«Sería fantástico que Lionel Messi pudiera estar (en París 2024). Los Juegos (Olímpicos) son una ambición de muchas estrellas del fútbol, como Kylian Mbappé. Para Lionel Messi significaría una oportunidad de escribir la historia otra vez. Podría ser el único jugador de la historia en tener dos medallas de oro olímpicas y la Copa del Mundo”.
Si esta frase la hubiese dicho algún hincha despistado o sin conocimientos de la historia del fútbol, no hubiese sucedido nada. Puede pasar. Tampoco somos quiénes para pedir carnets de suficiencia a los apasionados del deporte.
Sin embargo, esta frase le pertenece al alemán Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, lo que demuestra un preocupante desconocimiento de una historia que, en materia futbolística, Uruguay escribió con letras doradas en 1924, 1928 y 1930.
Bach pronunció estas palabras en la sede del Comité Olímpico Argentino en Buenos Aires, seguramente deseoso de generar el mejor clima posible para que Messi, medalla dorada en Pekín 2008 y campeón de la Copa del Mundo en Qatar 2022, pueda engalanar los próximos Juegos.
Al error no forzado de Bach se le suma algo peor: el desconocimiento casi total de un sector importante de la prensa que transmite la información sin chequearla ni cotejarla ni bucear en un pasado gigantesco que, tranquilamente, podría presentar casos similares a este, como de hecho existen. Es más: redoblan la apuesta y añaden a Ángel Di María como otro posible recordam en 2024.
Es por ello que es menester que tanto Bach como cierto sector de la prensa y algún que otro despistado sepa que, en realidad, futbolistas con dos medallas doradas olímpicas y una Copa del Mundo no hay uno, ni dos… ¡hay seis! Y todos son uruguayos.
En efecto, José Nasazzi, José Leandro Andrade, Santos Urdinarán, Héctor Scarone, Pedro Cea y Pedro Petrone obtuvieron las preseas doradas olímpicas en Colombes 1924 y Ámsterdam 1928 (cuyos torneos futbolísticos calificaban también y de forma oficial por parte de la FIFA como campeonatos mundiales) y la Copa del Mundo en Uruguay 1930.
Pero hay algo que solidifica más su ya robusta condición ganadora y recordista: los seis jugadores fueron protagonistas excluyentes en dichos torneos.
Por ejemplo, el “Vasco” Cea, anoten bien, disputó todos y cada uno de los partidos de Uruguay en 1924, 1928 y 1930: 14 encuentros. El “Mariscal” Nasazzi sumó 13, los mismos que el salteño Andrade; “Rasquetita” Scarone acumuló 11, “Perucho” Petrone 9 y el “Vasquito” Urdinarán 8.
No solo eso: Petrone fue el máximo anotador en 1924 con siete tantos (entre ellos, uno a Suiza en la final) y volvió a ser sensación en 1928 (triplete a Alemania y gol en la primera final ante Argentina incluido); Scarone brilló en 1924, definió la medalla dorada en 1928 y, en 1930, fue unánimemente aplaudido como el mejor jugador del mundo; Cea, un imprescindible, marcó goles clave en todos los torneos y fue elevado al puesto del futbolista más relevante en Ámsterdam; Andrade maravilló al planeta juego tras juego con su andar felino y elástico; el enorme capitán Nasazzi se convirtió en leyenda absoluta desde el mismo momento que pisó la cancha en 1924 y Urdinarán dejó surcos en la punta derecha y un gol clave ante Países Bajos en 1928.
¿Más? Uruguay dio a conocer al mundo al continente sudamericano, sorprendió a propios y extraños, quienes señalaron que su impresionante fútbol incluso era superior al de los profesionales ingleses. Nunca antes se había visto un juego similar: técnico, rápido, preciso, goleador, guapo y ganador.
Cuando las medallas olímpicas en los torneos de fútbol de 1924 y 1928 equivalían de forma directa a títulos del mundo, nadie dudó tras el éxito de 1930 en llamar a Uruguay tricampeón del mundo. Nunca nadie pudo alcanzar logro similar (por ejemplo, apenas cuatro italianos ganaron los Juegos Olímpicos de Alemania 1936 y la Copa del Mundo de Francia 1938).
Lo de los seis uruguayos y la Celeste no fue algo más: fue la piedra angular del fútbol sudamericano a nivel mundial. Después de ellos, después de Uruguay vino el resto. Ni Alfredo Di Stéfano, ni Pelé, ni Diego Maradona ni el ultra promocionado y genial Messi hubiesen sido nada sin un Uruguay en 1924, 1928 y 1930…
Sin un “Terrible”, una “Maravilla Negra”, un “Rasquetita”, un “Vasco”, un “Vasquito” y un “Perucho”, los únicos que, a la fecha, obtuvieron dos medallas doradas y una Copa del Mundo.