A él se le debe la existencia de Danubio. Porque fue el iniciador y auténtico caudillo de los pibes fundadores. Por ello, al reconstruirse el Acta de Fundación se le reconoció con justicia como Presidente de la simbólica Asamblea constitutiva del Club.
Mantuvo el Amor por Danubio imperturbable y puro durante toda su vida, como el que con seguridad sintió cuando con sus hermanos y otros niños lo fundaron. El orgullo para con el barrio y el club se le notaba a simple vista, es que jamás pensó en la magnitud que iba a alcanzar aquel cuadrito de barrio, formado por escolares en los recreos de la Escuela República de Nicaragua. Sin dudas, tampoco debe haber imaginado que él se había transformado en el iniciador fundamental de un sentimiento llamado Danubio y que con el tiempo nuclearía a miles de uruguayos. Quiso a Danubio como a un hijo y le dedicó su vida.
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