A mediados de 1913, Boca Juniors fue noticia por incorporar a uno de los mejores futbolistas del Río de la Plata, que contaba con apenas 19 años y que ya era un indiscutido en el Seleccionado Uruguayo. Su nombre: Alfredo Ángel Romano.
A esas alturas, el popular “Loco” sumaba 12 encuentros internacionales oficiales y cuatro anotaciones con la Celeste.
Había nacido en Montevideo el 2 de agosto de 1893 y era una de las figuras de este deporte en Sudamérica: hábil, gambeteador, encarador, astuto, goleador, asistidor, con endiablado cambio de ritmo cuando aquello no era común y guapo, podía jugar de forma indistinta en cualquier puesto de la delantera; ya sea de wing, entreala o centre-forward, a Romano le daba igual, siempre iba a descollar.
Visto lo visto, no fue raro que Boca estuviera dispuesto a tentar su incorporación.
Si bien los dirigentes “xeneizes” ya tenían una idea después de haberlo visto en acción muchas veces defendiendo a la Celeste en Buenos Aires, se terminaron de decidir cuando el “Loco” se presentó en el estadio de Racing con el combinado oriental el 15 de junio de 1913 en un cotejo ante los locales por la Copa Presidente Roque Sáenz Peña.
Ese día, fue 0-0, con Romano actuando como wing derecho, pero el gran ganador fue Boca.
De esa forma, se acercaron a él y le hicieron la propuesta.
“Boca Juniors andaba en la mala en aquel año 13, último, Rosario Central lo aventajaba en dos puntos y querían reforzar el ataque. Ellos sabían que yo jugaba en cualquier puesto, con toda soltura, y después de una presentación del seleccionado uruguayo allá, me invitaron a que ingresara a Boca. Yo era menor, 19 años recién cumplidos y lógicamente, quedó la resolución a cargo de mis padres”, señalaría muchos años después el crack.
Los señores Romano aceptaron. No hubo problema, pero, eso sí, Boca se comprometió a darle un trabajo al jovencito, que fue de apuntador en la Aduana, concretamente en la carga de cereales del Puerto bonaerense.
Eran momentos en que no existían las transferencias internacionales, alcanzaba con el deseo del futbolista, así que el Central Uruguay Railway Cricket Club (C. U. R. C. C.), donde jugaba el “Loco” desde 1911 tras haberse formado en Nacional y debutado en el mismo equipo en 1910, no tuvo opción.
Si habrá sido rápido el movimiento que antes de finalizar junio, Romano debutó con la auriazul en Rosario ante Argentino por la Copa de Honor. Ganó su equipo 4-3 y el oriental marcó un tanto.
Paralelamente, desde el 13 de junio se encontraba en Buenos Aires el profesional club inglés Exeter City, que realizaría una gira por Argentina y Brasil que se extendería hasta el 21 de julio.
Como solía suceder, el arribo de clubes británicos-pertenecientes a la tierra de los maestros del fútbol- a Sudamérica, causaba sensación. Todos querían verlos, todos querían competir con ellos, todos querían aprender de ellos… todos querían ganarles a ellos.
El Exeter disputaba la Southern Football League, pero aquella temporada 1913/1914 no había sido la mejor para sus intereses: finalizó 12º de 20 equipos, a 14 unidades del campeón, el Swindon Town.
Por supuesto que esto no significaba especialmente nada: los jugadores británicos eran profesionales, vivían por y para el fútbol.
Los primeros tres partidos de la gira se desarrollaron el 14, 21 y 24 de junio en Avellaneda, en la cancha de Racing, los iniciales ante dos combinados locales (Norte y Sur) y el restante, ante los racinguistas.
El estreno representó el triunfo del Combinado Norte (1-0) para sorpresa de todos, pero, rápidamente, los ingleses sacaron a relucir su orgullo y vencieron al Combinado Sur 3-0 y a Racing 2-0.
El 28 de junio, el Exeter se presentó en Rosario ante la Liga de aquella ciudad y también se impuso, esta vez 3-1.
El día 29, de nuevo en Buenos Aires y en cancha de Racing, se pactó otro juego: esta vez, frente a un combinado de la Asociación Argentina de Football.
Para ese encuentro, los locales no perdieron la oportunidad de sumar a sus filas al crack uruguayo y así, Romano fue llamado a actuar, en este caso como centrodelantero.
A su lado jugaron Marcos Croce (Estudiantes BA); Juan Dodds Brown (Quilmes), Armando Reyes (Racing); Pacheco (Estudiantes BA), Cándido García (River Plate), Franco Chagneuad (Estudiantil Porteño); Horacio Vignoles (Belgrano Athletic Club), Elías Fernández (San Isidro), Adán Pérez (Platense) y L. Morgan (Belgrano Athletic Club).
El Exeter alineó a Reginald Loran; John Fort, Gus Harding; James Rigby, James Lagan, William Smith; Harry Holt, Fred Marshall, Fred Whittaker, William Lovett y Fred Goodwin.
Aquel día lunes no hubo mucha gente en el estadio y, para colmo, los británicos golearon 5-0, con tres tantos de Whittaker y uno cada uno de Lovett y Lagan.
Más allá del juego físico y hasta violento del Exeter, no hubo dudas de su triunfo.
El “Loco” celeste apenas si tuvo ocasión para lucirse esa tarde.
Volvió a vestir la casaca de Boca el 6 de julio en un 6-0 ante Ferrocarril Sud por el torneo local y en la cancha de River Plate, redondeando una muy buena tarea que, una vez más, le valió el llamado para medirse a los ingleses.
Ahora la cosa debía ser mejor ya que el equipo de la Liga Argentina estaría integrado por elementos de Buenos Aires y Rosario, en otras palabras: se trataba de una Selección Argentina, pero bajo el nombre “Liga Argentina”.
El equipo local de aquel 9 de julio, una vez más en Racing, llamaba la atención por sus nombres: Carlos Isola (River Plate); Arturo Chiappe (River Plate), Juan Dodds Brown (Quilmes); John Johnston (Rosario Central), Ángel Mallen (Belgrano Athletic Club), Heriberto Simmons (River Plate); Elías Fernández (San Isidro), Manuel González (Newell’s Old Boys), Arnoldo Watson Hutton (Belgrano Athletic Club), Romano (Boca Juniors) y José Viale (Newell’s Old Boys). Detalle: cinco de estos hombres enfrentaron a Uruguay el día del amistoso donde se cerró el arribo del “Loco” a Boca.
El amenazante Exeter: Richard Pym; John Fort, Sam Strettle; James Rigby, James Lagan, William Smith; Harry Holt, William Hunter, Fred Whittaker, William Lovett y Fred Goodwin.
El día lluvioso no fue tan grave como lo que volvió a suceder: 3-0 venció el club europeo (conquistas de Hunter-en dos ocasiones- y Goodwin). De nuevo hubo pocas opciones de destaque para el uruguayo, que jugó de entreala izquierdo.
Romano no estuvo el 11 de julio en el empate a cero entre la Selección Argentina y el Exeter, aunque sí cinco de sus compañeros (J. D. Brown, Chiappe, González, Watson Hutton y Viale).
Como todavía no había un jugador de la talla del “Loco” en Buenos Aires, volvieron a requerirlo para el día 12 de julio, en el enésimo duelo ante el Exeter en campo de la “Academia”, pero que esta vez sería su último partido en tierras argentinas antes de partir a Brasil. Por lo tanto, no era uno más.
Ante mucha gente, se volvieron a enfrentar ingleses y la “Liga Argentina”.
Carlos Isola (River Plate); Arturo Chiappe (River Plate), Juan Dodds Brown (Quilmes); John Johnston (Rosario Central), Ángel Mallen (Belgrano Athletic Club), Heriberto Simmons (River Plate); Elías Fernández (San Isidro), Manuel González (Newell’s Old Boys), Arnoldo Watson Hutton (Belgrano Athletic Club), Romano (Boca Juniors) y José Viale (Newell’s Old Boys), fueron los locales.
Exeter: Reginald Loram; John Fort, Sam Strettle; James Rigby, James Lagan, William Smith; Gus Harding, William Hunter, Fred Whittaker, William Lovett y Fred Goodwin.
El uruguayo sabía que estaba en deuda, como casi todos los que se midieron ante los ingleses, pero, por más que fuera entendible debido a la diferencia que existía con los profesionales, se mentalizó para dejar una buena imagen y demostrar por qué era uno de los más importantes y célebres forwards del continente.
Y cumplió, más allá de que el triunfo perteneció, una vez más, al Exeter: 3-1.
Sin embargo, con un 0-3 abajo y con la pesada carga de un penal fallado por Brown que pudo haber cambiado la historia con un 0-2 en el marcador, Romano hizo de las suyas.
Faltaban cinco minutos cuando el “Loco”, luciendo la camiseta albiceleste argentina, armó una bonita jugada y le cedió el balón a González, que solo tuvo que tirar fuerte para el merecido tanto del descuento.
Para el Exeter, que se iba de Argentina, un buen saldo: seis triunfos, un empate y una derrota, con 19 goles a favor y tres en contra (en Brasil, sumaría dos éxitos y una caída).
Para el fútbol argentino, la necesidad de seguir trabajando, pero con la convicción de ir por el camino indicado.
Para Romano, la satisfacción por haber sido convocado y por el respeto para con su brillante juego profesado por propios y ajenos.
“Mire si habrá sido inolvidable mi actuación en Boca, que me significó el honor enrome de haber sido designado en seleccionados argentinos. Vino un equipo inglés y se integró el combinado con jugadores de Buenos Aires y Rosario. Escuche, vea si no es para mantener vivo mi orgullo por aquel nombramiento. Me dieron el puesto de centro delantero, el ala derecha porteña: Elías Fernández y Watson Hutton; la izquierda, rosarina: Harry Hayes y Viale…”, diría décadas después.
“Después volvieron a nombrarme en seleccionados porteños, entrando entonces en el ala izquierda, los de Racing: Hospital y Perinetti”, cerró.
El uruguayo continuaría en Boca hasta fin de año, retornando a Nacional en el primer semestre de 1914. Volvería a jugar el segundo semestre de aquel año con los “xeneizes” hasta totalizar 25 encuentros y siete goles.
Adorado por los boquenses, aclamado por todas las hinchadas y ensalzado por la crítica, de todas formas Romano decidió volver definitivamente a casa cuando se enroló en Nacional en 1915. Y allí finalizaría su carrera en 1930.
Cuando decidió retirarse con 37 años, el “Loco” ya no solo era un buen jugador: había ganado infinidad de torneos locales e internacionales a nivel de clubes, poseía un récord de seis títulos de campeón de la Copa América con la Selección, había sumado el primer título del mundo con la Celeste en 1924 y decretado su ingreso al Olimpo como uno de los mejores futbolistas uruguayos y sudamericanos de todos los tiempos.
AUTOR: PABLO VEROLI