Días atrás, la empresa proveedora de la Selección Uruguaya, Puma, dio a conocer el modelo alternativo a utilizarse en la venidera Copa del Mundo de Qatar.
Si bien es un modelo genérico para todas las selecciones que visten la misma marca, el detalle más relevante es que volvió a confirmar el color blanco como el predominante, como ocurre desde hace ya 12 años de forma ininterrumpida.
A decir verdad, el blanco ha sido el color de la camiseta alternativa oriental en la mayor parte de su historia (1970-1991; 2010-actualidad), pero no el original ni el primero en haber sido utilizado en torneos oficiales como Copas América o Copas del Mundo. Es el «histórico», pero por repetición y de una historia que comenzó pasados los años sesenta del siglo XX, cuando la televisión comenzó a exigir diferencias cromáticas ostensibles entre las equipaciones de los combinados por temas de transmisión, cuando todavía primaba el blanco y negro, y desde nuestra tierra se decidió que el rojo, el secundario verdadero, debía pasar a mejor vida.
Sin embargo, hubo de todo. Por ejemplo: los encuentros clásicos entre Uruguay y Argentina, sea en mayores o en juveniles, mostraron por varias décadas a uno de los dos, y muchas veces a ambos, vistiendo la casaca secundaria, cosa que no sucedió en gran parte del siglo pasado en sus interminables duelos.
En la Copa del Mundo de 1954, por caso, la Celeste vistió de ídem ante Escocia (7-0), que jugó con su clásica elástica azul… y no hubo cambio alguno. Eso hoy sería impensado.
Las cosas comenzaron a cambiar ni bien se desarrollaba aquella década. Hay un ejemplo claro: en su estreno en el Mundial de Suecia 1958, Argentina rompió filas ante Alemania. La vigente campeona del mundo venció de forma clara 3-1, pero lo curioso no fue aquello, sino ver a la Albiceleste jugar de amarillo (!) en su vuelta a una cita planetaria después de 24 años de ausencia.
Sucede que ya el tema de los colores era un asunto importante y como una de las selecciones debía cambiar su indumentaria debido a cierta similitud de equipación, los sudamericanos fueron los elegidos tras perder el sorteo.
Como lo del cambio de casaquillas casi ni se tomaba en cuenta, Argentina no llevó ningún uniforme suplente y debió apelar a la buena voluntad del club local Malmö IFK, quien le cedió su indumentaria amarilla (igualmente, ambos combinados actuaron con short negro).
Si aquello había sido un cambio a pedido del juez Reginald Leafe (inglés), para 1962 los que comenzaron a mandar fueron la T.V. y los “verdes”, a la par de la F.I.F.A.
En dicho torneo, Uruguay no tuvo problemas cromáticos ante Yugoslavia (1-3; blanco-short y casaca-) y la Unión Soviética (1-2; rojo), pero sí ante Colombia (2-1), que vistió de azul-short blanco-. Hubo que cambiar al rojo. Este caso, lo analizaremos más adelante.
En aquel certamen, además, Argentina cayó 3-1 a manos de Inglaterra y vistió necesariamente de azul.
En Inglaterra 1966, los orientales no cambiaron: igualaron sin goles ante los dueños de casa (blanco), vencieron 2-1 a Francia (que modificó su camiseta a su color alternativo: blanco), empataron 0-0 ante México (verde) y fueron eliminados por Alemania (0-4, blanco) en cuartos de final.
En México 1970 sí, Uruguay estrenó por primera vez en una Copa del Mundo el color blanco como color secundario, el segundo en exhibirse tras el rojo de 1962. Fue ante Italia (azul; 0-0), con el agregado de que no fue necesario modificar ni el short ni las medias (negras).
En el breve paso por la Copa del Mundo de Alemania 1974, los charrúas siempre fueron celestes con un pequeño cambio ante Bulgaria: short y medias blancas para el contraste cromático de la T.V. con las mismas prendas del rival, verde y roja.
A partir de 1986 y hasta 1990, se vio el show del color blanco. Tanto, que parecía que aquel era el principal distintivo de la «Celeste».
Principalmente por temas de similitud de colores, por pedido de la T.V. y por exigencias de la F.I.F.A., se vistió así ante Dinamarca (1-6; rojo), Escocia (0-0; azul) y Argentina (0-1; azul-también utilizó la suplente-). Apenas ante Alemania (1-1) lució la tradicional enseña.
En Italia 1990 fue más de lo mismo: celeste apenas ante España (0-0) y blanco ante Bélgica (1-3; rojo), Corea del Sur (1-0; rojo; ¡primera victoria!) e Italia (0-2; azul; de igual forma lucieron en una amistoso en 1989). Es decir, en dos Mundiales consecutivos, se utilizó en seis cotejos el blanco y en dos el celeste. ¿Qué era eso?
En Corea y Japón 2002, el celeste no se tocó, pero no se le ganó a nadie: Dinamarca (1-2; rojo-replay del duelo de 1986, pero sin cambio alguno de casaca; cosas de la F.I.F.A.-), Francia (0-0; blanco-alternativa, como en 1966-) y Senegal (3-3; verde).
El color blanco tuvo su mejor época mundialista entre 2010 y 2018.
En Sudáfrica 2010, el combinado goleó 3-0 a Sudáfrica (amarillo); en Brasil 2014 se impuso 1-0 a Italia (azul) y en Rusia 2018 derrotó 1-0 a Egipto (rojo).
Sin embargo, los mejores recuerdos del color blanco como el alternativo oficial se produjeron en Copas América a partir de los años ochenta: el triunfo más importante de todos fue el 1-0 ante Argentina en las semifinales del torneo de 1987 en su propia casa, vistiendo los locales de azul como en México 1986.
En la Copa América de Brasil 1989, lo mismo: ambos elencos con alternativa en sendos partidos-aunque con cambio de short y medias-, el 0-1 (Claudio Caniggia; fase de grupos) y el 2-0 (Ruben Sosa 2; fase final).
En el Sudamericano de 2011, otra vez en Argentina, la historia fue la de siempre: ambos con la alternativa y victoria oriental por penales tras el 1-1 para avanzar a las semifinales de un torneo que sería obtenido por los nuestros. En 2015, nuevamente cambiaron los dos.
En las siguientes Copas América y Eliminatorias, siempre hubo distintos cambios ante los argentinos, variando la localía, pero también llegaron a jugar con las camisetas tradicionales-aunque los rivales con short blanco- (Copa América 2021, Eliminatorias 2018 y 2022).
Una curiosidad: en el duelo final ante Argentina en la Copa América de 1967, y sin las exigencias de la F.I.F.A., los rivales rioplatenses se midieron con sus tradicionales enseñas. En realidad, eso hicieron casi siempre hasta entrados los años ochenta.
En la Copa de las Confederaciones Brasil 2013, el color de la pureza salió a la cancha ante España (1-2) y Nigeria (2-1), rivales con los que jamás hubo problemas de similitud cromática (rojo y verde).
Los amistosos también eran de blanco ante rivales con uniformes similares (ej.: Italia 0-1 Uruguay, 2011; Francia 1-0 Uruguay, 2018) e incluso ante otros con equipaciones disímiles (Corea del Sur 2-1 Uruguay, 2018, rojo vs. blanco como en 1990).
En resumen: el blanco-escogido sencillamente por formar parte del pabellón nacional- fue el color habitual que utilizó Uruguay cuando se vio obligado a cambiar por similitudes cromáticas, pedidos externos-F.I.F.A. + T.V.- o por cuestión de cábala entre los años setenta y ochenta del siglo XX y a partir de 2010 en el siglo XXI. Es la proveedora Puma (1987-1991 y 2006-actualidad) la que mayormente insistió en institucionalizar el color, obviamente con el aval de la A.U.F.
Adidas también lo tomó en ciertas ocasiones cuando diseñó las casaquillas orientales (1974-1982), destacando Le Coq Sportif (1983-1986) como un gran alentador del color en sus épocas ochenteras.
Sin embargo, el color alternativo de la camiseta uruguaya fue originalmente rojo, algo que se borró de forma instantánea cuando se pudo elegir uno nuevo. Y, probablemente, haya sido un error.
El color rojo nació con un significado especial y se consagró con un título de enorme magnitud, como fue la Copa América de Perú 1935.
La final de la Copa del Mundo de 1930 había dejado muchas secuelas y daños colaterales entre uruguayos y argentinos, por diferentes razones. En otras palabras, se rompieron relaciones y la rivalidad había recrudecido.
Costó normalizar el vínculo institucional, pero, en primera instancia, no fue por aquello la elección del color y esto es importante tenerlo en cuenta.
En 1932, después de la guerra entablada, la situación comenzaba a recomponerse y por ello se disputó un amistoso en Buenos Aires (15 de mayo, en Barracas), donde Uruguay se puso por primera vez la camiseta roja (perdió 2-0). Poco después (18 de mayo), se celebró otro en Montevideo: ganó 1-0 el local. En ambas ocasiones, los argentinos utilizaron su casaca albiceleste tradicional.
Dichos cotejos con fines recaudatorios correspondieron a la Copa Comité Olímpico Uruguayo y Argentino (fin benéfico para los atletas de ambos países que competirían en los JJOO Los Ángeles 1932) y midieron a los orientales con el combinado de la Asociación Argentina de Football (Amateurs y Profesionales).
Los clásicos rivales disponían, en ese entonces, de dos entidades. Los charrúas se enfrentaron, como era lógico, a su par, la asociación oficial-reconocida por F.I.F.A.-.
Si bien fueron autorizados por la A.U.F., los encuentros no fueron organizados por el ente rector del balompié uruguayo. De ahí la razón del cambio de color, que seguiría utilizándose posteriormente. Es decir, en primera instancia, no tuvo una línea directa con los sucesos de 1930.
«Nuestro equipo no vestirá el glorioso maillot celeste, que siempre lo ha distinguido en todas las contiendas internacionales. Como el match no ha sido organizado, sino solo autorizado por nuestras autoridades, el conjunto uruguayo jugará con camiseta roja».
El País, 15 de mayo de 1932. Pág. 8.
¿Por qué el rojo? Nunca se lo aclaró oficialmente por parte de la Asociación Uruguaya de Fútbol. Se infiere que la idea era buscar un color que contrastara de forma notoria con la casaquilla argentina.
¿Molestó aquello a los hinchas orientales? No, la aceptaron como alternativa.
En 1935 se disputó por primera vez un torneo oficial sudamericano tras el de 1929 y la Copa del Mundo de 1930 y ambos seleccionados, como para olvidar lo pasado y comenzar de cero, decidieron actuar con sus camisetas alternativas durante todo el certamen. Es decir: aquí sí hubo una razón alineada, acordada, tras la rotura de relaciones de 1930. Igualmente, poco le cambió a los nuestros ya que venían vistiéndose de rojo casi ininterrumpidamente desde 1932. Argentina optó, entonces, por el blanco.
Antes de pasar al desarrollo del torneo, digamos que, a esas alturas, para cerrar el cisma de la vecina orilla, había nacido el 3 de noviembre de 1934 la Asociación del Fútbol Argentino (A.F.A.), denominación que perdura hasta nuestros días.
Uruguay venció 1-0 a Perú (Héctor Castro), 2-1 a Chile (Aníbal Ciocca 2) y 3-0 a Argentina (Castro, Alberto Taboada y Ciocca) y conquistó una reñida copa a base de un coraje a prueba de balas, con futbolistas que estaban dando sus últimos “hurras” y ante un combinado platense con notables y más jóvenes players como Herminio Masantonio, José María Minella, Antonio Sastre y Miguel Lauri. Entre tantos y tantos mitos, entre leyendas que nacen y perduran, se dice que, en Santa Beatriz, nació la “garra charrúa” (¡y de rojo!). Aquel fue el 7º título sudamericano para los nuestros sobre 13 participaciones.
Sin embargo, no quedó ahí: por decisión de la A.U.F., el rojo-ganador hasta ese entonces- fue el color que continuó engalanando en varios partidos la casaquilla oriental durante todo 1935 y 1936, llegando al punto cúlmine de ser la enseña utilizada en la Copa América de Argentina 1937-primer certamen que incluyó juegos nocturnos-. Para este punto, los albicelestes ya habían abandonado el blanco. A fines de aquel año, en tiendas charrúas se produjo el ansiado retorno de la celeste.
Pasaron varias décadas después de eso, pero la indumentaria color sangre se transformaría en la primera de alternativa que vistió Uruguay en una Copa del Mundo. Sucedió en la primera jornada de la fase de grupos en Chile 1962, en duelo frente a Colombia (2-1), selección ataviada de azul.
Después de eso (1932-1937; 1962-1970, año este último en que se jugó un amistoso antes de México 1970 con la colorada), el color rojo pasó al ostracismo hasta que la firma italiana Ennerre (NR), alineada con la A.U.F.-que promovió su vuelta-, lo recuperó e institucionalizó en 1992, cuando pasó a ser el proveedor oficial de indumentaria de la Celeste. ¿La razón? Una vuelta por el pasado, por recuperar algo que era propio, pero también un velado «palito» al blanco, considerado de «mala suerte» en torneos mundiales, como si el color tuviera algo que ver.
Así, comenzó a utilizarse en muchos amistosos durante toda la década del noventa, aunque, curiosamente, en las Eliminatorias rumbo a Francia 1998, cada vez que argentinos y uruguayos se midieron, lo hicieron con sus enseñas tradicionales, cambiando solamente nuestros rivales el short y las medias (blancas), algo similar a lo que sucedió en la Copa América de Paraguay 1999 y en el Sudamericano Sub 17 de Montevideo 1999.
Tampoco hubo cambio de camisetas-aunque sí de short- en el Sudamericano Sub 20 de 1997, en el Preolímpico de 1992 y en la Copa Lipton 1992. A remarcar: en 1992, el short negro de los nuestros había pasado a ser azul, aunque duró poco (hasta 1996).
En el Sudamericano Sub 20 de Argentina 1999, en la Copa Mercosur 1996 (Sub 23, amistosa) y en el Preolímpico de Brasil 2000, nuestro país se vistió de celeste y Argentina de azul.
El rojo se recuerda más por su participación en el Mundial Sub 20 de Malasia 1997. Con ese color, los charrúas disputaron la final ante los hermanos platenses (de azul), cayendo 2-1. También lucieron así en fase de grupos ante Malasia (3-1).
Sin embargo, recién desde 2000 y hasta 2009 la regla se hizo fija-con alguna excepción- y el rojo apareció en torneos juveniles o de mayores siempre que hubiera similitud de colores en los duelos con Argentina.
En 2010, Puma, que venía utilizando el rojo desde su reingreso en 2006 (antes lo había tomado Uhlsport 2004-2006), decidió que el blanco volvería a ser el color alternativo, que es el que nos acompaña hasta hoy.
Un detalle curioso: entre 2002 (L´Sporto) y 2005 (Uhlsport), llegaron a coexistir la camiseta blanca y la roja. ¿De qué forma? Pues de una muy simple: la roja era la alternativa y, como pocas veces en la historia, salió a luz un tercer modelo, que no fue otro que el blanco. La particularidad fue que se utilizó poco y nunca en encuentros de tipo oficial.
En la actualidad, la popularidad del blanco como color de camiseta alternativo está en auge. Nada parece augurar un pronto regreso de la camiseta roja. ¿Será que pasó definitivamente a mejor vida o que, como supo hacerlo, renacerá y será tres millones?
En definitiva, tan mal no le fue: ganó una Copa América (1935), tiene porcentaje perfecto en Copas del Mundo (1962), alcanzó la final de un Mundial juvenil (1997) y venció en repetidas ocasiones a su máximo rival (Argentina).
La excusa de que es un color que «no tiene nada que ver» con Uruguay no se sostiene ya que a los distintivos no los hace solo una bandera o un escudo, sino las decisiones tomadas en distintas circunstancias especiales y que terminan generando respeto y triunfos. En otras palabras: que terminan legitimándose por sí solas. Como la camiseta roja.
AUTOR: PABLO VEROLI