Hugo Forno fue el presidente que condujo durante más temporadas a Danubio. A lo largo de sus dos mandatos acumuló 19 temporadas al frente de la presidencia danubiana.
Fue un hombre que tenía los ojos encendidos por los fuegos del ideal y del entusiasmo. Su sonrisa amistosa y amable parecía amalgamar todas las voluntades danubianas.
Don Hugo Forno fue un verdadero guía de Danubio en la rama institucional, el gran propulsor de transformar los sueños en realidad. Responsable del primer afianzamiento y posterior crecimiento danubiano. De pocas palabras y muchas realizaciones, con gesto sencillo y cordial, dueño de una gran personalidad, tuvo a bien cruzarse en la vida de Danubio y hacerlo parte de su propia vida.
Curiosamente, los pibes fundadores de 1932, ignorando lo importante que sería después para el desarrollo del cuadrito de barrio, le vendieron varios números de la rifa que solventó la compra de las primeras camisetas. Poco después, los mismos botijas sufrirían una gran tragedia, un perro bull-dog destrozaría la pelota de un tal Leal, la única que tenía oficialmente el equipo, poniendo en peligro la actividad deportiva, pero apareció don Hugo con una nueva bajo el brazo.
En 1941 año en que el club de la Curva de Maroñas comienza su actividad en la divisional Extra de la AUF, integrándose como Tesorero a la directiva que presidía don Ángel Nicolazzi. Pero sólo un año después asume como Presidente, cargo que ocuparía en forma ininterrumpida hasta 1959, volviendo en el año 1961.
Forno, además de ser siempre un importante respaldo económico, tuvo la virtud de saber elegir a sus acompañantes en la dirección del club, por ejemplo, sumó a Raúl Mancebo fundamental luchador en las difíciles épocas de los barrios.
Bajo su prolongado mandato, la franja obtuvo logros trascendentes, tanto sociales, así como deportivos. Se consiguió el local para la Sede Social, (donde ahora está el supermercado) y se construyó nada menos que el Estadio Jardines del Hipódromo.
En la faz deportiva, se obtuvieron los campeonatos uruguayos de la Extra, la Intermedia, y la “B”, además de lograr el primer Subcampeonato Uruguayo en el círculo de privilegio. En divisiones formativas logró campeonar con la Reserva y varias veces con 3ª y 4ª. división.
Las giras internacionales y la permanente preocupación por fabricar jugadores propios demuestran que era un gran visionario.
Amigo de los futbolistas fue Socio Cooperador de la mutual que los agrupa, apoyándolos en los justos reclamos que determinaron la huelga de 1948.
En febrero de 1946, aún antes de realizar muchas de sus obras, los asociados danubianos por aclamación lo designan como el Primer Socio Honorario y en setiembre de ese mismo año, resuelven denominar con su nombre al campo deportivo que tenía en ese momento el club, sito en Camino Carrasco y Arrayán.
Danubio le debe mucho de su crecimiento a este magnífico hombre, desaparecido físicamente en 1977 pero que quedó grabado a fuego en la historia de la institución.