1935: La Roja sale a escena y copa América

Los campeones. Parados, de izquierda a derecha: Marcelino Pérez, Miguel Olivera (suplente), Erebo Zunino, Enrique Ballestrero, José Nasazzi, Agenor Muniz y Lorenzo Fernández. Hincados, en el mismo orden: Alberto Taboada, Aníbal Ciocca, Héctor Castro, Enrique Fernández y Ernesto «Matucho» Fígoli.

En 1935, y después de seis largos años, se volvió a celebrar el Sudamericano de selecciones.

Mucha agua había pasado debajo del puente a nivel continental, siendo el hecho más destacado la ruptura de relaciones entre las entidades madres del fútbol uruguayo y argentino luego de la final de la Copa del Mundo de 1930, saldada con el tercer título de esas características para los orientales.

Recién en 1932 los clásicos adversarios volvieron a verse las caras en encuentros amistosos con una particularidad: Uruguay comenzó a vestir camiseta roja, la misma que lo acompañaría de forma ininterrumpida hasta entrado 1937.

Si bien el cambio de color de casaquilla no respondió de forma directa a los hechos acaecidos en 1930, lo cierto es que para la Copa América de 1935, celebrada en Perú y primer torneo oficial tras el campeonato del mundo en estas tierras sudamericanas, ambos combinados decidieron actuar con sus atuendos alternativos, optando Argentina por el blanco para su malla. 

El plantel en su totalidad. Parados, de izquierda a derecha: Luis Denis, Héctor Macchiavello, Héctor Castro, Miguel Olivera, Erebo Zunino, Enrique Ballestrero, José Nasazzi, Lorenzo Fernández, Agenor Muniz, Juan Anselmo y Ernesto Fígoli. Hincados, de izquierda a derecha: Conrado Haeberli, Alberto Taboada, Aníbal Ciocca, Braulio Castro, Enrique Fernández, Juan Píriz y Miguel Andiolo.

El plantel oriental

Uruguay se encontraba en pleno proceso de recambio y aquel certamen representó el glorioso cierre para la generación de futbolistas más ganadora de la historia de nuestro balompié.

Así, Juan Anselmo, Héctor Castro, Lorenzo Fernández, Enrique Ballestrero y José Nasazzi enfrentaron uno de los retos más complejos de su trayectoria en conjunto, al tener que amalgamar la experiencia de los múltiples campeones con la sangre nueva encarnada por los Aníbal Ciocca, Enrique Fernández, Braulio Castro, Miguel Andreolo, Agenor Muniz, Marcelino Pérez, Erebo Zunino, Juan “Emilio” Píriz y Albeto Taboada, entre otros.

A no ser por los jugadores que militaban en el exterior como Roberto Porta o Ernesto Mascheroni, la única ausencia de peso fue la de Álvaro Gestido.

Raúl Blanco fue el encargado de liderar la avanzada en la preparación del combinado.

Nasazzi en el sorteo de capitanes en el debut ante el dueño de casa.

Sistema de disputa

El certamen tuvo carácter de extraordinario y fue el segundo torneo que se disputó en Perú, el anterior había sido en 1927. La sede fue Lima con motivo del centenario de la fundación de la ciudad, y los encuentros se disputaron en el Estadio Nacional. 

Participaron cuatro selecciones: Argentina, Chile, Perú y Uruguay. El modo de disputa fue en régimen de todos contra todos a una vuelta, consagrándose campeón el equipo que más puntos lograse (dos unidades por victoria; una por empate).

Única ronda

Uruguay debutó el 13 de enero venciendo 1-0 a Perú ante 28.000 personas y bajo el arbitraje del chileno Humberto Reginatto. 

Los dueños de casa estaban lejos de ser un hueso sencillo de roer: recordemos que apenas cinco años atrás, algunos de los futbolistas que se estrenaron esta vez ante los charrúas-destacando José María Lavalle- le habían planteado uno de los más complicados desafíos al seleccionado en Montevideo.

Como en aquella ocasión mundialista, volvió a ganar Uruguay con un gol del “Manco” Castro. En el Centenario había sido a los 65´. En esta ocasión, fue aún más agónico: a los 80´.

“El crack de la nueva era, Cioquita, pasó a su compañero de team Enrique Fernández, quien con gran habilidad incursionó en la zona peligrosa enemiga, surgiendo entonces León, que interceptó, alejando a medias… Y entró a `tallar´ el hombre de la codicia y las arremetidas temibles, para dar a Taboada que entró más aún y, finalmente, el `Manco´ Castro, el mismo `Manco´ glorioso que nos dio la victoria en aquel match inicial del Campeonato Mundial del 30 y contra los mismos enemigos, convirtió el gol de la victoria. Goal que hizo vibrar al unísono miles de corazones ansiosos de triunfos, hasta hace poco abrumados de desesperanza… Goal!…”, describió El Bien Público.

Los arqueros aquella tarde fueron las figuras, destacando la labor de Ballestrero, además de las sensacionales actuaciones del mismo Castro, Nasazzi, Zunino y Ciocca.

Costó, pero los rojos orientales vencieron con justicia.

Final ante Argentina. Toda la potencia de Lorenzo en su salto ante Antonio Sastre mientras observa atento Muniz.

A todo esto, Argentina había goleado 4-1 a Chile en su debut.

Cinco días más tarde, la “Roja” venció 2-1 a los mismos trasandinos con doblete de Ciocca (33´ y 55´), igualando transitoriamente Carlos Giudice. El incaico José Artemio Serra fue el árbitro y unos 15.000 aficionados presenciaron el vibrante match.

Ciocca fue lo mejor de los rojos, pero en general el encuentro no brilló por su técnica aunque sí por su emotividad.

“En una gran jugada individual Ciocca se infiltró en campo chileno. Dribleó a Riveros y Ascanio Cortez, se adelantó y después de esquivar a Aranda pasó a Enrique (Fernández), volvió este a Ciocca que se había adelantado tomando la ball y shoteó con fuerte tiro rastrero venciendo a Cortez. Fue este un goal de gran factura”, narró El Bien Público en referencia a la apertura del tanteador.

“Iban transcurridos 10 minutos de juego de esta segunda etapa cuando cargaron los uruguayos shoteando Héctor Castro pero A. Cortez rechazó apenas produciéndose un amontonamiento de jugadores al que puso fin Héctor Castro, pasando a Ciocca quien tiró fuerte y rastrero llegando la pelota a la red ante la inútil estirada de Angelmen”, expresó el mismo periódico acerca del tanto de la victoria.

Faltando todavía varios minutos, el capitán Nasazzi tuvo que retirarse por lesión, encendiendo las alarmas de cara al último y decisivo cotejo. Los orientales, con Lorenzo Fernández ocupando el lugar del “Mariscal”, lograron sostener la imperiosa victoria. Otro ejemplo de coraje y tesón oriental.

José María Minella, capitán argentino, y Nasazzi… tanta gloria acumulada en una foto.

Como los hermanos platenses habían calcado su resultado del debut ahora ante el dueño de casa (4-1), como en tantas oportunidades el juego ante nuestro combinado definiría al monarca de América.

En tal caso, sería bicampeonato para Argentina tras el éxito de 1929 o retorno a la gloria para los charrúas tras el torneo de 1926.

Finalísima de color rojo

Argentina era favorita a ojos de la prensa especializada.

La razón es que se había mostrado letal de cara al arco contrario y no había sufrido en demasía en la defensa.

Además, había encontrado un rápido recambio en el que destacaba un centrodelantero espectacular y certero goleador llamado Herminio Masantonio, quien se transformaría en gloria del balompié albiceleste, y otros hombres de la talla de Miguel Ángel Lauri, José María Minella, Antonio Sastre y Arturo Arrieta.

Sin embargo, los gloriosos uruguayos aún tenían algo más para dar. Es que era difícil tratar de favorito a otro equipo cuando enfrente se encontraban los Nasazzi, Castro, Ballestrero o Fernández.

Podrían estar veteranos, pero eran orientales.

Uruguayos y argentinos se enfrentaron el 27 de enero. El partido, celebrado ante 30.000 enfervorizados aficionados y con el arbitraje del chileno Reginatto, finalizó 3-0 a favor de los de camiseta roja, que contaron con Nasazzi a pesar de las molestias físicas que acarreaba.

Fue un duelo a puro fútbol y corazón, con los grandes ídolos jugando como en sus mejores épocas y donde el combinado se consagró campeón de América por séptima ocasión.

Los goles fueron todos en el primer tiempo: Héctor Castro (18´), Alberto Taboada (28´) y Aníbal Ciocca (36´).

Así jugaron:

Uruguay: Ballestrero; Nasazzi, Muñiz; Zunino (Denis), L. Fernández, Pérez; Taboada, Ciocca, H. Castro, E. Fernández y B. Castro.

Argentina: Fernando Bello (Sebastián Gualco); Carlos Wilson, José Scarcella; Rodolfo De Jonge, José María Minella, Antonio De Mare (Roberto Sbarra); Miguel Ángel Lauri, Antonio Sastre, Herminio Masantonio, Diego García (Vicente Zito) y Arturo Arrieta.

Así lo publicó El Gráfico.

“¡Campeones, ayer, hoy, siempre!”, celebró El Bien Público.

Los tantos fueron conquistados de la siguiente manera: “El primero. Peligrosa carga uruguaya a los 18 minutos y luego de un entrevero frente a la valla argentina, saltan Bello y Héctor Castro, cargando este y anida la ball en el arco argentino. El segundo. A los 28 minutos Gualco sale en falso, oportunidad que aprovecha Taboada para marcar el segundo goal uruguayo. El tercero. Los delanteros uruguayos llevan un gran avance centreando Taboada pero salva Gualco, escapándosele la pelota de las manos, oportunidad que aprovecha Ciocca para marcar el tercer goal uruguayo”, describió el citado medio. 

Cuenta la leyenda que aquel 27 de enero, y ante el fenomenal derroche de coraje, nació la “garra charrúa”. 

 “Es (…) la hora de ensanchar el corazón y convertirlo en albergue de los sentimientos más puros y las emociones más tónicas. (…) El team que ayer impuso la superioridad de su juego sobre el del adversario tradicional, evidenció asimismo tales capacidades y tal empuje, que se diría (…) que nos hallábamos ante una `máquina de hacer goales´, dentro de la cual, sin desmerecer la eficacia de los restantes engranajes, advertíase (…) el dinamismo inextinguible, la capacidad defensiva y realizadora de tres ejes básicos: José Nasazzi, Lorenzo Fernández y Héctor Castro. Esos tres consagrados campeones: los mismos de Colombes, de Ámsterdam y de Montevideo, fueron como las tres vértebras fundamentales del `team´ victorioso”, finalizó El Bien Público.  

Destaque

Uruguay se consagró campeón invicto con seis puntos, seis goles a favor y uno en contra. 

José Nasazzi, Héctor Castro y Lorenzo Fernández fueron los únicos campeones que habían participado de la última conquista celeste en Chile 1926. Los tres, más el arquero Ballestrero y el delantero Anselmo, venían de ganar el Mundial de 1930.

Aníbal Ciocca fue el goleador de Uruguay con tres anotaciones. El goleador del torneo fue Masantonio de Argentina con cuatro.

AUTOR: PABLO VEROLI

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