partidos y anotó 3 goles.

En sus dos etapas con la franja negra al pecho, logró tres títulos de campeón, jugó la Copa Libertadores y convirtió 15 goles en 38 partidos. Para muchos parciales danubianos es uno de los mejores extranjeros que pasaron por el club.

En el año 2010 se fue a Chile y tras jugar un año en Deportes Concepción, regresó a Colombia para jugar en Deportes Quindío y cerrar su carrera en el Cortuluá Fútbol Club.

Además de lo conseguido con Danubio, a su palmarés hay que agregarle los títulos de campeón de Colombia con Deportivo Cali y de Chipre con el club Apoel.

Tras veinte años de carrera profesional disputó en total, entre clubes y la selección cafetera, 573 partidos y anotó 217 goles dejando una gran imagen en el fútbol internacional. 

Actualmente trabaja como entrenador de delanteros.

100 años de Colombes (3): La Copa Libertadores y Uruguay afiliado al fútbol inglés (TERCERA NOTA)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

La geografía del estuario del Río de la Plata favoreció el desarrollo deportivo internacional entre Argentina y Uruguay. El hecho de subirse por la noche al Vapor de la Carrera[1] en una de las ciudades, viajar y arribar a la mañana siguiente a la otra margen, llevar a cabo en la tarde el enfrentamiento deportivo y retornar desandando el camino concluyendo la excursión ni bien saliera el sol el día posterior, favoreció la competencia internacional, que aumentaría exponencialmente en las próximas déca­das, a un extremo como no ocurrió en ningún otro lugar del mundo.

Chevallier Boutell presidente del fútbol argentino

La sagacidad de este británico que llegó a Montevideo en 18973 y que contrajo matrimonio con la uruguaya Rosa Granero, radicado en Buenos Aires donde nacieron sus hijos, sumaba a su creciente prestigio personal, la eficacia de los excelentes resultados futbolísticos que exhibía desde la presidencia de Lomas Athletic Club. Conduciendo personalmente la actividad del fútbol en esa institución, posibilitó que el 30 de marzo de 1900 lograra el objetivo. Asumió la presidencia de la Argentina Association Football League acompañado en la vice por James Oswald Anderson, importante jugador y organizador de actividades en Lomas AC; el secretario Horace William Botting, destacado jugador de Belgrano AC, luego principal juez conocedor meticuloso de las reglas y las decisiones del fútbol inglés, y el tesorero Barrington Blomfield Syer. A excepción de este último los otros tres conductores del fútbol argentino tendrán gran influencia en la concreción de los primeros partidos de la selección de Uruguay frente Argentina, el mejoramiento arbitral en Montevideo y el éxito de la competencia internacional con la denominada, oficialmente, Cup Tie Competition, popularmente conocida como Copa Competencia y, en Montevideo, también llamada Copa Argentina.

Seguir leyendo…

A 100 años del día en que los argentinos se autoproclamaron campeones del mundo

El reconocido periodista deportivo argentino Alejandro Fabbri desató la polémica al cuestionar la validez de las 2 estrellas mundialistas de 1924 y 1928 y al emitir un conjunto de afirmaciones carentes de sustentos documentados sobre la organización del mundial de 1930 y el comportamiento de los jugadores uruguayos en el transcurso del evento. La discusión en torno a los campeonatos de 1924 y 1928 es un tema laudado por FIFA pero muchas veces, entre propios y extraños, vuelven a escucharse voces que pretenden deslegitimar lo resuelto por el máximo ente rector del fútbol internacional. La obtención del primer campeonato del mundo a través de la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Colombes enardeció la rivalidad con nuestros vecinos argentinos. La celeste había conseguido un éxito deportivo inédito para el fútbol sudamericano y los porteños querían demostrar que podían ser campeones del mundo si vencían a los ganadores de la presea dorada.

Ambas asociaciones decidieron homenajear a los campeones mundiales y preparar el Torneo Sudamericano de noviembre de 1924 jugando un par de cotejos amistosos entre sí.  El primero de estos partidos se disputó el 21 de setiembre en el Parque Central y culminó 1 a 1 tras el empate albiceleste en las postrimerías del encuentro. La revancha estaba pactada para el domingo próximo en Buenos Aires pero el match tuvo que ser reprogramado por el desborde del público argentino. Un indicador contundente de la enorme atracción que generaba la presencia de los olímpicos y la tensa rivalidad que había entre ambos combinados nacionales. Se veía venir que iba a pasar de todo.

Una foto pal partido publicada en El Día.

LA REPROGRAMACIÓN DEL MATCH

El partido pactado para el 28 de setiembre de 1924 duró tan solo algunos minutos debido a que se tuvo que suspender por la invasión de los aficionados. El extinto estadio de Sportivo Barracas era el escenario que albergaba los encuentros más importantes  de aquel entonces por tener una capacidad para 30 mil espectadores. Sin embargo, en aquella tarde asistieron cerca de 50 mil personas y las instalaciones se vieron absolutamente desbordadas. El público invadió el campo de juego y la policía no pudo disuadir a quienes habían adquirido sus boletos, a los que se colaron a través de los muros ni a los que provocaron avalanchas en la puerta de entrada. La dirigencia argentina  le pidió a nuestros compatriotas que el partido se jugara el jueves 2 de octubre y la delegación uruguaya accedió a la solicitud.

El aplazamiento de 96 horas se debió a que se tuvieron que hacer algunos arreglos en la cancha tras los destrozos ocasionados por la gente. Uno de ellos fue colocar un tejido perimetral que separara a los espectadores del campo de juego. Como la idea era proteger a los jugadores campeones de Colombes se le llamó alambrado olímpico. Otra medida adoptada consistió en ejercer una supervisión más férreo del número de entradas puestas a la venta. Se ofrecieron menos de 30 mil tickets para evitar que se repitiera un nuevo desborde de aficionados y para que la policía pudiera tener un mayor control ante eventuales levantamientos. Pero el ambiente estaba “caldeado”, como se dice popularmente, y el tejido colocado no fue una barrera suficiente para evitar los infelices sucesos acaecidos.

PIEDRAS, BOTELLAS Y UN GOL DE CORNER. UNA JORNADA COMPLETITA.

Secuencia fotográfica del gol de córner al arquero olímpico. Se acuño la denominación de gol olímpico

El match se disputó en las primeras horas de la tarde y el calor de la incipiente primavera pegó fuerte tanto en los deportistas como en los espectadores. El público local estaba ávido por ver a los distinguidos campeones y como sus jugadores podían vencer a los olímpicos. El partido estuvo marcado desde el kick off por una rispidez mayor a la habitual que fue acompañada de forma concomitante por parte de quienes presenciaban las acciones desde la  tribuna. El score se abrió a los 15 minutos tras un espectacular tiro de esquina ejecutado por el futbolista de Huracán Cesáreo Onzari. El remate provino desde la izquierda de Mazalli y el guardameta oriental se vio sorprendido por el peculiar efecto que tomó el balón. Los espectadores demoraron en gritar el gol dado que la mayoría no sabía que la FIFA había habilitado unos  meses atrás los goles convertidos directamente desde un corner. El juez uruguayo Ricardo Vallarino conocía la modificación reglamentaria  que había sido notificada  a la AFA días antes del encuentro y dio por válida la anotación. Debido a que el gol le fue realizado al arquero campeón, la prensa local bautizó  de inmediato a la jugada como “gol olímpico”. Así surgió la tradicional denominación que se le atribuye a este tipo de goles convertidos desde una de las cuatro esquinas del campo de juego. Los celestes se fueron arriba con todo y consiguieron el empate transitorio a los 29´ por intermedio de “El Vasco” Pedro Cea. La primera parte culminó empatada pero el equipo albiceleste  se adelantó nuevamente en el tanteador a los 53´ tras anotación de Domingo Tarasconi. Este resultado parcial se convirtió en el marcador final del encuentro que no llegó a su finalización con los dos equipos dentro de la cancha. Los uruguayos abandonaron el campo de juego a los 86´ para culminar  en una bataola generalizada con varios hinchas porteños. Los futbolistas recibieron una verdadera lluvia de piedras y botellas durante todo el cotejo y no lograron controlar los impulsos de  respuesta a los brutales ataques. Las agresiones fueron  reconocidas por la prensa local pero el enfoque que se dio a los acontecimientos no fue exactamente el mismo a ambas orillas del Río de la Plata. Un hecho tan viejo como la misma rivalidad deportiva.

La euforia del público local por ver a su selección frente a los campeones del mundo generó los más diversos desmanes. Se erigió una contención que separó a los hinchas del campo de juego. Se había instalado el alambrado olímpico,

LA ACTITUD INCULTA DEL PÚBLICO ARGENTINO EN EL MATCH DE AYER ”.

Este fue el título de la sección “Cultura física” del diario El día en su edición vespertina del viernes 3 de octubre de 1924. Esta afirmación fue desarrollada por el cronista de turno a partir  de las noticias que recibió el periódico de facción batllista en su redacción por  la incipiente transmisión radial que emitió la Estación LOR en Argentina y que se escuchó a través de  un receptor superheterodino de General Electric. El autor del escrito definió que “lo acontecido ayer en Sportivo Barracas no tiene precedentes en la historia del football rioplatense. Imagínese el lector a un público de treinta mil personas enfurecido como una inmensa jauría, traduciendo su furia en un continuo clamor de insultos y denuestos contra los deportistas que los honraban con su visita, y que no bastándole la agresión de palabra la emprende contra los once caballerescos e indefensos adversarios con una lluvia de pedradas y botellazos, y se tendrá la impresión de lo que fue el público argentino en el match de ayer”. Y continúa afirmando que “en el ambiente deportivo porteño existía un solo propósito; el propósito de ganarles – “aunque  hubiera que valerse  para ello de cualquier medio”. Más adelante, el autor establece el “contraste” con lo sucedido en el encuentro amistoso de setiembre en nuestro país. “ En el partido del 21 del pasado entre olímpicos y argentinos, éstos fueron sacados en andas del Parque Central por nuestro público”.

Por su parte, la prestigiosa revista El Gráfico dio su versión sobre los hechos expresando las siguientes sensaciones: “Pocas veces hemos experimentado en un campo de juego la impresión dolorosa, de desconcierto, que sufrimos ante el epílogo que tuvo el encuentro. Las escenas de guerrillas entre los campeones olímpicos y el público, aquella otra de Scarone luchando a brazo partido con los agentes de policía, procurando impedirle que abandonase el field, no tienen precedente en las luchas rioplatenses. De como se pudo llegar a esta exaltación y falta de buen tino, es lo que no nos explicamos, y si buscamos su origen debemos decir en honor a la verdad, que lo encontraríamos por igual en la conducta de ambas partes.  No de otra manera se explica el juego algo brusco de los visitantes cuando comprobaron el poder del team argentino, como tampoco se explican las botellas y piedras que por tal causa les fueron arrojadas, sobre todo aquellas primeras dirigidas al arquero Mazalli, que ninguna participación tenía en las violentas intervenciones de sus compañeros”.

“Me sorprendió la actitud del público que contrasta con la forma fraternal con que recibimos a los argentinos en nuestro país días pasados. El retiro de la cancha se debió  a que consideré anormales las condiciones en que se desarrollaba el partido” Palabras de José Nasazzi

Sin lugar a dudas, en ambas versiones queda establecido que  la afición local tuvo un comportamiento muy hostil con los vigentes campeones del mundo. El cronista argentino pretendió justificarlo a través del juego brusco oriental. La pluma de El Día hizo referencia a los hechos contrastando la actitud de los aficionados uruguayos cuando se jugó el primer partido de esa serie de amistosos en Montevideo.  A su vez, en el artículo del diario dirigido por la familia Batlle Pacheco aparece el siguiente pasaje: “El jugador Adolfo Celli se rompió una pierna al pretender rompérsela a Cea y el capitán olímpico autorizó  a sus adversarios a reponer el jugador lesionado, galantería que jamás tuvieron los argentinos en innumerables casos análogos.” Este “gesto” de Nasazzi  también fue reconocido por la prensa argentina porque aún no existían los cambios. Si un jugador lesionado debía salir de la cancha no tenía sustitución salvo que se estableciera un acuerdo como el mencionado en pleno desarrollo del match. Lo que si enfatizaron los diarios argentinos y fue omitido en El Día es que Celli sufrió fractura de tibia y peroné debido a la excesiva fuerza aplicada  en la disputa del balón.

“No me dejaban correr, cuando pretendía marcar a Onzari me llovían las piedras y botellas…”

La vehemencia llegó a límites extremos y todo terminó de forma bochornosa.  Las crónicas de la vecina orilla enfatizaron en la reacción de los uruguayos hacia el público mientras que en las escritas de este lado, solo se fijó la atención en los malos comportamientos de los espectadores. Los jugadores uruguayos se retiraron a los 86 minutos de la cancha y  sus colegas albicelestes fueron a buscarlos para culminar el partido. Los celestes estaban entreverados en plena trifulca y los argentinos retornaron al campo de juego para permanecer en el mismo hasta el pitazo final  y poder concretar  la victoria tal cual lo establecía el reglamento.

Más allá de juzgamientos sobre la conducta de todos los involucrados en aquella jornada que pretendió ser de índole deportiva, la verdad es que la rivalidad futbolística entre los dos países bañados por las aguas del Estuario del Plata estaba sumamente instalada en la población.  El público argentino festejó el triunfo sobre los campeones olímpicos con gran algarabía mientras que en la opinión pública uruguaya se pretendió explicar la derrota en base al comportamiento de los porteños. Las agresiones del público local fueron reconocidas por los propios argentinos pero la gran cuestión de fondo era lo que significaba ganar o perder el clásico partido. Los argentinos seguían lamentándose no haber viajado a Francia para participar del campeonato de Colombes mientras que los uruguayos si  lo habían hecho con un rotundo éxito. Los hinchas celestes tuvieron la oportunidad de ostentar el orgullo de la gesta mundialista ante su tradicional adversario pero dicha intención se frustró con el empate en el Parque Central y perdiendo en Buenos Aires hasta con un gol de corner.  En 1930, tras acumular su segunda derrota mundialista  consecutiva con Uruguay entre la final de Ámsterdam 1928 y la de la Copa del Mundo de Montevideo, los argentinos pretendieron justificar la nueva derrota aludiendo a la hostilidad del público presente en el Estadio Centenario y las supuestas amenazas de los efectivos policiales actuantes en la tarde del 30 de julio. Nunca se podrá dictaminar con exactitud quienes tuvieron la razón en todos estos acontecimientos porque en cada orilla se dieron las versiones oportunas. Pero lo que si queda claro es que la pasión que generó el balompié en el Río de la Plata llevó a que uruguayos y argentinos experimentemos un vínculo fraternal salvo cuando nos cruzamos en una cancha de fútbol.

Alineaciones titulares

Argentina: Américo Tesoriere, Adolfo Celli, Florindo Bearzotti, Ángel Medici, José Fortunato, Emilio Solari, Domingo Tarasconi,  Ernesto Celli, Gabino Sosa, Manuel Seoane, Césareo Onzari.

A los 35´ se produjo el cambio de Adolfo Celli por Ludovico Bidoglio debido a la fractura del primer referido.

Uruguay. Andrés Mazalli, José Nasazzi, Fermín Uriarte, José  Leandro Andrade, Alfredo Zibechi, Pedro Zingone, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, Ángel Romano.