Lunes 28 de julio de 1930/ A 48 horas de la final, la gran duda es Anselmo

El Diario anticipa la expectativa por la final del Mundial a 48 horas del choque.

Sólo 48 horas para la final del primer Campeonato del Mundo. El Diario titulaba casi lo obvio: uruguayos y argentinos esperaban ” CONFIADOS EN SUS FUERZAS EL ENCUENTRO DECISIVO DEL TORNEO “ .

La gran duda era la presencia de Anselmo en la gran final. Sin gran destaque, pese al destaque de Nenin en los dos partidos que disputó con la celeste en el Mundial del 30, El Diario refleja con un pequeño título:”  ACTUARA ANSELMO ?” 

El vespertino informa de un agravamiento de su lesión en el segundo tiempo, sin dar demasiados detalles.

Juan Peregrín Anselmo había nacido en Montevideo en 1902. El epicentro de su carrera la desarrolló en Peñarol y se caracterizó por su técnica, aunque a veces el exceso de técnica empleado no siempre lograban eficacia en la definición de la jugada. Jugó en total ocho partidos con la celeste. Había formado parte del plantel en Ámsterdam 1928, pero no jugó. También participó en la Copa América 1935, en Santa Beatriz, aunque allí tampoco actuó. De los ocho encuentros que disputó con Uruguay , los dos que quedaron enmarcados fueron las goleadas ante Rumania y Yugoslavia. No jugó en el debut mundialista ante Perú.

“Nenin” finalmente no jugaría la final ante los Argentinos. Las versiones coinciden en que el futbolista solicitó no jugar. Eduardo Gutiérrez Cortinas en ” 100 años de fútbol”  describe que ” El propio Pelegrin Anselmo había pedido no ser incluído. Se trataba de un caso increíble: Anselmo sufría de asma y aparecía en la cancha como un jugador “lagunero” . que de pronto se iba del partido, cuándo la causal real era su salud física ” 

Carlos Martínez Moreno , en ” 100 años de Fútbol” , escribió que ” En el equipo uruguayo, Peregrino Anselmo pidió no ser alistado. Petrone estaba fuera de forma y fue incluído entonces Héctor Castro ” . 

Agrega luego un razonamiento concluyente: ” Castro no dirigió la línea cómo lo hubiera hecho Anselmo ni shoteó cómo lo hubiera hecho Petrone; pero se filtró, empujó, saltó, hostigó, puso en todo un nervio y un temple que en partidos de esta índole se precisan. El Manco Castro en la final de Montevideo, como el Mono Gambetta en la final de Maracaná, era un hombre indicado. Luego se hizo la leyenda del muñón de Castro y sus efectos sobre las costillas de Botasso; excusas de malos perdedores, como hubo muchas en aquellos días ” .

LA PRENSA BONAERENSE Y JULES RIMET APRUEBAN JUSTICIA DE LOS RESULTADOS

” Los uruguayos, individualmente y en juego de conjunto, fueron superiores ” , titulaba La Nación de Buenos Aires en referencia a la semifinal con los yugoslavos.

Por su parte, La Prensa, señalaba que ” Los uruguayos frente a los yugoeslavos fueron prácticos: hicieron goales ” .

El mismo presidente de FIFA, Jules Rimet, también opinaba lo evidente : ” Llegaron a la final los dos mejores equipos ” 

Estaba todo demasiado claro. Uruguay y Argentina habían avanzado por méritos propios a la final del miércoles 30. La expectativa era tal, que El Diario informa que muchos aficionados uruguayos, con localidad adquirida para la Tribuna América, no habían podido ingresar al Estadio Centenario, pues la capacidad de la tribuna estaba colmada. Sea cuál fuese el motivo, la realidad era que la demanda superaba la oferta, pese a haberse construido un escenario con capacidad para 80.000 personas, en una ciudad, Montevideo, que tenía una población estimada en 700.000 individuos en 1930.

Sólo faltaban 48 horas. Ya casi era la hora señalada de la final.

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