Pudo haber sido un simple torneo amistoso de fútbol disputado entre dos poderosos seleccionados sudamericanos entre 1931 y 1976 en 10 ediciones.
Pudo haber sido apenas un torneo que se definía, al principio, en un partido y, en el resto, en dos y que alternaba los países en los que se celebraba.
Pudo haber sido un torneo que varió su formato, que tuvo más o menos motivaciones para disputarse y que presentó combinados más o menos potentes.
Sin embargo, la Copa Río Branco, o Taça Rio Branco, tuvo una silenciosa importancia en muchas partes de la historia desde que fue instituida por autoridades orientales en 1916, más allá de que comenzó a celebrarse en 1931 organizada por la Confederación Brasileña de Fútbol (originalmente Confederación Brasileña de Deportes) y la Asociación Uruguaya de Fútbol.
1931
Fue la primera edición, que se disputó el 6 de setiembre en el estadio Laranjeiras de Río de Janeiro.
Uruguay era el vigente campeón del mundo y se presentó con un potente equipo que incluía a siete de los once vencedores de la final de la Copa de 1930.
Brasil había quedado eliminado en la primera ronda en Montevideo, cayendo con Yugoslavia (1-2) y goleando a Bolivia (4-0).
Los brasileños mantenían la base de un año atrás, pero añadieron futbolistas que serían pilares en su alineación durante toda la década como el back Domingos da Guia (quien jugaría en Nacional en 1933 y que ese día debutó de forma oficial con el combinado norteño). Aquel día actuó, además, Luis Macedo Matoso, Feitiço, delantero que dos años después arribaría a Peñarol.
Uruguay: Enrique Ballestrero; José Nasazzi, Ernesto Mascheroni; Álvaro Gestido, Lorenzo Fernández; Francisco Occhiuzzi; Pablo Dorado, Alberto Frioni, Pedro Duhart, Luis Norberto Rodríguez y Santos Iriarte.
Brasil: Velloso (mundialista); Domingos Da Guía, Hidegardo; Hermógenes (mundialista), Gogliardo, Alfredo; Walter, Nilo (mundialista), Carvalho Leite (mundialista), Feitiço y Teóphylo (mundialista).
Juez: Gilberto de Almeida Rego (Brasil).
Dos goles del escurridizo Nilo, la figura del match, en apenas tres minutos (a los 30´ a pase de Walter y a los 33´ tras asistencia de Teóphylo) sentenciaron el cotejo, en un resultado sorprendente.
Este éxito fue ampliamente festejado por Brasil y no era para menos: fueron justos vencedores del campeón del mundo, un combinado superior al local sin ningún tipo de dudas.
1932
Pero si lo de 1931 fue llamativo, lo de 1932 sería peor porque mientras la Celeste se encontraba en un plan de renovación de muchas de sus grandes figuras, los norteños habían comenzado a desandar ese camino un poco antes y, rápidamente, les dio resultados (varias de sus nuevas estrellas actuarían en los mundiales de 1934 y 1938).
A la figura ya asentada de Domingos da Guia se le añadía ahora la de un joven y espectacular talento ofensivo: Leónidas da Silva, quien meses después llegaría a Peñarol y que alcanzaría a ser máximo goleador de la Copa del Mundo de 1938.
De hecho, en aquel 4 de diciembre de 1932 en el Centenario (40.000 aficionados), el atacante brasileño fue la figura al marcar los dos tantos de su combinado (14´ y 61´), descontando Juan José García, “Pitongo” (65´). Fue un 2-1 aleccionador en aquel entonces, pero no dejó de ser otro revolcón ante un rival que cada día más se mostraba como un serio oponente en el continente destacando por su seguridad defensiva y velocidad en ataque.
Nuevamente, los festejos en Brasil por esta victoria fueron apoteóticos. Una vez más, habían desbancado a los tricampeones del mundo y, en este caso, en su propia casa.
Uruguay: Héctor Macchiavello; José Nasazzi (Pedro Aguirre); Ernesto Mascheroni; Arsenio Fernández, Álvaro Gestido, Abraham Lobos; Braulio Castro, Juan José García, Pedro Duhart, Pedro Cea y Eduardo Ithurbide (Juan Emilio Piriz):
Brasil: Victor; Domingos Da Guia, Itália; Agrícola (Canalli), Martim Silveira, Ivan Mariz; Walter, Paulinho, Gradim, Leónidas Da Silva (Benedicto) y Jarbas.
Juez: Aníbal Tejada (URU).
1940
La década del cuarenta sería la más prolífica en cuanto a la disputa de esta Copa y, sin dudas, la mejor de la Celeste en este mano a mano, ya que se quedaría con tres de las cuatro ediciones jugadas.
Casi ocho años más tarde del último choque por este torneo, ambos seleccionados volvieron a verse las caras, en este caso en Río de Janeiro, en el estadio São Januario el 24 de marzo de 1940. No sería el único juego ya que ahora el formato, tras un cambio pactado con anterioridad, definía el título a dos partidos, pero en este caso en el mismo suelo.
Anteriormente, celestes y norteños apenas se habían enfrentado una vez en ese lapso de tiempo, específicamente el 19 de enero de 1937 por la Copa América de Argentina, imponiéndose los brasileños 3-2.
Mucha agua había pasado debajo del puente, entre ellos un título sudamericano de Uruguay (Perú 1935) y dos actuaciones norteñas en Copas del Mundo (1934 y 1938, torneo este último en el que alcanzó el tercer puesto). En otras palabras, ya se trataba de dos combinados que medían fuerzas de forma pareja.
Por eso aquel impactante triunfo 4-3 en condición de visitante fue un golpe en la mesa de la Celeste dirigida nada menos que por el “Vasco” Cea, quien había estado presente como jugador en el anterior cotejo de 1932.
Con un recambio general ya afianzado, Uruguay se impuso con tantos de “Cacharpa” Pérez, Sixto González y Severino Varela en dos ocasiones, la última de ellas a los 89´ para levantar un 1-3 y alcanzar el resonante triunfo.
Con el abitraje de nuestro Nobel Valentini, Cea colocó a Julio Barrios; Héctor Romero, Agenor Muñiz; Alberto Delgado (Carlos Martínez), Sixto González, Raúl Rodríguez; Ricardo Pérez, Oscar Chirimini (Luis Mata), Pedro Lago, Severino Varela y Adelaido Camaití.
Brasil: Nascimento; Norival, Florindo; Zezé Procópio, Zarzur, Affonsinho; Pedro Amorim, Hortêncio (Romeu), Leónidas Da Silva, Jair Rosa Pinto y Hércules. Nótese la presencia de Jair en el ala izquierda, con quienes los orientales seguirían viéndose las caras durante toda la década y a quien enfrentarían nada menos que el 16 de julio de 1950.
Unos 40 mil aficionados presenciaron aquella tarde un encuentro que Uruguay comenzó en ventaja con gol de “Cacharpa” Pérez a los 38´. Sin embargo, en apenas 13 minutos en el complemento, Brasil hizo tres goles consecutivos que parecieron sentenciar la contienda (Hércules 47´, Amorim 54´ y Leónidas 60´).
Sin embargo, llegó la furiosa reacción charrúa: goles de Martínez de tiro libre a los 62´ y de Varela a los 63´, igualaron la brega, venciendo finalmente los nuestros con otro tanto de la “Boina fantasma” sobre la hora. Sorpresa en Río, que no sería ni la última ni la más grande en la historia…
La revancha se jugó una semana después (31/3) en las mismas condiciones, pero con menos interés de parte del público y con el local José Ferreira como juez. Con un empate, Uruguay conquistaría su primer cetro. Y así fue: 1-1 con tantos de Romeu (57´) y Severino Varela (43´, aprovechando un rebote del arquero).
El triángulo final celeste fue lo mejor del equipo de Cea, resultando el capitán Muñiz el mejor hombre del partido.
Uruguay: Julio Barrios (Aníbal Paz); Héctor Romero, Agenor Muñiz; Carlos Martínez (Alberto Delgado), Sixto González, Raúl Rodríguez; Ricardo Pérez, Oscar Chirimini (Luis Mata), Pedro Lago, Severino Varela y Adelaido Camaití.
Brasil: Nascimento; Norival, Machado; Zezé Procópio, Zarzur (Brant), Argemiro; Pedro Amorim, Romeu Pelliciari, Leónidas Da Silva, Jair Rosa Pinto (Perácio) y Hércules.
1946
Seis años pasaron para la disputa de una nueva edición del torneo, pero en esta ocasión ya comenzaron a tutearse en cancha muchos de los hombres que definirían el Mundial de 1950 en el Maracaná.
Esta vez tocaba jugar en el Centenario de Montevideo y la verdad es que Uruguay venía muy golpeado enfrentando a Brasil ya que, salvando el partido ganado 1-0 en la Copa América celebrada en casa en 1942, lo demás fueron durísimas derrotas ante los norteños: dos amistosos en tierra visitante (1-6 y 0-4) y otro oficial en la Copa América de Chile (0-3). Por lo tanto, imperaba un cambio de imagen y, sobre todo, volver a ganar.
Y se logró.
El primer encuentro se celebró el 5 de enero de 1946 y los orientales se impusieron trabajosamente por 4-3, un resultado que ya se les estaba haciendo familiar a los nuestros ante los rivales del norte. La alegría fue total para los 60.000 uruguayos que colmaron el Centenario, lo que hablaba a las claras de la expectativa generada por el duelo entre dos selecciones de primer nivel mundial. Solo basta con repasar las alineaciones para entenderlo…
Uruguay: Roque Máspoli; Mario Lorenzo (Raúl Pini), Eusebio Tejera; Ubire Durán, Obdulio Varela, Luis Prais; Ramón Castro (José María Ortíz), José María Medina, Raúl Schiaffino, Juan Pedro Riephoff y Ramón Ferrés (Luis Tomás Volpi). El técnico fue Aníbal Tejada, el “Pollo”, quien arbitrara el match de 1932.
Como podrá verse, a ese equipo le faltaban hombres como Aníbal Paz, Luis Ernesto Castro, Walter Gómez, Schubert Gambetta, Bibiano Zapirain, Nicolás Falero, Atilio García y Eugenio Galvalisi, entre otros, y aun así era un notable combinado.
Para los más jóvenes, el Schiaffino que actuó ese día no fue Juan Alberto, el “Pepe”, sino Raúl, su hermano mayor, un eximio centrodelantero del estilo de jugador técnico y estratega del “Maestro” José Piendibene. Por ello ganó su apodo, el “Pequeño Maestro”, tras una temporada de ensueño con Peñarol en 1945: campeón, mejor jugador y goleador del Campeonato Uruguayo. Las lesiones terminarían rápido con una carrera que asomaba sensacional.
Flavio Costa-quien sería entrenador brasileño hasta la Copa del Mundo de 1950- alineó a Ary; Domingos da Guia, Norival; Ivan, Ruy, Jayme; Eduardo Lima (Tesourinha), Zizinho, Heleno De Freitas, Jair Rosa Pinto y Ademir Menezes (Chico). Domingos, ya veterano (33 años), seguía capitaneando al scratch mientras que Jair mantenía su lugar en el ala izquierda y, ahora, aparecían Ademir, Zizinho y Chico.
La prensa oriental se puso de acuerdo al afirmar que los norteños jugaron mejor, pero que la victoria se logró en base a “corazón”, que vino a suplir las fallas técnicas charrúas. De todas formas, el resultado fue merecido.
Riephoff (17´), Castro (49´), Schiaffino (82´) y Volpi (88´) marcaron para la Celeste, siendo Jair (10´), Zizinho (24´) y Tejera-en contra-(89´) quienes anotaron para Brasil.
Schiaffino fue el mejor hombre de la cancha y el brasileño Mario Vianna el referee.
La revancha llegó el 9 de enero y se saldó con un empate 1-1 que posibilitó el segundo título consecutivo para los nuestros de la Copa Río Branco.
Sin embargo, el partido terminó en escándalo ya que, en el complemento y molestos por una decisión del juez Juan Carlos Armental (uruguayo), los brasileños abandonaron el campo de juego de un Centenario nuevamente abarrotado, en este caso por 70.000 espectadores.
Entonces, poco valieron los goles del “Gaucho” Medina a los 34´ y Zizinho a los 44´ dentro de un juego discreto y en el que la mejor figura fue el “Cachorro” Pini.
Con el 1-1 en el marcador, un suplente de Brasil insultó al linesmen Domínguez. Enterado Armental, expulsó al player norteño, lo que motivó el enojo y la orden de Flavio Costa de retirar a los suyos de la cancha en una actitud exagerada e improcedente que, finalmente, les dio el título a los nuestros. Dicho sea de paso, esta vez la Celeste sí contó, desde el banco, con Juan Alberto Schiaffino y Walter Gómez, aunque poco pudieron hacer.
Hay que señalar que este fue el primer partido oficial del “Pepe” con el combinado incluso antes de debutar en Primera con Peñarol. Anteriormente, se había calzado la celeste en un amistoso internacional “B” el 29 de diciembre de 1945 ante Argentina (ingresó a los 45´ por Riephoff).
Uruguay: Roque Máspoli; Raúl Pini, Eusebio Tejera; Ubiré Durán, Obdulio Varela, Luis Prais; José María Ortiz, José María Medina (Walter Gómez), Raúl Schiaffino, Juan Pedro Riephoff (Juan Alberto Schiaffino) y Luis Volpi.
Brasil: Ary; Newton, Norival; Zezé Procópio, Ruy, Jayme; Eduardo Lima, Zizinho, Heleno De Freitas, Ademir Menezes y Chico (Jair).
1947
Catorce meses después, Brasil se tomó revancha y volvió a ganar el título tras 15 años al empatar sin goles en el Pacaembú de San Pablo el 29 de marzo y vencer con lo justo 3-2 el 1º de abril en el São Januario de Río.
El primer encuentro ante 60.000 espectadores-lo que seguía demostrando el éxito de este torneo- fue parejo, sin demasiado nivel técnico resultando Máspoli y Tejera los mejores exponentes del juego.
El juez fue el uruguayo Juan Carlos Armental y el entrenador celeste Marcelino Pérez, campeón de América como futbolista charrúa en Santa Beatriz 1935 y ya reconocido comentarista deportivo.
Uruguay: Roque Máspoli; Mario Lorenzo, Eusebio Tejera; Schubert Gambetta, Alcides Mañay (Lorenzo Barreto), José Cajiga; Luis Ernesto Castro, José García (Julio Pérez), José María Medina, Juan Burgueño y José Godart.
Brasil: Luiz Borracha; Augusto, Nena; Ruy, Danilo Alvim, Noronha; Cláudio Pinho, Ademir Menezes (Maneco), Heleno De Freitas, Jair Rosa Pinto y Eduardo Lima.
La revancha, arbitrada por el local João Etzel Filho, se cerró con anotaciones de Tesourinha (10´), Heleno (36´), “Gaucho” Medina (44´), Jair (67´) y Rodolfo Pini (80´).
Uruguay: Roque Máspoli; Raúl Pini, Eusebio Tejera; Schubert Gambetta, Rodolfo Pini, Luis Pérez Luz; Luis Ernesto Castro, Juan Burgueño, José María Medina (Walter Clavarés), José García (Juan Alberto Schiaffino) y José Godart (José Delucca).
Brasil: Luiz Borracha; Augusto, Haroldo; Ruy (Ely), Danilo Alvim, Noronha; Tesourinha, Ademir Menezes (Maneco), Heleno De Freitas, Jair Rosa Pinto y Chico.
1948
La Celeste tardó muy poco en reconquistar la Copa Río Branco al imponerse en Montevideo en la edición 1948, que se disputó en el mes de abril.
El 4 de abril, con goles de Nicolás Falero (1´) y Danilo (61´), los combinados igualaron 1-1 en el Centenario. Juan López fue el DT oriental, enfrentándose por primera vez a los norteños. El referee fue el brasileño Alberto da Gama.
Uruguay: Roque Máspoli; Mario Lorenzo, Eusebio Tejera; Schubert Gambetta, Obdulio Varela, José Cajiga (Víctor Rodríguez Andrade); Julio César Britos, José García, Nicolás Falero, Raúl Sarro (Juan Pedro Riephoff) y Juan Ramón Orlandi.
Brasil: Barbosa; Augusto, Newton (Nena); Ruy, Danilo Alvim, Noronha; Claudio Pinho, Friaça, Heleno De Freitas (Chico), Jair Rosa Pinto (Adãozinho) y Canhotinho.
En tiendas celestes ya se estaba conformando la defensa casi completa que actuaría en Maracaná, a no ser por los casos de Lorenzo y Cajiga, aunque este último fue sustituido por quien sería titular dos años después: Rodríguez Andrade.
En los norteños aparece más de la mitad del equipo titular mundialista en 1950: Barbosa, Augusto, Danilo, Friaça, Jair y Chico.
El resultado fue justo: hubo un tiempo para cada uno, donde cada seleccionado anotó su gol, notándose siempre un poco mejor Brasil en el apartado físico, donde defeccionaron los orientales. Lorenzo y Danilo fueron las figuras.
Sin embargo, Uruguay se quedó definitivamente con su tercer título en cuatro presentaciones en la década al vencer claramente 4-2 el 11 de abril en el Centenario, en un día lluvioso y con un césped muy perjudicado por eso mismo.
Arbitrado por el oriental Luis Alberto Fernández, fue un gran encuentro el disputado por los celestes, que ganaron de punta a punta en todos los ítem, táctico, físico, futbolístico y anímico y que, para ello, contó con dos puntales dentro de un rendimiento general parejo: Gambetta, con su temple, coraje y derroche físico, y “Pepe” Schiaffino, con su juego frío, cerebral, hábil y brillante.
Aníbal Paz suplantó a Máspoli en el arco; Mario Lorenzo y Eusebio Tejera volvieron a otorgar una gran seguridad a la zaga; Gambetta fue el mejor, Obdulio bien y Cajiga muy bien; en ataque brilló Schiaffino, pero también estuvieron a tono Julio César Britos (suplantado por Washington Puente), Falero, “Loncha” García (Oscar Chelle) y Héctor Magliano.
Brasil: Luiz Borracha; Augusto, Nena; Ruy, Danilo Alvim, Noronha; Cláudio Pinho, Friaça (Carlyle), Adãozinho, Canhotinho y Chico.
El scorer Falero marcó a los 7´, aumentó Obdulio a los 13´ con un ajustado tiro libre, descontó Canhotinho a los 17´, pero “Poroto” Britos, a los 37´, puso las cifras 3-1 con la que terminó el primer tiempo. Carlyle descontó ni bien iniciado el complemento (46´), pero Magliano definió el pleito de forma justiciera a los 65´.
Fue este el triunfo más holgado, claro y notable de la Celeste hasta ese momento por la Copa Río Branco que, además, abrigaba esperanzas para lo que venía…
“Jugadores de capacidad existen. Falta solamente disciplina y preparación adecuada”, señaló “El Bien Público”.
1950
Esta edición fue la más importante de todas, pero porque fue totalmente decisiva para lo que vendría pocos meses después en la Copa del Mundo.
En otras palabras, los tres partidos que se disputaron en San Pablo (uno, que ganó Uruguay) y Río de Janeiro (dos, que ganó el dueño de casa) le dieron la pauta a los celestes de que Brasil no era ningún “cuco” y que se trataba de un seleccionado al que se le podía ganar, ya que eran equipos equilibrados en fuerzas pese a que los norteños contaban con el plus de actuar como locales.
Dentro de un panorama turbulento en la preparación para el Mundial, con cruces dirigenciales y clubistas, con entrenadores que iban y venían, con un plantel que todavía no estaba cerrado, la Celeste, dirigida por Romeo Vázquez, dio el gran campanazo el 6 de mayo en el Pacaembú al vencer por 4-3. El juez fue el británico Cyril John Barrick.
Los nuestros salieron a la cancha con Roque Máspoli; Matías González, Héctor Vilches; Juan Carlos González (Schubert Gambetta), Obdulio Varela, Víctor Rodríguez Andrade; Julio César Britos (Alcides Ghiggia), Julio Pérez, Oscar Míguez, Juan Alberto Schiaffino y Hugo Villamide. Como puede apreciarse, salvo por Tejera (que fue suplente porque físicamente no se encontraba a punto) y Ruben Morán, jugaron nueve de los once que estarían presentes en el Maracaná el 16 de julio (en el caso de Gambetta y Ghiggia, como titulares).
En el caso de Brasil, que salió con Barbosa; Mauro Oliveira, Nílton Santos; Ely, Ruy, Noronha; Tesourinha, Zizinho, Ademir Menezes, Jair Rosa Pinto y Chico, la delantera fue casi la misma salvo por la ausencia de Friaça en la punta derecha.
“Resurgió la garra celeste: cayó el poderoso team brasileño”, tituló “El Bien Público”, que agregó: “Técnica, pujanza y decisión han sido la base del triunfo celeste”.
Y la cosa empezó mal para los orientales ya que a los 2´ Zizinho hizo el primero para el local. A los 23´ y tras notable habilitación de Schiaffino, empató Julio Pérez, que fue en esta serie de encuentros que se ganó la titularidad con toda legitimidad para el Mundial.
Rápidamente, y en apenas dos minutos, “Cotorra” Míguez hizo helar la sangre a los brasileños al anotar dos tantos consecutivos (27´ y 29´). El primero tras pase de Britos y, el segundo, al aprovechar un rebote.
En un carrusel de emociones, el tocado Brasil se fue como león herido al ataque y descontó al minuto del tercer tanto oriental por intermedio de Ademir. Siguió presionando el local y una vez el travesaño (tiro de Zizinho) y otra una tapada estupenda de Máspoli (remate de Jair), a punto estuvieron de equilibrar el marcador.
Dispuesto a sacarse a su oponente de encima, ni bien comenzado el segundo tiempo, a los 48´, Obdulio mandó en forma de centro un tiro libre y Schiaffino, de cabeza-que no era su especialidad-, batió a Barbosa y volvió a darle dos de ventaja a los charrúas.
De allí hasta el final fue un ataque incesante de los norteños que si bien lograron descontar nuevamente por Ademir, no alcanzaron el empate merced a la heroica resistencia uruguaya. Fue un despliegue físico y defensivo emocionante que le impidió al dueño de casa igualar el tanteador. Lo que algunos llaman “garra”.
Todos rindieron mucho y muy bien, pero Schiaffino fue el mejor de todos. El equipo se estaba afianzando, el terceto atacante estaba decidido y Ghiggia había entrado en la punta derecha en el segundo tiempo dejando buenas sensaciones. La Celeste había ganado de forma justiciera demostrando que, bajo ningún concepto, los futbolistas adversarios eran más que los nuestros. Y esto hay que tenerlo en cuenta.
El segundo partido fue el 14 de mayo en el São Januario de Río y, con arbitraje del mismo inglés, Brasil se tomó revancha venciendo 3-2.
Julio Pérez (21´)-el mejor exponente charrúa- y Villamide (42´) anotaron para Uruguay mientras que Jair (3´ y 24´) y Chico (31´) lo hicieron para Brasil.
El once oriental fue el mismo del juego pasado a excepción del ingreso de Ghiggia por Britos. También entraron en el transcurso del choque “Cato” Tejera, “Mono” Gambetta, Juan Ramón Orlandi y Carlos Romero.
Flavio Costa puso en campo a Barbosa; Mauro Oliveira (Juvenal), Nílton Santos; Ely, Ruy, Noronha; Tesourinha (Friaça), Zizinho, Ademir Menezes, Jair Rosa Pinto (Baltazar) y Chico.
Una victoria para cada lado determinó que se celebrara un tercer juego para definir al campeón y este se desarrolló el 18 de mayo en el mismo escenario y, nuevamente, con pésimo arbitraje del inglés Barrick, un localista de pura cepa que en toda esta serie no hizo más que inclinar, con mayor o menor decoro, la cancha para los brasileños.
El dueño de casa, finalmente, ganó 1-0 con gol de Ademir a los 60´ en un partido muy parejo. Esta vez los equipos fueron casi idénticos a los que dos meses después se verían las caras en Maracaná.
Uruguay: Roque Máspoli; Matías González, Eusebio Tejera; Juan Carlos González (Schubert Gambetta), Obdulio Varela (Rodolfo Pini), Víctor Rodríguez Andrade; Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Oscar Míguez, Juan Alberto Schiaffino (Carlos Romero) y Hugo Villamide (Juan Ramón Orlandi).
Brasil: Barbosa; Juvenal, Nílton Santos; Ely, Danilo Alvim, Bigode; Friaça, Zizinho (Jair Rosa Pinto), Baltazar, Ademir Menezes y Chico.
La serie de tres partidos ante los norteños, de todas formas, dejó un buen sabor de boca en los uruguayos ya que, a pesar del caos interno imperante, se la consideró como la mejor forma de preparar la Copa del Mundo enfrentando nada menos que al favorito y quedando en evidencia la notable paridad entre ambos combinados, más allá de lo que la leyenda dijera después.
“El juego de esta noche demostró lo que seremos (en la Copa)”, dijo tras el duelo Gil, el presidente de la delegación charrúa.
“Fue dramático el triunfo obtenido por los brasileños siendo el de anoche el partido más disputado de los tres por la Copa Río Branco 1950”, tituló “Folha Carioca”.
“Dejó mucho que desear. Hubo marcación cerrada de hombre a hombre”, añadió “O Jornal” y “Jornal dos Sports” fue claro: “los uruguayos tuvieron el mérito de exigir mucha lucha a los nuestros”.
Pocos sabían que, apenas dos meses después, Uruguay, ante Brasil, daría uno de los golpes deportivos más grandes del siglo XX…
1967
Nada menos que 17 años hubo que esperar para que la Copa Río Branco volviera a disputarse, en este caso en el Centenario de Montevideo.
Habían quedado atrás el “Maracanazo”, los títulos mundiales brasileños en 1958 y 1962, los campeonatos sudamericanos celestes de 1956, 1959 y 1967, muchos clásicos reñidos, dramáticos y hasta sangrientos como el de la Copa América de Argentina 1959, pero lo que, desde el 16 de julio de 1950 nunca más podría desterrarse sería el aumento de la rivalidad entre ambos combinados y la huella interna e indeleble de cada brasileño futbolero por la tragedia deportiva de una Copa que creyeron suya antes de empezar a disputarla.
A escasos meses de haber conquistado América en Montevideo, Uruguay y Brasil igualaron sin goles el 25 de junio de 1967 en el Centenario.
Los norteños no trajeron a Pelé, el mejor jugador del mundo del momento, pero su casaca número 10 fue usada por otro crack que ya era una realidad pese a su juventud: Tostão.
Por el lado oriental, comandado por Juan Carlos Corazzo, estuvieron casi todos destacando quizá la ausencia de Ladislao Mazurkiewicz en el arco.
El juez fue argentino: Aurelio Bossolino.
El encuentro fue parejo aunque el público no acompañó en gran forma (25.000 espectadores) para lo que pudo haber sido.
Uruguay: Roberto Sosa; Pablo Forlán, Jorge Manicera, Emilio Álvarez, Omar Caetano; Pedro Rocha, Néstor Gonçalves, Héctor Salvá; Horacio Franco (Alberto Urbano), Jorge Acuña (Rafael Leites) y José Urruzmendi.
Brasil: Félix; Sadi, Everaldo, Jurandir, Roberto Dias; Piazza, Dirceu Lopes; Paulo Borges, Alcindo (Hilton Oliveira), Tostão y Volmir Massaroca (Edu). DT: Aimoré Moreira.
La revancha se disputó tres días después en el mismo estadio con el mismo juez, pero con menos gente. Y volvió a ser empate, aunque el partido fue más movido e interesante: 2-2. Marcaron Pedro Rocha (58´-de cabeza- y 73´) y Paulo Borges (23´ y 70´).
Uruguay: Roberto Sosa; Pablo Forlán, Jorge Manicera, Emilio Álvarez, Omar Caetano; Pedro Rocha, Néstor Gonçalves, Héctor Salvá; Horacio Franco (Alberto Urbano, después entró Luis Gómez), Héctor Silva y José Urruzmendi.
Brasil: Félix; Sadi, Everaldo, Jurandir, Roberto Dias; Piazza, Dirceu Lopes; Paulo Borges, Edu Antunes (Natal), Tostão e Hílton Oliveira.
El 1º de julio se jugó el último encuentro buscando al ganador del torneo, pero, como otra vez fue empate (1-1; Pedro Rocha 33´ y Dirceu Lopes 4´), la Copa Río Branco finalmente fue compartida entre ambos seleccionados.
Esteban Marino dirigió la contienda.
Uruguay: Roberto Sosa; Pablo Forlán, Jorge Manicera, Emilio Álvarez, Omar Caetano; Pedro Rocha, Néstor Gonçalves, Héctor Salvá; Alberto Urbano, Héctor Silva (Rafael Leites, después Hamilton Rivero) y José Urruzmendi.
Brasil: Félix; Sadi, Everaldo, Jurandyr, Roberto Dias; Piazza, Dirceu Lopes; Natal, Paulo Borges, Tostão e Hílton Oliveira.
Uruguay 2-2 Brasil
Uruguay 1-1 Brasil
1968
Con un aire renovado, la Copa Río Branco se disputó al año siguiente en Brasil: el 9 de junio en San Pablo y el 12 en Río de Janeiro.
Sin embargo, fue, en cuanto a rendimiento y resultado, la peor actuación celeste en esta Copa. Los norteños ganaron 2-0 y 4-0, respectivamente. La diferencia, entonces, fue muy grande.
En la ida, en el Pacaembú y con Romualdo Arppi Filho como referee, marcaron para el vencedor Tostão (11´) y Sadi (59´).
Corazzo colocó en cancha a Ladislao Mazurkiewicz; Mario Méndez, Julio Dalmao, Julio Montero Castillo, Juan Martín Mugica; Pedro Rocha, Dagoberto Fontes, Abayubá Ibáñez (Víctor Espárrago); Orlando Virgili, Luis Del Río (Oscar Zubía) y Julio César Morales.
Brasil: Cláudio; Djalma Santos (Carlos Alberto), Jurandyr, Joel Camargo, Sadi; Piazza, Rivelino; Paulo Borges (Natal), César Maluco, Tostão y Edu. DT: Aimoré Moreira.
La revancha en el Maracaná el 12 de junio fue aún peor: 0-4 con tantos de Paulo Borges (8´), Tostão (52´), Gérson (84´) y Jairzinho (90´).
Ambos combinados se estaban pareciendo bastante a lo que vendría apenas dos años después en las semifinales de la Copa del Mundo de México 1970.
Uruguay: Miguel Ángel Bazzano; Mario Méndez, Julio Dalmao, Julio Montero Castillo, Juan Martín Mugica (Ángel Brunel); Pedro Rocha, Dagoberto Fontes, Abayubá Ibáñez; Orlando Virgili, Luis Del Río y Julio César Morales (Víctor Espárrago).
Brasil: Cláudio; Carlos Alberto, Jurandyr, Joel Camargo, Sadi (Rildo); Piazza (Rivelino), Gérson; Paulo Borges, Jairzinho, Tostão y Edu.
1976
La última edición hasta el momento se disputó en 1976 y terminó en escándalo.
En partidos que también eran válidos para la Copa del Atlántico, Brasil, con un nuevo formato de disputa ida y vuelta, ganó el primer chico el 25 de febrero en el Centenario por 2-1 con goles de Nelinho (10´) y Zico (84´), igualando transitoriamente «Carlín» Ocampo para los nuestros.
El juez fue oriental, Roque Cerullo, y la expectativa, total: más de 50.000 hinchas en las tribunas del estadio. No era para menos: se trataba del primer clásico que se disputaría tras la polémica semifinal del Mundial de México 1970 en la que los norteños se impusieron por 3-1 y se encaminaron a la conquista del título.
Uruguay, en pleno y costoso recambio generacional y todavía buscando su mejor forma futbolística, alineó a Héctor Santos; Sergio Ramírez, Alfredo de los Santos, Nil Chagas, Juan Vicente Morales; Julio César Jiménez, Nelson Acosta, Darío Pereyra; José María Muniz, Fernando Morena y Juan Carlos Ocampo (Washington Olivera). DT: José María Rodríguez.
Brasil: Waldir Peres; Nelinho, Miguel, Amaral, Marinho Chagas; Zico, Chicão; Rivellino, Flecha (Edu), Palhinha y Lula (Getúlio).
La revancha del 28 de abril en el Maracaná y ante 65.000 espectadores decretó otra caída por el mismo resultado, más allá de que esta vez la Celeste comenzó ganando 1-0 con anotación de Daniel Torres (16´; luego marcaron para el local Rivelino 56´ y Zico 71´-de penal-).
El árbitro fue Arppi Filho y los nuestros alinearon a Walter Corbo; Sergio Ramírez, Alfredo de los Santos, Nil Chagas, Mario González; Julio César Jiménez, Nelson Acosta, Darío Pereyra; Rudy Rodríguez (Manuel Keosseian), Fernando Morena y Daniel Torres (Hebert Revetria).
Osvaldo Brandão eligió a Jairo, Toninho (Orlando), Miguel, Amaral, Marco Antônio; Chicão, Rivellino; Zico, Gil, Enéas (Roberto Dinamita) y Lula.
Sin embargo, aquel clásico no pasó a la posteridad por el resultado deportivo ni por el fútbol desplegado sino por la batahola que se produjo en las postrimerías y que quedó grabada para siempre. Fue la vez en que «Colacho» Ramírez persiguió e hizo correr con todas sus fuerzas a Rivelino, quien prácticamente se tiró de cabeza al túnel.
Y así se cerró la historia de la Copa Río Branco, por lo menos hasta hoy. Fueron 10 ediciones entre 1931 y 1976. Brasil conquistó siete (contando la compartida de 1967) y Uruguay cuatro (también contando la compartida). ¿Revivirá alguna vez este torneo?
AUTOR: PABLO VEROLI
Buenas noches, tengo una medalla que pertenecía a mi abuelo.
Por lo que estuve averiguando es de la época de 1924, 1928 y 1930.
Mi intención es saber cómo se conseguía dicha medalla, si era solo para los participantes de los eventos realizados en esas fechas o si el público en general podía acceder a las mismas.
Si desean puedo proporcionar una foto de la misma.
Estimada, Beatriz. Cómo estás? Por favor, escribinos a historiaceleste@gmail.com. Ahí podés mandar la foto y contarnos si tu abuelo era futbolista o no. Saludos.