La Unión Soviética se cansó de pasar la hoz, pero Uruguay tuvo el martillo

Víctor Espárrago cabecea y la empuja con la mirada. Anzor Kavasashvili (2) está vencido. Los zagueros soviéticos ya nada pueden hacer. Uruguay a semifinales en México 1970…

Entre 1924 y 1991, y casi durante todo el periodo de su existencia, la Unión Soviética, el primer estado de corte netamente socialista de la historia, tuvo su seleccionado de fútbol.

Dicho combinado se estrenó luciendo la malla roja el 16 de noviembre de 1924 ante Turquía en Moscú, venciendo 3-0.

Sin embargo, los difíciles años treinta y los tormentosos cuarenta hicieron lógicamente imposible una actividad oficial regular del combinado, que apenas si disputó de forma puntual algunos amistosos de carácter no oficial.

Tras emerger como la basa principal del Eje Aliado para ganar la Segunda Guerra Mundial y derrotar al fascismo, la Unión Soviética se transformó rápidamente en una potencial mundial, la más grande junto a los Estados Unidos, con quien por diferencias de todo tipo (militares, políticas, económicas, sociales), pero profundamente ideológicas, libraría la que se denominaría Guerra Fría (1947-1991), cuyos coletazos, aunque atenuados, persisten hasta hoy en día.

La URSS en 1924.

Una vez retomada la paz tras la guerra, en los años cincuenta, por fin, el seleccionado salió a escena de forma regular… ¡y de qué forma!

De entrada, participó de los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 (afuera en primera ronda) y, en los Juegos de Melbourne 1956, conquistó ni más ni menos que el oro.

En la final, se impuso 1-0 a Yugoslavia con gol de Anatoli Ilyin.

Posan los campeones en Melbourne.

¿Qué mensaje había dejado ese torneo? Que los “rusos”, como muchos les siguieron llamando por más que fueran soviéticos, ya no solo eran una potencia a nivel económico, militar o político, sino también futbolístico.

¿Y en que se basaban para ello? En su primera gran generación de futbolistas, la que estaba liderada por el mejor arquero de todos los tiempos: Lev Yashin.

Si la “Araña Negra”, tal su apodo, fue figura de aquel certamen, igualmente brillaron el excepcional mediocampista Igor Netto, el correoso volante Anatoli Maslyonkin, el goleador soviético armenio Nikita Simonyan y el mencionado centrodelantero Ilyn, entre otros.

Lev Yashin.

Con la base de estos jugadores, más otros que se fueron sumando, la Unión Soviética clasificó en su primer intento a un Mundial y alcanzó los cuartos de final en Suecia 1958, donde cayó con el local y a la postre vicecampeon por 2-0.

Esto no amainó el espíritu rojo y, en la primera edición de la Eurocopa de naciones, en 1960, fue campeón al imponerse en Francia a Checoslovaquia 3-0 y doblegar en la final, una vez más, a Yugoslavia, en este caso 2-1 y con un gol en tiempo extra de otro naciente crack: el atacante Viktor Ponedelnik. Todo esto, sin olvidarnos del sólido defensor Givi Chokheli, del impactante mediocampista Valentin Ivanov o los wingers Mikheil Meskhi y Slava Metreveli.

Yashin fue elegido mejor jugador del certamen y, de forma inédita para un arquero, en 1963 ganaría el Balón de Oro. Si esto es novedad hoy en día, imagínenlo 50 años atrás.

Por aquel entonces, ya se aseguraba que Yashin era “el mejor golero del mundo”.

Los soviéticos, primeros campeones de Europa.

Los soviéticos continuarían dando que hablar en los Mundiales (cuartos de final en Chile 1962 y México 1970 y cuarto puesto en Inglaterra 1966) y en las Eurocopas (vicecampeones en 1964 y 1972).

¿Y Uruguay?

Bueno, todo ese panorama nos lleva a analizar qué fue lo que pasó cuando se enfrentaron la Celeste y la Roja.

Un rápido resumen lleva a decir que jugaron siete veces y que la Unión Soviética ganó… seis.

Pero también es cierto que la más importante de todas, la ganó Uruguay: los cuartos de final de México 1970, con la recordada jugada de Luis Cubilla y el cabezazo goleador de Víctor Espárrago.

Pero, comienzo tienen las cosas…

El estreno con bombos y platillos

El 29 de noviembre de 1961, confrontaron por primera vez, pero hay que tener en cuenta que Nacional ya se había medido ante pares soviéticos (Dinamo de Moscú de local y visitante en 1957 y 1958, Spartak de Moscú de local y visitante en 1958 y 1959, y Zenit de San Petersburgo de local en 1959).

Volviendo al duelo que nos compete, se trató de un amistoso nocturno en el estadio Centenario, con arbitraje del argentino José Luis Praddaude, en el marco de una gira sudamericana de los soviéticos, que ya habían vencido a los albicelestes 2-1 (18/11) y a Chile 1-0 (22/11).

No fue un encuentro más: se medían los vigentes campeones de América (1959) y Europa (1960).

Más de 50.000 espectadores en las tribunas para presenciar la victoria soviética 2-1.

La expectativa no fue casual: había avidez por tutearse con los europeos ya que, además de su título continental, venían precedidos de una fama de poderoso equipo, con un juego físico, de pase seguro y muy veloz.

Los europeos vencieron 2-1 a Argentina, poco antes de enfrentar a Uruguay. La constatación de una curiosidad: Yashin, a diferencia del resto de los arqueros, posaba hincado. La base de este equipo se midió a la Celeste.

Uruguay, dirigido por Juan Carlos Corazo y que apenas si había realizado una práctica completa en conjunto, alineó a Luis Maidana (45´ Luis Dogliotti); Horacio Troche, Emilio Álvarez Edgardo González, Néstor Gonçalves (45´ Ruben González), Eladio De Souza; Luis Cubilla Héctor Silva (71´ Pedro Rocha), José Sasía (76´ Ronald Langón), Vladas Douksas y Juan Pintos.

El DT europeo, Gavriil Kachalin, colocó a Lev Yashin (a quien todos querían ver y que había estado en duda hasta 24 horas antes); Eduard Dubynskiy, Anatoly Maslyonkin; Leonid Ostrovskiy (45´ Givi Chockeli), Valeriy Voronin (38´ Nikolay Manoshin), Igor Netto; Slava Metreveli (76´ Igor Chislenko), Gennadiy Gusarov, Viktor Ponedelnik , Aleksey Mamykin y Mikhail Meskhi.

La Celeste tuvo más la pelota, comenzó perdiendo a los 27´ por gol de Gusarov, igualó Cubilla a los 29´, pero Ponedelnik marcó el definitivo tanto a los 43´.

«Pepe» Sasía no da una por perdida, aun con dos «tanques» a su lado.

Sin lucir ni brindar un gran espectáculo técnicamente hablando, los soviéticos hicieron su juego físico, fueron aplicados tácticamente, minimizaron los errores, fueron veloces, efectivos y concretaron un gran desgaste durante los 90´.

La Celeste, cuyo equipo era el titular, no supo cómo hacer para doblegar la muralla roja. Le faltó claridad en ofensiva y mayor peso en el área.

Netto fue el mejor hombre de la cancha, destacando también Manoshin, Ponelednik, Yashin, que salvó un gol sobre el final, y Chislenko.

Por los orientales impresionaron bien “Cococho” Álvarez-el mejor-, Troche, González y Gonçalves.

Netto: el mejor de la cancha.

Un mazazo

Si bien la primera prueba había sido pareja e interesante, el segundo juego entre los mismos rivales fue dramático para Uruguay, que se llevó una de las peores goleadas de su historia.

En concreto, y devolviendo la visita de cinco meses atrás, los orientales en la previa de la Copa del Mundo de Chile, se presentaron el 27 de abril de 1962 en el Lenin Central Stadium de Moscú… ¡y fueron goleados 5-0!

Nuevamente, ambos conjuntos con la mayoría de su potencial, pero, vale la pena aclararlo, en un bajo momento de forma futbolística por aquellos días, en un recinto colmado por casi 100.000 aficionados y con el arbitraje del sueco Johan Boström.

Netto, capitán, lidera a sus camaradas. Lo acompañan Yashin, Valery Voronin, Viktor Ponedelnik, Givi Chokheli, Alexei Mamykin, Valentin Ivanov, Anatoly Maslyonkin, Eduard Dubinsky, Mikhail Meskhi e Igor Chislenko

¿Qué fue lo qué pasó?

En la previa, a la Celeste de “Nino” Corazo no le estaban saliendo bien las cosas (venía de perder con Checoslovaquia 3-1 en Praga y no ganaba un encuentro desde hacía poco más de seis meses), fundamentalmente en materia ofensiva, pero en este duelo, también fracasaron la línea media y la defensa, salvándose apenas Roberto Sosa.

Al equipo del partido en Montevideo le faltaron “Cococho” (sustituido por Alejandro Majewski), De Souza (sustituido por Pedro Cubilla) y Juan Pintos (sustituido por Guillermo Escalada).

Luis Cubilla y Rocha ingresaron en el segundo tiempo y, en el apartado del arco, ingresó desde el vamos Roberto Sosa. Por lo demás, se manejaron los mismos nombres más el de Edil Manrique, quien también llegó desde el vamos.

La URSS con su equipo principal.

A pesar de un disparo lejano de “Lito” Silva que detuvo Yashin, los charrúas ofendieron poco y los goles de Aleksey Mamykin a los 18´ y 26´ y el tanto de Chislenko a los 44´ , dejaron el marcador 3-0 al final de la primera mitad.

Aleksey Mamykin, el azote uruguayo (foto: Imago).

“En la segunda parte los uruguayos (…) no mejoraron su actuación y fueron apabullados por la máquina de hacer fútbol que fue el once ruso. Incisivos, hábiles y decididos en el disparo los delanteros soviéticos causaron dolores de cabeza a las líneas traseras uruguayas en que se destacó la colosal actuación del guardián Roberto Sosa, que salvó a su equipo de una más copiosa derrota. Troche derrochó amor propio y voluntad y fue un buen valladar para los ataques rusos. Mamykin (interior izquierdo) e Ivanov (interior derecho) contribuyeron con sus goles a una de las mayores derrotas que ha cosechado el Uruguay en su largo historial deportivo”, resumió la agencia ANI-DPA tras el cotejo.

La derrota fue humillante y generó muchas más dudas de las que ya existían de cara a Chile, aunque una semana después Uruguay lavaría un poco la cara al ganarle 3-2 a Escocia en Glasgow.

La revancha con los soviéticos estaba a la vuelta de la esquina…

En Chile, un nuevo “palo”

Un mes y medio después de la chechotka en Moscú, la Celeste volvió a verle la cara a su par del este de Europa en el Mundial trasandino.

Y fue en una instancia de vida o muerte ya que, por el Grupo 1, que ambos combinados compartían, Uruguay necesitaba únicamente de un triunfo en el juego cumbre ante los soviéticos para avanzar a los cuartos de final. Los muchachos de Lenin continuaban en el torneo ganando o empatando.

Fue el 6 de junio de 1962 cuando los charrúas, tras vencer a Colombia (2-1) y caer ante Yugoslavia (3-1), ahora se jugaban la ropa en Arica, en el retorno a las competencias mundialistas tras la Copa de Suiza 1954.

Sale Uruguay. Troche, Cubilla y Eliseo Álvarez.

El triunvirato conformado por Juan López, Hugo Bagnulo y Roberto Scarone alineó a Roberto Sosa; Horacio Troche, Emilio Álvarez; Mario Méndez, Néstor Gonçalves, Eliseo Álvarez; Luis Cubilla, Julio César Cortés, Ángel Ruben Cabrera, José Sasía y Domingo Pérez.

Por la URSS, Yashin, Netto y prácticamente los mismos que golearon en Moscú.

Mamykin, la bestia negra que había convertido tres tantos en el 5-0, volvió a batir a los nuestros, esta vez marcó a los 38´: recibió desde la derecha y, en el corazón del área grande, sacó un zurdazo imparable que batió a Sosa.
No había sido tanto más el once europeo que el sudamericano y, para colmo, poco después Eliseo Álvarez chocó con un adversario y quedó tendido en el césped. Aun así pudo culminar, no sin dificultades, los 45´ iniciales.

En un artículo previo en forma de homenaje al coraje de Eliseo, habíamos escrito lo siguiente:

En el vestuario se constató lo peor: se había fracturado el cuello del pie derecho, una lesión que, desde ya, impediría que continuara disputando el partido.
Sin embargo…

“Cuando llegamos al vestuario hice el diagnóstico clínico de fractura de cuello de pie, del maléolo peroneo. No podía jugar. Intenté convencerlo de que no podía salir a la cancha para el segundo tiempo, que era inútil, que estaba quebrado. Tenía que salir. Pero él insistió en que no, que quería seguir, que iba a distraer a algún rival, que si algo podía hacer lo iba a hacer. En aquel tiempo no había cambios por lo que si salía Eliseo, Uruguay quedaba con 10 jugadores. Como él insistió y no hubo forma de convencerlo, entonces lo vendé bien fuerte, lo mejor que pude, le inmovilicé el cuello del pie y le apliqué inyecciones con calmantes y así salió a jugar de puntero izquierdo. Era otra época; todo más ameteur que hoy. Era imposible que pudiera jugar, pero quiso el destino que en una jugada casi, casi convierte el gol del empate”. Dr. Roberto Masliah, médico del seleccionado de aquel entonces, entrevistado por el diario Últimas Noticias en 1997.

Sin poder apoyar su pie derecho, y dando saltitos para caminar, Álvarez hizo de tripas corazón y dio todo lo que pudo que, para su condición, fue demasiado: casi empata el encuentro, le hizo sombra a cuánto rival tuvo a su alcance y hasta se tiró a los pies de sus rivales.

Eliseo no pudo marcar, pero a los 54´ quien sí lo hizo fue Sasía, aprovechando un rebote en la barrera tras un tiro libre de Emilio “Cococho” Álvarez.
A puro coraje, Uruguay seguía vivo.

Cuando ya no quedaba mucho tiempo, Eliseo tuvo que salir por el intenso dolor que sufría, cuando ya era inverosímil que hubiera entrado para el segundo período.

“Cuando se le fue el efecto de los calmantes, el dolor que tenía era muy fuerte. Apoyaba solo un pie y el otro lo tenía en el aire. Como ahí terminó la actuación de Uruguay, a Eliseo se le volvió a vendar y así lo trajimos a Montevideo. Llegamos y en el Sanatorio Larguero le hicimos la maniobra correspondiente. Quedó muy bien, no le quedaron secuelas y jugó mucho tiempo más”.
Dr. Roberto Masliah, a Últimas Noticias (1997).

¡Gol de Sasía! Cubilla lo grita levantando el puño. Yashin, vencido. La Celeste a un gol de la clasificación.

Con la Celeste al todo o nada y con un hombre menos, Valentin Ivanov aprovechó un rebote corto de Sosa tras tiro de Viktor Ponedelnik y le dio el triunfo a la Unión Soviética a los 89´. El dolor se multiplicaba.
Uruguay eliminado del Mundial, pero con uno de sus futbolistas dando una muestra de valentía y orgullo charrúa sin par.

Uruguay eliminado: La desazón de Sosa y las lágrimas de “Cala” Méndez.

1964-1965: Que nacimos hijos suyos…

Lo de Uruguay con la Unión Soviética ya era digno de estudio: tres partidos, tres derrotas, dos goles a favor y nueve en contra.

El fútbol aplicado, serio, táctico, fuerte, atlético, sin lujos, pero veloz y efectivo se antojaba imposible de vencer para los orientales.

Y la “malaria” siguió…

En 1964, en una gira por África y Europa, la Celeste volvió al temible Lenin Central Stadium para un amistoso sin mucho relieve, cuyo dato más pintoresco fue la inclusión en el equipo del ecuatoriano Alberto Pedro Spencer, quien ya había actuado ante Inglaterra (1-2, gol suyo en Wembley) y Austria (2-0 en Viena) en la tournée.

Apenas 25.000 camaradas en el recinto el 20 de mayo.

Los rojos sin Yashin, Netto y la pesadilla Mamykin, ganaron 1-0 con gol de Eduard Mudrik en el complemento.

Spencer con la celeste. «Mr. Gol» siempre creando peligro.

El once de Rafael Milans no invitaba demasiado a la ilusión tampoco: Roger Bernardico; William Martínez, Nelson Díaz; Héctor Cincunegui, Darcy Pereira, Ricardo Pavoni; Nelson Flores Julio César Cortés (43′ Francisco Cámera), Alberto Spencer, Roberto Gil y Mario Castro.

Un año y medio después, el 4 de diciembre de 1965 y palpitando la Copa del Mundo de Inglaterra 1966, la Unión Soviética visitó Montevideo por segunda vez en otro cotejo amistoso.

No vino Yashin, pero en contrapartida hizo su aparición quien sería su sucesor en el arco (aunque no en grandeza): Anzor Kavasashvili, a quien los celestes volverían a ver más adelante.

Kavasashvili se presentó por primera vez ante Uruguay. Habría un nuevo capítulo.

Los nuestros se potenciaron y bajo las órdenes de Juan López alinearon a Roberto Sosa; Mario Méndez, Jorge Manicera, Emilio Álvarez, Omar Caetano; Pedro Rocha, Néstor Gonçalves, Mario Bergara (45´ Vladas Douksas); Julio César Abbadie, Orlando Virgili (66´ Héctor Silva) y Víctor Espárrago (56´ José Urruzmendi).

Y no alcanzó: los uruguayos perdieron 3-1, en el quinto partido disputado entre ambos y el quinto saldado con victoria roja.

Galimzyan Khusainov a los 25´, Anatoliy Banishevskiy a los 35´ y Nikolay Osyanin a los 72´ marcaron para los soviéticos, igualando transitoriamente Rocha a los 32´.

El gol de Rocha no alcanzó.

Dulce venganza

Cinco años pasaron para que las enseñas de estos países volvieran a encontrarse.

Y no fue en cualquier ocasión, sino en la instancia más decisiva de todas cuantas habían disputado hasta ese momento: los cuartos de final de una Copa del Mundo, en este caso México 1970.

Tras obtener el primer puesto en el Grupo 1, la Unión Soviética se mediría ante un Uruguay que había finalizado segundo en el Grupo 2 tras haber derrotado a Israel (2-0), igualado con Italia (0-0) y caído con Suecia (0-1).

El duelo fue en el estadio Azteca de la Ciudad de México, ante unos 40.000 espectadores el 14 de junio de 1970.

Arbitró el neerlandés Laurens van Ravens.

«Peta» Ubiña, capitán oriental, lidera la salida celeste. Albert Shesternyov comanda a la CCCP.

Las comandados por Juan Hohberg disponían de un gran plantel aunque padecían la ausencia de Pedro Rocha, lesionado en el debut, y contaban con un Julio César Morales en precarias condiciones físicas.

La defensa oriental era una garantía, desde Ladislao Mazurkiewicz a toda la línea de cuatro final, incluido Julio Montero Castillo como volante central. El trabajo mixto de Ildo Maneiro y Julio César Cortés, el despliegue de Dagoberto Fontes y las diabluras de un imparable Cubilla, permitían soñar con las semifinales.

Eso sí: se carecía de un goleador. Al equipo le costaba hacerse fuerte en el área adversaria y ese fue su máximo hándicap. Sin embargo, Espárrago, un futbolista que no era 9, pero al que colocaron de 9 durante todo el torneo, terminaría por romper el maleficio.

Ubiña, Ancheta, Mugica, Montero, Matosas, Fontes, Mazurkiewicz, Cortés, Morales, Maneiro y Cubilla. Todo pronto para el gran golpe.

¿Y la URSS? Llegaba renovada, sin los cracks de otrora, con menos calidad, pero el mismo empuje físico, táctico y anímico. ¿Yashin? Tenía 40 años y fue como arquero suplente. El titular fue Kavasashvili, quien había visitado Montevideo en 1965.

Los celestes alinearon a Mazurkiewicz; Luis Ubiña, Atilio Ancheta, Roberto Matosas, Juan Mugica; Maneiro, Montero Castillo, Fontes (104´ Espárrago), Cortés; Cubilla y Morales (97´ Gómez).

Los soviéticos de Gavril Kachalin: Kavasashvili; Valentin Afonin, Revaz Dzodzuashvili, Volodymyr Kaplichni, Murtaz Khurtsilava (86´ Gennady Logofet), Albert Shesterniev; Kakhi Asatiani (71´ Nikolay Kiselyov); Vladimir Muntyan, Anatoliy Byshovets, Gennady Yevriuzhihin y Vitaliy Khmelnitski.

El partido, en un clima muy caluroso, fue parejo, intenso. El control de balón fue mayormente de los europeos, que se aproximaron al arco a través de la pelota quieta o remates a distancia, como un cañonazo de Muntyan que Mazurkiewicz sacó al corner de forma espectacular.

«Chiquito» gana en las alturas. Lo acompañan Ancheta y Ubiña.

En el complemento, la Celeste reaccionó y tomó la primacía del encuentro. Así, Maneiro, con un derechazo de sobre pique a centro de Maugica, hizo volar para la foto a Kavasashvili.

Los 90´ se fueron sin tantos, por lo que se hizo necesario disputar el alargue, con ambos equipos habiendo derrochado gran parte de sus fuerzas.

Igualmente, a ambos combinados les faltó mayor generación de juego.

Faltando 14´, Hohberg mandó a la cancha a Espárrago, saliendo Fontes. Fue un cambio ofensivo, ya que Dagoberto, aunque aparecía como un 9 falso, era en realidad un mediocampista dedicado a la marca, pero desprendiéndose en ofensiva merced a su gran despliegue. Anteriormente, Alberto Gómez había relevado a “Cascarilla” Morales.

Más fresco que todos, Espárrago comenzó a ser importante con sus piques.

El final fue de ida y vuelta: un gol anulado a la URSS y, a los 117´, cuando se moría el juego, llegó la incidencia más importante de la historia de los duelos entre ambos seleccionados.

Maneiro va con todo ante el arquero soviético.

Ubiña tomó la pelota en las inmediaciones de la mitad de la cancha y cruzó en diagonal un balón que Ancheta, en el área mayor, logró cabecear hacia atrás apareado por un defensor rojo. Cuando el esférico parecía irse por la línea final controlada por un futbolista rival, Cubilla logró quitarle la pelota desde atrás con una maniobra quirúrgica bien sobre la línea final y, de forma cuasi circense, sacó un centro que, en el área chica, Espárrago logró mandar a la red anticipándose al sucesor de Yashin. Locura total.

Y fue gol y triunfo. El único de Uruguay. El más importante de todos.

Cubilla, siempre un mago, se la puso en la cabeza a Espárrago y la Celeste de nuevo entre las mejores del mundo.

Los soviéticos no lo podía creer y no solo eso: llegaron a presentar una queja formal aduciendo que la pelota que ganó Cubilla se encontraba fuera de la cancha. No hubo de nada. Se desestimó la queja y los charrúas avanzaron a la semifinal por última vez en la historia hasta el certamen de Sudáfrica 2010.

El último fue de ellos

Se realizó el 29 de junio de 1972 en el marco de la Copa Independencia, también conocida como Minicopa, jugada en Brasil, torneo en el que, por el Grupo B, los orientales debieron medirse, además de al citado oponente, ante Portugal y Argentina.

Aquella vez, los muchachos de Stalin se impusieron por 1-0 con gol en el complemento.

Alberto Carrasco; Juan Carlos Blanco, Baudilio Jauregui, Juan Masnik, Ricardo Pavoni; Víctor Espárrago, Julio Montero Castillo, Ildo Maneiro; Pierino Lattuada, Luis Villalba (Francisco Bertocchi) y Julio César Jiménez (Fernando Morena). El entrenador fue Washington Etchamendi y el juez en el Morumbí de San Pablo fue el isreaelí Avraham Klein.

Uruguay vs la URSS, Minicopa. Parados, de izquierda a derecha: Carrasco, Masnik, Jauregui, Blanco, Montero Castillo y Pavoni. Hincados, de izquierda a derecha: Jiménez, Villalba, Maneiro, Espárrago y Lattuada.

Resumen

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, muchas naciones declararon su independencia y aquella potencia futbolística dejó de existir en detrimento de varios países que, por sí solos, nunca alcanzarían ni la mínima parte de la fuerza que el combinado rojo supo tener algún día.

Así, la historia se cerraba con un lapidario balance de seis victorias soviéticas por una oriental, con la friolera de cuatro tantos a favor para los nuestros y 14 (!) para los europeos.

Mamykin fue el azote celeste marcando los mismos goles que todo Uruguay en la historia de los enfrentamientos.

Eso sí, más allá del dato duro y puro, la realidad es que ambas naciones apenas disputaron dos partidos de corte oficial que fueron por Copas del Mundo. El primero, en fase de grupos en Chile 1962, lo ganaron los rojos (eliminando a los nuestros), pero el segundo, el más importante de todo el historial, el duelo por el que los soviéticos hubieran cambiado todos sus éxitos anteriores, ese juego, ese juego lo ganó Uruguay.

Un martillazo entre tantos guadañazos.

AUTOR: PABLO VEROLI

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