Fue más que un “crack”. No sólo por su talento es que está destacado en la historia danubiana sino también por ser un auténtico un maestro en todos los sentidos.
Hugo Bagnulo, por entonces entrenador danubiano buscaba jugadores de experiencia para reforzar el equipo que debutaría nada menos que en la “A”. Alguien lo enteró que Lazzatti había quedado desafectado de Boca Juniors y se dispuso a traerlo. Pero “el Pibe de Oro” era una “leyenda viviente” del fútbol argentino, jugador de selección, emblema “xeneize” durante 14 años y con varios títulos conquistados.
La incertidumbre era si estaría dispuesto a cambiar las comodidades de “La Bombonera”, por el precario vestuario del Parque Hugo Forno y que quisiera jugar en un equipo recién ascendido.
En 1930, comenzó su carrera profesional en el club Puerto Comercial de Bahía Blanca, para luego dar el gran salto a la Capital y a Boca Juniors en 1934. Durante 14 temporadas paseó su innegable calidad por la media cancha boquense pero más que nada por razones políticas del club, le ofrecieron dos alternativas: la dirección técnica del plantel superior o el pase a otro club. Lazzatti no estaba dispuesto a abandonar la práctica activa del fútbol, consciente que aún mantenía intacta su capacidad, estado físico y entusiasmo para jugar algunas temporadas más. De Brasil y Chile le llegaron ofertas, pero por 10 mil pesos argentinos llegó a Danubio, más que nada –como dicen las crónicas de la época- por la amistad existente entre ambas instituciones.
Vino a fortalecer las filas de un equipo que no quería -luego de tanto esfuerzo- retornar a la Divisional B.
La llegada del veterano jugador conmocionó el medio futbolístico uruguayo. Su debut -el 25 de abril de 1948- coincidió con el de Danubio en la “A” y no pudo ser mejor, victoria 2 – 1 ante Peñarol por el Torneo Competencia.
De cabeza levantada, dueño de una elegancia asombrosa, contagió de tal manera a todos, que muchos afirman que el argentino fue quien inculcó el juego sutil que Danubio tiene como marca registrada. La grandeza de Lazzatti como persona era aún mayor que la de jugador. El historiador danubiano Alcides Olivera escribió: “la incorporación de un valor de la jerarquía deportiva y moral del gran Ernesto Lazzatti, más que un jugador de fútbol un caballero argentino, más que un indiscutible crack extranjero, un auténtico amigo y consejero de todos, hasta de los dirigentes, fue para todos un auténtico maestro, indiscutible y admirable, que dictó cátedra de sapiencia futbolística, disciplina, de experiente serenidad, educación y moral deportiva que influyó en todo el equipo y hasta en la propia sensibilidad de nuestros partidarios”.
Durante su pasaje en el conjunto danubiano, continuó residiendo en Buenos Aires y por exigencia de Bagnulo, viajaba los jueves a Montevideo para practicar conjuntamente con el plantel superior y quedarse a la espera de los partidos oficiales.
Elogiado también por sus compañeros, Lazzatti era un agradecido del Uruguay, que según sus propias expresiones, lo acogió con enorme cariño colmándolo de atenciones y de amigos. “En Danubio encontré el mismo calor fraterno y el auténtico círculo amistoso que me rodeaba en Boca”, decía.
Desde aquella tarde de abril de 1948 hasta su retiro no faltó a ningún partido (alrededor de 50), marcando un récord, al estar presente en absolutamente todos los primeros encuentros de Danubio en primera “A”, lo cual motivó que los dirigentes de la época le realizaran una cena como homenaje por el significativo hecho.
En 1950, su antigua institución le ofrece la dirección técnica, él acepta pero con la condición que se indemnice a Danubio en 50 mil pesos argentinos a obtenerse en un partido amistoso entre ambos clubes. De esta manera y en un gesto de grandeza, Danubio recuperó con creces las sumas que en toda su actuación había abonado al incomparable centre-half.
El 25 de mayo de ese año se realizó el amistoso en Buenos Aires y los danubianos derrotaron 3 a 1 a los boquenses en cancha del club Ferrocarril Oeste ante más de 50 mil espectadores. Siendo la primera victoria danubiana de carácter internacional fuera del país, justamente en la última vez que el “Pibe de Oro” se puso la franja sobre el pecho.
A fines de la década del cincuenta un periódico recordó al inolvidable jugador argentino. “El paso de Lazzatti por la institución de la “Curva” significó escribir otra página gloriosa en su carrera y una página memorable en la Historia de Danubio. Porque el ardor, la garra, y el coraje de los muchachos que venían de abajo y con olor a yuyo de campito, encontró en el “Pibe de Oro” la mano de seda que pulió esos esfuerzos, le dio cohesión y jerarquía de gran fútbol. Fue importante y decisivo, tanto que se podría decir, que con él empieza una nueva historia en el club del corazón desbordante; dejó su marca de maestro para siempre. Fue Lazzatti, -quien puede negarlo- el que hizo la escuela del juego medido, sereno, sobrio y práctico que, hasta hoy se ha conservado.”
También por aquella época, era tal el respeto que infundía Ernesto Lazzatti que Danubio instituyó con su nombre un premio anual para los futbolistas destacados de las divisiones juveniles.
Trayectoria
Nació en Ingeniero White, Bahía Blanca (Argentina) el 25/9/1915
Puerto Comercial de Bahía Blanca (1927-1933) Boca Juniors (1934 – 1947)
Danubio (1948-1950)
Falleció el 30/12/1988
Títulos como jugador
Campeón argentino en 1934, 1935,1940,1943 y 1944.
Con la selección argentina ganó el Sudamericano de 1936
Trayectoria como entrenador
Boca Juniors 1950 y 1954
Títulos como entrenador
Campeón argentino 1954