Entre el 21 de enero y el 1º de febrero de 1976, se disputó en Recife, Brasil, el Torneo Preolímpico que buscaba clasificar a dos selecciones al certamen de fútbol de los Juegos Olímpicos de Montreal, a jugarse en la segunda quincena del mes de julio.
Se trataba de la quinta edición del torneo, que se llevaba a cabo desde 1960, de cara a los JJOO de Roma. Sin embargo, hasta allí, la Celeste nunca había logrado avanzar a un campeonato que ya había obtenido en 1924 y 1928 y que, además, fueron los primeros campeonatos del mundo de todos los tiempos.
Claro, desde 1960 las condiciones de participación eran diferentes, con límites de edad o de monto cobrado de salario en sus clubes.
En Perú 1960, Uruguay quedó afuera en la primera ronda eliminatoria ante el local; también en Perú, pero en 1964, los orientales terminaron quintos entre siete participantes; en Colombia 1968 los charrúas avanzaron a la fase final, pero quedaron a una unidad de la clasificación y, en 1971, también en tierra cafetera, los celestes ni siquiera pasaron de la primera fase.
Como puede apreciarse, el éxito del fútbol uruguayo a todo nivel no lograba manifestarse en los Preolímpicos… hasta 1976.
En aquella edición, la Celeste buscó revancha, la encontró, pero todo terminó en la nada. Aquí, la historia…
A LOS JUEGOS. En Recife 1976, actuaron seis de las 10 selecciones de la CONMEBOL, que vio ausentarse a Bolivia, Ecuador, Paraguay y Venezuela. De entre seis combinados, solos dos avanzarían a Montreal, disputándose en Brasil una rueda todos contra todos.
Las condiciones de participación en el certamen determinaban que solo podían actuar futbolistas cuyo salario en sus clubes pudieran considerarse apenas “viáticos”. ¿Qué significaba esto? Que mayormente juveniles podían ser los elegidos y que actores de los denominados “grandes” quedarían prácticamente marginados.
Y así fue. El entrenador fue Walter Brienza, un hombre muy experimentado, quien ya se había colgado la medalla de campeón sudamericano Sub 20 en 1975 como orientador principal, y que hasta había llegado a comandar de forma puntual a Nacional.
Así las cosas, Brienza optó por:
Rodolfo Rodríguez (Cerro)
Freddy Clavijo (Defensor)
Wilson Kenez (Cerro)
Carlos Boccone (Huracán Buceo)
Julio César Antúnez (River Plate)
Héctor Roux (Danubio)
Carlos Luthar (Fénix)
Daniel González (Cerro)
Roberto Echartea (Racing)
Rudy Rodríguez (Defensor)
Alfredo Cáceres (Defensor)
Horacio Italiano (Fénix)
Miguel A. Gómez (Liverpool)
Eduardo Pierri (River Plate)
Washington Olivera (Wanderers)
Pedro Ortíz (Racing)
Nelson Pedetti (Racing)
Aníbal Pastorino (Rentistas)
Antúnez era el único que sobrevivía de los campeones sudamericanos Sub 20 de 1975.
EL TORNEO. El coronel Matías Vázquez fue el encargado de presidir la delegación de un combinado que, a decir verdad, no despertaba mayores expectativas ni en la afición futbolera ni en la prensa.
Pero con Uruguay nunca puede darse nada por sentado…
El 21 de enero, la Celeste debutó ante el local en el Estadio de Arruda de Recife-donde se efectuarían todos los encuentros del torneo- ante unos 15.000 espectadores, número por demás respetable para un evento de estas características.
Brienza alineó a Rodolfo Rodríguez; Boccone, Roux, Antúnez, Echartea (Kénez); Luthar, Cáceres, Pierri (Gómez); Rudy Rodríguez, Italiano y Olivera.
En Brasil, el hombre más destacado era Edinho, quien llegaría a defender al combinado mayor en las Copas del Mundo de 1978, 1982 y 1986, sumando 59 encuentros y tres goles con la verdeamarelha entre 1977 y 1986.
La primera prueba fue positiva ya que se empató 1-1 después de ir en caída ya a los 13´. Italiano, a los 44´, con una picardía, obtuvo la igualdad. El peruano César Orosco fue el árbitro.
El 25 de enero llegó Chile con arbitraje del argentino Roberto Barreiro. Los trasandinos venían de perder con Argentina (2-1) por lo que Uruguay acudía como favorito. Sin embargo, el cotejo fue muy duro. Chile se adelantó a los 68´ y, recién a los 89´, Washington Olivera salvó los muebles para mantener el invicto oriental. Y la igualdad resulta aún más hazañosa al lograrse con un hombre menos ya que, a los 82´, había sido expulsado Kénez.
Uruguay formó con Rodolfo Rodríguez; Boccone, Roux, Antúnez, Kénez; Luthar, Cáceres (Pedetti), Pierri; Rudy Rodríguez, Italiano y Olivera.
La situación no era la mejor: Argentina sumaba cuatro unidades producto de dos victorias consecutivas, Brasil tres y los charrúas apenas dos tras sus empates.
Era necesario derrotar a Perú el 27 de enero o, definitivamente, el sueño olímpico se desvanecería.
Y, como siempre, Uruguay cumplió. Bajo el arbitraje del histórico Arnaldo Cézar Coelho, hubo goleada: 3-0. En apenas 30 minutos, los nuestros ya habían liquidado el pleito con tantos de “Trapo” Olivera (7´) y Rudy Rodríguez (15´ y 30´).
La Celeste alineó a Rodolfo Rodríguez; Boccone, Roux (Cáceres), Antúnez, González; Luthar, Gómez, Pierri; Rudy Rodríguez, Pedetti y Olivera.
Con otro triunfo, Brasil (2-1 a Chile) prácticamente había asegurado su boleto a Canadá, pero el empate de Argentina ante Colombia (2-2) dejaba a los charrúas dependiendo de sí mismos, ya que el 30 de enero se verían las caras los hermanos en el clásico rioplatense.
Era una petit final y, como tal, la enfrentaron los muchachos de Brienza. Y les fue muy bien ya que se impusieron 2-0, estando ya arriba por ese marcador a los 17´, con tantos de Ortíz a los 5´ y Olivera, una vez más, a los 17´ («Trapo» fue el scorer celeste en el torneo). El juez fue el peruano Orosco y, curiosamente, apenas unas mil personas presenciaron el cotejo.
Los vencedores fueron Rodolfo Rodríguez; Boccone, Antúnez, Roux, Kénez; Luthar, Gómez, Pedetti; Rudy Rodríguez, Ortíz (Cáceres) y Olivera (Pastorino).
En Argentina, calidad, sobraba. Para destacar, diremos que actuó un futuro campeón del mundo como Ricardo Giusti y otro que llegó también a triunfar como Roque Raúl Alfaro. Ese equipo, además, lo integraba un tal Marcelo Bielsa, back derecho. Fue titular en todos los duelos, menos ante los orientales. Tan bueno fue lo del valor de Newell´s Old Boys que hasta fue incluido en el Equipo Ideal.
Con un punto de ventaja sobre los albicelestes, los uruguayos empataron en dos goles con Colombia el 1º de febrero en la última jornada con arbitraje nuevamente del incaico Orosco, con anotaciones de Pedetti (20´) y Ortíz (47´).
Los celestes fueron Rodolfo Rodríguez; Boccone, Antúnez, Roux, Kénez; Luthar, Gómez, Pedetti; Rudy Rodríguez, Ortíz (Cáceres) y Olivera (Italiano).
Ahora con dos unidades adelante, a Uruguay le quedaba aguardar por el cotejo de última hora entre Brasil y Argentina. El claro éxito norteño 2-0 no dejó lugar a dudas: a los dueños de casa-campeones- los acompañaría, por primera vez en un certamen clasificatorio de estas característica, la vieja Celeste, una vez más en calidad de invicta.
Todo era alegría por aquella clasificación, por la que no muchos habían apostado, pero ver a Uruguay nuevamente en un Juego Olímpico y, quién sabe, con opciones de medalla, era para aplaudir.
Sin embargo, lo que pasó después fue increíble. El gran problema seguía siendo el criterio de elegibilidad de los futbolistas para conformar el plantel. La Celeste quería ir por una medalla, deseaba un plantel competitivo dentro de las normas del Comité Olímpico Internacional (COI) que habían cambiado en las últimas semanas.
Así, el 8 de junio, Uruguay renunció “definitivamente” a participar del torneo de Montreal.
La respuesta es una sola: los orientales entendían que, con las nuevas exigencias, no se lograría confeccionar un plantel que fuese a luchar por la gloria máxima.
En la regla 26, el COI anunciaba: “cada competidor no debe haber firmado contrato, ni haber hecho anuncios publicitarios o llevarlo impreso en su vestimenta”. Esto arriesgaba la presencia de muchos de los futbolistas de Recife.
También añadía que se podían pagar compensaciones por jornales perdidos a los futbolistas por parte de las federaciones correspondientes “según su criterio”. Esto tampoco fue debidamente definido ni resuelto por los nuestros y sumó para que los uruguayos se quedaran afuera. Posteriormente, se invitó a Argentina-tercera en el Preolímpico-, pero también se negó y, a último momento, terminó yendo Cuba.
Uruguay debería esperar 36 años para volver a un Juego Olímpico, pero esa es otra historia.
AUTOR: PABLO VEROLI