El 12 de julio de 1987, Jorge Seré, Gonzalo Díaz, José Luis Pintos Saldanha, Enrique Peña, Enrique Báez, Oscar Aguirregaray, Pablo Javier Bengoechea, Mauricio Silvera, Gustavo Dalto, Walter Peletti y Héctor Tuja se fundieron en un solo abrazo y festejaron el título de campeón de América conquistado tras vencer en el Monumental de Núñez 1-0 a Chile en la final.
No solo eso: Bengoechea fue el autor del tanto decisivo y, en los dos encuentros por el Sudamericano de mayores (iniciando con el sensacional triunfo 1-0 ante la Argentina campeona del mundo en su propia casa y liderada por el, para muchos, mejor futbolista de todos los tiempos: Diego Armando Maradona), el “Chango” Pintos Saldanha clausuró el lateral izquierdo, el “Pelado” Peña ingresó a derrochar todo su coraje y el entrenador Roberto Fleitas se consagró con sus planteos magistrales.
Por tanto, a pesar de los consabidos problemas dirigenciales, organizativos y económicos de la Asociación Uruguaya de Fútbol en la década del ochenta, cuesta creer como la mitad de ese plantel campeón y el DT apenas dos meses y medio atrás habían pasado con más pena que gloria por el Preolímpico de Bolivia, aquel que buscaba dos lugares para los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
Fleitas, un técnico experimentado y ganador que venía de dirigir en 1986 a Progreso y Bella Vista, club este último al que logró salvar del descenso, fue nominado en el mes de febrero con un contrato de un año que también incluía la preparación y conducción del seleccionado mayor en la Copa América de Argentina 1987, donde la Celeste iría a defender la gloria cosechada cuatro años atrás.
Las condiciones para trabajar eran bastante precarias por la falta de recursos económicos (un karma de nuestro fútbol desde hace décadas, pero con un puntual bajonazo en los años ochenta, donde lo «normal» era que los jugadores pasaran meses sin cobrar sus salarios), pero aún así Fleitas y sus muchachos apechugaron y siguieron adelante.
Con una base de futbolistas Sub 23 más otros mayores que no habían actuado nunca en una Eliminatoria ni en una Copa del Mundo (esta fue la única restricción para este certamen; no importaba la edad), se confeccionó el listado para un torneo que iría a disputarse entre el 18 de abril y el 3 de mayo en Bolivia, con sedes en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. Curiosamente, apenas por segunda vez desde 1971 un certamen de estas características (disputados desde 1959), iba a tener a los 10 representantes del continente juntos.
En la sede de Santa Cruz (Grupo A), el combinado oriental disputaría su chance con Brasil, Colombia, Paraguay y Perú. Los dos primeros de cada zona, avanzarían a la ronda final, donde campeón y subcampeón sellarían su pasaje a Seúl, Corea del Sur.
El plantel definitivo fue el siguiente:
Arqueros:
1-Jorge Seré
12-Héctor Tuja
20-Javier Baldriz
Defensores:
2-César Pereira
3-Gustavo Faral
4-Oscar Aguirregaray
5-José Luis Pintos Saldanha
13-Gonzalo Díaz
14-Mario Rebollo
Mediocampistas:
15-Juan Andrés Larre
8-Enrique Peña
10-Pablo Bengoechea
16-Ramón Castro
6-Santiago Ostolaza
18-Luis Noé
Delanteros:
7-Walter Pelletti
9-Enrique Báez
11-Mauricio Silveira
17-Adolfo Barán
19-Gustavo Dalto
DT: Roberto Fleitas
¿QUIÉNES ERAN? Seré, un «veterano» de 25 años, era el mejor arquero del medio local desde 1985 defendiendo los colores de Danubio. Tuja, de 27 años, era otro sólido guardameta que había pasado a Defensor tras haber actuado con mucho suceso en Central.
César Pereira (24), también de Central, era un lateral derecho que ya había vestido la celeste mayor en tres amistosos entre 1985 y 1986.
Rebollo (22), Díaz (22), Peña (23; elegido capitán por Fleitas), Bengoechea (21 y tres juegos con la mayor entre 1986 y principios de 1987; se marcharía a Sevilla de España tras la Copa América), Pelletti (20), Noé (19) y Báez (21; tres duelos con la mayor en 1986) eran la banda «bohemia» de la Selección, todos integrantes de un Wanderers siempre protagonista en el Campeonato Uruguayo, de gran tarea en la Copa Libertadores 1986 y futuro campeón del Competencia y la Liguilla Pre Libertadores de 1987.
El «Vasco» Aguirregaray (Defensor), con 27 años, era otro de los más veteranos de la plantilla, pero, sin dudas, quien se llevaba todos los honores era Faral con sus 31 primaveras encima, con un partido en la mayor (1976) y recién arribado de Progreso a Nacional, club que también aportaba al «Chango» Pintos Saldanha (22), «Vasco» Ostolaza (25) y Silvera (22).
Larre (19), revelación del fútbol local en 1986, y el siempre cumplidor Barán (25), aportaban la cuota «papal» y, finalmente, Ramón «Toti» Castro (22), añadía prestigio a Cerro. Como puede apreciarse, todos jugadores del medio local, pero ninguno de Peñarol ni de Progreso ya que ambos elencos estaban diputando desde el mes de marzo la Copa Libertadores de América.
La confianza en lograr una buena participación, entonces, era justificada. El deseo de volver a un Juego Olímpico después de 60 años, una cercana posibilidad.
LOS AMISTOSOS. Fueron tres en total y de nivel. El primero ante Brasil en el Mineirao de Belo Horizonte el 28 de marzo. Ganó el dueño de casa con un tanto de Valdo a los 75´, pero fue un encuentro parejo. Ya desde ese momento, Fleitas comenzó a afianzar un equipo que no sufriría demasiadas modificaciones en adelante: Seré; Pereira, Faral, Aguirregaray, Pintos Saldanha; Ostolaza (Castro), Peña (Díaz), Bengoechea; Peletti, Báez y Silvera (Barán).
Los duelos ante Chile (4 de abril en casa: 3-0, goles de Silvera 2 y Pelletti; 14 de abril en Santiago: 0-0), confirmaron el buen funcionamiento y sirvieron para que más jugadores tuvieran minutos: Tuja, Rebollo y Larre.
EL TORNEO. El 20 de abril, el combinado se estrenó en el certamen midiéndose ante Perú en el estadio en el que se celebraría toda la serie: el Ramón «Tahuichi» Aguilera de Santa Cruz.
Seré; Pereira, Rebollo, Aguirregaray, Pintos Saldanha; Larre, Peña (capitán), Bengoechea; Peletti, Báez y Silvera (82´ Castro) fue el once que alineó Fleitas.
El gol de Pelletti ni bien iniciado el complemento (48´) le dio los primeros y trabajados dos puntos a la Celeste.
El 22 de abril, Uruguay igualó sin tantos ante Colombia, que venía de ganar sus dos primeros juegos ante los incaicos (1-0) y los brasileños (2-0), nada menos.
La Celeste: Seré; Pereira, Rebollo, Aguirregaray, Pintos Saldanha; Larre, Peña (c), Bengoechea; Peletti, Báez y Silvera.
La alineación «cafetera» era por demás llamativa, con futbolistas que pronto se convertirían en estrellas del fútbol sudamericano: René Higuita; Luis Fernando Herrera, León Villa, Luis Carlos Perea, William Conde; Bernardo Redín, Alexis García, José Ricardo Pérez; Orlando Maturana, Juan Jairo Galeano (Carlos Estrada) y Armando Osma (John Jairo Trélllez).
Sin embargo, aquel duelo tan friccionado no terminó ahí. Al día siguiente del encuentro, en el hotel de concentración, el colombiano Perea (capitán de su equipo) se acercó de forma intempestiva adonde estaban almorzando los orientales y golpeó de forma artera a la «China» Báez, lo que le hizo perder una pieza dental.
Años después, en entrevista al portal Tenfield.com, Enrique Peña recordó:
Roberto Fleitas me pone de capitán del equipo, jugamos nuestro partido ante Colombia. La “China” Baez tiene un problema con un jugador colombiano, Perea de nombre, al otro día del juego estábamos en el comedor de nuestra concentración y vimos que se acercaba dicho jugador; llama a la “China” y sin darle explicaciones le da un golpe de puño rompiéndole un diente, reaccionó nuestro compañero y el colombiano ya estaba corriendo a su lugar de concentración que estaba al lado del nuestro, la “China” detrás de él para pelearlo, se comio terrible garron, no la esperaba ni él ni nadie de nosotros, salimos todos y lo pudimos contener para que no siguiera con la pelea. Yo era el capitán y sentía que estaba fracasando, – en algo falle- pensaba. El técnico de Colombia era Maturana, gran tipo,me presente como capitán del equipo y que quería hablar con Perea. Lo invite a pelear, le decía – vos fuiste al comedor nuestro y los uruguayos no aceptamos esto! Dale salí a pelear- Estaba como loco y viene Higuita el golero que a lo postre fue muy famoso. Me decía: – tranquilo “mono” (pelado)- me había puesto el balde tan grande que pensaba en Obdulio Varela y los grandes capitanes que tuvo la Celeste, no me permitian que haya pasado eso. Veía en sueños hasta mi madre que me decía: ¡¡cagón, cagón!! Me había hecho una película barbara, me pase de rosca, eso no nos podían hacer a nosotros, nadie en nuestra concentración nos podía avergonzar de esa manera, eso lo había escuchado por los grandes jugadores, es como los 10 mandamientos, eso no está permitido, anduve rondando la concentración colombiana durante 3 noches, le hice la guardia a ver si lo veía, pero le avisaban enseguida y nunca me lo cruce. Leonel Álvarez (también colombiano) me tranquilizaba y hasta quedamos amigos después de esa anécdota. Perea quedó como si fuera Gardel, venir a nuestro feudo y sin mediar palabras pegarle a no de los nuestros, ante los medios colombianos se fue hecho un héroe, pero la realidad es que lo garroneo y se fue volando cuando la China se apronto a devolverle el golpe… Venir a pegarle en la cueva del León, eso aun me tiene mal, y han pasado unos cuantos años…
Enrique Peña a Tenfield.com
El 24 de abril llegó un juego clave: Brasil. Los norteños estaban al borde del K.O. ya que sumaban una victoria y una derrota. Otra caída comenzaría a acelerar su despedida. La Celeste no podía regalar nada tampoco teniendo en cuenta que Colombia había derrotado a Paraguay (1-0) y se había clasificado a la fase final.
El empate 1-1 dejó, a la vez, conformes y molestos a ambos grandes en el clásico.
Fleitas mantuvo la base: Seré; Pereira, Rebollo, Aguirregaray; Pintos Saldanha; Larre, Peña (c), Bengocehea; Pelletti (60´ Barán), Báez y Silvera (58´ Díaz).
Brasil: Zé Carlos; Jorginho, Pinga, Ricardo, Nelsinho (Eduardo); Douglas, Bernardo, Mirandinha; Bebeto, Valdo y Joao Paulo (Evair).
Mirandinha, a los 14´ y tras recibir de Bebeto, puso el 1-0.
Poco le duró la alegría a los brasileños ya que a los 22´, Bengoechea igualó las acciones, en jugada con la «China» Báez.
El partido fue muy parejo, pero los norteños tuvieron la chance de ganar sobre el final cuando un cabezazo de Mirandinha, a la postre goleador del certamen con tres gritos, obligó a una espectacular volada de Seré.
El 26 de abril, entonces, la Celeste acompañaría a los colombianos a la fase final con una victoria ante Paraguay, que a esas alturas sumaba un éxito y dos caídas. No solo eso: eliminaría directamente a Brasil.
Uruguay: Seré; Pereira (85´ Díaz), Rebollo, Aguirregaray; Pintos Saldanha; Larre, Ostolaza, Bengocehea; Pelletti (55´ Silvera), Báez y Barán.
Pero no hubo caso: un gol de Gabriel González de penal a los 73´, decretó el triunfo «guaraní» 1-0. Una curiosidad: el entrenador paraguayo era Juan Ángel Romero, exfigura del Club Nacional de Football entre 1954 y 1960.
La eliminación llegó a segunda hora cuando Brasil, de forma sorpresiva, no pasó del empate a uno ante el último y eliminado Perú, quedando empatados en el segundo puesto tres combinados con cuatro puntos. No solo eso: los tres con una diferencia de goles de 0.
¿Y qué pasó? Brasil, que había disputado una opaca primera fase, fue el que avanzó al sumar cinco goles a favor y cinco en contra. Paraguay fue tercero con cuatro a favor y cuatro en contra y, de forma increíble, los muchachos de Fleitas quedaron afuera con dos a favor y dos en contra, pagando caro el precio de la falta de eficacia en el ataque.
Finalmente, argentinos y brasileños-¡que fueron los campeones!- clasificarían a los Juegos Olímpicos de Seúl, obteniendo los norteños la medalla de plata tras caer en la final y en el alargue ante la Unión Soviética.
De esa forma, Uruguay continuaba siendo el único seleccionado sudamericano en haber logrado una medalla de oro olímpica, que en realidad eran dos: 1924 y 1928, y que, a su vez, fueron los primeros dos títulos del mundo de la gloriosa malla color cielo. Tímido consuelo.
LO QUE VINO. La pálida actuación en el Preolímpico de todas formas le sirvió a Fleitas para evaluar rendimientos y, a pesar de crearse una «Selección fantasma» con jugadores del medio local que durante un par de meses disputó amistosos en busca de más opciones de futbolistas para el magno certamen continental de junio (al final, no dio resultado), la Celeste, con la base del torneo de Bolivia, pero reforzada con los «repatriados», lograría la notable conquista de América en Argentina.
AUTOR: PABLO VEROLI