Urbano Rivera

Riverita, forma parte importante del fútbol uruguayo. Gran futbolista que en su carrera solo vistió dos camisetas la de Danubio y la “celeste”.

Este hombre de físico pequeño, pero de corazón grande, forma parte importante de la historia danubiana. De grandes condiciones, tanto humanas como deportivas.

Nacido en plena Curva de Maroñas, allá por 1926, se entreveró desde muy pequeño, en los ya existentes baldíos de las calles Pavón y Smidel, cuando se jugaba con la “de goma”. 

En el año 1944, llega a Danubio, que había ascendido a la Primera “B” y buscaba jugadores jóvenes para reforzar los planteles. Los dirigentes franjeados le “habían echado el ojo”, le hablaron y ese mismo día lo ficharon.

A poco de llegar, se consagra campeón del primer torneo de Tercera Especial, obtención más que valiosa, ya que nuestro club militaba en la divisional “B” y se jugó frente a los equipos de la “A”.

Comenzó jugando de “centro-half” con un cinco grandote en la espalda, pero después pasó de half derecho puesto que no abandonaría en toda su carrera. Sin embargo, con solo 19 años, hizo su debut en primera frente a Cerro todavía como número “5”, Su ingreso definitivo en el primer equipo fue en el año 1947, consagrándose doble Campeón en la divisional “B”, del torneo Preparación y del Campeonato Uruguayo.

Al año siguiente DANUBIO, debuta en el círculo de privilegio venciendo a Peñarol 2 a 1, por el Competencia y es dada su importancia histórica, uno de los encuentros más recordado por todos los danubianos, y hasta por el mismo Urbano, según lo ha manifestado, lo cierto es que, jugó y muy bien marcando punta derecha.

Sus excelentes actuaciones le posibilitaron llegar en ese 1947 por primera vez a la selección, con sólo 21 años, en una época que para vestir la “celeste” había que ser buena de verdad, pero la famosa huelga de futbolistas dejó trunca la actividad. Retornó al seleccionado para disputar el campeonato sudamericano de 1953, en el que Uruguay fue 3° y quedó, con otro danubiano Julio Maceiras, en el plantel definitivo que viajó al mundial de Suiza en 1954.

Urbano tal vez por ser del barrio, primero simpatizó y luego se identificó para siempre con Danubio y decía: “La satisfacción más grande que tuve fue en 1947 cuando logramos clasificarnos campeones de la “B”. La otra fue cuando alcanzamos el primer triunfo ante Peñarol en 1948. Hay cosa que uno no puede olvidarlas de ninguna manera. Hugo Forno vino a hablarnos al vestuario poco antes de empezar el partido. Nosotros habíamos ascendido recién a Primera. Teníamos que darlo todo. Jerarquizar el nombre casi desconocido para los habitantes del Estadio. Y lo dimos todo. Dejamos el alma en la cancha. Le ganamos a Peñarol dos a uno. Y el golazo del “Poroto” Britos, que nos dio la victoria lo grité con toda el alma”.

Pocos años después, integró el excelente plantel que consiguiera en 1954 la primera gran alegría danubiana en Primera división, la obtención del subcampeonato en el “Uruguayo”, un puesto de gran valor para la época. Aquel equipo formado, entre otros, por Maceiras, Melgarejo, Burgueño, Romero, Fernando Rodríguez, “Carcajada” Correa (con quien se entendía de memoria en la cancha y fuera de ella) y la “Gata” Martínez.

Urbano es parte destacada en la historia del club por varias razones, defendió al club por 10 temporadas, se consagró campeón en el primer torneo de Tercera división, además jugó en el bautismo danubiano en la “A”, fue subcampeón del Campeonato Uruguayo, participó de la recordada gira danubiana de 1955 y por sobre todas las cosas… porque sólo vistió las gloriosas camisetas de Danubio y la selección uruguaya.

(Fuente. Estrellas Deportivas – El Diario)

Fecha de Nacimiento

2 de abril de 1926

Lugar: Montevideo

Fecha de Fallecimiento:

21 de julio 2003

Trayectoria

Juveniles de Danubio 1944 y 1945, Danubio primera división de 1946 a 1956

Selección uruguaya en el sudamericano de Lima de 1953 y Mundial de Suiza en 1954.

Títulos

 Campeón Torneo Preparación “B” 1947. Campeón Campeonato Uruguayo “B” 1947. Vicecampeón Uruguayo 1954 de Primera división.

El futuro del fútbol es de los negros

Por Atilio Garrido

Esta nota fue escrita el 7 de abril del presente año 2022. Formaba parte de un capítulo de la colección “150 años de fútbol” titulado “El fútbol del futuro”, que apareció en fascículo con el diario El País. Hechos posteriores que derivaron en la reducción de la propuesta determinó que el artículo no se publicara. Entendí que el mismo recobra actualidad en las horas previas del comienzo de la Copa del Mundo de Qatar 2022.

               La expansión de Europa en el mundo comenzó en el siglo XIV con la conquista de territorios en África. Españoles, portugueses, árabes, otomanos y Boers llegaron al continente negro. Especie de cabeza de puente que luego utilizarán Inglaterra, Francia e Italia con idénticos intereses de conquista, colonización y explotación comercial de la raza negra a través de la esclavitud. Creados los Estados Unidos en 1787, los barcos negreros cruzaban los mares con su cargamento humano para ser vendido en América del Norte, Central y del Sur. Surgieron las revoluciones independentistas que llevaron de la mano a los movimientos abolicionistas de la esclavitud. Haití fue la segunda posesión en independizarse. El movimiento libertario desarrollado por negros y mulatos culminó con el exterminio o la expulsión del hombre blanco. Considerada la primera república negra del mundo surgió en su seno una elite política gobernante. Constantin Henriquez, nacido en ese ámbito en 1893 fue enviado por su padre a estudiar medicina en Francia. Estando en boga en aquellos tiempos la educación integral que incluía la actividad deportiva, el joven haitiano practicaba el salto con garrocha y jugaba al rugby. Integrando el equipo de Francia en ésta última disciplina en los Juegos de 1900 desarrollados en ese país, es reconocido como el primer atleta negro en consagrarse campeón olímpico.

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Roberto Fleitas: uno que ganó todo… pero todo de verdad

Foto: atilio.uy

La última imagen que dejó Roberto Fleitas como entrenador en el fútbol grande no hizo justicia a lo que fue una sensacional carrera profesional.

Había regresado de apuro a Nacional en agosto de 1997 para tratar de enderezar un barco que amenazaba con hundirse deportivamente hablando y no pudo lograr su cometido.

Sin haber tenido incidencia en el armado del plantel y con un equipo que nunca jugó bien, perdió la chance de campeón en una semifinal ante Peñarol-a todas luces, el mejor team del momento- y se despidió también cayendo ante los aurinegros en la final de la Liguilla, aunque, justo es decirlo, con el club ya clasificado a la edición 1998 de la Copa Libertadores de América.

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Si termina en “2”, lo más probable es… Nacional campeón

Caso curioso y de excepción en el fútbol oriental.

Desde que se disputa el Campeonato Uruguayo (1900), en los 13 años que el torneo más importante de nuestro país terminó en “2”, Nacional se consagró campeón en 10 de ellos, siendo el último el conquistado en 2022.

El detalle es el siguiente: 1902, 1912, 1922, 1942, 1952, 1972, 1992, 2002, 2012 y 2022.

Aún más: se trata de un caso record ya que ninguna otra institución local logró ganar tantos certámenes en terminaciones anuales de un mismo número.

Por ejemplo, Peñarol tiene sus mayores distinciones en años finalizados en “8”, con un total de siete conquistas locales: 1918, 1928, 1938, 1958, 1968, 1978 y 2018.

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¡Atención Brasil! Catar puede ser un “má viagem” si te cruzás con Uruguay

Al momento de escribir estas líneas, restan menos de 40 días para el debut de la selección uruguaya en el mundial de Catar. Nuestra querida celeste integra el grupo  H y se enfrentará a sus similares de Corea del Sur, Portugal y Ghana. De pasar a la siguiente fase, existe la posibilidad de cruzarse con el combinado brasilero en el camino que conduce a la obtención de la Copa del Mundo. Un representativo nacional al cual no podemos vencer hace 21 años por todo tipo de competencias a nivel de mayores (o selección absoluta como se quiere imponer  ahora) en carácter oficial o amistoso. Sin embargo, esta no es la primera racha adversa de la Celeste frente a la verdeamarela ya que algo parecido sucedió entre los años 1960 y 1981. Dos décadas sin triunfos uruguayos que fueron interrumpidas por la gigante victoria uruguaya en la final de la Copa de Oro disputada en el Estadio Centenario. Es por ello, y si ambas escuadras pasan la fase de grupo, que la “mala suerte” de cruzarnos con Brasil puede representar una oportunidad inigualable para cortar con la presente sequía de triunfos ante nuestros hermanos norteños.

El heroico Maracanazo, la final del Mundialito o el penal del “Manteca” Martínez para la obtención de la Copa América de 1995 son algunos de los recuerdos de la memoria colectiva futbolera criolla en el historial frente a nuestros hermanos norteños. El fútbol es ese deporte maravilloso que reduce a su mínima expresión todas las asimetrías que puedan existir entre quienes lo protagonizan en un campo de juego. Una disciplina única que permite que un país de nuestro tamaño (evitándose utilizar el término “paisito” o cualquier otro diminutivo) pueda  enfrentarse de igual a igual a un gigante del planeta en todas las dimensiones. La estadística oficial de la A.U.F establece que los norteños prácticamente nos duplican en victorias pero el fútbol uruguayo siempre tuvo la gran virtud, en la mayoría de los casos, de ganar  aquellos encuentros trascendentales para la obtención de sus lauros. Hechos deportivos que representaron episodios traumáticos para los brasileños y que los condujeron a implementar decisiones drásticas. Una de ellas, y capaz que la más notoria, significó el cambio de color de la camiseta tras la derrota del 16 de julio de 1950.

El primer partido entre ambos combinados se disputó el 12 de julio de 1916 por el novel Torneo Sudamericano  disputado en la capital porteña. El cotejo culminó con victoria celeste por 2 a 1 con anotaciones de Isabelino Gradín y José Tognola. A los 6 días, volvieron a jugar en el Parque Central  y fue triunfo para ellos por 1 a 0 en un encuentro de carácter amistoso en el marco de los festejos por un nuevo aniversario de la Jura de la Constitución.  Desde ese momento, el historial de uno de los grandes clásicos del fútbol mundial estuvo marcado por éxitos y frustraciones que llegaron a superar lo meramente deportivo en las dos naciones futboleras. Brasil nos ganó más de lo que nosotros lo hicimos a ellos con períodos hegemónicos bien delimitados en el calendario. Es cierto que la actual racha adversa es la más prolongada en el tiempo dado que no vencemos a los brasileños desde el 1 de julio de 2001. Pero existió otro extenso antecedente que perduró  20 años, 6 meses y 1 día. Este período de tiempo se desarrolló entre el triunfo uruguayo por 1 a 0 del 9 de julio de 1960  por la Copa  Atlántico  hasta la inmensa victoria por 2 a 1 del 10 de enero de 1981 en la inolvidable final de la Copa de Oro. Un largo tiempo de resultados negativos ante los brasileños que culminó de forma implacable con la obtención de un título oficial que solo ostenta nuestro balompié.

Desde el día de su sorteo, el fixture de Catar indica un posible cruce entre Uruguay y Brasil. Desde 1970 que ambos campeones no se enfrentan en un mundial

“20 años no es nada” (1960-1981)

Los años 60 y el principio de la década de los 70 fue un período exitoso del fútbol oriental  en materia de buenos resultados obtenidos. La selección nacional ganó la Copa América de 1967 (a la cual no asistió Brasil), culminó en la 4° posición en México 1970 y clasificó de forma consecutiva a cuatro certámenes mundiales. A nivel de clubes, Peñarol y Nacional marcaron su liderazgo internacional con sus resonantes conquistas continentales y mundiales. Por su parte, en este mismo período Brasil no obtuvo ninguna Copa América pero si fue 2 veces campeón del mundo con la extraordinaria conducción futbolística de Pelé. A su vez, el Santos del prestigioso N° 10 también fue otro importante animador de la novel Copa Libertadores.

El 9 de julio de 1960 se enfrentaron en el Estadio Centenario uruguayos y brasileños por la segunda edición de la Copa Atlántico. El calendario de ese cuadrangular (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se jugó a una ronda todos contra todos. El calendario marcó que uruguayos y brasileños se cruzaran en Montevideo y la Celeste se impuso por 1 a 0. Luego de ese partido del invierno del 60, pasaron 5 años para que ambas selecciones volvieran a cruzarse en un campo de juego. La ocasión se dio en un cotejo amistoso jugado el 7 de setiembre de 1965 en Belo Horizonte y culminó con un contundente 3 a 0 a favor del local. Posteriormente, le siguió la trilogía de la Copa Río Branco de 1967 en el Estadio Centenario. En tan solo una semana, algo que parece absolutamente incomprensible en función de los actual agenda futbolística,  los únicos dos campeones mundiales sudamericanos de ese entonces se enfrentaron tres veces y no pudieron superarse en ninguno de esos encuentros. Al año siguiente, se dio la revancha en suelo visitante con dos partidos que terminaron a favor de ellos. Pero sin lugar a dudas, el mayor recuerdo de esta etapa fue la semifinal de la Copa del Mundo de México 70. Un match que partió mal desde su génesis con el repentino e injustificado cambio de sede que claramente los favoreció. En aquella tarde del 17 de junio en Guadalajara, ambos  combinados nacionales pugnaban por el pasaje a la final, por su aspiración a obtener en propiedad el trofeo Jules Rimet y sin saberlo capaz en ese instante, por culminar de la mejor forma una etapa histórica. Para Brasil significó el final de un período glorioso marcado por una generación de cracks. En el caso charrúa, y con el correr de los años, representó el cierre de una etapa de protagonismo en las copas mundiales. La historia sería muy distinta a partir de Alemania 74 y tuvieron que pasar cuatro décadas para volver a llegar a una instancia semifinal de la máxima competición futbolística.

Los fixtures de los años 70 eludieron la concreción de uno de los grandes clásicos mundiales  y solo hubo 4 partidos entre ambos contrincantes (2 en 1976 por las Copas Atlántico/Río Branco  y otros 2 amistosos en 1980) con sendas victorias de los brasileños. Pero lo que distingue al fútbol uruguayo del resto del planeta es su enorme capacidad para ganar imponerse en jornadas épicas que marcaron la historia de este deporte. El verano de 1980/81 fue el momento elegido para llevar adelante el inédito torneo de campeones del mundo. Los ingleses, al igual que en 1930, no quisieron venir pero su ausencia no opacó un evento fulgurante. El Mundialito fue el encuentro de las mejores selecciones del mundo de ese momento y Uruguay se coronó campeón de forma inobjetable. Los integrantes de aquel equipo nacional asumieron la responsabilidad de ganar la copa y cumplir con la historia. Muchos campeones mundiales aún estaban presentes y no se los podía defraudar. Entre ellos, el director técnico Roque Gastón Máspoli. La hegemonía locataria en el Centenario, la necesidad de revertir opacas actuaciones anteriores y la estadística adversa ante el rival de turno en esa final, fueron elementos importantes que configuraron el contexto en el cual se desarrolló aquel partido. Jugadores y cuerpo técnico estuvieron a la altura de las circunstancias y Uruguay volvió a vencer a Brasil en una final a Brasil. “Quedate tranquilo Obdulio. Los muchachos no te van a dejar cambiar la historia” fueron las palabras que inmortalizó Víctor Hugo en su relato de aquella noche.

La mala racha del SXXI.

La tarde del 1 de julio de 2001 fue sumamente gris y fría. La ilusión de retornar a la fase final de la Copa del Mundo estaba intacta y el público abarrotó el Estadio como de costumbre. Tan solo habían transcurrido 7 años de la última visita norteña al Monumento Histórico del Fútbol Mundial para disputar la final del América del 23 de julio de 1995. Sobre la media hora de juego, el referee escocés Hugh Dallas sancionó penal a favor de nuestro seleccionado. Federico Magallanes asumió la responsabilidad y anotó el único gol de ese día en el arco de la Tribuna Colombes. Carini, Méndez, Sorondo, Montero, Guigou, De los Santos, García, Romero, Recoba, Silva y Magallanes fueron los elegidos por Víctor Púa para vencer al clásico adversario. Una victoria muy importante para llegar a Corea y Japón pero cuya trascendencia histórica superó a esa fase clasificatoria. Seguramente nadie pensó ese día, ni siquiera el mayor de los pesimistas, que aquel triunfo sería el último hasta el presente. En el transcurrir del SXXI, la Celeste culminó cuarta en Sudáfrica, revirtió otra estadística adversa frente a selecciones europeas por Copas del Mundo con las victorias ante Inglaterra e Italia en 2014, fue la mejor selección sudamericana en los mundiales de 2010 y 2018 y campeona de América en 2011. Tuvo  a uno de los mejores tríos ofensivos del orbe compuesto por Forlán, Suárez y Cavani y llegó a estar segunda en el ranking FIFA. Pero con los brasileños se complicó realmente la cosa y  ni el proceso de Tabárez pudo con la canarinha.  Son 21 años de resultados adversos que tuvieron el registro de dos goleadas históricas en Montevideo en 2009 y 2017. Es verdad que las victorias estuvieron muy cerca de concretarse en la semifinal de la Copa América de 2007, en la misma instancia de la Copa de las Confederaciones de 2013 o en Pernambuco en 2016 cuando retornó Suárez tras su despiadada sanción.

El fútbol y la vida dan revanchas y nuestra querida y triunfante Celeste lo sabe. Una posible combinación de resultados puede ocasionar que se juegue un Uruguay vs Brasil por los octavos de final en Catar. Nadie quiere cruzarse con los norteños pero para los uruguayos, puede ser una gran oportunidad de quebrar la historia y consolidarse como candidatos a la conquista de la copa. Porque todos sabemos que cuando se juegan “las que duelen”, la mayoría son nuestras.

DATOS ESTADÍSTICOS (extraidos de auf.org.uy).

URUGUAY y Brasil jugaron 78 partidos en total por todo tipo de competición. 20 triunfos de URUGUAY. 20 empates. 38 victorias para Brasil.

Goles. 98 anotaciones para la Celeste. 142 anotaciones brasileñas.

Ángel Romano es el goleador histórico de Uruguay frente a su par brasileño con 6 anotaciones.

Roque Gastón Máspoli fue quien enfrentó más veces a Brasil contabilizando 12 partidos.

Por fase final de Copa del Mundo, uruguayos y brasileños se enfrentaron en 2 oportunidades. Brasil 1 URUGUAY 2. 16 de julio de 1950. Río de Janeiro. Brasil. Brasil 3 URUGUAY 1. 17 de junio de 1970. Guadalajara. México

¿Qué clubes locales aportaron más futbolistas a los títulos mundiales y continentales de los orientales?

Uruguay campeón de América 1942. Nacional, con 10 convocados, marcó el récord histórico de mayor cantidad de futbolistas en un mismo seleccionado celeste campeón.

Nacional es el club que, históricamente, más vinculado ha estado al seleccionado uruguayo y a sus mayores logros.

Esto no es discutible: los tricolores aportaron jugadores a absolutamente todos los títulos de América y del mundo de los charrúas, 15 sudamericanos y cuatro a nivel planetario.

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Campeones del mundo: Trivia de jugadores celestes

Los cuatro planteles celestes que lograron el título mundial estuvieron conformados por futbolistas de distinto tipo, no solo en cuanto a su nivel técnico, sino también a sus propias características individuales.

A modo de curiosidad, compartimos, a continuación, una serie de detalles particulares de los vencedores (en este caso, solo de aquellos que efectivamente disputaron, al menos, un partido).

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El golero niño

Un día cualquiera de 1970, dos dirigentes danubianos, prácticamente lo secuestraron del aula del Liceo N°20 de Malvín para decirle que estaba citado por el entrenador de Primera división.  A partir de ese momento, pasó a ser el “golero niño”, tal como lo identificó el ambiente del fútbol, pues con sólo 15 años debutó en el equipo principal de Danubio.

Así comenzó su carrera con el buzo N° 1 del equipo de la franja, el cual llevó -en dos etapas-  durante 9 temporadas, como titular indiscutido, solo superado por el legendario Julio Maceiras que defendió el arco danubiano durante 13 años consecutivos.

Danubio estaba en la “B” y el objetivo era el ascenso. Iban cinco o seis fechas y los dos arqueros estaban lesionados, entonces el popular “Magnate” Rodríguez, que por aquellos tiempos “manejaba” todo el fútbol de la franja, le sugirió al entrenador Rodolfo Zamora que probara al “pibe” Lorenzo Carrabs.  

“Calabaza”, como también le decían, que se destacaba por sus reflejos y arrojo, ya sabía de jugar en alguna categoría mayor, pues con edad de Quinta división supo jugar en Cuarta y hasta en Tercera.  La idea que parecía una locura se transformó en un gran acierto y con aquel quinceañero bajo los tres palos, Danubio se consagró Campeón y volvió al círculo de privilegio que había dejado el año anterior.

Desde aquel sorprendente debut por el campeonato de Segunda división ante Progreso en el Abraham Paladino, prácticamente nunca abandonó el arco danubiano. Durante esas ocho temporadas, jugó alrededor de 200 partidos oficiales, transformándose en un verdadero símbolo del club, por profesionalismo y adhesión a la causa.

Según él ha comentado, el mejor equipo que integró fue con Juan Ascery, Gerardo Rodríguez, Carlos Cabrera, Alberto Cardaccio, Otto Sessana, Pedro Kraus, Ricardo Palma, Roberto Repetto, Hamilton Rivero y Horacio Franco. (equipo de comienzos de la década del 70)

Sus buenas performances bajo los tres palos danubianos le permitieron alcanzar la “celeste”. Con la Selección Juvenil concurrió al Campeonato Sudamericano de 1974 jugado en Chile y que Uruguay fue vicecampeón. Mientras que con la Mayor a la que fue convocado varias veces, disputó la Copa del Atlántico de 1975.

Para coronar su actuación en el club de la Curva de Maroñas, integró el histórico equipo que, en enero de 1978, logró la primera clasificación a la Copa Libertadores de América, eliminando a Nacional en inolvidable final. Inmediatamente de finalizada la Liguilla, fue transferido al Junior de Barranquilla. El destino quiso que a pocos meses de abandonar el club de los hermanos Lazaroff, increíblemente debió enfrentar a sus excompañeros, ya que su nueva institución fue rival de los danubianos en la Libertadores.

A partir de ahí, comienza una larga y exitosa carrera en el fútbol colombiano donde alcanzaría a disputar más de 600 partidos oficiales. Luego de dos temporadas en el conjunto “Tiburón”, pasó al Atlético Nacional de Medellín al cual defendió hasta 1986 inclusive. Retornó a Junior para defenderlo hasta 1989.

En 1990, Danubio designa como entrenador de su equipo principal al ex futbolista danubiano Julio A. Comesaña y éste, posibilita -tras doce años- el regreso de Carrabs al arco de la franja. Ambos habían sido compañeros como futbolistas tanto en Danubio como en Junior.

Tras un año de custodiar, por última vez el pórtico danubiano, tuvo un pasaje de una temporada por Nacional y luego defendió a Deportivo Maldonado desde 1992 a 1996, cuando se retiró como futbolista.

Al colgar los guantes, comenzó a desempeñarse como ayudante técnico y entrenador de arqueros destacándose su pasaje por la Selección Juvenil de Uruguay 1997-2000, Selección Mayor de Uruguay en Copa América de Paraguay y Preolímpico de Brasil, Selección juvenil y mayor de Ecuador 2005-2006. Integró el Staff técnico del “Tri” en el Mundial de Alemania 2006.

A lo largo de estos años y como era de esperarse, volvió al club de sus inicios. En primera instancia, en el año 2003 integrando el Cuerpo Técnico de Roberto Roo, antiguo compañero de planteles danubianos de mediados de los años setenta. Y desde hace un par de temporadas, inicialmente, trabajando con los arqueros de las categorías formativas y en la actualidad, también, con los de Primera división.

Rimet: “Si Francia y Bélgica no participaban en Montevideo la FIFA no tenía razón de existir”

Archivos del mundial de 1930 a la luz de la historia

Detalle de la importante declaración del presidente de la FIFA, Jules Rimet, sobre las gestiones del Dr. Enrique Buero en Europa, logrando quebrar el boicot de los países de Europa que no se inscribían para intervenir en la Copa Mundial de la FIFA.

En el congreso de la FIFA de 1928 realizado en Ámsterdam se resolvió finalizar la vinculación con el Comité Olímpico Internacional, bajo cuyo paraguas la entidad presidida por el francés Jules Rimet organizó el campeonato mundial en esos Juegos Olímpicos y el anterior en los de 1924. Con la base de la experiencia adquirida se estableció el año de 1930 como el de la independencia. También en las reuniones de Ámsterdam el congreso designó, a propuesta de Rimet, al Dr. Enrique Buero vicepresidente del Comité Ejecutivo de la FIFA, convirtiéndose en el primer ciudadano no europeo en integrar el organismo.

En 1929 coincidiendo con la fastuosa Exposición Universal celebrada en Barcelona, el 17 y 18 de mayo con asistencia de 46 delegados de 23 países se reunió el congreso de la bajo las góticas ojivas del Salón de Ciento de la Casa Consistorial del Ayuntamiento catalán, convocado para elegir la sede de la Copa del Mundo. España, Holanda, Italia y Hungría postularon formalmente su candidatura, apoyados en el “proyecto financiero del campeonato presentado por la comisión organizadora que partía de la base de que este se disputaría en Europa. Según versiones que llegaron hasta mí, se insinuaba la pretensión de Francia para tener el honor de organizarlo”.[1]

El Dr. Buero acompañado por Héctor R. Gómez, hizo trascender que Uruguay solucionaría el problema financiero que quedaba a su cargo si la Copa del Mundo se disputaba en Montevideo. Se generó un fuerte intercambio de opiniones. “En busca de una solución transaccional, sugerí que sería mejor pasar a Comisión General y dentro del cambio leal de ideas que allí pudiéramos tener, liquidar la cuestión financiera en función del lugar escojido (sic) para sede del campeonato”, escribió el Dr. Buero en la obra aludida.

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El decorador del gol: Ruben Da Silva

“Polillita” Da Silva se destacó siempre por ser un futbolista inteligente, fino, de excelsa calidad. Capaz de hacer el toque inesperado, el pase jamás inventado y además convertir muchos goles. Era un jugador que el fútbol le ingresaba por el cerebro y le salía por los pies…

De los más grandes jugadores y goleadores danubianos de la historia (segundo goleador histórico con 71 dianas) y además integrante del selecto grupo de los diez futbolistas bicampeones uruguayos con la “franja” en el pecho.

Desde las categorías formativas se podía apreciar que se trataba de un jugador fino, desequilibrante por habilidad y precisión de tres cuartos de cancha en adelante. Gran definidor de jugadas por su frialdad dentro del área, pero además era notable para meter un pase gol al compañero mejor ubicado. Tras varios campeonatos ganados en divisiones juveniles, debutó en Primera con 18 años en 1986.

En el año 1985 vino a jugar al Uruguay una escuela de fútbol de Estados Unidos, la que era dirigida por el profesor brasileño Julio Mazzei y tras enfrentar a la 5ª división de Danubio y ver jugar a Da Silva y Edgar “pompa” Borges, comentó: “desde la época de Pelé y Coutinho que no veía hacer tabelas (paredes) como las que hacen estos chicos”… todo dicho.

Artífice fundamental en las conquistas del Campeonato Uruguayo y Torneo Competencia en 1988, no sólo por jugar en un nivel superlativo, sino, por consagrarse como máximo goleador en ambos, hecho que no se daba desde 1966 con el brasileño Araquem De Mello. Ese año entre los dos torneos, “Polillita”, anotó nada menos que 35 goles, casi el 50% de los goles convertidos por Danubio en ese año.

Si bien su jerarquía no permite encasillarlo simplemente como un goleador, lo cierto es que también lo fue. En sus distintas etapas con la casaca de Danubio anotó, como dijimos, 71 goles en Primera división, a cuál más bello y espectacular, no hacía goles feos, pues su característica distintiva era “decorarlos”.

Sus cualidades lo llevaron a ser -en su momento- “el precio” del fútbol uruguayo, cotizado en U$S 1.200.000 en 1989.

Tuvo una extensa carrera en el exterior (14 años), defendiendo a Cremonese, Logroñes, UAG Tecos, River Plate (Arg), Boca Juniors y Rosario Central.

Su etapa más sobresaliente fue en el fútbol argentino donde convirtió más de 80 goles. Fue dos veces goleador de la Primera división en 1993 con River Plate y 1997 con Rosario Central. Además con los “canallas” ganó la Copa Conmebol de 1995 y fue también el máximo artillero del torneo.

De regreso al Uruguay, jugó una temporada en Nacional y en el año 2001, ya al cierre de su carrera, retornó a Danubio y con él regresaron los títulos al club de la Curva de Maroñas. Como no podía ser de otra manera, Da Silva continuó deleitando a los hinchas, haciendo goles y obteniendo títulos, esa temporada fue campeón del Apertura. En 2004, fue campeón del Torneo Clasificatorio, Clausura y por segunda vez del Campeonato Uruguayo.

La camiseta “celeste” no le fue esquiva y desde juvenil ya supo vestirla, disputó el Sudamericano Sub 20 de Colombia en 1987.

A su vez, con la selección mayor integró los planteles (aunque con poca participación) en varias ediciones de la Copa América: Brasil 1989, Uruguay 1995 (Uruguay fue Campeón) y Bolivia 1997, así como, por las Eliminatorias para los Mundiales de 1998 y 2002. En total anotó 3 goles.

Fecha de nacimiento:

11 de abril de 1968 en Montevideo

Trayectoria

Danubio 1986-1989, Lazio (1989) River Plate (1989-1991), Logroñes (1991-1992), River Plate (1992-1993), Boca Jrs. (1994-1995), Rosario Central (1995-1997), UAG Tecos (1998-1999), Nacional (2000) y Danubio (2001-2004)

Títulos

Con Danubio fue Campeón Torneo Competencia 1988, Campeón Uruguayo 1988, Campeón Apertura 2001, Vicecampeón Uruguayo 2001, Campeón Clausura 2002, Vicecampeón Uruguayo 2002, Campeón Clasificatorio 2004, Campeón Clausura 2004 y Campeón Uruguayo 2004.

Campeón Uruguayo con Nacional en el 2000.

Campeón argentino 89/90, Apertura 1991 y 1993 con River Plate

Campeón Copa Conmebol con Rosario Central en 1995.

Campeón de la Copa América en 1995 con la selección mayor.

Distinciones

Con Danubio fue goleador del Torneo Competencia de 1988 (12 goles) y Campeonato Uruguayo 1988 (23 goles).

En River Plate fue goleador de Clausura 1993 (14 goles) y con Rosario Central fue goleador compartido de la Copa Conmebol ´95 (4 goles) y del Apertura 1997 (15 goles).