Enrique Ballestrero, en 1930, y Roque Gastón Máspoli, en 1950, fueron considerados mayoritariamente por prensa y expertos como los mejores arqueros en las respectivas citas mundialistas.
Andrés Mazali también fue señalado, por más de un entendido, como el mejor golero en las justas de 1924 y 1928.
Se trata de todo un logro, pero el detalle es que Uruguay fue campeón en los cuatro torneos.
Sin embargo, hubo otro arquero que, sin obtener el título junto a los celestes, también fue considerado como el más relevante cuidapalos de un certamen mundialista.
Hablamos de Ladislao Mazurkiewicz, para muchos, el mejor guardavalla uruguayo de todos los tiempos, en México 1970.
En el debut de aquel torneo ante Israel (2-0) en Puebla, tuvo una correcta labor, deteniendo un par de remates desde afuera del área con cierto peligro en la primera mitad.
Frente a Italia (0-0), también en Puebla, detuvo un potentísimo remate raso de Mario Bertini en el primer tiempo, enviándolo al córner. En el complemento, actuó mayormente cortando pases o centros.
Ante Suecia (0-1), siempre en la misma ciudad, no tuvo inconvenientes, pero nada pudo hacer ante el cabezazo de Ove Grahn en la hora.
Como gran arquero, comenzó a surgir en todo su esplendor en las instancias decisivas: ante la Unión Soviética (1-0) en el Azteca fue clave, con un par de atajadas sensacionales a puro reflejo. El gol de Víctor Espárrago en el alargue selló la notable victoria y el pase de Uruguay.
En la semifinal ante Brasil (1-3), en Guadalajara, le negó el gol a Rivelino y a Pelé en sendos tiros libres en la primera mitad. Al 10 brasileño también le contuvo una volea desde fuera del área en los segundos 45´. En ese período se lució con una volada ante remate al ángulo de Gerson.
Finalmente, en el Azteca y ante Alemania (0-1) por el partido del tercer y cuarto puesto, estuvo muy cerca de desviar el disparo de Wolfgang Overath que significó el único gol de la contienda, una contienda que los orientales merecieron largamente empatar y hasta ganar. En el complemento, sí, le negó un nuevo tanto al zurdo germano con otra de sus clásicas voladas al ángulo, reteniendo la pelota sin dar rebote.
El gran Mundial de Mazurkiewicz estaba consumado y su consideración no solo como el mejor arquero del torneo sino del planeta, era un hecho.
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