
El primer semestre de 1999 tenía deparada una intensa actividad para la Celeste en sus distintas categorías: Sudamericano Sub 20 en Argentina en enero, Sudamericano Sub 17 en nuestro país en marzo, Copa del Mundo Sub 20 en Nigeria en abril y Copa América de mayores en Paraguay en junio y julio.
A todo esto, el mismo seleccionado mayor se encontraba transitando la última recta para cerrar definitivamente la llegada del nuevo entrenador, el argentino Daniel Alberto Passarella, por lo que mucho había por ver y hacer. Entre ellas, reuniones varias con futbolistas y con Víctor Púa, el DT de las juveniles que iba a ser también quien liderara al combinado en el Sudamericano guaraní.
En medio de todo este maremoto de acción oriental, llegó a la Asociación Uruguaya de Fútbol la invitación formal para enviar un equipo representativo a defender los prestigios charrúas en el Torneo de Fútbol de los Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá) 1999.

Hasta ese momento, la Celeste solo había tomado parte de tres campeonatos de fútbol panamericano: 1963 en San Pablo, Brasil (4º puesto), 1975 en Ciudad de México, México (eliminado en primera fase), y 1983 en Caracas, Venezuela, donde fue campeón.
Debido al ajetreado calendario, la A.U.F. no tenía intenciones iniciales de armar un team para tomar parte del certamen canadiense. En otras palabras, no había “ambiente” como popularmente se dice.
Sin embargo, cuando parecía que Uruguay no actuaría en América del Norte entre el 23 de julio y el 7 de agosto de 1999, llegó lo inesperado. La casa madre del balompié charrúa le pasó la pelota a la Organización del Fútbol del Interior (O.F.I.), cediéndole la representación oriental de forma íntegra si esta la aceptaba. Y O.F.I. recogió el guante y le comunicó a la A.U.F. que asumía el reto de conformar un seleccionado íntegramente compuesto por jugadores de ligas departamentales del interior de condición amateur.
Una vez aceptada formalmente la invitación-así se disputaba el torneo por aquel entonces, por invitación-, hubo poco tiempo para seleccionar un plantel y prepararlo de forma adecuada. Luis Matosas fue designado entrenador y comenzó el proceso de armado del combinado.

Así, después de un cuidado análisis, escogió al siguiente plantel de 18 futbolistas.
1-Martín Góngora (Paysandú)
2-Luis Maseda (Artigas)
3-Marcos Shur (Colonia)
4-Mauro Basualdo (Paysandú)
5-Fernando Daghero (Colonia)
6-Richar Albín (Salto)
7-Rafael Muniz (Maldonado)
8-Williams Airala (Paysandú)
9-Julio Rodríguez (Colonia)
10-Sergio González (Maldonado)
11-Carlos González
12-Mario Pascale (Colonia)
13-William da Costa (Maldonado)
14-Jorge Reyna (Durazno)
15-Andrés Larre Pérez (San José)
16-Ruben Fabián Morán García (Durazno)
17-Jorge Gerardo Rodríguez (Durazno)
18-Mariano Bogliacino (Colonia)
DT: Luis Matosas
Preparador físico: Alberto Clavijo.
Kinesiólogo: Jorge Olivera.
Personal técnico: Marcos Gerez.
Delegados: Héctor Lezcano y Aníbal Iglesias.

La primera parte estaba hecha, pero los tiempos no daban y la organización era a puro corazón. Los entrenamientos fueron en Maldonado, no se jugaron amistosos y se viajó a Canadá para participar como único representante sudamericano del Grupo B del Torneo de Fútbol junto a Honduras, Estados Unidos, Jamaica y Cuba.
En el Grupo A, sin asociaciones de CONMEBOL, dirimirían bondades México, Canadá, Costa Rica, Guatemala y Trinidad y Tobago.
Los primeros dos de cada grupo accederían a las semifinales del certamen.
El debut fue el 23 de julio en el Complejo de Fútbol de Winnipeg ante una Jamaica que, entre otros, tenía en sus filas a los mundialistas de Francia 1998 Andy Williams (talentoso volante ofensivo) y Donovan Ricketts (arquero), y a la promisoria figura local que haría historia con los Reagge Boyz en la siguiente década además de jugar en la Premier League: el delantero Ricardo Fuller.
Unos 1.500 espectadores vieron a Matosas alinear a Pascale; Basualdo, Maseda, Suhr, Albín; Reyna (53´ da Costa), Airala (75´ Morán), Muniz, Daghero; Jorge Rodríguez (55´ Bogliacino) y Julio Rodríguez.
Jamaica: Ricketts; Thomas, M. A. Williams (79´ Graham), Claude Davis, Scarlett; Graham, Green, Griffiths (72´ Crawford), Andy Williams; Ricardo Fuller y Kerr (69´ Hinds). DT: René Simoes.
Uruguay cayó 2-0 con anotaciones de Steve Green a los 11´-de penal- y Fuller a los 67´.
El juez fue el canadiense José Farías.

Dos días después, el 25 de julio, la Celeste debía imponerse a cualquier precio a Cuba para soñar con la clasificación a las semifinales. En el mismo escenario, los charrúas salieron a la cancha con Pascale; Basualdo, Maseda, Suhr, Albín; Daghero, Muniz, Airala, Larré; Morán y Julio Rodríguez. Ingresaron luego da Costa, Bogliacino y Góngora.
Cuba actuó con Castro; M. Rodríguez, Márquez, Chapotín, L. Ruiz; Domenech, González (67´ Morales), Pérez, Y. Rodríguez (71´ Estrada); Lay (77´ Zayas) y Martínez.
Pero no hubo caso: las cosas iban de mal en peor. Esta vez fue derrota por 3-1 marcando el “Palomo” Rodríguez el único tanto oriental. Martínez (27´ y 75´) y Lay (34´) señalaron para los cubanos, que terminaron con 10 hombres por expulsión de Zayas a los 84´.
Ya grogui, pero aún con vida, Uruguay se jugó el todo por el todo ante Honduras el 27 de julio, siempre en el mismo estadio. Esta vez el árbitro fue el costarricense Olguer Mejía.

Sin embargo, la racha iba empeorando ante un equipo con futbolistas que ya comenzaban a despuntar en el fútbol continental-y varios serían bien conocidos en nuestras canchas poco después- como Julio César León, Junior Izaguirre, Iván Guerrero, Danilo Turcios, Noel Valladares y el goleador Carlos Pavón, entre otros.
Honduras goleó 4-1 a la Celeste. Martínez hizo el primero para los “catrachos” a los 3´, Jorge Rodríguez igualó a los 27´, pero León a los 41´-de penal-, Izaguirre a los 47´ y, nuevamente, Martínez a los 75´ liquidaron el pleito y sentenciaron la eliminación oriental.
Góngora; Basualdo, da Costa, Larré, Shur; González, Airala, Daghero, Bogliacino; Julio Rodríguez y Jorge Rodríguez fueron los hombres de Matosas. Ingresaron luego Albín, González y Maseda.

Honduras: Valladares; Izaguirre, Rosales, Gutiérrez, Guerrero; J. Suazo, Chirinos, León, Ramírez; Pavón y Martínez. Ingresaron Pineda, M. Suazo y Fernández.
Fueron expulsados en tiendas charrúas González y Jorge Rodríguez.
Por cumplir, Uruguay al menos rescató su primer y único punto ante los Estados Unidos (31/7) que, finalmente, terminó segundo por detrás de Honduras en el grupo. Fue 0-0 en el escenario de siempre y con el guatemalteco Carlos Batres como referee.

Matosas alineó a Góngora; Basualdo, Maseda (78´ Reyna), Suhr, Albín; Daghero, Muniz, Morán (77´ Airala), Larré; Jorge Rodríguez y Julio Rodríguez.
En filas yankees había varios que luego tendrían su propia historia como Landon Donovan, Carlos Bocanegra, Tim Howard, Sasha Victorine, Peter Vagenas, Tylor Twellman y DaMarcus Beasley.
El 11: Brown; Akwari, Preis (45´Donovan), Whitfield, Casey (63´ Twellman); Gibbs, Vagenas, Winters (45´ Bocanegra 46), Victorine; Beasley y Shak.
Partido de pierna fuerte y tres expulsados: los celestes Albín (50´) y Reyna (90´) y el estadounidense Beasley (90´).
Fianlmente, México, con nombres tales como los de Jesús Mendoza, Emilio Mora, Álvaro Ortiz, Héctor Altamirano y Juan Pablo Rodríguez, fue campeón venciendo a Honduras en la final 3-1. Estados Unidos fue tercero al doblegar 2-1 al local.

¿La Celeste? Un pésimo 9º puesto entre 10 seleccionados superando apenas a Trinidad y Tobago que perdió todos sus encuentros.
Y así, sin más, se fue la participación uruguaya en los Panamericanos de 1999. ¿Fue mala? Sí, pero hay que rescatar el gesto de O.F.I. de honrar a su tierra y de defender con la mayor dignidad posible a la camiseta más hermosa del mundo con poco tiempo de preparación, sin amistosos previos y a puro pulmón.
Con los años, hombres como Bogliacino, Góngora, el “Palomo” Rodríguez, Ruben Morán y Mauro Basualdo llegarían a la Primera División del fútbol uruguayo y también al balompié del extranjero con singular éxito.
Vaya el recuerdo, pues, para la patriada de O.F.I. en 1999, más allá del resultado.
AUTOR: PABLO VEROLI