En 1917, Uruguay obtuvo por segunda ocasión consecutiva el título de campeón sudamericano tras el conquistado en 1916 en Buenos Aires. De esta forma, consolidaba su condición de potencia continental y lo hacía luego de vencer en su propia tierra, en la que, a partir de ese momento, jamás sería derrotado por Copas América. Precisamente, la edición de 1917, llevada a cabo en un nuevo e imponente estadio (Parque Pereira), puso en juego por primera vez el ya clásico trofeo.
LA GÉNESIS. EN MONTEVIDEO SE PONE EN MARCHA LA CSF
El sábado 16 y el domingo 17 de diciembre de 1916, se llevaron a cabo en la sede de la Asociación Uruguaya de Football las reuniones del Consejo de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Se decidió que, a partir de 1917, se disputaría anualmente el Campeonato Sudamericano, fijándose la ciudad de Montevideo como próxima sede. Se encomendó a Héctor Rivadavia Gómez-presidente de la CSF- la adquisición de la Copa América que sería puesta en juego en la competencia, trofeo que quedaría en custodia del ganador hasta su nueva disputa.
UN ESTADIO PARA LA COPA AMÉRICA
Las gestiones para dotar a la ciudad de un nuevo estadio se realizaron a nivel del gobierno. Por ley del presidente de la República Feliciano Viera, se entregaron $ 50.000 a la Comisión Nacional de Educación Física para construir en el Parque Pereira el estadio donde se disputarían los partidos de la Copa América, cuya inauguración se fijó en la fecha patria del 25 de agosto de 1917, día en que también comenzaría el torneo futbolístico. El organismo en el que resaltaban las figuras de los Dres. Francisco Ghigliani, Atilio Narancio, José María Delgado y el Sr. César Batlle Pacheco, encargó al Ing. Ricardo Acosta el proyecto, la dirección y ejecución de la obra. El escenario se erigió en el lugar que hoy ocupa la pista oficial de atletismo. Se construyó una enorme tribuna ovalada y techada, típicamente inglesa, que finalizaba en una zona plana con piso realizado con el “moderno procedimiento de hormigón armado” a lo largo del campo de juego destinado a palcos especiales. Se utilizaron en su totalidad vigas y tablas de madera, tal la costumbre de la época. La ubicación era la misma donde hoy se encuentra la tribuna con asientos de hormigón. Los jugadores accedían al campo de juego a través de túneles, toda una novedad en aquel tiempo.
En la habitual sesión de la AUF del martes 31 de julio de 1917 “se accedió a una solicitud de H. R. Gómez. Resolvióse anunciar á las otras Asociaciones sudamericanas la suspensión del Campeonato Sudamericano para la segunda quincena del mes de Septiembre – Motiva la suspensión la imposibilidad de terminar el gran field del Parque Pereyra para el 25 de agosto”.
Los precios de las entradas tuvieron una particularidad que se experimentaba por primera vez. El precio variaba según los partidos se jugaran en días hábiles o domingos. También se vendieron abonos por la totalidad de los seis encuentros del torneo.
EL SISTEMA DE DISPUTA
No varió al del primer Campeonato Sudamericano disputado un año antes en Buenos Aires. Esto es: los mismos cuatro seleccionados (Uruguay, Argentina, Brasil y Chile) en un régimen de todos contra todos a una vuelta y accediendo al título el combinado que mayor cantidad de puntos acumulara en la tabla (las victorias adjudicaban dos unidades y los empates, una).
INAUGURACIÓN DEL MEJOR FIELD DE AMÉRICA
“Han de transcurrir muchos años, y solo la renovación de jornadas deportivas excepcionales podrá atenuar el recuerdo de la prueba inaugural del Campeonato Sudamericano de 1917 y la inauguración del mejor field de que pueden enorgullecerse en la actualidad los países del Continente. No es solo la amplitud, la plena y absoluta justicia de los lauros obtenidos ayer lo que deben satisfacernos en esta hora. Es también el placer gratísimo de haber podido brindar á los huéspedes sudamericanos, a los queridos fotballers hermanos de la Argentina, Brasil y Chile, y a los enviados paraguayos, las mejores facilidades para presenciar y admirar una justa deportiva que materializa los ideales perseguidos por el deporte en su carrera ascendente y de proyecciones cada vez más amplias y fecundas”. H. Rivadavia Gómez.
Se calcularon 25.000 personas que desbordaron la capacidad de las instalaciones en su estreno el día 30 de septiembre.
Uruguay ganó a Chile 4-0 con el primer gol marcado a los 20 minutos después que un centro de José Pérez lo recogiera “Carlos Scarone con la cabeza intentando Guerrero detener la ball que escapó de sus manos penetrando al arco a pesar del esfuerzo de Gatica que no hizo más que apresurar la entrada de la pelota”, según describió el tanto el periódico La Tribuna Popular. A los 44 minutos con la misma receta llegó el segundo. Centro de José Pérez que en esta ocasión recibió Romano cuyo golpe de cabeza terminó en la red “aprovechando la inoportuna salida de Guerrero”, de acuerdo al mismo matutino. A los 61 minutos Romano fue derribado en el área por los dos backs y el “penaltiky-kic” lo transformó Carlos Scarone en el tercer tanto. El último llegó a los 75’ cuando Gregorio “Ensalada” Rodríguez entregó la pelota a Romano, “quien cede á H. Scarone, devolviendo éste el pase de modo que permite una fácil ‘cortada’ de Romano. Guerrero ante la visión del peligro inminente que su ciudadela corría, abandona el arco en el preciso momento que Romano ejecutaba el tiro y la pelota tocaba la red por cuarta vez”, concluía La Tribuna Popular.
ARGENTINA VENCE, RETORNA A BUENOS AIRES Y URUGUAY DERROTA A BRASIL
El combinado argentino llegó a Montevideo en el vapor de la carrera el martes 2 de octubre alojándose en el céntrico Hotel Florida. Al día siguiente enfrentó y venció a Brasil 4-2 después de estar perdiendo dos veces, primero por un gol anotado por Necco a los 8’ y luego por otro marcado de penal por Lagrecca a los 39’ tras el empate de Pedro Calomino, dando vuelta el resultado los albicelestes en la etapa complementaria por anotaciones de Alberto Ohaco-en dos oportunidades- y la restante de Antonio Blanco. Tres días después, el sábado 6, Argentina ganó 1-0 a Chile con un gol en contra. Esa misma noche sabatina la delegación completa de los hermanos platenses retornó en el vapor de la carrera a Buenos Aires a la espera del último partido del torneo frente a Uruguay, fijado para el domingo 14 de octubre de 1917. Con cuatro puntos conquistados estaba claro que los argentinos definirían el título frente a Uruguay.
El domingo 7, el combinado celeste realizó otra gran presentación repitiendo la misma goleada del debut. El triunfo 4-0 sobre Brasil, equipo que tan buena lucha planteó a los argentinos, generó una euforia colectiva sobre el nuevo clásico rioplatense que definiría la primera Copa América de la historia. La Comisión de Selección introdujo un cambio en la pareja de zagueros. Confió la posición de back derecho al experimentado Alfredo Foglino en lugar del joven Urdinarán. Ambos tenían la misma característica de zagueros férreos, en tanto José Benincasa, que no fue tenido en cuenta para este juego, exhibía exquisita técnica. A los 8’ los orientales se colocaron en ventaja cuando “Somma logró eludir á Picaglia, cediendo la ball á Carlos Scarone, quien la dirigió con un fuerte golpe de cabeza, rechazando en el travesaño y volviendo al field, donde H. Scarone la recogió sin pérdida de tiempo para enfilar un shot corto que dejó sin chance a Casimiro”, de acuerdo al relato de La Tribuna Popular. A los 17’ “Carlos Scarone hizo un pase excelente á Somma; burló éste a Picaglia nuevamente y enfiló un hermoso centro que Romano, frente al arco, se encargó de convertir fácilmente”. A los 77’ “el ala izquierda encabezó una carga aprovechando Romano un claro habido en la defensa alba [color de la camiseta de Brasil] para adelantarse y vencer a Casimiro con un shot sesgado, imposible de contener”, cerró el matutino. El cuarto y definitivo tanto llegó a los 86’ por intermedio de Carlos Scarone.
EL CLASICO RIOPLANTESE DEFINE EL CAMPEÓN
Todas las miradas de los aficionados del Cono Sur americano se depositaron en lo que ocurriría en el recién inaugurado Parque Pereira de Montevideo el domingo 14 de octubre de 1917. El clásico rioplatense, como ocurría desde 1905 cuando comenzó a disputarse la Copa Lipton, definiría una nueva conquista. En este caso con la particularidad de estar en juego por primera vez en la historia la Copa América. El trofeo cuya adquisición se encargó a Héctor R. Gómez por resolución adoptada en las reuniones de la Confederación en diciembre de 1916 en Montevideo, aún no se había podido comprar. ¿El motivo? Tradicionalmente los grandes trofeos para el fútbol se encargaban a joyerías de Inglaterra. La Primera Guerra Mundial en curso hizo imposible ese trámite por lo que la Copa América, aunque estaba en disputa, no se conocía. Por otra parte no era común y a nadie se le había ocurrido, que los trofeos en juego en una competición o en partidos especiales de fútbol se entregaran en una ceremonia al final del enfrentamiento. Era un simple trámite burocrático que se realizaba con mucha posterioridad a la finalización de los partidos en que estaban en juego. Por lo tanto, en esta ocasión tampoco nadie reparó en el tema.
Asimismo, y debido a la expectativa generada por la gran final del domingo 14 de octubre, muy pocos tomaron en cuenta la goleada por 5-0 con la que Brasil cerró su intervención ante Chile en el compromiso llevado a cabo el sábado. Pero… en esa noche sabatina el Río de la Plata, Buenos Aires y Montevideo, explotaba en la incertidumbre de si la final entre Uruguay y Argentina se llevaría a cabo o no al día siguiente. ¿Qué era lo que había ocurrido?
LA ODISEA DE ARGENTINA PARA VIAJAR A MONTEVIDEO
Como fuera mencionado, toda la delegación de Argentina retornó a su país el sábado 6 de octubre luego del triunfo contra Chile. En la noche del jueves 11 embarcaron en el vapor de la carrera con destino a Montevideo el secretario de la AAF, Bernabé Susini, y el delegado José Susán. Arribaron el viernes de mañana luego de realizar el tradicional cruce nocturno del Río de la Plata. El gobierno argentino del presidente Hipólito Irigoyen vivía momentos difíciles, con enfrentamientos que desembocaron en una huelga general desde ese viernes 12 de octubre, “que haría imposible el embarque del team argentino y millares de aficionados que se aprestaban a cruzar el río por la paralización del vapor de la carrera”, según describió La Tribuna Popular. Ante la situación, el presidente de la AUF, Dr. Juan Blengio Roca, recibió el apoyo del presidente de la República, Feliciano Viera, a través de los ministros de Relaciones Exteriores y de Obras Públicas, Dr. Baltasar Brum e Ing. Santiago Rivas.
Fruto de la intensa “competencia internacional” que a todo nivel se desplegaba en el fútbol rioplatense, se encontraba en Buenos Aires el vapor Oyarbide, de la Armada uruguaya, en el cual viajó el equipo de la Federación Bancaria de Uruguay presidida por Juan Gorlero, para disputar varios partidos ante su similar argentina. La embarcación retornaba a Montevideo el sábado 13 partiendo a las 10 de la mañana.
“Traiga en el vapor al cuadro de footballers argentinos que deberán jugar aquí el domingo. Rivas”, ordenó el telegrama oficial enviado el viernes por el ministro de Obras Públicas al capitán del barco. El presidente de la AAF, Dr. Orma, no aceptó. Confiaba en la postergación de la final para el lunes 15. El sábado, Juan Gorlero postergó cuatro horas la salida del Oyarbide, sin recibir noticias de la AAF, levantando amarras a las 14 horas.
Paralelamente, los ministros uruguayos y el presidente de la AUF se reunieron en Montevideo con los delegados argentinos Susini y Susán, ratificando que la final debía disputarse. La solicitud fue aceptada. Ante los hechos, los ministros citados y el titular de la AUF, Dr. Blengio Roca, ofrecieron el inmediato envío del Valizador 110 del ministerio de Obras Públicas hacia Buenos Aires para trasladar la delegación argentina a Colonia y colocar allí un ferrocarril expreso para llegar a Montevideo.
A las 10 de la noche del sábado, los jugadores argentinos embarcaron en el citado Valizador. Viajando a 9 millas por hora llegaron a Colonia a la 1:30 de la madrugada del domingo, abordando una hora después el tren “rápido” expreso, que a las 8:30 del día de la final arribó a la Estación Central de Montevideo.
URUGUAY CAMPEÓN
El torneo resultó un éxito total. El partido final convocó una multitud nunca antes vista en Uruguay. Se calcularon entre 40 mil y 50 mil personas en el nuevo estadio. “A las 4 menos veinte, aparecieron en el field los jugadores, el juez señor Livingstone y los linesmens señores Guerrero [el golero de Chile] y Paula Ramos [jugador de Brasil]. Una prolongada salva de aplausos acogió los hurras clásicos; y los jugadores, en el centro del field, fueron sometidos al registro de sus botines por el árbitro, realizando de inmediato un rapidísimo peloteo. Ordenadas las líneas por el árbitro, anotamos la siguiente colocación.
Uruguayos. Saporiti; Varela y Foglino; Pacheco, Rodríguez y Vanzzino; Pérez, Héctor Scarone, Romano, Carlos Scarone y Somma.
Argentinos. Isola; Ferro y Reyes; Mattozzo, Olazar y Martínez; Calomino, Ohaco, Martín, Enny Hayes y Perinetti.
Los uruguayos que ganaron el sorteo reglamentario, optaron por jugar con viento á favor. Correspondió pues la salida á los argentinos, entablándose de inmediato reñida lucha. […] El árbitro cobra un presunto foul de Martínez a Somma. Dirige la ball este mismo y Héctor Scarone, frente al arco, la dirige hábilmente con la cabeza introduciéndola en la red, sin que Isola pudiera hacer nada por evitar la caída de su ciudadela. Imposible describir el espectáculo ofrecido á raíz del éxito. Aquella masa imponente de aficionados desbordando en manifestaciones de entusiasmo, aplaudió frenéticamente la jugada que habría de dar á los uruguayos el más alto título deportivo dentro del continente sudamericano. Grandiosa é inolvidable escena cuyo recuerdo ha de perdurar en millares de aficionados. Conquistado el goal á los 14 minutos, sobraba tiempo para que el score pudiera volver á sufrir alteraciones fundamentales”, describió el matutino anteriormente citado.
El triunfo de Uruguay 1-0 se tiñó en las postrimerías de la brega con las características y el ropaje de la hazaña. “Al detener Saporiti un violento shot de Olazar, fue embestido violentamente por Martín, de resultas de lo cual sufrió un desmayo que obligó a retirarle del field cuando faltaban cinco minutos para terminar el match. Pasó el full-back Varela a custodiar el arco”, añadió La Tribuna Popular. Uruguay jugó los últimos cinco minutos con diez hombres al no poder contar con su arquero.
Luego del partido, en la noche, se realizó el banquete de cierre del certamen en el Parque Hotel. “En la hora de los brindis […] en el uso de la palabra el Sr. Negris de la Asociación Argentina felicitó a los uruguayos por su hermoso triunfo, haciendo votos para que la confraternidad sudamericana sea un hecho real y efectivo […]. El señor Newham, presidente de la delegación chilena, resaltó la labor excepcional del señor Héctor Gómez director de la Oficina Permanente y organizador principal del torneo”, finalizó el periódico.
DESTAQUE CELESTE
Ángel Romano se consagró como máximo artillero de la Copa América al señalar cuatro goles en tres partidos. En tanto, el joven Héctor Scarone fue elegido como el mejor futbolista del certamen. En materia colectiva, Uruguay ganó sus tres encuentros y no recibió goles en contra, habiendo marcado nueve, erigiéndose también como la selección más anotadora.