¡Cómo olvidar C! Basáñez campeón

El centenario club de La Unión celebra los 35 años de la obtención de su único título de la vieja Primera Divisional C. El equipo conducido por Miguel Piazza fue un animador constante del ascenso en la década de los años 80 y consiguió su segundo pasaje al fútbol profesional en la temporada de 1989 tras una actuación superlativa. Aquel triunfo deportivo fue sumamente justo y merecido y representó el acceso al período más glorioso de la institución. El club permaneció por un período de 20 años en el ámbito de la competición profesional y sigue siendo catalogado como una de las máximas revelaciones de nuestro fútbol cuando desembarcó en primera división. Eran tiempos felices aquellos en los que la gloria pasó por Camino Carrasco e hizo morada en los viejos campos de Basáñez.

Escribe: Federico Maritán

Transcurría la última página del calendario de setiembre y el ambiente primaveral había invadido la atmósfera capitalina. La campaña electoral calentaba los motores de cara  a los comicios nacionales del último domingo de noviembre y los muros de la ciudad se pintaban de verde para promover el voto de apoyo a la derogación de la Ley de Caducidad. Días antes, la selección uruguaya clasificaba al mundial de Italia con la conducción técnica del maestro Tabárez y el liderazgo futbolístico de Ruben Sosa. “El Principito” había tenido una actuación épica ante Argentina en la semifinal de la Copa América de ese año y fue la máxima figura del triangular que condujo a la Celeste a  la cita mundialista de 1990.  La competencia local avanzaba a su ritmo en cada una de sus categorías y estaba atravesada por  los problemas económicos emanados de la coyuntura deficitaria de nuestro fútbol. El negocio de la televisión para abonados aún no se había implementado por estas latitudes y  algunos clubes comenzaban a manejar la idea de comercializar los goles de sus partidos a los canales privados. Un indicador contundente de que el profesionalismo requería de mayores recursos económicos y que ya no alcanzaba con manguear a los comerciantes del barrio, hacer rifas o esperar un auténtico milagro en la taquilla de cada fin de semana. En ese contexto fue que se disputó un nuevo campeonato de la C  cuyas características pueden resultar muy disímiles al de la actual Primera División Amateur. Aquella competición estuvo compuesta por 11 instituciones que representaban en el campo de juego el palpitar por los colores de sus respectivas barriadas. Algo muy distante a la superposición de equipos del presente cuya existencia, en muchos casos, responden a intereses políticos del ámbito asociacionista y/o a intereses puramente económicos amparados jurídicamente en la figura de la Sociedad Anónima Deportiva (SAD). Es verdad que el mundo cambió y que la globalización también hizo su trabajo en el sentimiento de pertenencia al barrio. Los gurises están pendientes del fixture de la Champions y lucen las camisetas de los imperialistas clubes europeos o la blusa rosada del Inter de Miami por la presencia de Messi y Suárez en la franquicia que juega al soccer en Estados Unidos. Este fenómeno ha sido determinante para que los hinchas de antaño ,que ya no se encuentran por razones biológicas, no fueran sustituidos por las nuevas generaciones en las grisáceas  gradas prefabricadas de las canchas del ascenso. Pero más allá de las diferencias y semejanzas que se pueden establecer a 35 años de aquel campeonato, el mismo sigue vivo en el alma de la afición rojinegra de las otroras tierras de Don Tomás Basáñez.

Miguel Ángel Piazza junto al presidente Julio Rodríguez le revelan a Atilio Garrido los secretos de los éxitos deportivos y sociales de Basáñez por esas horas.. Foto publicada el 4/10/89 en UN.

EN BUSCA DEL “PUCHERO”

Albion, Alto Perú, Basáñez, Huracán, Juventud, La luz, Oriental, Platense, Salus, Uruguay Montevideo y Villa Teresa fueron los clubes que pugnaron por el ascenso a la Primera Divisional B en 1989. La edición de últimas Noticias del sábado 13 de mayo destinó una página completa  a la difusión de la competición que daba inicio ese fin de semana y fue categórico cuando hizo referencia al club rojinegro en el análisis previo. “El equipo ´grande´ de la divisional, el que impone el mayor respeto. Este año, comentan que puede ser el suyo.  Basáñez fue fundado el 1 de abril de 1920. Su reducto prácticamente inexpugnable es llamado ´La Bombonera´ (…) Casualmente nunca fue campeón de la ´C´ y tampoco militó en la primera división”. Las dos deudas pendientes señaladas por el periodista fueron resarcidas en poco tiempo con la conquista del título de la C en esa misma temporada y el arribo a la máxima categoría de nuestro fútbol en el año 1994.  Basáñez había sido un animador constante de la divisional en la década de los años 80 y por diversas razones no había conseguido subir a la B. Las sucesivas frustraciones en la concreción de este objetivo deportivo no erosionaron las esperanzas y el club siguió apostando a la conquista del anhelado sueño. Julio Rodríguez era el presidente de la institución y Sergio “Oreja” González ocupaba la vicepresidencia. Ambos directivos lideraron aquella comisión que trabajó de gran forma para fortalecer el patrimonio del club y presentar un equipo competitivo en cancha. La primera decisión que tomó Rodríguez consistió en ir a buscar a Miguel Piazza para que se hiciera cargo de la conducción técnica. “El Puchero” había realizado una gran campaña con Racing en la B en la temporada anterior a partir de la conformación de un muy buen plantel cuando “La Escuelita” de Sayago no tenía un peso. Rodríguez lo siguió hasta en el  tablado que frecuentaba en carnaval y el prestigioso técnico culminó aceptando la oferta de dirigir al plantel superior rojinegro. “Hicimos prácticas de fútbol para conocer a los muchachos, como eran técnicamente, como estaban dotados, si tenían  velocidad, dinámica, como cabeceaban. En fin, ver todos esos secretos del fútbol” comenzó declarando Piazza en una entrevista celebrada por Atilio Garrido a los pocos días de coronarse campeón de la divisional. Y continuó diciendo que “después comenzamos a traer gente para que se probara. Llegaron de todos lados, algunos que yo traje porque los conocía, como Cordero de Sud América, Richard Machado de Bella Vista; Amacoria y Laffera que Danubio había dejado libre (…) Vino Perreng de Cerro; Píriz de Cerrito pero iniciado en Danubio, Herrera también de Cerrito; Arrúa y Cabrera del interior. También libres de Danubio estaban Bueno, Silva y Argimón. Y del club quedaron Cardozo, Hernández, Dos Santos, San Martín y Castro. Otro que vino fue Padula, un zaguero de grandes condiciones de Central”. Así fue como  “Puchero” ensambló  un gran equipo cuyo único objetivo consistía en salir campeón. El  grupo conformado estaba convencido  de la meta trazada y llevó adelante una intensa pretemporada de 40 días para llegar de la mejor forma al inicio del torneo. ¡Querían hacer historia!

Basáñez se coronó campeón frente a Villa Teresa en el Capurro. Foto: Antonio García

EL CAMPEONATO Y EL SUEÑO EN MARCHA.

El torneo comenzó el domingo 14 de mayo y los clubes fueron divididos en dos series bajo el formato de todos contra todos, a dos ruedas y en régimen de local y visitante. Los primeros 3 de cada serie pasaban a la ronda final mientras que el resto daría por finalizada su actividad en la temporada. El precio general de las entradas fue fijado en N$ 500 y los menores de 14 años tenían libre acceso a los escenarios deportivos.  Basáñez integró el grupo B junto a Alto Perú,  Oriental, Platense y Salus y el ansiado debut se produjo en Nuevo París con un ajustado triunfo  a domicilio. La segunda fecha resultó libre y el cuadro rojinegro retomó la actividad el 28 de mayo con un agónico empate del “Loco” Dos Santos  en la hora en el Parque Oriental. La cuarta fecha indicó el primer encuentro de la temporada en La Bombonera frente a Alto Perú y culminó con una goleada por 6 a 1. A la semana siguiente, el futuro campeón también oficio de local ante Platense y se impuso a uno de sus clásicos adversarios del barrio Puerto Rico por 3 a 1. Las revanchas de la fase de grupo contaron con el empate 1 a 1 versus Salus, la victoria por 4 a 0 frente a Oriental, un segundo triunfo ante a Alto Perú por 3 a 0 y una rotunda goleada a Platense por 5 a 0. Basáñez culminó primero en la serie B con 14 puntos y un saldo favorable de 20 goles. La condición de favorito señalada por últimas Noticias en el inicio del torneo había sido ratificada en la primera parte del campeonato pero faltaba confirmarla en la etapa definitoria de la competición.

Basáñez, Oriental y Salus fueron los clasificados de la serie B mientras que La Luz, Villa Teresa y Huracán habían ocupado los tres primeros puestos en la serie A. El comienzo de la fase final se dio el 30 de julio y los de Camino Carrasco consiguieron un duro triunfo frente a La Luz en la desaparecida cancha ubicada a orillas del Miguelete. Este resultado fue considerado como un mojón muy importante porque el cuadro merengue había sido el ganador de su llave y era otro férreo candidato al título. Sin embargo, la algarabía por los buenos resultados se vio interrumpida a la semana siguiente cuando Salus se impuso por 1 a 0 en La Bombonera y le sacó el invicto al dueño de casa. Este resultado adverso fue un duro golpe pero el equipo retomó de forma rápida la senda de la victoria con un sólido 2 a 0 frente a Huracán en Paso de la Arena. La campaña continuó de forma exitosa con un 2 a 1 ante Villa Teresa,  1 a 0 versus Oriental, empate 1 a 1 contra La Luz (estos tres partidos consecutivos de local en Malvín Norte), una nueva victoria en Nuevo París por 3 a 2 y un contundente 5 a 0 frente Huracán en La Bombonera. En este partido, se produjo la curiosidad de que solo se jugó el primer tiempo porque los visitantes no salieron a disputar la segunda parte del encuentro.  Basáñez se consolidaba como líder y el objetivo del ascenso estaba cada vez más cerca. El fixture y los resultados indicaban que con una victoria frente Villa Teresa se conquistaba el anhelado ascenso. Restaban tan solo 90 minutos para la gloria.

La tarde del 30 de setiembre de 1989 quedó grabada en el alma de los hinchas rojinegros. Foto: Antonio García.

VOLVIERON MAREADOS POR LA VUELTA EN EL CAPURRO

Los camiones partieron en caravana desde Camino Carrasco rumbo al Parque Capurro. El histórico escenario de Fénix fue la cancha fijada por los rojiblancos de la calle Islas Canarias para albergar el match.  Era un encuentro decisivo y Últimas Noticias envío a un periodista y a un fotógrafo para realizar la cobertura mientras que CX 46 transmitió el partido en directo. La bulliciosa parcialidad de Basáñez arribó “por la ruta nueva” y se ubicó en la tribuna que le da la espalda a la bahía. La fiesta comenzaba temprano porque la cuarta división rojinegra también tenía serias posibilidades de coronarse como la mejor de su categoría. Los gurises no defraudaron  y  ganaron el preliminar y el campeonato. Los planteles del partido de fondo cruzaron al parque de enfrente para efectuar la entrada en calor y el ambiente se puso tenso desde los primeros movimientos. Algo que se vio reflejado en el primer minuto de juego cuando el local tuvo su primera tarjeta roja por un fuerte patadón.  Villa Teresa estaba tercero en la tabla de posiciones pero ya no contaba con posibilidades de ascender. Los rojiblancos salieron a defender la causa  del club pero propusieron un juego brusco que los condujo a terminar con 7 jugadores en el campo de juego. Basáñez tenía bien en claro cuál era su único propósito ese día y mantuvo la calma en todo momento. Administró las acciones del juego controlando a su rival y ejecutando algunos ataques hacia la valla contraria. El partido fue áspero, aburrido y sin mayor destaque técnico. El único componente emotivo oscilaba entre la conversión del ansiado gol visitante para emprender la vuelta olímpica o la capacidad del anfitrión para arruinarle la fiesta al líder de la tabla. Una cuestión que se dirimió a los 68´ de juego cuando Carlos Cardozo mandó a guardar la pelota en el arco de Villa Teresa. El grito de gol resonó bien fuerte desde Capurro hasta La Unión e hizo temblar a los cimientos de los edificios vecinos de la cacha de Fénix. La euforia contenida en los hinchas rojinegros por conseguir el pasaje al fútbol profesional se expandió como una onda sísmica y sacudió la parsimonia de la tarde montevideana. Faltaban veinte minutos y tan solo tenía que pasar el reloj. Villa Teresa siguió acumulando rojas y su capacidad de respuesta se vio tan disminuida como la cantidad de jugadores en cancha. El juez Moreira dio el pitazo final y la tribuna explotó. Los tres integrantes del cuerpo arbitral se retiraron del campo de juego bajo una catarata de insultos de los hinchas locales y una zapatilla vieja lanzada desde las gradas se convirtió en un misil que casi impactó en uno de los hombres vestidos de negro. Los jugadores y los dirigentes se mezclaron con los hinchas y entre todos conformaron un grupo homogéneo teñido por los colores de coraje y rebelión. Tan solo dos futbolistas debieron apartarse del emotivo festejo para ir hasta el vestuario a cumplir con el control antidoping. (si, aunque usted no lo crea hubo antidoping ese día). La caravana abandonó el Capurro para retornar a la Unión y continuar allí con los festejos. Basáñez se convertía en profesional.

¡Claro que se lo merecía! Basáñez fue un gran protagonista del ascenso en los años 80 y ganó con absoluta autoridad su lugar en el fútbol profesional.

“¿CUÁNTO TE PAGÓ PACO?”

Este era un grito habitual de los hinchas de los clubes adversarios de Basáñez hacia los jeuces de turno porque existían fuertes rumores de que Paco Casal ayudaba económicamente al club. El reconocido representante de futbolistas y empresario televisivo estaba en pleno auge de su actividad profesional a través de la gestión de notables fichajes de futbolistas uruguayos en el mercado europeo cuando tan solo podían enrolarse dos extranjeros en los equipos del viejo continente. Atilio Garrido le preguntó al presidente Rodríguez sobre este mito futbolístico y Julio no titubeó en la respuesta. “Me miró y me dijo, ´mirá Julio, vos subí a Basáñez a la B que a la A lo subo yo´. Yo cumplí, ahora le toca cumplir al Paco y como sé que es su meta y que lo que promete lo cumple, no tengo dudas de que de la mano del Paco y con la ayuda nosotros, Basáñez va a estar en primera división”. Aquel título de Basáñez representó el punto inicial del período más glorioso del club. El equipo se sostuvo por 20 años consecutivos en el fútbol profesional y logró jugar durante dos temporadas en la A. Su de0sembarco en el círculo de privilegio se dio en 1994 cuando se produjo el cambio de formato de la competición local y culminó siendo la revelación del primer Torneo Apertura. La Bombonera se vio rebozada de hinchas y vecinos en cada partido de primera y las filas rojinegras fueron defendidas por virtuosos futbolistas que nutrieron a los planteles de Nacional y Peñarol. Todo esto puede ser considerado algo muy lejano en el tiempo y que poco tiene que ver con el presente de la institución. Pero recordar estas epopeyas deportivas en la vida de un club pueden inspirar a construir un nuevo 1989 en el futuro próximo.

LA CAMPAÑA DE 1989

Primera fase.

14/5 Salus 1 BASÁÑEZ 2. Parque Salus. 28/5 Oriental 2 BASÁÑEZ 2. Parque Oriental. 4/6 BASÁÑEZ 6 Alto Perú 1 La Bombonera. 11/6 BASÁÑEZ 3 Platense 1. La Bombonera. 18/6 BASÁÑEZ 1 Salus 1. La Bombonera. 2/7 BASÁÑEZ 4 Oriental 0. La Bombonera 9/7 BASÁÑEZ 3 Alto Perú 0 La Bombonera. 16/7 BASÁÑEZ 5 Platense 0. La Bombonera.

Segunda fase

30/7 La Luz 1 BASÁÑEZ 2. Parque Rivero. 6/8 BASÁÑEZ 0 Salus 1. La Bombonera. 13/8 Huracán 0 BASÁÑEZ 3. Parque Bossio. 27/8 BASÁÑEZ 2 Villa Teresa 1. La Bombonera. 3/9 BASÁÑEZ 1 Oriental 0. La Bombonera. 10/9 BASÁÑEZ 1 La Luz 1. La Bombonera. 17/9 Salus 2 BASÁÑEZ 3. Parque Salus. 24/9 BASÁÑEZ 5 Huracán 0. La Bombonera. 30/9 Villa Teresa 0 BASÁÑEZ 1. Parque Capurro. 8/10 BASÁÑEZ 1 Oriental 1. La Bombonera.

El presente artículo se elaboró en base a la cobertura periodística llevada a cabo por últimas Noticias entre el 13 de mayo y el 10 de octubre de 1989. La autoría de la foto de portada corresponde a Antonio García.

Un cafetero de calidad

Fue una de las transferencias más importantes que recibió el fútbol uruguayo en el año 2006. Se trataba de un delantero colombiano de categoría, que había jugado en la Premier League y que había defendido a su selección en Copa América, Eliminatorias y el Mundial Francia 1998.

La expectativa generada por su llegada, motivó que la presentación en la sede danubiana, fuera cubierta por gran cantidad de periodistas.

El hombre nacido en Quibdó y surgido en Deportivo Cali, llegó al club de la Curva de Maroñas, a pedido del entrenador de aquel momento, Gustavo Matosas. Cargaba sobre sus espaldas con una vasta trayectoria que incluía equipos de Colombia, Inglaterra, España, Bulgaria, Japón, Ecuador, etc., pero, además, y lo más importante, en todos los casos con buen suceso.

Por ejemplo, en el fútbol inglés disputó 115 partidos y marcó 56 goles entre 1997 y 2001. En tanto, con la Selección Colombia jugó 27 partidos y convirtió 5 goles, repartidos entre Copa América 1997 y 1999, Eliminatorias 1998 y 2002 y Mundial 1998.

Ricard, una vez adaptado al fútbol uruguayo, fue progresivamente mejorando sus producciones y aumentando la cantidad de goles en su haber, resultando factótum para la obtención del conjunto franjeado del Apertura 2006, Clausura 2007 y Campeonato Uruguayo 2006/07. En total convirtió 12 tantos.

Luego de finalizar el mencionado “Uruguayo”, partió al fútbol chino para jugar en el Shanghái Shenhua, donde también se destacó y en 2009 retornó a Danubio. En esta nueva etapa, no alcanzó a brillar, como la primera vez, pero hay que tener en cuenta, que el plantel ya no tenía la calidad de aquel que conducía Matosas. Igualmente jugó una decena de partidos y anotó 3 goles.

En sus dos etapas con la franja negra al pecho, logró tres títulos de campeón, jugó la Copa Libertadores y convirtió 15 goles en 38 partidos. Para muchos parciales danubianos es uno de los mejores extranjeros que pasaron por el club.

En el año 2010 se fue a Chile y tras jugar un año en Deportes Concepción, regresó a Colombia para jugar en Deportes Quindío y cerrar su carrera en el Cortuluá Fútbol Club.

Además de lo conseguido con Danubio, a su palmarés hay que agregarle los títulos de campeón de Colombia con Deportivo Cali y de Chipre con el club Apoel.

Tras veinte años de carrera profesional disputó en total, entre clubes y la selección cafetera, 573 partidos y anotó 217 goles dejando una gran imagen en el fútbol internacional. 

Actualmente trabaja como entrenador de delanteros.

A 100 años del día en que los argentinos se autoproclamaron campeones del mundo

El reconocido periodista deportivo argentino Alejandro Fabbri desató la polémica al cuestionar la validez de las 2 estrellas mundialistas de 1924 y 1928 y al emitir un conjunto de afirmaciones carentes de sustentos documentados sobre la organización del mundial de 1930 y el comportamiento de los jugadores uruguayos en el transcurso del evento. La discusión en torno a los campeonatos de 1924 y 1928 es un tema laudado por FIFA pero muchas veces, entre propios y extraños, vuelven a escucharse voces que pretenden deslegitimar lo resuelto por el máximo ente rector del fútbol internacional. La obtención del primer campeonato del mundo a través de la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Colombes enardeció la rivalidad con nuestros vecinos argentinos. La celeste había conseguido un éxito deportivo inédito para el fútbol sudamericano y los porteños querían demostrar que podían ser campeones del mundo si vencían a los ganadores de la presea dorada.

Ambas asociaciones decidieron homenajear a los campeones mundiales y preparar el Torneo Sudamericano de noviembre de 1924 jugando un par de cotejos amistosos entre sí.  El primero de estos partidos se disputó el 21 de setiembre en el Parque Central y culminó 1 a 1 tras el empate albiceleste en las postrimerías del encuentro. La revancha estaba pactada para el domingo próximo en Buenos Aires pero el match tuvo que ser reprogramado por el desborde del público argentino. Un indicador contundente de la enorme atracción que generaba la presencia de los olímpicos y la tensa rivalidad que había entre ambos combinados nacionales. Se veía venir que iba a pasar de todo.

Una foto del partido publicada en El Día.

LA REPROGRAMACIÓN DEL MATCH

El partido pactado para el 28 de setiembre de 1924 duró tan solo algunos minutos debido a que se tuvo que suspender por la invasión de los aficionados. El extinto estadio de Sportivo Barracas era el escenario que albergaba los encuentros más importantes  de aquel entonces por tener una capacidad para 30 mil espectadores. Sin embargo, en aquella tarde asistieron cerca de 50 mil personas y las instalaciones se vieron absolutamente desbordadas. El público invadió el campo de juego y la policía no pudo disuadir a quienes habían adquirido sus boletos, a los que se colaron a través de los muros ni a los que provocaron avalanchas en la puerta de entrada. La dirigencia argentina  le pidió a nuestros compatriotas que el partido se jugara el jueves 2 de octubre y la delegación uruguaya accedió a la solicitud.

El aplazamiento de 96 horas se debió a que se tuvieron que hacer algunos arreglos en la cancha tras los destrozos ocasionados por la gente. Uno de ellos fue colocar un tejido perimetral que separara a los espectadores del campo de juego. Como la idea era proteger a los jugadores campeones de Colombes se le llamó alambrado olímpico. Otra medida adoptada consistió en ejercer una supervisión más férreo del número de entradas puestas a la venta. Se ofrecieron menos de 30 mil tickets para evitar que se repitiera un nuevo desborde de aficionados y para que la policía pudiera tener un mayor control ante eventuales levantamientos. Pero el ambiente estaba “caldeado”, como se dice popularmente, y el tejido colocado no fue una barrera suficiente para evitar los infelices sucesos acaecidos.

PIEDRAS, BOTELLAS Y UN GOL DE CORNER. UNA JORNADA COMPLETITA.

Secuencia fotográfica del gol de córner al arquero olímpico. Se acuño la denominación de gol olímpico

El match se disputó en las primeras horas de la tarde y el calor de la incipiente primavera pegó fuerte tanto en los deportistas como en los espectadores. El público local estaba ávido por ver a los distinguidos campeones y como sus jugadores podían vencer a los olímpicos. El partido estuvo marcado desde el kick off por una rispidez mayor a la habitual que fue acompañada de forma concomitante por parte de quienes presenciaban las acciones desde la  tribuna. El score se abrió a los 15 minutos tras un espectacular tiro de esquina ejecutado por el futbolista de Huracán Cesáreo Onzari que sorprendió por completo al guardameta Mazalli por el efecto que tomó el balón. Los espectadores demoraron en gritar el gol dado que la mayoría no sabía que la FIFA había habilitado unos  meses atrás los goles convertidos directamente desde un corner. El juez uruguayo Ricardo Vallarino conocía la modificación reglamentaria  que había sido notificada  a la AFA días antes del encuentro y dio por válida la anotación. Debido a que el gol le fue realizado al arquero campeón, la prensa local bautizó  de inmediato a la jugada como “gol olímpico”. Así surgió la tradicional denominación que se le atribuye a este tipo de goles convertidos desde una de las cuatro esquinas del campo de juego. Los celestes se fueron arriba con todo y consiguieron el empate transitorio a los 29´ por intermedio de “El Vasco” Pedro Cea. La primera parte culminó empatada pero el equipo albiceleste  se adelantó nuevamente en el tanteador a los 53´ tras anotación de Domingo Tarasconi. Este resultado parcial se convirtió en el marcador final del encuentro que no llegó a su finalización con los dos equipos dentro de la cancha. Los uruguayos abandonaron el campo de juego a los 86´ para culminar  en una bataola generalizada con varios hinchas porteños. Los futbolistas recibieron una verdadera lluvia de piedras y botellas durante todo el cotejo y no lograron controlar los impulsos de  respuesta a los brutales ataques. Las agresiones fueron  reconocidas por la prensa local pero el enfoque que se dio a los acontecimientos no fue exactamente el mismo a ambas orillas del Río de la Plata. Un hecho tan viejo como la misma rivalidad deportiva.

La euforia del público local por ver a su selección frente a los campeones del mundo generó los más diversos desmanes. Se erigió una contención que separó a los hinchas del campo de juego. Se había instalado el alambrado olímpico,

LA ACTITUD INCULTA DEL PÚBLICO ARGENTINO EN EL MATCH DE AYER ”.

Este fue el título de la sección “Cultura física” del diario El Día en su edición vespertina del viernes 3 de octubre de 1924. Esta afirmación fue desarrollada por el cronista de turno a partir  de las noticias que recibió el periódico de facción batllista en su redacción por  la incipiente transmisión radial que emitió la Estación LOR en Argentina y que se escuchó a través de  un receptor superheterodino de General Electric. El autor del escrito definió que “lo acontecido ayer en Sportivo Barracas no tiene precedentes en la historia del football rioplatense. Imagínese el lector a un público de treinta mil personas enfurecido como una inmensa jauría, traduciendo su furia en un continuo clamor de insultos y denuestos contra los deportistas que los honraban con su visita, y que no bastándole la agresión de palabra la emprende contra los once caballerescos e indefensos adversarios con una lluvia de pedradas y botellazos, y se tendrá la impresión de lo que fue el público argentino en el match de ayer”. Y continúa afirmando que “en el ambiente deportivo porteño existía un solo propósito; el propósito de ganarles – “aunque  hubiera que valerse  para ello de cualquier medio”. Más adelante, el autor establece el “contraste” con lo sucedido en el encuentro amistoso de setiembre en nuestro país. “ En el partido del 21 del pasado entre olímpicos y argentinos, éstos fueron sacados en andas del Parque Central por nuestro público”.

Por su parte, la prestigiosa revista El Gráfico dio su versión sobre los hechos expresando las siguientes sensaciones: “Pocas veces hemos experimentado en un campo de juego la impresión dolorosa, de desconcierto, que sufrimos ante el epílogo que tuvo el encuentro. Las escenas de guerrillas entre los campeones olímpicos y el público, aquella otra de Scarone luchando a brazo partido con los agentes de policía, procurando impedirle que abandonase el field, no tienen precedente en las luchas rioplatenses. De como se pudo llegar a esta exaltación y falta de buen tino, es lo que no nos explicamos, y si buscamos su origen debemos decir en honor a la verdad, que lo encontraríamos por igual en la conducta de ambas partes.  No de otra manera se explica el juego algo brusco de los visitantes cuando comprobaron el poder del team argentino, como tampoco se explican las botellas y piedras que por tal causa les fueron arrojadas, sobre todo aquellas primeras dirigidas al arquero Mazalli, que ninguna participación tenía en las violentas intervenciones de sus compañeros”.

“Me sorprendió la actitud del público que contrasta con la forma fraternal con que recibimos a los argentinos en nuestro país días pasados. El retiro de la cancha se debió  a que consideré anormales las condiciones en que se desarrollaba el partido” Palabras de José Nasazzi

Sin lugar a dudas, en ambas versiones queda establecido que  la afición local tuvo un comportamiento muy hostil con los vigentes campeones del mundo. El cronista argentino pretendió justificarlo a través del juego brusco oriental. La pluma de El Día hizo referencia a los hechos contrastando la actitud de los aficionados uruguayos cuando se jugó el primer partido de esa serie de amistosos en Montevideo.  A su vez, en el artículo del diario dirigido por la familia Batlle Pacheco aparece el siguiente pasaje: “El jugador Adolfo Celli se rompió una pierna al pretender rompérsela a Cea y el capitán olímpico autorizó  a sus adversarios a reponer el jugador lesionado, galantería que jamás tuvieron los argentinos en innumerables casos análogos.” Este “gesto” de Nasazzi  también fue reconocido por la prensa argentina porque aún no existían los cambios. Si un jugador lesionado debía salir de la cancha no tenía sustitución salvo que se estableciera un acuerdo como el mencionado en pleno desarrollo del match. Lo que si enfatizaron los diarios argentinos y fue omitido en El Día es que Celli sufrió fractura de tibia y peroné debido a la excesiva fuerza aplicada  en la disputa del balón.

“No me dejaban correr, cuando pretendía marcar a Onzari me llovían las piedras y botellas…”

La vehemencia llegó a límites extremos y todo terminó de forma bochornosa.  Los jugadores uruguayos se retiraron a los 86 minutos de la cancha y  sus colegas albicelestes fueron a buscarlos para culminar el partido. Los celestes estaban entreverados en plena trifulca y los argentinos retornaron al campo de juego para permanecer en el mismo hasta el pitazo final  y poder concretar  la victoria tal cual lo establecía el reglamento.

Más allá de juzgamientos sobre la conducta de todos los involucrados en aquella jornada que pretendió ser de índole deportiva, la verdad es que la rivalidad futbolística entre los dos países bañados por las aguas del Estuario del Plata estaba sumamente instalada en la población.  El público argentino festejó el triunfo sobre los campeones olímpicos con gran algarabía mientras que en la opinión pública uruguaya se pretendió explicar la derrota en base al comportamiento de los porteños. Las agresiones del público local fueron reconocidas por los propios argentinos pero la gran cuestión de fondo era lo que significaba ganar o perder el clásico partido. Los argentinos seguían lamentándose no haber viajado a Francia para participar del campeonato de Colombes mientras que los uruguayos si  lo habían hecho con un rotundo éxito. Los hinchas celestes tuvieron la oportunidad de ostentar el orgullo de la gesta mundialista ante su tradicional adversario pero dicha intención se frustró con el empate en el Parque Central y perdiendo en Buenos Aires hasta con un gol de corner.  En 1930, tras acumular su segunda derrota mundialista  consecutiva con Uruguay entre la final de Ámsterdam 1928 y la de la Copa del Mundo de Montevideo, los argentinos pretendieron justificar la nueva derrota aludiendo a la hostilidad del público presente en el Estadio Centenario y las supuestas amenazas de los efectivos policiales actuantes en la tarde del 30 de julio. Nunca se podrá dictaminar con exactitud quienes tuvieron la razón en todos estos acontecimientos porque en cada orilla se dieron las versiones oportunas. Pero lo que si queda claro es que la pasión que generó el balompié en el Río de la Plata llevó a que uruguayos y argentinos experimentemos un indisoluble vínculo fraternal salvo, cuando nos cruzamos en una cancha de fútbol.

Alineaciones titulares

Argentina: Américo Tesoriere, Adolfo Celli, Florindo Bearzotti, Ángel Medici, José Fortunato, Emilio Solari, Domingo Tarasconi,  Ernesto Celli, Gabino Sosa, Manuel Seoane, Césareo Onzari.

A los 35´ se produjo el cambio de Adolfo Celli por Ludovico Bidoglio debido a la fractura del primer referido.

Uruguay. Andrés Mazalli, José Nasazzi, Fermín Uriarte, José  Leandro Andrade, Alfredo Zibechi, Pedro Zingone, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Petrone, Pedro Cea, Ángel Romano. 

Nasazzi: el mítico capitán celeste que se despidió de rojo.

Escribe: Federico Maritán

El gran líder del período más glorioso del balompié oriental jugó su último encuentro con el combinado nacional en las vísperas de la primavera de 1936. El Estadio Centenario estuvo colmado de espectadores para presenciar una nueva versión del clásico rioplatense y para ser testigos inmortales del  último encuentro del mariscal con la casaca uruguaya. Nasazzi fue el líder innato del período más glorioso de nuestro fútbol y fue uno de los responsables directos para que la palabra victoria se tiñera de color celeste. La rispidez emanada de las sucesivas contiendas entre hermanos rioplatenses tuvo uno de sus puntos más álgidos luego de la final de Montevideo y ambos seleccionados dejaron de compartir el color celeste por algunos años de la década de 1930. Argentina se inclinó por una blusa blanca y Uruguay  optó por la histórica casaca roja con la que se coronó campeón en Santa Beatriz, El combinado nacional continuó utilizando esa peculiar vestimenta por un tiempo más y generó algunos sucesos que pasan absolutamente inadvertidos en nuestros días. Uno de ellos, y capaz que el más significativo,  es que el legendario capitán defendió por última  vez la  honorable causa celeste vestido de rojo.

José Nasazzi vistió por primera vez la maravillosa camiseta color cielo el 4 de noviembre de 1923 y nunca más se la sacó del alma. Aquella renovada selección uruguaya debutaba  en el torneo Sudamericano  frente a Paraguay y se imponía por 2 a 0 en el viejo Parque Central. Un mes después, el equipo uruguayo terminó conquistando su cuarta estrella continental y Atilio Narancio se puso en campaña para cumplir con su promesa de ir a jugar el campeonato olímpico de París. Nasazzi fue el líder indiscutido del período más glorioso que una selección nacional haya protagonizado en la historia del fútbol mundial y que  ningún  otro combinado podrá igualar en lo que resta de la eternidad. El joven muchacho oriundo de Villa Peñarol, y que recaló en el barrio Bella Vista luego del fallecimiento de su padre, fue un defensor exquisito cuyo legado superó lo estrictamente técnico. El mariscal fue el gran conductor de aquella distinguida generación de futbolistas y  con su firme accionar configuró el perfil de la figura del capitán oriental. Su presencia en la trilogía mundialista entre los años 1924 y 1930 fue fundamental, tan solo estuvo ausente en la semifinal de Ámsterdam frente a Italia, y su destacada prestancia en la defensa uruguaya despertó un profundo sentimiento de respeto por parte de propios y extraños.  Así sucedió con sus adversarios  argentinos como el afamado Manuel “Nolo” Ferreira. Ambos capitanes fueron acérrimos adversarios en el campo de juego y grandes amigos del otro lado de la línea de cal.

El mariscal impuso su presencia en el área uruguaya.

Dos naciones futboleras separadas por mucho más que un río

La final del 30 de julio de 1930 representó un punto de quiebre en la actividad futbolística de Sudamérica. Los resquemores surgidos entre las naciones futboleras rioplatenses superaron el ámbito deportivo y las disputas llegaron a las más altas esferas diplomáticas. La presencia del color celeste en las dos camisetas fue un botín de disputa y ambas asociaciones optaron por no utilizarlo de forma provisoria.  Argentina y Uruguay eran las dos grandes potencias del continente y sus diferencias repercutían de forma directa en el ámbito dirigencial de la  Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL) y en el calendario de la competición oficial. La consecución de torneos sudamericanos celebrados en la década de los años 20 se vio interrumpida de forma abrupta y su disputa recién se retomó en 1935. La Asociación Uruguaya fue una de las entidades que decidió concurrir a la cita continental y la delegación emprendió una auténtica travesía para llegar a tierras incaicas.  Varios campeones del mundo habían culminado su participación en el combinado mientras que otros estaban cursando el epílogo de sus respectivas carreras deportivas. Nasazzi se desempeñaba como profesional en Nacional pero su  vocación por servir la causa del combinado uruguayo seguía alimentada por el más puro sentimiento de aficionado.  El Sudamericano de Lima significó el retorno de Uruguay a la competición oficial internacional y Nasazzi volvió a demostrar su condición de líder natural. Disputó los tres encuentros del certamen y acuñó, junto a sus experimentados compañeros, el mítico concepto de la garra charrúa. Así denominó la prensa de nuestro país al resonante triunfo del veterano equipo rojo frente a los habilidosos pibes porteños. Ahora sí, la era de Nasazzi había llegado a su punto cúlmine.  

El tiempo pasaba pero el talento no. Nasazzi fue la figura de la tarde para volver a ganar el clásico

El año 1936 no tenía mayores novedades en el calendario futbolístico uruguayo al no asistir a los Juegos Olímpicos de Berlín. Dos enfrentamientos con el clásico rival rioplatense eran los puntos más destacados de la actividad del representativo nacional. El primero de estos encuentros se disputó en el estadio de Independiente y finalizó con la victoria local por 1 a 0. El gol argentino fue convertido por Alberto Zozaya y los porteños se quedaron con la Copa Juan R. Mignaburu el  9 de agosto. La revancha quedó establecida para el día 20 de setiembre en el Estadio Centenario por  la Copa Héctor Rivadavia Gómez. La última victoria de los rojos uruguayos había sido en el sudamericano de Perú y los dirigentes asociacionistas, comandados por Raúl Jude, querían retornar a la senda del triunfo clásico. Este propósito los condujo a convocar a José Nasazzi para que defendiera la causa de nuestro balompié una vez más. El mariscal  estaba disputando su penúltima temporada  en el equipo tricolor y  ya se había retirado de la actividad internacional. La citación sorprendió a la opinión pública y despertó varias incógnitas entre cronistas e hinchas.  El eterno capitán  aceptó el desafío y volvió a descender las escalinatas del Centenario para defender la casaca roja campeona de América.

Uno de los elementos novedosos de aquel encuentro fue la sustitución de jugadores en el transcurso del match.

La taquilla oficial indicó que se vendieron 42127 entradas y que la recaudación sumó la voluminosa cifra de $21480 pesos. El Centenario, con las dos tribunas  cabeceras sin sus respectivos terceros anillos, estaba repleto de hinchas fervorosos por la obtención de  una nueva victoria ante los argentinos. La inclusión de Nasazzi  en el equipo titular representaba un gran atractivo pero su nivel de desempeño motivaba ciertas interrogantes  en el análisis previo. Argentina arribó al Monumento Histórico del Fútbol Mundial con un equipo muy fuerte repleto de jóvenes figuras que habían irrumpido con mucha fuerza en el campeonato doméstico de la vecina orilla. Pero en la zaga uruguaya estaba el mariscal. Una verdadera garantía como en aquellos tiempos de esplendor en los que la selección nacional vestía de celeste.

“Nasazzi sigue siendo Nasazzi”

“El veterano campeón olímpico José Nasazzi encontró un nuevo motivo para ratificar sus aptitudes de campeón y la gran calidad de esa pasta amalgamada en tres competencia mundiales. Llamado nuevamente a integrar la zaga del seleccionado rojo, tuvo sus despliegues de antaño y el mismo espíritu de lucha, la misma agilidad mental y los mismos entusiasmos aportados en procura de otras conquistas más resonantes y preciadas en el mismo escenario donde recibiera el espaldarazo de su tercera conquista mundial consecutiva. El veterano zaguero albo puso el pecho a una delantera rejuvenecida aventando la peligrosidad de sus recursos con la férrea resistencia de su experiencia vigorosa. Su oportunismo y decisión inteligentemente aplicados, alcanzaron para solucionar todos aquellos problemas que se crearon a  su valla especialmente en el juego por elevación, sus cabezazos formidables anularon todo peligro, defendiéndose bastante bien cuando las incursiones enemigas se sustentaron en el juego a ras de tierra que hicieron de común los García. Jamás descuido su colocación y tuvo quites certeros completando la labor defensiva con el kick fuerte y bien dirigido. Ante estas pruebas de eficacia que nos dispensa el mariscal Nasazzi, no vemos el momento en que conoceremos el extremo de su ´cuerda´. El nos dijo ayer que era su despedida del football internacional al que había vuelto por excepción (….) Los hechos han demostrado fehacientemente que, a pesar de todos los pesares, Nasazzi sigue siendo Nasazzi.”

Las palabras del cronista del diario El Plata del 21 de setiembre de 1936 ilustran a la perfección la última actuación del gran capitán aquella tarde en el Centenario. El mariscal sabía que la vida y el fútbol le regalaban un clásico más y no lo desaprovechó. Su desempeño en la defensa uruguaya fue sumamente eficaz para disminuir los furibundos ataques de los forwards porteños. El partido empezó cuesta arriba para los uruguayos y los argentinos se adelantaron en el marcador a los 15 minutos de juego a través de la conversión de Diego García. Los visitantes dominaron las acciones y subieron a los viejos vestuarios de la Tribuna Olímpica con ventaja en el score. El segundo tiempo fue muy parejo pero el combinado nacional logró imponer su plan. Nasazzi cerró la defensa roja y el equipo se lanzó al ataque sabiendo que el fondo estaba resguardado. Pedro Lago a los 67´ y Segundo Villadóniga a los 86´ fueron los autores de los goles que dieron vuelta el marcador y sentenciaron el resultado definitivo. Los uruguayos volvían a imponerse en el segundo clásico más longevo del planeta con el eterno capitán en el campo,

Nasazzi se despedía de la afición oriental con su sana costumbre de ganarle a los porteños.

Terminado el encuentro, el cronista de El Plata se dirigió a los camarines para obtener la palabra de los protagonistas. “En los vestuarios del team local todo era alegría y entusiasmo por el triunfo obtenido, y en ese ambiente, el veterano capitán Nasazzi se prestó gustoso a ofrecernos sus impresiones sobre el encuentro (….) El zaguero del Club Nacional, con esa experiencia adquirida en el curso de su larga campaña cumplida, comenzó por expresar que sus dirigidos habían respondido ampliamente a la confianza que en ellos se había depositado realizando la actuación que les cupo en el segundo período del match, lo que los llevó a paladear la victoria, que él considera merecida, ya que el cuadro porteño, ante la levantada de los rojos, estuvo muy lejos de repetir su labor del primer tiempo”. Por su parte, el capitán visitante también expresó su opinión al desaparecido diario El Plata y perpetuó su valoración sobre el cotejo. “Con respecto al desarrollo del encuentro, agregó Minella que en el primer período fue evidente el desempeño más convincente del conjunto argentino. Los forwards tuvieron  en Nasazzi y Besuzzo a los más empeñosos y hábiles adversarios, pero que en la segunda etapa bajó su nivel de juego, como consecuencia de la reacción experimentada por sus contrarios”. Asimismo, Nasazzi y Minella fueron recíprocos en la corrección de sus adversarios, en la buena actuación del referee y en la destacada conducta de los espectadores durante el partido para que se viviera  una auténtica fiesta deportiva.

El partido terminó, el bullicio de las tribunas se disipó y Nasazzi  dejó sobre la banca su uniforme de casaca roja y short blanco. Tomó sus pertenencias y emprendió el retiro para cumplir con  los compromisos restantes de la jornada. Seguramente, en lo más intimo de su fuero, emanaron los más diversos recuerdos de aquel muchacho de la industria del mármol que arribó  a la primera práctica en el Parque Central para conformar la nueva selección que iba a disputar el Sudamericano de 1923. ¡Cuanto tiempo, cuántos partidos y cuánta gloria! Cuántos hechos destacados que trascendieron el ámbito deportivo y que se convirtieron en elementos relevantes de la identidad uruguaya.  Un proceso repleto de hazañas  que fue liderado por el mariscal, el gran capitán de nuestro fútbol. Una historia exitosa e inigualable que comenzó  siendo celeste y terminó de color rojo.

*A los 7 días, Joosé Nasazzi jugó un partido internacional B con un combinado uruguayo en Rosario, Argentina.

Copa Héctor Rivadavia Gómez (2° edición)

Estadio Centenario.

20 de setiembre de 1936.

URUGUAY: Juan Besuzzo, José Nasazzi (C), Agenor Múñiz, Erebo Zunino, Álvaro Gestido, Galileo Chanes (45´´ Eugenio Galvalisi), Francisco Arispe (45´ Alberto Taboada) , Anibal Ciocca (55´ Severino Varela), Pedro Lago, Segundo Villadóniga, Eduardo Ithurbide. DT: Alberto Supicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Alberto Cuello (45´ Sabino Coletta), Alfredo Díaz, José María Minella, Aarón Wergifker,Ruben Cavadini (72´ Ricardo Alarcón), Francisco Varallo, Agustín Cosso, Diego García, Enrique García. DT Manuel Seoane.

Goles: 15´ Diego García (A), 67´ Pedro Lago (U), 86´ Segundo Villadóniga (U).

JUEZ: Carlos Cerón (U).

La historia completa de las marcas proveedoras (sponsor técnico) de la Selección Uruguaya

Con el reciente y puntual estreno de la firma estadounidense Nike en la camiseta del seleccionado nacional en la Copa América de 2024, consideramos que es un buen momento para repasar la historia de las empresas proveedoras del combinado a lo largo de la historia.

Uruguay lució Nike por primera vez y se suma a la larga lista de prestigiosas marcas que se han asociado a la Celeste.

Todo el detalle, a continuación.

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Una maquinita

Defendió a la celeste en el Mundial de Suiza de 1954 y en dos campeonatos sudamericanos. Figura de primer nivel de nuestro fútbol durante 15 años.

Un centre-half del viejo estilo con temperamento y técnica. Con un funcionamiento casi perfecto, lo cual le valió el apodo que lo acompañó toda la vida: “Martinica” en una deformación de “maquinita”.

Vivir en las cercanías del barrio “Las Acacias”, frente a la sede del Oriental, lo llevó a comenzar su carrera futbolística en ese club. Tras jugar en la “Extra” y la “Intermedia”, en 1949 lo compró Danubio en 200 pesos.

En el club de la Curva de Maroñas, lo recibió Hugo Bagnulo quien lo colocó como “back” izquierdo, haciendo pareja con Alejandro Morales, en un amistoso contra Basañez. Pasó la prueba y poco después, debutó oficialmente frente a Cerro.

Con solo 22 años de edad ya integraba la zaga titular de la franja, pero el destino le tenía marcado una nueva ubicación en la cancha. Tuvo que suplantar a un fenómeno como el “Pibe de Oro” Ernesto Lazzatti, cuando éste se retiró. Y… se convirtió en su mejor alumno. Desde aquel momento, jamás abandonó la posición de volante central, jugó al lado de “monstruos” como Romerito y “Cumba” Burgueño sin desentonar nunca.

Bagnulo le aconsejó que además de su natural juego estilizado, le agregara “pierna fuerte”. Esto cambió para bien su forma de jugar, sin dejar de tratar bien la pelota, adquirió presencia ganadora en el mediocampo, justamente donde debe imponerse “respeto”.

De cuna humilde, “Martinica” compartió -casi siempre- trabajo y fútbol en los tiempos que muy pocos profesionales ganaban lo suficiente para subsistir únicamente con el deporte. Se hizo un nombre sin rendirse y en una época en que, en el mismo puesto, abundaban los “cracks” de verdad como Obdulio Varela, Lorenzo Barreto, Omar Ferreira, el “barriga” Suárez, etc. Además, lidió con rivales de la talla del “Verdugo” Hohberg y “Pepe” Schiaffino.

En 1952, las destacadas actuaciones de Carballo despertaron el interés de Peñarol y Nacional para sumarlo a sus filas, finalmente y tras arduas negociaciones, los tricolores lo adquirieron en 47.129,50 pesos, transformándose en el “histórico” primer futbolista transferido por Danubio.

En el club de los “Céspedes”, jugó siete temporadas a gran nivel, ganando cuatro campeonatos uruguayos. Sus destacadas virtudes, también le permitieron defender a la selección uruguaya en los campeonatos sudamericanos de 1953 (Perú) y 1955 (Chile), además, fue mundialista en Suiza 1954, donde debió suplantar –nada menos- que al “negro jefe” Obdulio Varela en el denominado “partido del siglo” frente a los húngaros.

Agradecido de dos dirigentes, de su pasaje por Danubio a Hugo Forno (presidente histórico danubiano) y en Nacional para Santiago Brum Carbajal (presidente tricolor).

Futbolísticamente el reconocimiento para Lazzatti, Romerito, Burgueño, el “Manco” Castro, Ondino Viera y Héctor Scarone, quienes como compañeros o técnicos le ayudaron y enseñaron muchas cosas para moldear su carrera.

Casi desembarca en el club Sevilla de España, pero su pase se frustró a último momento. Cerrando su trayectoria jugó en Sud América y La Luz, para finalizar, aunque en la “Reserva” en Danubio con 34 años de edad.

Lamentablemente, Néstor Carballo falleció en un accidente de trabajo en la represa de “Salto Grande” en la década del ochenta.

Un grande que está en la historia de Danubio, Nacional y la selección uruguaya.

Breve reseña de URUGUAY en la Copa América

Al acercarse la fecha de disputa de una nueva Copa América, resulta ineludible repasar la rica historia de la Selección Uruguaya en el certamen. La Celeste imprimió su huella ganadora en los mismísimos albores de esta contienda e indudablemente es una de las grandes protagonistas del balompié continental por su recorrido exitoso a través de los años. He aquí un breve resumen…

Los inicios

El Campeonato Sudamericano de Selecciones (como se denominó inicialmente el principal evento futbolístico para las escuadras nacionales de América del Sur) nació casi “sin querer”, allá por el año 1916. En el marco de los festejos por el centenario de su independencia, ARGENTINA organizó un torneo del cual formaron parte, además del anfitrión, los combinados de URUGUAY, BRASIL y CHILE. En medio del certamen, más precisamente el 9 de julio y en la ciudad de Buenos Aires; representantes de las asociaciones que participaron del mencionado cuadrangular se reunieron con el fin de analizar la idea integradora del dirigente uruguayo Héctor Rivadavia Gómez. La propuesta consistía en darle forma a una Confederación que agrupara a las federaciones de estos países y que pusiera a rodar la celebración regular de un campeonato de selecciones nacionales. En diciembre de aquel año, pero esta vez en Montevideo, se celebró el Congreso Constitucional que ratificó lo actuado en julio, dando origen a la Confederación Sudamericana de Fútbol.

Volviendo a lo que refiere a ese campeonato inicial, cabe señalar que el mismo se llevó a cabo en un lapso de 15 días. URUGUAY hizo su estreno el 2 de julio goleando por 4 a 0 a la selección chilena en el estadio GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires), frente a unos 10.000 espectadores. José Piendibene e Isabelino Gradín, con sendos “dobletes”, fueron los autores de las conquistas charrúas. El segundo cotejo fue ante BRASIL, siendo por calendario el quinto del torneo. Los argentinos eran los líderes con 3 puntos (un triunfo y un empate), orientales y brasileños aparecían como escoltas con dos unidades y La Roja ya había culminado su participación con dos derrotas y una igualdad. Arthur Friedenreich abrió la cuenta a los 8 minutos de juego para La Verdeamarela, sin embargo, el team uruguayo supo dar vuelta el score con tantos de Isabelino Gradín y José Tognola, futbolista del extinto club Reformers.

Con este triunfo, URUGUAY llegaba al Clásico del Río de la Plata con ventaja de un punto sobre los organizadores, que cedieron una unidad en el juego con su par brasileño. La cita decisiva estaba fijada para el 16 de julio, pero los espectadores locales desbordaron las instalaciones del estadio GEBA, impidiendo el desarrollo de la brega e inclusive provocaron un incendio en las tribunas del mencionado recinto. Todo esto derivó en la suspensión del match, el cual se reprogramó para el día siguiente en el estadio del Racing Club de Avellaneda. El partido finalizó sin goles y, por ende, URUGUAY se proclamó como Campeón. Un detalle importante es que, si bien resultó ser el primer certamen de índole continental en Sudamérica, la Copa América (trofeo y distinción que se brinda al vencedor) recién se adquirió y se puso en disputa al año siguiente (reiteramos, aún bajo el rótulo de “Campeonato Sudamericano de Selecciones”).
El Ministerio de Relaciones Exteriores de ARGENTINA donó el trofeo a la CONMEBOL, cuya confección estuvo a cargo de la Casa Escasany, una joyería de origen francés radicada en Buenos Aires. Se trata de una copa de 75 cm de alto y 30 cm de diámetro, en cuya base de madera se encastran pequeñas placas de oro con el detalle del año y selección ganadora por cada edición.

Como decíamos anteriormente, este torneo no fue disputado oficialmente como Campeonato Sudamericano de Selecciones ni nuestra selección recibió el reconocido trofeo; no obstante, la CONMEBOL considera estos resultados como oficiales y por eso URUGUAY se consagró como el primer Campeón de América, siendo ésta la estrella número uno de sus 15 preseas continentales. El plantel ganador, que tuvo la conducción técnica de Alfredo Foglino (que también actuó como futbolista) era el siguiente: Miguel Benincasa (River Plate), José Brachi (Nacional), Francisco Castellino (Nacional), Pablo Dacal (Nacional), Juan Delgado (Central), Alfredo Foglino (Nacional), Isabelino Gradín (Peñarol), Rodolfo Marán (Universal), Jorge Pacheco (Peñarol), José Pérez (Peñarol), José Piendibene (Peñarol), Ángel Romano (Nacional), Cayetano Saporiti (Wanderers), Pascual Somma (Nacional), José Tognola (Reformers), Antonio Urdinarán (Defensor), José Vanzzino (Nacional), Manuel Varela (Peñarol) y Alfredo Zibechi (Wanderers). El peñarolense Isabelino Gradín fue el goleador del campeonato con 3 conquistas.

Más triunfos y una rivalidad marcada

Nuestro país acogió el evento al año siguiente, obteniendo el primer bicampeonato. Se repitieron los elencos de la primera edición y La Celeste arrasó frente a CHILE y BRASIL (ambas victorias por 4-0) y en el juego decisivo, celebrado ante 40.000 personas en el Parque Pereira, superó al team argentino por 1 a 0, gracias a un gol de Héctor Scarone a los 62 minutos. De ese modo URUGUAY fue campeón invicto, con puntaje perfecto y la valla en cero.
El siguiente torneo se desarrolló en territorio brasileño, concretamente en Río de Janeiro, y con los mismos cuatro protagonistas. BRASIL y URUGUAY culminaron su actuación igualados en 5 puntos, por lo que se decidió jugar un partido Final para dirimir el vencedor. Tras el 0 a 0 en los 90 minutos, se desarrolló un período de media hora de tiempo suplementario, donde la igualdad tampoco se quebró. En un hecho impensado, a las dos horas de juego que ya se llevaban disputadas se le agregó una prórroga de otros 30 minutos (recordemos que no había cambios en aquella época), hasta que a los 122 minutos Arthur Friedenreich marcó el gol del triunfo local.

En 1920, CHILE se hizo cargo de la organización, estableciendo a la ciudad de Viña del Mar como sede. La Celeste volvió a retomar la corona, tras empatar con ARGENTINA (1-1), aplastar a La Canarinha (6-0) y vencer en la última jornada a los chilenos (2-1) con dianas de Ángel Romano y José Pérez, ambos goleadores del campeonato con 3 tantos cada uno.
Un año después, ARGENTINA volvió a ser sede y en lugar de CHILE apareció la selección de PARAGUAY, que le daría el primer “dolor de cabeza” a los celestes tras superarlos por 2 goles contra 1 en el debut. Después derrotamos a BRASIL con “doblete” de Ángel Romano y en la fecha final caímos ante ARGENTINA, que ganó debido a un gol de Julio Libonatti, a la postre el goleador del certamen.
La Albiceleste lograba su primer título emulando al URUGUAY de 1917: fue invicto, ganó todos sus juegos y no recibió goles.

Corría el año 1922 y BRASIL conseguía su segundo título, nuevamente jugando en casa. Fue el primer torneo con 5 participantes y sirvió como parte de los festejos por el centenario de la independencia del país vecino. PARAGUAY, BRASIL y URUGUAY terminaron igualados con 5 puntos, por lo que se debía jugar un triangular para definir quién sería el campeón. Pero los orientales, en señal de protesta por el arbitraje del brasileño Pedro Santos en su cotejo contra PARAGUAY (que ganaron los guaraníes por 1-0), desistieron y ofuscados abandonaron la competencia. La Final quedó en manos de BRASIL que goleó por 3 tantos contra 0.

La revancha tendría lugar en 1923, cuando URUGUAY obtuvo su cuarta presea, de nuevo con puntaje perfecto. La contienda se desarrolló en el Gran Parque Central montevideano y los uruguayos doblegaron por 2-0 a guaraníes y albicelestes, además de triunfar por 2-1 en su juego frente a BRASIL. Pedro Petrone fue la gran figura, marcando un gol en cada partido. Nuestro país repitió la organización en 1924 y, como no podía ser de otra manera, revalidó el título. En esta oportunidad BRASIL estuvo ausente y CHILE regresó a la competencia. La Celeste aplastó a los trasandinos (5-0), luego superó a PARAGUAY (3-1) y el empate con ARGENTINA (0-0) les dio el primer puesto. Pedro Petrone volvió a ser una pieza clave y máximo goleador con 4 dianas. Este torneo se celebró entre octubre y noviembre, a posteriori de la consagración mundial en los Juegos Olímpicos de París.

URUGUAY faltó solamente a dos Copas América y la primera fue en 1925. La ausencia se debió a cuestiones políticas internas (era la época del cisma del fútbol uruguayo, que tuvo lugar entre 1922 y 1925). Esta resultó ser la edición más escueta, pues contó con solo tres participantes. Para darle una extensión mayor al evento, se jugaron dos rondas de partidos en Buenos Aires, culminando ARGENTINA como campeón. BRASIL y PARAGUAY fueron los otros participantes. La cita siguiente fue en CHILE y la selección de BOLIVIA hizo su primera presentación, que resultó bastante magra por sus cuatro derrotas y 24 goles recibidos. La actuación del team oriental fue totalmente lo contrario: recuperó el cetro con una performance magistral, logrando cuatro triunfos en los denominados “Campos de Sports de Nuñoa” en Santiago. La Celeste se impuso al local por 3-1, luego venció a su clásico rival rioplatense por 2-0 y cerró la campaña con dos enormes goleadas: 6-0 sobre La Verde del Altiplano y 6-1 contra La Albirroja. El chileno David Arellano fue el goleador del evento con 7 tantos, no obstante, Héctor Castro y Héctor Scarone tuvieron gran destaque, marcando 6 goles cada uno.

La edición de 1927 fue un cuadrangular entre ARGENTINA, URUGUAY, BOLIVIA y PERÚ, que hizo su debut y además hospedó el campeonato. El título se dirimió en el juego entre rioplatenses, donde La Albiceleste triunfó por 3 a 2. Dos años más tarde, los argentinos firmaron el bicampeonato en su feudo y URUGUAY terminó tercero entre cuatro equipos (solo pudo vencer a PERÚ y cayó a manos de paraguayos y argentinos). El dominio entre los seleccionados rioplatenses era muy marcado, disputándose por estos tiempos el liderazgo en América del Sur y, a su vez, alimentando constantemente la rivalidad clásica.

Nuevas conquistas y algunos vaivenes

Pasaron prácticamente seis años para que volviera a celebrarse el Campeonato Sudamericano y Los Charrúas brillaron en Lima. Héctor Castro le dio la victoria a nuestra selección frente al local y posteriormente Aníbal Ciocca marcó una “dopieta” para encaminar el triunfo ante CHILE. La faena se terminó de concretar el 27 de enero con la goleada sobre ARGENTINA por 3-0. En apenas 36 minutos, Héctor Castro, José Alberto Taboada y Aníbal Ciocca habían resuelto el match en favor de los uruguayos, que en esta oportunidad vistieron de rojo en lo que terminó siendo la obtención del séptimo lauro.

Sobre fines de 1936 comenzó a disputarse la decimocuarta edición del torneo continental, que culminaría el 30 de enero de 1937. Por primera vez se trató de un hexagonal que contó con la presencia de ARGENTINA (anfitrión), BRASIL, CHILE, PARAGUAY, PERÚ y URUGUAY. El desempeño celeste fue opaco en relación a las campañas anteriores, dado que perdió en tres ocasiones y solo ganó dos juegos. Se destaca el 3-2 sobre los albicelestes (que serían los campeones), donde se logró un transitorio 3 a 0 que luego los locales acortaron. Fue dolorosa la caída ante CHILE (0-3), así como una nueva derrota sufrida con PARAGUAY (2-4), que ya se convertía en nuestra “sombra negra”.

En 1939 los peruanos quebraron la historia y se quedaron con la copa en su país. ARGENTINA por primera vez no participó y BRASIL tampoco asistió. La escuadra que hizo su debut fue ECUADOR, que lastimosamente cayó en sus cuatro juegos. PERÚ y URUGUAY llegaron a la última fecha igualados en 6 puntos y definieron el título en el estadio Nacional de Lima frente a 40.000 personas. Jorge Luis Alcalde y Víctor Bielich sacaron ventaja para La Blanquirroja. Roberto Porta descontó a los 44 minutos, pero no se pudo revertir el panorama; desatándose el festejo para el pueblo inca.

La década del ’40 estuvo dominada por ARGENTINA, que ganó cuatro de los seis torneos celebrados, hilvanando el único tricampeonato hasta el momento (1945, 1946 y 1947). URUGUAY organizó la edición de 1942 y la ganó de punta a punta: 6 triunfos, 21 goles a favor y solo dos en contra. El último partido fue una victoria clásica ante La Albiceleste, en un estadio Centenario colmado por 70.000 espectadores que gritaron a rabiar el gol del triunfo marcado por Bibiano Zapirain. Integraban ese equipo, entre otros, Aníbal Paz, Obdulio Varela, Roberto Porta, Aníbal Ciocca, Schubert Gambetta y Severino Varela. La otra actuación relevante en este período fue el subcampeonato obtenido en 1941, donde culminamos detrás de ARGENTINA en el que fue el tercer certamen celebrado en CHILE.

Los laureles reverdecieron en 1956, cuando nuevamente fuimos país sede y campeones invictos (4 partidos ganados y un empate sin goles con BRASIL). Otra victoria por 1 a 0 sobre el clásico rival, con gol de Javier Ambrois, fue el corolario para un nuevo éxito. Luego llegaron dos consagraciones consecutivas de La Albiceleste (1957 y 1959) y en este último año se dio la curiosidad de que hubo un torneo extra sobre el mes de diciembre, que también se contabiliza como oficial. URUGUAY aprovechó la ocasión para firmar su décimo título con resultados estupendos: estreno con victoria 4-0 frente a ECUADOR, el elenco local, y dos resonantes goleadas sobre BRASIL (3-0) y ARGENTINA (5-0).
Por último, se empató con PARAGUAY (1-1) para quedar dos puntos por encima de los argentinos, quienes eran liderados por el goleador José Sanfilippo. En ese momento el palmarés indicaba 12 títulos para ARGENTINA y 10 para URUGUAY.

La Selección Uruguaya estuvo ausente en la copa celebrada en BOLIVIA, en el año 1963. Para sorpresa de todos, el conjunto del altiplano se quedó con el trofeo en donde venció, entre otros, a la selección argentina (3-2) y a la brasileña (5-4). Cuatro años después, nuestro país volvería a ser la sede del último Campeonato Sudamericano de Selecciones, ya que a partir de 1975 el certamen pasaría a llamarse “Copa América”. En la última fecha, uruguayos y argentinos debían enfrentarse y los visitantes corrían con un punto de ventaja. Por lo tanto, URUGUAY estaba obligado a ganar si pretendía un nuevo título. Pedro Virgilio Rocha fue el héroe oriental que batió al portero Antonio Roma a los 74 minutos de juego, otorgándole la victoria a La Celeste para llegar a lo más alto del podio.

Se instaura la Copa América

Pasaron ocho largos años para que la Copa América saliera a escena, con tres ediciones sin sede fija y con partidos de ida y vuelta. PERÚ se alzó con la edición de 1975 y PARAGUAY hizo lo propio en el año 1979. El recorrido de nuestra escuadra llegó hasta Semifinales en 1975 (caída global de 1-3 ante COLOMBIA) y en 1979 quedamos segundos en el Grupo C, dos puntos por detrás de los guaraníes, que terminarían siendo los campeones al derrotar en la Final a CHILE.

En 1983 sería el momento de un nuevo triunfo charrúa con este renovado formato. Los orientales ganaron el Grupo A que integraban CHILE y VENEZUELA. Ya en Semifinales debieron cruzarse con PERÚ, el vencedor del Grupo C. En la ida nuestra selección logró un importante triunfo de visitante por mínima diferencia, gracias a un gol de Carlos Aguilera. La revancha culminó con empate (1-1) y clasificación celeste. La gran Final fue contra BRASIL: el 27 de octubre Los Charrúas se hicieron fuertes en el estadio Centenario y “pegaron primero” con dos golazos. El primero de Enzo Francéscoli, de tiro libre; mientras que el segundo fue obra de Víctor Hugo Diogo, en notable maniobra individual. Curiosamente, éste fue el único gol anotado por el lateral derecho en toda su trayectoria con la selección. El cotejo definitorio se jugó en el estadio Fonte Nova de Salvador de Bahía. Jorginho puso adelante a La Canarinha pero, a 13 minutos del cierre, un desborde y centro de Venancio Ramos encontró la cabeza del “Pato” Aguilera, que se coló entre los zagueros Marcio y Mozer para impactar el balón, marcar el empate y caer desvanecido por unos instantes. El “Uruguayos Campeones” volvía a sonar bien fuerte y los celestes daban su segunda vuelta olímpica oficial en suelo brasileño, tras la acontecida en el Mundial de 1950. A su vez, éste era el duodécimo título para “la garra charrúa”, que igualaba al conjunto argentino como el más ganador del continente.

Este logro depositó a URUGUAY directamente en las Semifinales de la siguiente Copa, que sería en ARGENTINA. Justamente tuvimos que medirnos con el anfitrión y actual Campeón Mundial, que era liderado futbolísticamente por nada más ni nada menos que Diego Armando Maradona. El 9 de julio, y en un nuevo aniversario de la independencia del país hermano, La Celeste se volvía a calzar el traje de “aguafiestas” y con tanto de Antonio Alzamendi eliminaba a los locales y grandes favoritos. La Final sería el 12 de julio ante CHILE, que en el otro cruce superó a COLOMBIA en el alargue. Este partido es recordado por el juego brusco de los chilenos, que ejecutaron una verdadera cacería contra Francéscoli que, curiosamente, terminó siendo expulsado a los 27 minutos. Pablo Bengoechea, luego de un rebote otorgado por el arquero Roberto Rojas tras un remate de José Batlle Perdomo, señaló el gol que equivalió a un título y a recuperar el liderazgo en el palmarés.

Dos años más tarde, URUGUAY se quedó a las puertas de un nuevo éxito, obteniendo finalmente el segundo lugar. Con un Rubén Sosa exuberante, que brilló en la victoria por 2-0 sobre ARGENTINA en fase final, el equipo dirigido por Oscar Washington Tabárez perdió el último duelo con el dueño de casa. El 16 de julio de 1989 y ante 170.000 personas, el estadio Maracaná recibía un BRASIL-URUGUAY 39 años después del “Maracanazo”. Esta vez el final sería feliz para los norteños, que ganaron con un tanto conseguido por Romário.

Los años ’90 y el último título en casa

En las siguientes ediciones los orientales no estuvieron a la altura de su rica historia. CHILE 1991 nos vio retirarnos invictos, pero eliminados en la primera fase por anotar menos goles que BRASIL. Luis Cubilla, el entrenador de turno, prescindió de los futbolistas “repatriados” (aquellos que militaban en clubes del extranjero) y el resultado no fue el mejor. Tres empates 1-1 (frente a BOLIVIA, ECUADOR y BRASIL) más una victoria por 1-0 sobre los colombianos no alcanzaron para acceder a la ronda final. Peter Méndez, que en ese momento defendía al Defensor Sporting Club, fue el jugador más destacado al convertir tres de los cuatro goles celestes.

En 1993 integramos el Grupo A junto a ECUADOR (anfitrión), ESTADOS UNIDOS y VENEZUELA. Era la primera vez en que se invitaba a dos selecciones de la CONCACAF (la otra fue MÉXICO) para conformar tres series de 4 equipos cada una. El debut fue en el estadio Bellavista de Ambato y terminó con una ajustada victoria sobre los norteamericanos, debido a un gol de Santiago Ostolaza. En el siguiente encuentro VENEZUELA nos dio un buen susto y terminamos empatando 2-2, para luego cerrar en la altura de Quito con derrota (1-2) frente a La Tricolor. Por Cuartos de Final empatamos 1-1 con COLOMBIA (gol de Marcelo Saralegui) y caímos vencidos en la tanda de penales. ARGENTINA fue la mejor en este binomio 1991-1993 y volvió a pasar al frente en el historial general.

Dos años después llegó el momento de celebrar otra Copa América en nuestro país, más precisamente la séptima, la cual por primera vez tuvo cuatro ciudades-sede: Montevideo, Maldonado, Paysandú y Rivera. Cumpliendo con el legado de varias generaciones, URUGUAY se quedaría con la gloria ante su gente. El equipo de Héctor “Pichón” Núñez empezó su camino triunfal con goleada 4 a 1 sobre VENEZUELA, para después vencer a los paraguayos con gol de Enzo Francéscoli. En la última fecha y con algunas variantes, URUGUAY salvó el invicto ante los mexicanos, que abrieron la cuenta a los 67 minutos a través de Luis García. Marcelo Saralegui estableció la igualdad a los 79’. En Cuartos de Final, Marcelo Otero y Daniel Fonseca anotaron los goles para el triunfo sobre BOLIVIA (2-1).

El match de Semifinales fue ante COLOMBIA, un equipo difícil que a pesar de fallar en el Mundial de USA 1994, tenía el antecedente de haber vapuleado en las Eliminatorias a los argentinos por 5 a 0 en Buenos Aires; por lo tanto, eran realmente una amenaza para cualquier rival. De todas maneras, Edgardo Adinolfi a los 51 minutos comenzó a encaminar la victoria charrúa, que Marcelo Otero selló a los 70’.
La Final se jugó el domingo 23 de julio de 1995 en el estadio Centenario, con un público estimado de 65.000 espectadores. BRASIL, Campeón del Mundo el año anterior, era el rival de turno. El elenco visitante se puso arriba en el marcador con gol de Túlio. En esa jugada, se iría lesionado el defensor uruguayo Tabaré Silva. En el complemento (minuto 51), Pablo Bengoechea ejecutó de forma magistral un tiro libre, dejando sin asunto al renombrado portero Taffarel. El juego continuó igualado y, por primera vez en la historia, la Copa se tendría que definir por penales. Vale recordar que los brasileños venían de lograr el éxito mundial por esta vía ante ITALIA. Sobre el arco que da a la tribuna Colombes fueron pasando los distintos ejecutantes. En el tercer penal correspondiente al Scratch estuvo el punto de inflexión: Fernando Alvez le contuvo el disparo a Túlio. Francéscoli, Bengoechea, José Herrera y Álvaro Gutiérrez no habían fallado.
En los pies de Sergio Martínez estaba la responsabilidad de abrazarse nuevamente con la gloria; y “El Manteca” no defraudó. URUGUAY ganó por 5 a 3 y de esa manera, ante sus hinchas, se coronó y festejó por decimocuarta vez, manteniendo el 100% de efectividad en lo que refiere a títulos continentales jugando en Montevideo.

Coqueteando con la gloria…hasta que llegó el año 2011

BOLIVIA fue la sede elegida en 1997 y La Celeste hizo una tibia defensa de su título. Compartió el Grupo B con el anfitrión, PERÚ y VENEZUELA. Los Incas doblegaron por 1 a 0 al conjunto dirigido por Juan Ahuntchain, que se recuperó ante La Vinotinto (2-0). En la última fecha se necesitaba una victoria ante el local, que jugaba en los 3.600 metros de La Paz. La hazaña no se dio y La Verde se quedó con los tres puntos a raíz de un gol de Julio César Baldivieso. BRASIL terminaría derrotando a los bolivianos en la Final y ganaría por primera vez un título continental fuera de su casa, el quinto de su cosecha en ese momento.

PARAGUAY albergó por primera vez la cita continental en 1999 y URUGUAY afrontó el torneo con una escuadra alternativa, bajo las órdenes de Víctor Púa, que sería relevado en el puesto por Daniel Passarella según lo acordado con la AUF. Los orientales avanzaron a Cuartos de Final como uno de los mejores terceros, con tan solo 3 puntos producto del triunfo 2-1 sobre ECUADOR, con “dopieta” de Marcelo Zalayeta. Los otros dos cotejos del Grupo C terminaron en derrotas: 0-1 frente a COLOMBIA y 0-2 con ARGENTINA. El siguiente rival sería La Albirroja, ganadora del Grupo A y favorita para llegar a Semifinales. Miguel Ángel Benítez sería uno de los protagonistas del encuentro. El delantero abrió la cuenta a los 15 minutos, pero Zalayeta empató a los 65’. Finalmente, el ganador se tuvo que definir por penales y nuestro equipo se lució en cuanto a la ejecución, convirtiendo los cinco remates. Pero Benítez no pudo con Fabián Carini en el cuarto disparo y esa fue la diferencia a favor de los celestes, que volvían a ser “la piedra en el zapato” para un conjunto anfitrión.

Algo similar ocurrió en Semifinales: empate 1 a 1 (esta vez con CHILE), cien por ciento de efectividad en nuestros penales y las manos de Carini conteniendo un tiro rival, en este caso fue el segundo remate a cargo de Mauricio Aros. En ambas tandas de penales, Federico Magallanes fue el encargado de anotar el gol de la victoria. Con un solo partido ganado “en cancha”, La Celeste llegaba a una nueva Final de América, pero enfrente estaba BRASIL, un gran equipo que contaba con figuras como Ronaldo, Rivaldo y Ronaldinho. Los norteños se quedaron con el título (victoria por 3-0) y sellaron su primer bicampeonato de la historia.

La edición del año 2001 se celebró en COLOMBIA y estuvo en duda hasta último momento, a causa de los problemas de seguridad y cierta inestabilidad que atravesaba el país. Tanto es así, que la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) decidió no enviar a la representación de su país para no exponer a la delegación a ningún riesgo. HONDURAS fue invitada a último momento para ocupar el lugar de los albicelestes.
La selección charrúa debutó en el Grupo C con escueto triunfo sobre BOLIVIA, con gol de Javier Chevantón. En la segunda jornada empatamos con COSTA RICA (1-1) y cerramos la serie con sorpresiva derrota a manos de HONDURAS (0-1). Avanzamos como uno de los mejores terceros y nuevamente hubo que medirse con Los Ticos, que se pusieron adelante en el marcador con tanto de Paulo Wanchope. Sin embargo, con un penal rematado por Rodrigo Lemos “a lo Panenka” y un potente tiro libre ejecutado por Pablo Lima, URUGUAY dio vuelta el score y avanzó a Semifinales. En dicha instancia, caímos por 2 a 1 con MÉXICO y el cierre del torneo fue con el cotejo por el tercer puesto, donde nuevamente nos vimos las caras con el elenco hondureño. El duelo culminó 2 a 2 y Los Catrachos se quedaron con el bronce en los penales.

En las siguientes ediciones también alcanzamos las Semifinales (PERÚ 2004 y VENEZUELA 2007), sucumbiendo en ambos casos por penales y con la selección brasileña como verdugo. En la primera logramos el tercer puesto al derrotar a COLOMBIA (2-1) y en la otra finalizamos en el cuarto lugar, tras perder por 3 a 1 con el conjunto mexicano. Nuevamente en la edición de 2007 nos pusimos el traje de “aguafiestas”, al golear a La Vinotinto por 4 a 1 en el cotejo por los Cuartos de Final.

Un año después de la recordada campaña en el Mundial SUDÁFRICA 2010, llegaba la disputa de la Copa América en suelo argentino. Como en 1916 y 1987, URUGUAY volvería a dar la vuelta olímpica y se cargaría al anfitrión.
Luego de avanzar como segundos del Grupo C (empates 1-1 con PERÚ y CHILE, más una victoria por mínima diferencia sobre MÉXICO); la escuadra dirigida por Oscar Washington Tabárez se enfrentó en el estadio popularmente conocido como “El Cementerio de los Elefantes” a la selección local. Diego Pérez abrió la cuenta a los cinco minutos y Gonzalo Higuaín empató a los 17’. El dominio estuvo del lado argentino, con un Lionel Messi muy inspirado comandando los ataques. URUGUAY aguantó a pie firme, con una notable actuación de su defensa, especialmente del arquero Fernando Muslera. Tras la prórroga (no siempre utilizada en la Copa América), se llegó a los penales y allí La Celeste volvió a tener una tanda perfecta de 5 goles en 5 tiros; en tanto Carlos Tévez falló (o, mejor dicho, Muslera adivinó y atajó), provocando el delirio oriental en Santa Fe luego de la última conversión de Martín Cáceres.

PERÚ fue el rival en Semifinales y los orientales ganaron con doblete de Luis Suárez, a la postre elegido como el Mejor Jugador del Torneo. Y en la Final, nuestra selección arrasó a una desgastada selección paraguaya, que llegó a esta instancia sin ganar un solo juego (5 empates y dos triunfos por penales en la fase playoff). Luis Suárez y Diego Forlán por dos redondearon un cierre de campeonato fantástico, para alcanzar la decimoquinta corona y encaramarse en el primer lugar del historial.

Altas expectativas, bajos rendimientos

Las últimas actuaciones no fueron para nada destacadas, a pesar de contar con un buen potencial como para pelear más arriba. En CHILE 2015 quedamos eliminados por el local en Cuartos de Final, en un partido signado por el triste episodio protagonizado por Claudio Jara y Edinson Cavani. Un año después se celebró una edición especial en los ESTADOS UNIDOS, conmemorativa de los 100 años de aquel primer evento celebrado en ARGENTINA. Por primera vez, la Copa tuvo 16 participantes (a los 10 de CONMEBOL se sumaron 6 de CONCACAF) y La Celeste quedó eliminada en la primera fase, en un grupo que a priori era accesible (estaba integrado por MÉXICO, VENEZUELA y JAMAICA). Estos últimos certámenes le correspondieron a CHILE, que por primera vez se consagró como campeón y lo hizo por duplicado.

BRASIL volvió a ser el mejor en su Copa del año 2019, que tuvo invitados asiáticos como JAPÓN (ya había participado en 1999) y QATAR. Los Charrúas ganaron el Grupo C con dos victorias (4-0 a ECUADOR y 1-0 sobre CHILE) y un empate a dos frente a los nipones. En la siguiente ronda se midieron con PERÚ, equipo al cual dominaron. Para este certamen se implementó el uso del VAR y URUGUAY vaya que lo padeció, ya que le anularon tres goles (alguno de ellos bastante polémicos) por el trazado de líneas que sentenció posiciones adelantadas de carácter milimétrico. Lo cierto es que el cero no se rompió y en los penales el único que no pudo convertir fue Luis Suárez, por lo tanto, Los Incas avanzaron y llegarían a la Final con La Canarinha; donde perdieron por 3 a 1.

La última edición iba a realizarse en el año 2020 y en forma conjunta por parte de ARGENTINA y COLOMBIA; y tendría a las selecciones de QATAR y AUSTRALIA como invitadas. Sin embargo, por el brote del COVID-19 el torneo se pospuso un año y la sede finalmente fue BRASIL, únicamente con los representantes de CONMEBOL. El local no pudo mantener el 100% de eficacia que llevaba en el certamen y perdió la Final con ARGENTINA, siendo éste el primer y ansiado título oficial de Lionel Messi con su selección mayor. Así, los albicelestes nos igualaban en la cima del historial con 15 Copas. En cuanto al rendimiento de URUGUAY, no terminó de convencer y naufragó nuevamente en los Cuartos de Final. Tras quedar en el segundo escalón del Grupo A con 7 puntos, el cruce inmediato fue con la selección colombiana. En un partido parejo, levemente favorable para el bando cafetero, los equipos no se sacaron ventajas y de nuevo nos dejaron afuera en los penales.

SÍNTESIS (período 1916-2021)

  • Participaciones: 45 de 47 ediciones.
  • Títulos: 15 (1916, 1917, 1920, 1923, 1924, 1926, 1935, 1942, 1956, 1959*, 1967, 1983, 1987, 1995 y 2011). *1959: Sudamericano “Extra”, considerado como oficial.
  • Subcampeonatos: 6 (1919, 1927, 1939, 1941, 1989 y 1999*). *URUGUAY recibió la Copa BOLIVIA en esa edición, la cual se entrega desde el año 1997.
  • Medallas de bronce: 9 (1921, 1922, 1929, 1937, 1947, 1953, 1957, 1975 y 2004).
  • Tabla histórica: 2° puesto con 374 puntos (206 PJ, 112 PG, 38 PE, 56 PP, 410 GF y 222 GC).
  • Máximos goleadores: Severino Varela (15 goles), Héctor Scarone (13 goles), Roberto Porta y Ángel Romano (12 goles cada uno).
  • Jugador con más partidos disputados: Ángel Romano (23 partidos).
  • Mayor goleada: URUGUAY 9 – BOLIVIA 0 (PERÚ 1927).
  • Jugadores distinguidos como el Mejor del Torneo: Rubén Sosa (1989), Enzo Francéscoli (1995), Luis Suárez (2011). NOTA: este premio se entrega desde la edición ARGENTINA 1987.
  • Premio Fair Play: URUGUAY ganó este premio en las ediciones 2011 y 2021. NOTA: el premio al «Juego Limpio» se entrega desde la edición 2011.

1937 «Esta vez los uruguayos no tienen nada»

La decimacuarta edición del torneo continental se jugó en el caluroso verano de la capital argentina entre fines de diciembre de 1936 y febrero de 1937. El equipo albiceleste era favorito y quería tomar revancha de las derrotas sufridas ante los uruguayos en las diversas  instancias definitorias en las que se enfrentaron.  Aquel torneo sudamericano representaba una gran oportunidad para que el fútbol argentino volviera a ocupar la cima del balompié continental  y para que la selección local pudiera redimirse ante su afición de las sucesivas  frustraciones deportivas.  Argentina tenía un gran cuadro  y consiguió el anhelado objetivo de coronarse campeón tras el último lauro obtenido en 1929. Sin embargo, la alegría no fue completa porque los defensores de la gloriosa casaca del combinado oriental, que en ese torneo fue roja una vez más, volvieron a demostrar la estirpe ganadora de los nacidos en esta orilla del río más ancho del mundo.   Un nuevo eslabón en el proceso de consolidación de la sana costumbre de ganarle a los argentinos en el patio de su casa.

La Copa América de 1937 debía disputarse en Chile pero la Federación de Football del país trasandino cedió su organización. Argentina asumió el compromiso y albergó el certamen continental pese a los reparos esgrimidos por varios clubes locales. El fútbol argentino venía atravesando un largo tiempo de fuertes procesos divisionistas y profundos debates sobre la regularización de la actividad de los futbolistas como profesionales de esta disciplina. La oficialización del régimen rentado de los jugadores consolidó el predominio de los llamados cuadros grandes  (Boca, River Plate, Independiente, Racing y San Lorenzo) sobre el resto de las instituciones. Estos clubes tenían el poder económico suficiente para reclutar a los mejores jugadores de la capital y del interior del país y  para comenzar a contratar a importantes futbolistas  de los países vecinos. Los uruguayos no fueron la excepción a la regla y comenzaron a cruzar el charco de forma más seguida para desarrollar sus carreras deportivas con mejores remuneraciones salariales. A su vez, la organización del torneo y la fuerte posibilidad de obtener nuevamente el  torneo sudamericano por parte del fútbol argentino representaba el mejor homenaje que se le podía rendir  a la memoria de Alexander Watson Hutton. El educador de origen escocés que había fallecido en marzo de 1936 fue  “el padre del fútbol argentino” a través de su destacada acción en la promoción de este deporte y de la actividad física en general entre los jóvenes estudiantes. Watson Hutton también fue el creador del imbatible Alumni cuando rebautizó al equipo de fútbol del Buenos Aires High School y creó el primer ente rector del fútbol de la vecina orilla en 1893.

«El padre» del fútbol argentino falleció en marzo de 1936 y no pudo ver la quinta consagración continental argentina en la ciudad donde desarrolló su virtuosa labor pedagógica.

La totalidad de los partidos de esta nueva edición de la competencia continental decana del orbe futbolístico fueron disputados en Capital Federal y los escenarios elegidos fueron el extinto  Gasómetro de Avenida La Plata del Club San Lorenzo, el anterior estadio del Club Atlético River Plate en Avenida del Libertador y Tadge (donde hoy se ubica la Plaza República Oriental del Uruguay) y  el viejo escenario de madera del Club Boca Juniors en Brandsen y Del Crucero, donde hoy se emplaza la actual Bombonera. Otra de las novedades de este campeonato consistió en que todos  los matches se jugaron bajo los destellos de las luces artificiales  debido a que se desarrollaron  en las noches veraniegas porteñas.  Esta determinación se implementó, por un lado, a partir de la histórica reivindicación de los jugadores argentinos de que no se fijaran partidos oficiales en horas diurnas durante la estación estival como forma de  garantizar el bienestar de los deportistas en los fields.  Ya existía el triste antecedente del fallecimiento del jugador Arispe  por insolación en un partido entre Gimnasia y Sportivo Barracas que se llevó a cabo con 38°C de calor. Por otra parte, desde que se volvieron a jugar los torneos sudamericanos tras el impasse acontecido entre 1929 y 1935, se estableció como criterio organizativo que esta competencia de selecciones pasara  de los meses primaverales a los del verano en el hemisferio sur. Esta decisión política se mantuvo vigente hasta la edición del torneo de 1967 celebrado en Montevideo salvo alguna excepción como el Sudamericano Extra de 1959 en Ecuador.  La fijación de los encuentros en la noche resultó  un factor fundamental en el éxito del desarrollo del certamen debido al enorme beneficio que tuvieron los hinchas de poder asistir a los encuentros sin tener que padecer el fuerte impacto de los rayos solares sobre los tablones de las tribunas de madera de otrora. El número de la taquilla fue un dato contundente. Otro de los puntos destacados de este campeonato consistió en la cantidad récord de participantes al contar con la inscripción de seis selecciones. Algo que nunca había sucedido hasta ese  momento  desde la primera edición de 1916. Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay fueron los representativos nacionales que asistieron a la honorable contienda deportiva. Bolivia también manifestó su interés por participar pero no lo pudo concretar en los hechos. Este número de asociaciones competidoras recién fue superado en la edición de 1942 celebrada en el Estadio Centenario.

El Gasómetro del C.A San Lorenzo albergó los partidos más importantes de aquel certamen con tribunas repletas.

El  torneo correspondiente al año 1937 tuvo  su comienzo en los últimos días de 1936. El partido inaugural se jugó el 27 de diciembre y fue protagonizado por Brasil y Perú en el barrio de Boedo. Los brasileños, con su típica casaca blanca por aquel tiempo, se impusieron de forma ajustada a Perú por  3 a 2. A los tres días, en el mismo recinto deportivo, Argentina hizo su estrenó triunfal  tras superar a su similar chileno por 2 goles a 1 con doblete de Francisco “Pancho” Varallo.  La tradicional fiesta de Fin de Año implicó un breve receso durante las jornadas del 31 de diciembre y el 1 de enero y la acción continuó el segundo día de enero con el debut celeste. Uruguay enfrentó a Paraguay y cayó derrotado por  4 a 2. La prensa fue muy dura con el equipo nacional y así quedó perpetuado en las páginas de los populares medios escritos. Una muestra de ello es la crónica de Ulises Badano publicada en el ejemplar N° 924 de Mundo Uruguayo. El periodista no escatimó en críticas al titular en su crónica que «Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros» y asignó al resultado adverso «carácteres de catástrofe». La selección charrúa prosiguió su camino frente a Perú el Día de Reyes con un claro triunfo por 4 a 2. Esta victoria fue una inyección de confianza en el plantel uruguayo  tras el duro revés sufrido ante los paraguayos pero el efecto de dicha infusión anímica se diluyó rápidamente. Una dura derrota ante Chile por 3 a 0 el 10 de enero y un nuevo traspié ante Brasil por 3 a 2 una semana después lapidaron las ilusiones orientales de retener el título obtenido dos años antes en Perú. Solo restaba el partido del 23 de enero ante los argentinos y la honorable cuestión de no claudicar ante los eufóricos anfitriones.  Los albicelestes venían invictos y querían la revancha de Lima, de Montevideo y de Ámsterdam en 90 minutos.

Oncena titular uruguaya del 2/1/37 vs Paraguay. Esta foto publicada en Mundo Uruguayo es una de las pocas imágenes registradas de aquel sudamericano debido a que el horario nocturno dificultó notoriamente la labor de los fotógrafos. A su vez, este documento revela que nuestro combinado nacional seguía vistiendo la victoriosa casaca roja de Santa Beatriz en 1935.

Ellos eran mejores pero las estadísticas no lo avalaban.

“Hace mucho tiempo que juzgamos que nuestros teams son más poderosos que los uruguayos, pero las estadísticas de las contiendas con nuestros vecinos, no lo demuestran , ya que el balance arroja un número parecido de triunfos para unos y otros y con el agregado de que las victorias de mayor significación internacional  favorecen a los de Montevideo, puesto que ellos se clasificaron tres veces campeones del mundo y nosotros ninguna (…) Recuérdese si no que en el sudamericano extra a principios de 1935 en Lima nos derrotaron por 3 a 0 y en el último realizado en el field de San Lorenzo nos ganaron por 3 a 2 cuando en ambas ocasiones  creíamos  ciegamente que los venceríamos sin mayores esfuerzos”.  Estas palabras de Chantencier en su crónica “1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1” en la revista El Gráfico, tras dos goleadas argentinas por las olvidadas Copas Newton y Lipton, denotan la hegemonía uruguaya sobre los argentinos en los partidos decisivos y la excesiva confianza que siempre tuvieron nuestros vecinos en su seleccionado nacional. Los argentinos fueron los dueños del continente en la temporada de 1937 pero conseguir un triunfo ante los uruguayos en un partido “por las que duelen” seguía siendo uno de los mayores obstáculos deportivos. Así sucedió en aquella Copa América que culminó en las vitrinas de la AFA aunque la alegría no haya alcanzado una dimensión total.

Uruguay llegó a disputar el torneo en pleno proceso de recambio. Los gloriosos atletas de las epopeyas continentales y mundiales  ya habían culminado de ofrecer sus servicios a la patria futbolística. El retiro de la selección, y de la actividad futbolística en general, de la  mayoría de los gloriosos campeones  obligaba a planificar  una nueva etapa en el combinado. Tan solo Enrique Ballesteros en el arco oriental, que no sumó la totalidad de los minutos en Buenos Aires, y Alberto Supicci en el rol de la dirección técnica permanecían como representantes del último equipo campeón del mundo en Montevideo.  Uruguay armó su lista de buena fe y viajó a Buenos Aires en los albores de 1937 para defender el título obtenido dos años antes en tierras peruanas.

Juna Bautista Besuzzo recorre en bicicleta las calles de Quilmes ante la mirada de algunos compañeros y vecinos de la concentración uruguaya. El arquero sustituyó al «Pulpo» Ballesteros en el inicio del segundo tiempo del partido frente a los argentinos y fue titular en los encuentros disputados ante Paraguay y Chile.

Los hermanos rioplatenses arribaron al trascendental partido del 23 de enero con dos realidades absolutamente opuestas. Los locales habían cosechado 3 triunfos rutilantes mientras que Uruguay tan solo había superado a Perú. Las derrotas ante Chile y Paraguay esfumaron por completo  el sueño celeste de conseguir la octava presea continental.  60 mil espectadores colmaron las instalaciones del desaparecido coliseo de Boedo para ser testigos de la anhelada victoria de sus jugadores ante los bravos uruguayos. Que no parecían tan bravos en esa instancia dados los resultados desfavorables que aniquilaron rápidamente la aspiración por el título.

“El once argentino salió a la cancha para vengar todas las derrotas en un solo partido ante ese Uruguay que en tres matches tenía ya doce goles en la canasta. ¡y nosotros nada menos con personalidades como Antonio Sastre, Peucelle, Lazzatti, Juan Estradaal arco, Pepe Minella , Varallo, Zozaya, Scopelli, el chueco García! Pero a los cinco minutos los orientales ya ganaban uno a cero.  A los 6 del segundo tiempo, 2 a 0, para los uruguayos. Como para ponerte nervioso. Había un petiso orejudo con boina blanca que con su presencia insolente y movediza tenía a mal traer a todo el equipo argentino. Los periodistas debieron recurrir a la lista para identificarlo: Severino Varela. Los jugadores nuestros lo miraban casi con asco, como a un advenedizo que nada tenía que hacer en la cancha. Tenía pinta de dependiente de almacén (…) De pronto, el tipo ese desapareció y, cuando nadie lo esperaba, apareció, puso la cabeza y…tercer gol uruguayo. Al dar el cabezazo se le cayó la boina, la levantó del suelo, la sacudió cuidadosamente, se la puso y le sonrió cachador a los jugadores argentinos. Estaba todo dicho. Pese a dos goles agónicos de Varallo y Zozaya, la Argentina había perdido nuevamente con Uruguay”. La eximia pluma del historiador Osvaldo Bayer ilustra de forma magnífica lo sucedido aquella noche en el Gasómetro. Los argentinos volvían a sucumbir ante su clásico adversario. Uruguay se despedía de Buenos Aires con una orgullosa victoria y culminando en el  tercer puesto de la tabla de posiciones. Había empatado en puntos con Paraguay pero le ganó a los guaraníes el lugar en el podio por goal average.

Severino Varela fue uno de los mejores jugadores uruguayos en aquel Sudamericano. Años más tarde, dejaría Peñarol para jugar en Boca.

Argentina jugó la última fecha frente a Brasil el 30 de enero y ganó por 1 a 0. Ambos equipos igualaron en unidades y tuvieron que jugar un partido de desempate a las 48 hs. Los albicelestes confirmaron su favoritismo y se impusieron por 2 a 0 en un partido accidentado que culminó en plena madrugada por los reiterados altercados entre los futbolistas. Los argentinos obtenían su quinto título sudamericano, seguían sobrellevando el dolor de no poder vencer a los uruguayos en instancias definitorias y  una nueva rivalidad continental comenzaba a gestarse entre nuestros dos vecinos. A su vez, Severino Varela quedaría en las retinas de los porteños y los iba a deslumbrar cuando pasara a Boca y fuera campeón con los xeneizes en 1943 y 1944. Sin lugar a dudas, aquella Copa América de 1937 hizo un valioso aporte al fútbol sudamericano aunque no se la recuerde mucho por estos pagos.

23 DE ENERO DE 1937

ESTADIO: Gasómetro, Buenos Aires.

URUGUAY: Enrique Ballesteros (45´Juan Bautista Besuzzo), Avelino Cadilla, Agenor Múñiz, Rodolfo Carreras, Eugenio Galvalisi, Carlos Martínez, Adelaido Camaití (19´ Juan Emilio Píriz), Severino Varela, Juan Pedro Rosselli, Segundo Villadóniga (75´ Ulises Borges) y Eduardo Ithurbide. DT. Alberto Suppicci.

ARGENTINA: Juan Estrada, Óscar Tarrío, Juan Carlos Iribarren, Antonio Sastre, Ernesto Lazzatti, Celestino Martínez (76´Bartolome Colombo), Carlos Peucelle, Vicente de la Mata (45´ Alberto Zozaya), Francisco Varallo, Alejandro Scopelli y Enrique García. DT. Manuel Seoane.

JUEZ:Alfredo Vargas (CHI).

GOLES: 5´ Eduardo Ithurbide (URU), 51´ J.E.Píriz (URU), 58´ Severino Varela (URU), 63´ Francisco Varallo (ARG), 68´ Alberto Zozaya.

Bibliografía y fuentes de consulta

AFA. Memoria y balance 1936. Año 1937, Buenos Aires.

AUF. Uruguay 3 Argentina 2 Copa América 1937. https://auf.org.uy/copa-america-argentina-1937uruguay-vs-argentina1937-01-23/

BADANO, Ulises. Los paraguayos tuvieron para triunfar la audacia que le va faltando a los nuestros. Mundo Uruguayo N° 924, enero de 1937, Montevideo.

BAYER, Osvaldo. Historia del fútbol argentino. Colección Bayer, Editorial Planeta, Buenos Aires.

EL GRAFICO. 1937. Copa Lipton: Argentina 5-Uruguay 1. En: https://www.elgrafico.com.ar/articulo/las-cronicas-de-el-grafico/33954/1937-copa-lipton-argentina-5-%E2%80%93-1-uruguay

Un caso único

Roberto Roo ha estado en prácticamente todos los “puestos futbolísticos” de Danubio.

Fue jugador de formativas y de Primera División, director técnico de Cuarta y Quinta División, gerente deportivo y entrenador del plantel principal y finalmente, asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles.

Luego de finalizar por edad su carrera en el club Zapicán de Baby Fútbol, asistió a un llamado de aspirantes que realizó el club de la Curva de Maroñas en el Parque Hugo Forno, a pocos pasos de casa paterna. En esa instancia, conoció a dos futuros compañeros que también dejarían su huella en el club franjeado: Luis Malvárez y Nelson Alaguich.

Poco después con sólo 15 años, bajo la conducción del “chino” Salvá y el profesor Esteban Gesto, pasó a integrar el plantel de Quinta división que permitía futbolistas hasta con 18 años cumplidos. Al año siguiente, estuvo unos meses en Cuarta y fue ascendido al plantel principal por don Raúl Bentancor por entonces entrenador y que luego se transformaría en su “mentor”.

En Primera división debutó en 1976 con 17 años. Con la franja negra al pecho obtuvo la histórica clasificación a la Copa Libertadores de 1978 y tras disputarla, fue a probar suerte a la Madre Patria. Roo, de ascendencia española, al no ocupar cupo de extranjero, se probó en tres equipos: Hércules, Barcelona y Castellón. Pero por desavenencias económicas entre los clubes españoles y Danubio, no se concretó ninguna transferencia y debió regresar.

Apenas tocó tierra uruguaya, aparece nuevamente en su vida, Raúl Bentancor quien lo citó para la selección juvenil que se preparaba para disputar el Campeonato Sudamericano a disputarse aquí en Uruguay, torneo que finalmente obtuvo la “celeste” y en el que Roo tuvo una actuación muy destacada. Lamentablemente una lesión (rotura de ligamentos y menisco) en la pierna izquierda, le impidió participar del Mundial de la categoría que se realizó en Japón y nuestro seleccionado obtuvo el 3er. puesto.

Se desempeñaba como un volante “todo terreno”, muy bueno en la marca y cobertura de espacios, pero de la mano de Bentancor, sumó técnica y mejoró el remate.

Estuvo en Danubio hasta 1981 y luego defendió los colores de Wanderers, Progreso, Rampla, Huracán Buceo y Sportivo Italiano. Dejó de jugar muy temprano, a los 27 años por culpa de aquella rodilla dañada.

Tras finalizar su carrera como futbolista, comenzó la de entrenador, desempeñándose en varias instituciones, tanto en Primera división como en categorías formativas, así como coordinador de divisiones juveniles.

En el club de los Lazaroff dirigió los equipos de 4ª y 5ª en 1995. Dos años después en 1997, asumió en el cargo de gerente deportivo permaneciendo hasta 2003, cuando fue designado para hacerse responsable técnico del equipo de Primera división.

Finalmente, tras varios años vuelve a Danubio en 2017 como asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles, permaneciendo dos años.

Haciendo un repaso de su historia en el fútbol, el “gallego” tiene un especial reconocimiento y ponderación para Raúl Bentancor y Luis Cubilla a los que considera… “verdaderos maestros”.

Roberto Roo, defendió durante muchos años los colores danubianos como futbolista, entrenador (Divisiones Juveniles y Primera), gerente y asesor deportivo … es un caso único.

Cambio de paradigma

En la siguiente columna de análisis daremos nuestra opinión respecto a lo que ha significado el comienzo del camino charrúa en las Eliminatorias con destino al Mundial 2026 que, desde nuestra humilde visión, representa un total cambio de paradigma para nuestra selección a raíz de la llegada de Marcelo Bielsa.

Pequeña y necesaria reseña

Desde los albores del fútbol mismo, el ADN del futbolista uruguayo estuvo impregnado de virtudes que lo distinguieron por encima de otros. La entrega total por la causa (particularmente al vestir la casaca color cielo), la capacidad de resiliencia, la rebeldía y el hecho de jamás amilanarse ni darse por vencido ante la adversidad fueron bases constitutivas de lo que hemos bautizado como «garra charrúa». A todas esas cualidades se le sumó la capacidad de adoptar como propio el deporte de origen británico, dominando el concierto internacional con nuestra impronta criolla, allá por la década del ’20 y ’30, logrando tres conquistas de carácter mundial y unas cuantas consagraciones en Sudamérica. Tras la convulsión de la Segunda Guerra Mundial, la hazaña de Maracaná nos devolvió a los primeros planos en todo el orbe y conquistamos la Copa Jules Rimet por segunda ocasión, empardando el historial con la selección italiana. Recién en la Copa del Mundo celebrada en SUIZA (1954), en la épica Semifinal con HUNGRÍA, perdimos nuestro primer encuentro en un Mundial.

Podríamos decir que URUGUAY, como selección, se mantuvo en la élite hasta 1970, tras lograr el cuarto puesto en la Copa del Mundo de MÉXICO (algo que en su momento no tuvo mérito, pues «la vara estaba muy alta»). Luego, diversos factores conspiraron para que La Celeste perdiera brillo: la ausencia de un rumbo definido, el desinterés y la nula capacidad organizativa en torno al seleccionado, las consecuencias de ser un país exportador que llevó a tener a los mejores elementos «repatriados» y la globalización del deporte, detalle para nada menor ya que emparejó el nivel y acortó las brechas existentes respecto al desarrollo de la disciplina en las diferentes naciones. Dejamos de pelear por títulos del mundo para conformarnos simplemente con participar de los Mundiales. En el período comprendido entre 1994 y 2006 se celebraron cuatro Copas del Mundo y URUGUAY no logró clasificar a tres de ellas, lo que habla a las claras del descenso que experimentó la escuadra oriental.

Recién en marzo de 2006, con el proyecto que trajo consigo Oscar Washington Tabárez, denominado «Institucionalización de los procesos de selecciones y de formación de los futbolistas», el barco de la selección mayor (y el de sus categorías juveniles) comenzó a enderezarse hacia un destino claro. Obviamente, el cuarto puesto logrado en SUDÁFRICA 2010 y el éxito alcanzado un año después en ARGENTINA al obtener la decimoquinta Copa América apuntalaron el «proceso Tabárez», que duró 15 años y logró tres clasificaciones consecutivas al Campeonato del Mundo; algo que no se conseguía desde el período 1962-1974.

El trayecto rumbo a QATAR 2022 tuvo enormes vaivenes y puso en riesgo las posibilidades celestes, por lo tanto, la dirigencia removió a Tabárez y nominó a Diego Alonso como reemplazante del «Maestro». Con cuatro victorias al hilo, el estratega y los jugadores pudieron sellar el billete para la máxima cita que se daría en el pequeño y rico Estado asiático. Sin embargo, URUGUAY quedó eliminado en la fase de grupos, decepcionando a propios y extraños. Alonso pagó muy cara la timorata actitud adoptada en el estreno ante COREA DEL SUR, que se saldó con un empate sin goles. En el segundo encuentro PORTUGAL se impuso por 2 a 0 y nos dejó contra las cuerdas. Si bien se corrigió en juego y actitud ante GHANA, el triunfo por 2-0 no fue suficiente y armamos las valijas antes de tiempo. Pasaron los días y a pesar de algunos rumores sobre la continuidad del «Tornado», finalmente se empezó a especular con que el puesto de entrenador charrúa estaba vacante. Y allí emergió la figura de Marcelo Bielsa, técnico que estaba libre y que había tenido su última experiencia en la Premier League, al frente del Leeds United. El 15 de mayo de 2023 la Asociación Uruguaya de Fútbol presentó al profesional oriundo de Rosario como el nuevo director técnico celeste y un mes después se estrenó con dos victorias en Montevideo, ante NICARAGUA (4-1) y CUBA (2-0), donde probó a varios jugadores jóvenes y nuevos; al tiempo que muchos de los mundialistas en QATAR estuvieron ausentes por tratarse del cierre de la temporada europea.

Ponerse el traje de protagonista

Lo verdaderamente revolucionario empezó a verse en la competencia oficial de las clasificatorias mundialistas. Ya con los mejores futbolistas a disposición (pero con poco tiempo de trabajo), se dio el estreno ante CHILE, una de las escuadras que Bielsa supo dirigir con gran suceso. URUGUAY se impuso de forma contundente, con una oncena de bajo promedio etario y sin la presencia de los emblemas ofensivos de la última década (Luis Suárez y Edinson Cavani). El elenco local dio la primera muestra de captación de la idea impulsada por el nuevo director técnico. Ese viernes 8 de setiembre La Celeste formó con Sergio Rochet, Nahitan Nández, Sebastián Cáceres, Matías Viña y Joaquín Piqueréz; Manuel Ugarte, Federico Valverde y Nicolás De La Cruz; Facundo Pellistri, Maximiliano Araújo y Darwin Núñez. Ganó por 3 tantos contra 1, aunque pudo hacerlo por más. Unos días después y con una sola variante (Agustín Canobbio por Facundo Pellistri), los orientales no lograron repetir el funcionamiento y cayeron a manos de ECUADOR. Un rival más duro, el detalle de jugar a 2.850 metros de altura y algunos yerros defensivos propiciaron la derrota.

El siguiente encuentro fue en Barranquilla, el cual terminó siendo un cotejo abierto, con grandes idas y vueltas en el trámite. Ambos erraron goles, nosotros pudimos ganar, así como también pudimos recibir varios tantos y perder por una buena diferencia; sin embargo, se terminó consiguiendo un empate agónico con un gol de penal convertido por Darwin Núñez. Ese tanto fue clave para que el artiguense ganara en confianza y se afianzara en los duelos siguientes. URUGUAY comenzaba a repetir una postura donde la presión en todo el campo y la ambición ofensiva se transformaron en una constante, sin importar la condición de local o visitante, ni el rival. El primer gran «espaldarazo» para la gestión de Bielsa fue la victoria conseguida sobre BRASIL por la cuarta fecha. La Canarinha llegaba con dudas tras empatar en casa frente a VENEZUELA, pero también sabía que llevaba más de dos décadas sin perder en Montevideo. El elenco de Bielsa tuvo paciencia y más allá de ceder la posesión del balón durante varios tramos del juego, jamás renunció a su «plan mayor». No tuvo brillo pero fue eficaz, logrando pegar dos golpes en momentos precisos por parte de Darwin Núñez y Nicolás De La Cruz. Nuestra escuadra salvaba con nota una doble fecha a priori bastante compleja y le quitaba un largo invicto a los brasileños en este certamen.

No conforme con eso, un mes más tarde el conjunto compatriota dio cátedra en La Bombonera. Este juego, indudablemente, será recordado como un punto de inflexión para consolidar el nuevo ciclo de la selección. URUGUAY acabó a domicilio con una gran seguidilla de partidos sin perder que ostentaba el actual Campeón del Mundo, con Lionel Messi en cancha y sin poder hacer nada para evitarlo. Los Charrúas dominaron en todos los aspectos a la selección argentina, desarrollando un fútbol moderno y práctico, redondeando el mejor partido que pueda recordarse en mucho tiempo, sobre todo por el contexto en el cual se dio este enorme triunfo. El cierre del año 2023 tuvo otra cosecha de tres puntos (mucho más predecible) al recibir a BOLIVIA en el Estadio Centenario.

Con las victorias clásicas, totalmente justificadas por juego y actitud, esta renovada Selección Uruguaya «golpeó la mesa» del concierto sudamericano, dejando entrever que está naciendo un equipo que será de cuidado para cualquier oponente.

¿La conjunción perfecta?

La «garra charrúa» del futbolista uruguayo, potenciada con una mentalidad ganadora que es impulsada por un entrenador totalmente convencido de su sistema de juego, más un desenvolvimiento físico prácticamente llevado al extremo, puede generar un equipo realmente duro de vencer. A nuestro entender, todo indicaría que el entrenador argentino y este plantel de futbolistas uruguayos han conectado de muy buena forma, logrando en poco tiempo una simbiosis que ilusiona. Jugadores jóvenes, bien dotados técnicamente (algunos indiscutidos en sus clubes) y con una importante capacidad física, parecen haber entendido la propuesta del «Loco», que se basa en una presión asfixiante en todas las líneas, sumado a transiciones rápidas y a un apetito voraz por llegar al arco rival y convertir. Otro elemento fundamental de la metodología de Marcelo Bielsa es el factor mental. URUGUAY estuvo por muchos años acostumbrado a una doctrina donde primero se pensaba en neutralizar al rival para después tratar de hacer daño. Es cierto, se contaba con otro tipo de jugadores, porque si bien tuvimos algunos «Clase A», el resto no brillaba en las grandes ligas europeas y difícilmente hubieran podido adaptarse al estilo que se intenta implantar en estos momentos. En cambio el plantel actual, tanto en lo que refiere a sus características unidas en un colectivo como al destaque individual que profesan a nivel de clubes, es mucho más rico y homogéneo; por lo tanto, le brinda al entrenador más herramientas en términos de capital humano a fin de poner en práctica su idea y que los seleccionados absorban con rapidez la prédica del rosarino, lo que podríamos llamar el «gen del Bielsismo».

Allí radica el cambio de paradigma más grande. Ahora los demás tendrán que preocuparse por URUGUAY. La Celeste saldrá a imponer condiciones y llevar a cabo su plan de juego, que está totalmente definido, en cualquier cancha. Por supuesto, los rivales juegan y propondrán una estrategia para contrarrestar los atributos orientales. Sin embargo, como se vio en el cotejo ante BRASIL, en el transcurso de la brega se puede ejecutar un «Plan B» de carácter transitorio, esperando el momento justo para dar el zarpazo sin renunciar al ideal fundamental que pregona el técnico.

También es importante señalar que el cambio que todos percibimos en cancha se logró en muy poco tiempo. El entrenador ha tenido contados entrenamientos con el núcleo seleccionado, no obstante, se debe destacar el trabajo silencioso que se realiza a pesar de la distancia geográfica. La tecnología ha cobrado cada vez más preponderancia en nuestras vidas y el fútbol no es ajeno a ello. Es por eso que el grupo de trabajo liderado por Bielsa ha sido fundamental a la hora de generar y compartir material audiovisual con los futbolistas, tener charlas y dar acceso a insumos que ayuden a mejorar el desempeño personal y grupal, además de contribuir a una mejor captación de la filosofía a la cual adhiere el entrenador, que es considerado un «fundamentalista» en ese sentido.

Hablando de la elección de los jugadores, tenemos que mencionar la inesperada aparición de Maximiliano Araújo, quien ha sido el gran descubrimiento del técnico, transformándose en una pieza clave para el funcionamiento del equipo. Sebastián Cáceres tampoco contaba con muchos adeptos, pero lo cierto es que el zaguero del Club América ha rendido de muy buena forma. La confianza depositada en Manuel Ugarte y Darwin Núñez, quienes ocupan puestos neurálgicos, ha sido recompensada con grandes rendimientos por parte de los dos. He aquí otro elemento muy importante a la hora de decidirse por la contratación de Bielsa: es un profesional probado que potencia a los futbolistas (sobre todo a los más jóvenes) y deja su huella indeleble, según el testimonio de varios de sus pupilos.

El año 2024 presentará el desafío de una nueva Copa América y luego se retomarán las Eliminatorias Sudamericanas. Para el certamen continental que se disputará en los ESTADOS UNIDOS, habrá mucho más tiempo de trabajo como para seguir corrigiendo, profundizando en la idea y creciendo como equipo. Sin dudas hay que tener calma y seguir confiando en el trabajo que se viene desarrollando, pero sinceramente es difícil no pensar en grandes alegrías tras lo visto en estos últimos meses. Por lo tanto, avizoramos un futuro venturoso y de color celeste.