Su destino no podía ser otro que Danubio siendo un jugador cerebral, fino, elegante, de calidad. Su camiseta no podía ser otra que la franjeada, si jugaba en la Plaza de Deportes N°5, cuna de tantos y tantos cracks danubianos.
Perteneciente al barrio de la Unión, de niño jugó en el Quilmes y desde luego en la Plaza de Deportes…. Un día en la cancha de “La Gloria” un directivo danubiano lo vio jugar a él y a su hermano José y se los llevó para la Tercera. Lamentablemente, José debió dejar debido a una lesión pero Oscar tuvo una carrera meteórica. A los dos años ya estaba en el plantel principal….
Sobre tal acontecimiento, es decir, el debut en Primera, él lo recordaba con todo cariño y emoción porque precisamente ese día el 4 de octubre de 1953 cumplía años su madre. ¡Cómo se le iba a borrar de la mente!
Con sólo 19 años debutó en el equipo principal danubiano en el Parque Palermo frente a Central, DANUBIO venció 3 a 1 y él convirtió dos goles…y DANUBIO formó así: Maceiras, Pérez, Argenti, Rivera, Lezcano, Sagastume, Auscarriaga, Romerito, Melgarejo, Bentancor y Olivera.
Melgarejo siempre que era consultado, recordaba que tuvo también como compañeros nada menos que a “Cumba” Burgueño, Héctor “Tito” Argenti, “Pelo” Rodríguez, Walter Hernández, “Guaito” Manghini, Néstor “Martinica” Carballo, Hugo Galván, “Coco” Delgado y Edison “Gata” Martínez.
En 1954 alcanzaba junto a DANUBIO el primer logro en el círculo de privilegio, nada menos que Subcampeón Uruguayo, en una época en que lograr el segundo lugar era poco menos que imposible pero DANUBIO tenía un equipazo.
Un año después, en 1955 integró la delegación de la franja que participó de aquella inolvidable gira por varios países de Centroamérica y México, en la cual disputaron 18 encuentros, venciendo nada menos que en 11 y que duró más de dos meses.
Don Oscar tuvo muchos técnicos, pero para él, a quien más le debía era al gran Hugo Bagnulo, al que consideraba un Señor, con todas las letras. Justamente Bagnulo, fue el que lo llevó a ponerse la gloriosa “celeste”, fue para el Sudamericano de 1956, jugado aquí en Montevideo y en el que Uruguay se consagró Campeón Invicto. Participó en la victoria por 2 a 1 frente a los chilenos y en el empate a cero frente a Brasil.
Tras casi 6 años con la franja surcándole el pecho y dejando el alma en cada partido, en 1958 su infinita clase despertó el interés del club Tigre de Argentina, institución que finalmente lo adquirió y donde demostró su calidad durante dos temporadas.
Un crack, un jugador histórico de Danubio, que hace pocos días partió al DANUBIO de los cielos pero que el hincha danubiano jamás olvidará….