Cuando Tognola predijo el primer título de América

¡Campeones de América por primera vez! Posa Uruguay. Arriba, de izqda. a dcha.: Pascual Somma, Miguel Benincasa, José Piendibene, Cayetano Saporiti, Alfredo Foglino y Manuel Varela. Sentados, en el mismo orden: Juan Delgado, Alfredo Zibechi, Rodolfo Marán, Isabelino Gradín y José Tognola, que se encuentra hincado y… ¿Qué gesto hace con sus dedos?

El 17 de julio de 1916, en el estadio de Racing de Avellaneda de Buenos Aires, Uruguay se encontraba a apenas 90´ de su primer título sudamericano en el estreno absoluto del máximo certamen continental a nivel de selecciones.

La Celeste había vencido a Chile (4-0) y Brasil (2-1), mientras que el empate argentino ante Brasil (1-1), después de la goleada a los trasandinos (6-1), dejaba a los hermanos platenses contra las cuerdas: solamente el triunfo les serviría para gritar “campeón” en su propia casa.

Existían razones para creer por parte de los albicelestes: el último antecedente en la misma cancha, disputado el 15 de agosto de 1915 por la Copa Lipton, había visto a los dueños de casa imponerse de forma justiciera por 2-1.

Pero este encuentro sería distinto y tendría un “héroe” inesperado, el mismo que se consagró ante Brasil: José Tognola.

Tognola fue un crack, poco reconocido.

Tognola era el centre-forward del Reformers, pequeño y luchador club fundado el 5 de marzo de 1909 cuya cancha se encontraba en Maroñas.

En 1913 participó por primera vez del Campeonato Uruguayo tras haber resultado campeón de la Segunda División de 1912.

Con camiseta blanca con una franja cruzada verde, esta institución que popularizó el famoso canto de guerra “¡A la carga, Reformers!”, era liderado dentro del campo de juego por Tognola, un centre-forward técnico y cerebral, una especie de José Piendibene en una medida bastante menor.

Tan buenas eran sus participaciones a pesar de que no gozaba de una compañía que hablara el mismo idioma en la cancha, que fue convocado ya en 1913 a la Selección Uruguaya.

El viejo Refomers F.C., con Tognola como líder (foto: el-area.com).

Lo hizo en un amistoso internacional “B” ante la Selección Paulista el 25 de agosto en el Parque Central que se saldó con un claro 4-2 con un tanto de Tognola.

Una semana después, volvería a defender la camiseta charrúa en su primer duelo oficial: ante la albiceleste en GEBA por la Copa Premio de Honor argentino (ganaron los locales 2-0).

Continuaría siendo tenido en cuenta en 1914 y 1915, llamado a la acción ante Argentina en un amistoso (22/11/1914: 0-3, GEBA) y en la Copa Premio de Honor Uruguayo (18/7/1915: 2-3, Parque Central).

Sin haber cosechado ni siquiera una igualdad ante los vecinos, de todas formas fue número puesto para integrar el seleccionado en la Copa América de 1916, la primera de la historia cuando aún no había trofeo en juego.

Afiche oficial del Sudamericano 1916.

No solo iba por sus condiciones técnicas, sino porque se entendía a la perfección con el “Maestro” Piendibene, que mantenía su puesto en el centro del ataque mientras Tognola ocupaba el rol de entreala derecho. Si a ello le sumamos a Isabelino Gradín por izquierda y Pascual Somma y Ángel Romano por las puntas, entonces la Celeste poseía la mejor delantera de América.

Sin embargo, Tognola cedió su lugar en el debut ante Chile en el estreno el 2 de julio en GEBA, jugando Romano de entreala derecho y José Brachi en la punta izquierda.

Retornó para el duelo ante Brasil en reemplazo del mismo “Pepe” Brachi y no pudo ser en un mejor momento.

En la foto de arriba a la izquierda, el equipo uruguayo vencedor ante Chile en el debut, pero sin Tognola.

Aquel 12 de julio en el mismo escenario, los norteños tuvieron contra las cuerdas a los orientales: entonados, venían de igualar ante los argentinos (1-1), mientras que los hermanos platenses ahora hinchaban a rabiar por los brasileños ya que de ahí dependería su suerte ante los celestes en la jornada final.

El genial Arthur Friedenreich, hijo de un alemán y una lavandera brasileña afrodescendiente, el centrodelantero que se “blanqueaba” antes de ingresar a la cancha cuando los negros aún estaban “prohibidos” en su combinado, madrugó a los nuestros y a lo 8´ adelantó a quienes todavía vestían casaca blanca.

1916. Copa América. Gradín y Tognola neutralizaron el inicial tanto del sensacional Friedenrech, al centro en la línea de los hincados.

A Uruguay le costó mucho, pero logró igualar a los 60´ merced a un tanto de Gradín. Ahora, era necesario un nuevo gol para vencer y llegar con ventaja al trascendental duelo ante los dueños de casa.

1916. Copa América. Argentina 6-1 Chile. Parados, de izqda. a dcha.: Armando Reyes, Francisco Olazar, Juan Domingo Brown, Guidi, Gerónimo Badaracco y Pedro Martínez.
Hinchados, en el mismo orden: Juan Perinetti, Carlos Wilson, Alberto Marcovecchio, Alberto Ohaco y Adolfo Heissinger. Siete de estos futbolistas repetirían ante la Celeste.

Cuando las esperanzas se perdían, surgió como un rayo Tognola para darle la victoria al combinado cuando restaban poco más de 10´. Fue el primer gol de trascendencia continental del seleccionado nacional. Uruguay, a un empate del máximo título, ese que comenzaría a cimentar la gloria de la camiseta más grande de todas.

Después de una primera final suspendida a los 5´ en GEBA el 16 de julio por incidentes, el 17 se desarrolló el juego definitivo en campo de Racing. Casi 20.000 personas dispuestas a ver campeonar a los argentinos.

Los delegados uruguayos determinaron que Cayetano Saporiti; Miguel Benincasa, Alfredo Foglino; Alfredo Zibechi, Juan Delgado, Manuel Varela; Somma, Tognola, “Piendi”, Gradín y Rodolfo Marán defendieran los prestigios de la Asociación.

Posa Uruguay. Arriba, de izqda. a dcha.: Somma, Benincasa, Piendibene, Saporiti, Foglino y Varela. Abajo, en el mismo orden: Delgado, Zibechi, Marán, Gradín y Tognola.

A su frente, otra potencia: Isola; Díaz, Reyes; Martínez, Olazar, Badaracco; Heissinger, Ohaco, H. Hayes, E. Hayes y Perinetti.

Lo curioso se produjo antes del juego: a la hora de posar para la foto final, Tognola destacó por dos cosas y marcó el camino.

En primera instancia, los futbolistas no se ordenaron como era clásico, con la línea delantera sentada (que, en general, ya comenzaba a posar hincada) por posición.

Es decir, Somma estaba parado en el extremo izquierdo; Benincasa lo acompañaba, al igual que Piendibene, en el centro junto a Saporiti. Foglino y Varela completaban la línea. Sentados, una mezcla de posiciones: Delgado, Zibechi, Marán, Gradín y Tognola. Pero el atacante del Reformers resaltó por estar hincado, no sentado, y por realizar el gesto de la victoria de forma solapada con su mano izquierda («V»).

Confianza, sobra. Tognola lo anticipó.

Se la jugaba porque nunca antes había salido triunfador, aún en el empate, ante los argentinos, cuya hinchada rugía en pos de la victoria.

Y, como buen uruguayo, cumplió.

La Celeste jugó bien, Tognola también, Uruguay empató sin goles y obtuvo el primer Sudamericano de selecciones de la historia.

La cancha de Racing espera… No sería lo que estaban buscando los locales.

El hombre que continuaría defendiendo al Reformers hasta 1923 fue una pieza vital de aquel título: en dos encuentros y con su accionar refinado, rayó a gran nivel, le abrió las puertas del título al combinado con su agónico tanto frente a Brasil y, por si algo le faltara, en tierra extraña y con todo en contra, anticipó en la previa que ser los mejores en esto de la pelotita era algo inherente a los orientales.

AUTOR: PABLO VEROLI

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