Un solo encuentro bastó para que el mundo entero advirtiera, en los albores del siglo XX, el nacimiento de la mayor expresión futbolística fuera de las islas británicas. El football comenzó a arraigarse en el Río de la Plata con tanta determinación que los players ansiaron constantemente encontrar nuevos rivales, nuevos horizontes donde competir. Cruzar el gran río se convirtió en un nuevo escalón deportivo. No solo para nuestros teams, que buscaron rivales de fuste y mostraron su clase en fields porteños, sino para el embrión de nuestras selecciones, la uruguaya y la argentina, que, con elevens aún en proceso de formación, lograron cautivar a propios y extraños. Esa primera vez, entre “orientales y porteños”, que llenó de orgullo a unos y a otros, ya era solo un recuerdo, por lo cual un nuevo enfrentamiento se estaba gestando, el cual se sucedió en el año 1902 y tuvo un desenlace ciertamente inesperado.
Un año y pocos meses después de aquel primer encuentro del 16 de mayo de 1901, cuando los visitantes ganaron por 3 a 2 en cancha del Albion, se disputó un nuevo match entre combinados de Uruguay y Argentina. Este partido, que puede catalogarse como revancha, sirvió para dejar en claro el poderío futbolístico con que contaba el team argentino, que lo convirtió, a lo largo de su prolífera historia, en uno de los más ganadores del continente. Aquel 20 de julio de 1902, el equipo nuevamente visitante, logró la mayor diferencia de goals entre ambas selecciones registrada en la historia. El 6 a 0 a favor de los argentinos, marcó un antes y un después para ambas selecciones. Los dos hermanos decidieron aquella vez, formar cada uno su gran escuela de fútbol, y pasearla por el mundo, para ser admirados en cada estadio visitado.
Nada fue igual después de este partido. La dura derrota caló hondo en los players y dirigentes orientales, que nuevamente se dedicaron al “entrecasa”. Es que nada estaba armado aún, el combinado no tenía los roles claros; los jugadores elegidos y las posiciones asignadas eran determinadas por los capitanes, que muchas veces, a pesar de ser consagrados dirigentes, no tomaban las decisiones correctas. Pero primero analicemos el partido, mejor aún sus detalles, porque un score final de 6 a 0 nos da la pauta clara de que hubo un equipo arrollador y un equipo arrollado. Y así fue, la superioridad fue tal y tan clara, que a los 3 minutos de juego el combinado argentino ya se había puesto en ventaja con goal de Carlos Edgard Dickinson, player goleador del Belgrano Athletic.
El mismo escenario, el del Paso Molino, cuna del Albion, y del fútbol uruguayo, albergó a más de ocho mil espectadores (mil de ellos argentinos) que colmaron las gradas y palcos del excelentísimo y elegante field montevideano. La valiente derrota del año anterior contra un team “porteño” compuesto por mayoría de jugadores ingleses o de primera línea sanguínea, ya consagrados en su mayoría, abrió las puertas del optimismo en los deportistas orientales y en sus entusiastas seguidores. Esta vez, el eleven uruguayo estuvo representado por jugadores del Club Nacional de Football y del Albion Football Club, dándose la particularidad que los jugadores que representaban en el plano local al equipo tricolor, ya habían sabido integrar anteriores alineaciones del Albion. Tal es el caso de los hermanos Cespedes, de Carlos Carve Urioste, Miguel Nebel y Ernesto Bouton Reyes. Así y todo, la alineación uruguaya fue la siguiente: Enrique Sardeson (Albion); Carlos Carve Urioste (Nacional), Germán Arímalo (Nacional); Miguel Nebel (Nacional, Capitán), Alberto Peixoto (Albion), Luis Carbone (Nacional); Bolivar Cespedes (Nacional), Gonzalo Rincón (Nacional), Juan Sardeson (Albion), Ernesto Boutón Reyes (Nacional) y Carlos Cespedes (Nacional). En tanto, el combinado argentino fue designado por el Presidente de la Asociación, Don Francis Chevallier Boutell, y estaba ordenado de la siguiente manera: José Buruca Laforia (Barracas); William Leslie (Quilmes), Walter Buchanan (Alumni); Eduardo Patricio Duggan (Belgrano), Carlos J. Buchanan (Alumni), Ernesto A. Brown (Alumni); Edward O. Morgan (Quilmes), Juan José Moore (Alumni, Capitán), Juan O. Anderson (Lomas), Carlos Edgard Dickinson (Belgrano) y Jorge Gibson Brown (Alumni).
El conjunto oriental ingresó al campo de juego con camisa azul-celeste con una franja blanca cruzada al pecho y la bandera uruguaya bordada en el corazón. El pantalón y las medias eran de color negro. En tanto, team argentino lo hizo de camisa celeste, pantalón blanco y medias negras. Pronto los players, la ball se puso en juego cuando el reloj del referee argentino Robert W. Ruud marcó las catorce horas con treinta minutos.
El match, observado con un interés inusitado para la época, fue rápidamente dominado por el conjunto visitante que se puso en ventaja a los 3 minutos de juego con goal del scorer Dickinson. Sin embargo, lo que parecía ser un aluvión de ataques argentinos se quedó en intenciones cortadas por la defensa y el mediocampo oriental, que, a pesar del goal encajado en propia puerta por Arímalo a los 31 minutos, se fue al entretiempo con una digna desventaja de dos tantos a cero.
El segundo half del importante match comenzó cortado, y estuvo marcado por siete minutos fatídicos en la defensa local, que vio como el ataque porteño lograba tres goals seguidos, poniendo el tanteador en 5 contra 0. El primero de la seguidilla lo marcó el forward Edward Morgan a los 64 minutos, el segundo, Carve Urioste en contra a los 66, y el tercero de la seguidilla y quinto del tanteador, Juan Anderson a los 71 minutos de juego. Cinco goals parecían ser mucha diferencia entre ambas escuadras, sin embargo, los atacantes orientales no tuvieron oportunidades claras para emparejar la contienda. Para desazón de los players, dirigentes y simpatizantes uruguayos, Jorge Gibson Brown, estampó el definitorio y lapidario sexto goal, ya a los 86 minutos de juego. Así, con un arrollador score de 6 a 0, terminó el segundo encuentro entre los combinados de Uruguay y Argentina.
Nuevamente, como sucedió en el encuentro anterior, la polémica se hizo presente. Si bien el equipo oriental fue constituido por la Comisión Directiva de la Liga, los jugadores del CURCC nominados, renunciaron a participar del encuentro porque entendían que otros jugadores de su institución debían integrar el combinado. Con ese criterio, el goal-keeper del eleven oriental debió ser Amílcar Cespedes, quien venía tendiendo extraordinarias actuaciones en Nacional, logrando días antes de este segundo partido entre uruguayos y argentinos, ganarle al Barraca porteño en Buenos Aires, siendo esta la primera victoria tricolor fuera del país. Esa tarde el portero del Barracas también fue José Buruca Laforia, quien debió sorprenderse al no ver a su colega Amílcar Cespedes en la valla oriental aquel 20 de julio de 1902. En tal caso, el goal-keeper oriental fue Enrique Sardeson, un nobel dirigente del Albion, que luego cofundaría el Montevideo Wanderers, pero que por esos días dividía sus minutos de juego entre la portería y la delantera del Albion Football Club. Para dar un ejemplo, el 1ero de junio de 1902, un mes y varios días antes del encuentro entre uruguayos y argentinos, Enrique Sardeson fue capitán en la derrota de su equipo por tres goals a cero frente a Nacional, esa vez, jugando de delantero. La polémica siempre va a estar presente; quien elige la delegación, quien elige el eleven, quien asigna las posiciones; estas fueron y serán, salvando las diferencias de la historia, las discusiones y polémicas que hacen creer fehacientemente que en Uruguay somos 3 millones de directores técnicos.
La historia de este segundo partido fue bastante desfavorable para nuestros intereses, sin embargo, es de caballeros destacar la valía de nuestros players que si enfrentaron tan difícil encuentro, gestando con su invalorable esfuerzo, lo que luego se conocería como la “garra charrúa”. Garra que se gestó en los albores del siglo XX, y a base, también, de duras derrotas como esta, que nos trajeron claras enseñanzas, pero que también nos dejaron sedientos de grandes proezas y victorias.
Fuentes consultadas: