Martes 29 de julio de 1930/ El día -1 de la final; anuncian «invasión de argentinos»

El Diario con muy buena gráfica destaca la cantidad de aficionados que se acercaron hasta la concentración del Prado de los celestes.

Un gentío se acercó hasta la concentración de los celestes , según refleja El Diario en la edición del día previo a la final. ” La concentración del Prado presenta un aspecto muy animado en vísperas del gran cotejo “ , fue el título para sinterizar lo que se vivía.

El cronista del vespertino también se acercó hasta la concentración. No eran épocas de conferencias de prensa. La entrevista se realizó alambre de por medio, en animada charla con el ” entrenador” Alberto Supicci y con el ” masajista” Ernesto ” Matucho” Figolí, célebre participante de los cuatro campeonatos del Mundo ganados por Uruguay.

Se mantenía la misma duda, sobre la presencia de Nenin Anselmo en el centro del ataque. Como relatamos en el artículo de ayer, Anselmo finalmente no jugó. De paso , se anunciaba que Petrone tampoco jugaría. ” Si me ponen, renuncio” , cuentan que declaraba el punta.

A propósito. Pedro Petrone debutó con la celeste en 1923, fue campeón en los Juegos Olímpicos de Colombes y Amsterdam, y jugó su último partido con la camiseta uruguaya el día de la inauguración del Estadio Centenario, el 18 de julio de 1930, ante Perú. Probablemente aquella jornada en el  debut celeste en las Copas del Mundo, Petrone no sabía que sería su primer y último partido en los Mundiales. Su promedio goleador es envidiable: jugó 28 partidos con la camiseta nacional y logró 24 goles.

DE BUENOS AIRES  ME VENGO

El Diario se vendía a tres centésimos el ejemplar y  en el Dancing ” La Bombonniere” situado en Convención 1136, se anunciaba ” En honor del Campeón Mundial de Football y de las Delegaciones Extranjeras” un ” Aperitif” a las 6 y 30 de la tarde, y por la noche ” La Fiesta de la Victoria ” .

La expectativa era inmensa en ambas márgenes del Plata. ” En Buenos Aires el match de mañana despertó extraordinario entusiasmo “ , titulaba El Diario.

Un par de fotos reflejaban lo que estaba ocurriendo en la capital argentina. En el texto se detallaba que ” Cuánto se diga es poco respecto al entusiasmo que ha despertado en Buenos Aires el gran match de mañana por la final del Campeonato del Mundo. Las notas gráficas muestran una parte del público estacionado frente al local de la Asociación Amateurs, donde se distribuyeron, como se sabe, 6000 entradas. La otra se obtuvo rente a la Agencia de Vapores, dónde el publico provocó varios tumultos, que la policia liquidó en forma rápida”. 

Eran evidentemente otros tiempos. El Río de la Plata aparecía como la vía prácticamente excluyente para llegar desde Buenos Aires hasta Montevideo. El avion, incipiente, y por tierra, pasarían muchos años para poder hacer el trayecto. Pero el río mucho veces es traicionero, y más aún, en pleno invierno.

Eduardo Gutierrez Cortinas recuerda en ” Estrellas Deportivas” que ” desde Buenos Aires viajaron miles de argentinos y otros miles quedaron sin llegar pues el río como mar tuvo un intenso banco de niebla y se recuerda que el ” Duilio” no pudo atracar y dejó tres mil personas en el antepuerto hasta después del partido” 

La Enciclopedia Mundial del Fútbol, de origen español, también hace referencia a la noche previa. ” Varios accidentes tragicómicos marcaron aquellas ” patrióticas” travesías del Río de la Plata. Algunas embarcaciones tuvieron que detenerse en plena noche debido a la niebla y cuándo llegaron a los muelles el partido ya había terminado. Por otro lado, la mayoría de los espectadores argentinos llegaron al Estadio afónicos y ateridos, debido a los gritos y a la travesía nocturna en barco, después de haber sido cacheados por los aduaneros y policias que tenían la orden que ” ni un sólo revolver argentino debe entrar en Uruguay” .

Para que la mayoría de los aficionados argentinos pudiera cruzar el Río de la Plata durante la noche previa a la final, Argentina había solicitado embarcaciones al gobierno de Uruguay, aunque este, a la hora de la verdad, sólo puso diez a disposición. Como el número era insuficiente, los aficionados solicitaron más y el gobierno argentino tuvo que esforzarse en encontrar el mayor número posible para que un buen contingente de compatriotas pudiera animar a su selección en el partido decisivo ” . 

Claro, por más barcos que se pusieran a disposición, había una limitante en la cantidad de entradas. Líneas arriba, recordamos que El Diario mencionaba 6.000 entradas que se habían distribuido en Buenos Aires. Allí estaba el tope máximo de aficionados argentinos que podrían ingresar al Estadio Centenario.

Sin Anselmo ni Petrone, con el Manco Castro, con los celestes en la concentración del Prado y los albicelestes allá en Santa Lucía,  con miles y miles de uruguayos esperanzados, con algunos miles de argentinos que viajaron como pudieron, con Langenus, que fue el juez pero además era periodista en la revista alemana Kicker, con la Torre de los Homenajes de la Olímpica que se salía de la vaina por reverenciar a la celeste campeona, ya estábamos en la noche previa.

Mañana es la final del Mundial. A descansar ahora, que mañana será un día intenso.

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