Una zurda prodigiosa, la cabeza levantada, creación y prestancia son solo algunas de las tantas virtudes de este exquisito “10”.
Sergio Santín nació en el departamento de Salto el 6 de agosto de 1956 y el apodo de “Bocha” se lo ganó desde muy pequeño porque pasaba todo el día detrás de la bocha o pelota.
Su historia futbolística comenzó en el Club Atlético Universitario de su ciudad natal, para luego desembarcar en Danubio. Con la franja negra en el pecho debutó en 1977, defendiéndola en alrededor de 130 partidos.
Desde su botín izquierdo “dibujaba” sobre la cancha las mejores jugadas, con gran sutileza y precisión en la pegada para habilitar a los atacantes. Inteligente y rápido mentalmente, con pelota dominada era infalible. Además, fue un notable definidor.
Cuanto más difícil el partido… el “Bocha” aumentaba su nivel y protagonismo, esto lo transformó en ídolo indiscutido de los hinchas danubianos.
Con el club de la Curva de Maroñas, fue subcampeón de la Liguilla ´77, logrando la histórica primera clasificación danubiana a la Copa Libertadores de América, tras vencer a Nacional en finalísima.
En 1978 obtuvo el Balón de Oro a la “revelación” del fútbol uruguayo, premio que otorgaba el desaparecido diario “El Día”.
También integró el plantel que obtuvo el vice campeonato en el Torneo República disputado en 1979.A mediados del año 1980, fue transferido al fútbol colombiano, donde también brilló por más de una década. Aún hoy, es dueño de un récord que no ha sido superado, es el futbolista con mayor cantidad de goles mediante la ejecución de tiros penales, con nada menos que 64. En total disputó 451 encuentros y marcó 119 goles, defendiendo a los clubes Deportivo Pereira, Cúcuta, Atlético Nacional, América de Cali y Once Caldas. En la temporada 1984 -1985 jugó en Peñarol y en 1986 en el Santos brasileño.
Sus cualidades le permitieron alcanzar la selección mayor de Uruguay, con la cual disputó 18 partidos. Roque Máspoli lo hizo debutar (siendo jugador de Danubio) en 1980, en un amistoso frente al seleccionado peruano. Seis años después, convocado por el Profesor Omar Borrás, defendió la casaca celeste en el Mundial de México de 1986, jugando todos los partidos.
Tras finalizar su prodigiosa carrera como futbolista se recibió de entrenador y por algún tiempo trabajó en equipos colombianos, para luego integrarse al Cuerpo Técnico de su amigo Ricardo Gareca.
Sergio Santín, como lo definiera un periódico, fue… “UN TIMONEL EN EL DANUBIO”.