100 años de Colombes (4): La Copa Lipton y la visita del Southampton FC inglés (CUARTA NOTA)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

La lectura de las tres notas precedentes, a juicio del autor de las mismas, dejan traslucir una realidad que desde la noche de los tiempos se mantiene hasta nuestros días en los diversos aspectos en que se manifiestan las sociedades. El mayor tamaño territorial de la urbe porteña, la superior cantidad de población de los bonaerenses que surgió en la época de la colonia y se fue multiplicando con el paso de los años, generó una realidad que a los montevideanos nos cuesta reconocer. Hasta los días presentes Buenos Aires marca el rumbo de nuestra sociedad. En la materia futbolística que nos ocupa, el lector habrá advertido en las crónicas anteriores, que los bonaerenses han sido nuestros maestros, con el inglés Frank Chevallier Boutell como abanderado e impulsor de los avances en los aspectos organizativos del football association en Montevideo. En ese sentido los uruguayos nos constituimos en los alumnos muy avanzados, con una gran virtud. Merced a la aparición de dirigentes de alta talla intelectual –con Héctor R. Gómez como primer gran abanderado-, logramos superar a los maestros porteños, acumulando conquistas a nivel de América y del mundo, que a los argentinos les llevó muchas décadas obtenerlas.

Históricos primeros triunfos de Uruguay (Albion FC) en Buenos Aires

En el último lustro del siglo XIX el equipo uruguayo de Albion FC, el mejor exponente del fútbol de nuestro país, líder en materia de resultados locales en sus enfrentamientos ante el CURCC de la Villa Peñarol, merced a la intervención de Chevallier Boutell y su amistad con el joven Lichtenberger, viajó en dos ocasiones a Buenos Aires enfrentando a Belgrano FC.

En 1896 la excursión de Albion FC por campos bonaerenses resultó algo más que exitosa. Fue histórica. Nadie recuerda hoy el episodio y el paso del tiempo borró lo que en la realidad fueron los dos primeros triunfos de un equipo de fútbol de Uruguay en Argentina. Uno de ellos logrado el sábado 15 de agosto de 1896 por 4 a1, frente a Retiro AC. en su cancha ubicada donde en las inmediaciones de las actuales calles Arenales y Marcelo T. de Alvear. Al día siguiente, domingo 16, derrotó Albion FC al potente equipo de Belgrano AC por 5:3, en la cancha que aún mantiene la institución, hoy dedicada solo al rugby, como campo deportivo en la calle Virrey del Pino n.º 3456, en la zona de las Barrancas de Belgrano.

Los éxitos alcanzaron enorme repercusión en los diarios montevideanos. ¡Por primera vez el fútbol uruguayo lograba vencer a los argentinos en Buenos Aires!

Albion FC conducido por la señera figura de Henry Lichtenberger superaba ampliamente al CURCC de la villa Peñarol, relegado a segundo plano.

Dos años después, en 1898, Albion FC repitió sin éxito la excursión a Buenos Aires, también organizada por Chevallier Boutell, cayendo vencido.

La inauguración de la cancha de Albion FC

Henry Lichtenberger concretó en realidad, el 1.º de abril de 1899, el proyecto rumbo a la organización del fútbol uruguayo diseñado por Chevallier Boutell. Apoyado por el afamado empresario uruguayo Esteban Elena, gerente y contador de la compañía de Tranvías al Paso del Molino y el Cerro, la empresa construyó la cancha utilizada por Albion FC, inaugurado con toda pompa en esa fecha. Estaba ubicada en la esquina de la avenida 19 de Abril y la calle Adolfo Berro, en el corazón de El Prado. Ese sábado Albion FC ganó 1:0 con gol de Lodge y frente a una multitud que colmó las instalaciones, a los británicos del buque HMS Basilisk, destructor de clase B de la Roya Navy británica surto en el puerto de Montevideo.

Sesenta días después, el 1.º de junio de 1899 Albion FC, impulsado por Chevallier Boutell desde Buenos Aires, se organizó el viaje del poderoso Belgrano FC, enfrentando en su moderna cancha del Paso del Molino al Albion FC y al día siguiente jugar en las “afueras” de la ciudad, en la Villa Peñarol, frente al CURCC. El cotejo ante Albion FC se llevó a cabo en el día de las religiosas celebraciones de Corpus Christi. Ante una multitud de aficionados, Albion FC venció 2:0 a Belgrano AC con diez mil personas en las tribunas. Los dos tantos los marcó el hermano de Lichtenberger, Albert Cecil. Fue tan grande el gentío que acudió al partido, que en la jornada siguiente el diario de Batlle y Ordóñez, conocido anticlerical, aprovechó la ocasión iniciando el comentario del triunfo del equipo uruguayo de la temerosa forma siguiente:

“¡Adios fiestas de Corpus Christi! El gentío montevideano de tradición profundamente religiosa, que en otras épocas llenaba los templos para asistir a las funciones sagradas, los deja hoy abandonados por presenciar los torneos paganos del Football. Como preveíamos, una enorme concurrencia se desbordaba ayer por el amplio local del Albion, dejando abandonadas las calles de Montevideo, y más tristes que nunca los repiques de las campanas, á (sic) medida que la masa rebelde de los fieles, desoía su llamado para olvidar con las frescas brisas de los alrededores la atmósfera sofocante de las naves. Más de ocho mil personas se calculaban que estarían ayer en la avenida 19 de abril y a pesar de haber casi agotado el tranvía del Paso Molino en el servicio, su stock de vagones, infinidad de concurrentes hicieron el viaje de a pie de ida y vuelta”.

Al otro día del espectacular triunfo de Albion FC los argentinos se trasladaron en ferrocarril desde Montevideo a la Villa Peñarol. La fiesta resultó enorme. Por primera vez en su historia el CURCC disputaba un partido internacional enfrentando a los argentinos. El primer juez de línea fue el argentino Horacio Botting, secretario de la Argentine Association Football League. Una fotografía captada superando todas las dificultades de la época, casi un siglo después permitió que el distinguido arquitecto Enrique Benech, fallecido, ubicando el tanque de agua que aparece detrás de los jugadores y de las vías férreas, permitiera definir el lugar del campo de juego del club del ferrocarril, destacándose hasta nuestros días en una pequeña plaza el hallazgo.

15/10/1900: Belgrano FC y Albion FC jugaron hasta “morir”

En la nota anterior se hizo referencia con amplitud al comienzo en el Río de la Plata de la competencia internacional de clubes, idea que puso en marcha Chevallier Boutell al asumir en 1900 la presidencia del fútbol de Argentina. Se incluyó en la misma el último gran triunfo de Albion FC frente al CURCC, en el partido eliminatorio de la Tie Cup Competition definido por lo que luego la FIFA denominaría gol de oro convertido por William L. Poole eliminando al CURCC en el minuto 118 de juego.

Ese gran triunfo de Albion FC derrotando al CURCC, especie de canto final del cisne –como se decía antiguamente-, habilitó al club de Lichtenberger a disputar la semifinal de la primera Tie Cup Competition en Montevideo frente a Belgrano AC de Buenos Aires, vencedor del equipo de Chevallier Boutell, Lomas AC por 4:2 en la cancha de Quilmes AC.

En la fecha indicada Albion FC y Belgrano AC, uruguayos frente a los argentinos, volvían a enfrentarse por cuarta vez. En esta ocasión el cotejo no reunía características de amistoso, sino que estaba en juego el pasaje a la final de la primera Cup Tie Competition de la historia.

Realizada la lectura de los diarios de la época surgen varias informaciones sin duda curiosas, relacionadas con el partido disputado en la cancha de Albion FC en el Paso Molino, frente a los argentinos de Belgrano AC. El diario El Siglo en la edición matutina aparecida en la jornada del enfrentamiento, presentó correctamente el partido.

“Como ya saben los lectores, el match se juega bajo los reglamentos de la A.A.F.L, Cup Tie Competition”. Agregó que “el match se jugará hasta que haya decidido el triunfo por una parte u otra”.

Como muchas décadas después decíamos en el barrio, durante nuestra adolescencia impregnada de fútbol, se jugaría “a morir”. Albion no pudo contar en sus filas con una de las principales figuras. El centre forward Jhon Sardeson, hermano del golero Enrique, amaneció engripado con fiebre. Las noticias difieren. Todas indican correctamente que en su lugar ingresó Mario Ortíz Garzón, jugador del Club Nacional de Football. Equivocadamente en textos actuales se lo incluye de centreforward sustituyendo al ausente Sardeson. Ingresó Ortíz Garzón en su habitual puesto de centre half, pasando el titular de Albion FC esa posición, Fred Cutler, a la plaza del goleador ausente.

“Soplaba un viento traicionero que molestó bastante el juego. Llegó el tiempo reglamentario sin hacerse goal por parte alguna. El juez reanudó el partido por media hora más. Pero, parece mentira, y sin embargo es verdad que se cumplió ese tiempo sin goles. Tenían que seguir jugando hasta que se hiciera un goal, a no ser que hubiese llegado la noche, en cuyo caso no sabemos lo que se hubiera hecho. Belgrano recibió el triunfo de la manera más sonsa si viene bien al caso la palabra. E. Sardeson el guarda valle (sic), campeón del Río de la Plata y quizás de América del Sur, después de haber hecho maravillas defendiendo su valle de shot terribles, salió demasiado afuera de su territorio y Wibberley aprovechó esa ocasión para mandar un shot que fue á chocar contra el poste de la valle, pero con tan mala suerte para el Albion, que la pelota se desvió y entró paulatinamente á lo que en 2 horas y 17 consecutivas de juego había tanto anhelado”.[1]

Belgrano AC se consagró campeón de la primera edición de la Cup Tie Competition al derrotar en la final en Buenos Aires 2:0 a Rosario Athletic Club.

El Southampton en el Río de la Plata

Los políticos argentinos recién descubrieron la importancia de los deportes y, princi­palmente, del fútbol en 1899, en el final del siglo XIX. Crearon la Sociedad Hípica Argentina, especie de los exclusivos clubes ingleses, apuntando a la organización de las actividades deportivas, principalmente el polo y la equitación, construyendo un excelente campo de juego para esos deportes, adaptable también para el fútbol. El escenario mantiene su excelente vigencia frente al hipódromo de Palermo en Buenos Aires. A partir de 1902, la Sociedad Hípica Argentina se potenció al asumir la conducción el barón Antonio De Marchi.[2]

Su primera decisión fue cambiar el nombre por el de Sociedad Sportiva Argentina, ampliando su radio de acción. Su meta estaba en controlar el fútbol, razón por la cual incorporó como socio a Chevallier Boutell, presidente de la ahora denominada The Argentine Football Association. A raíz de la afiliación a la Football Association y buscando impactar con un episodio llamativo, el barón De Marchi logró contratar al Southampton F.C. de Inglaterra. La delegación se componía de 13 jugadores y dos dirigentes a quienes se pagaron salarios acordados previamente, además del viaje y el alojamiento en el lujoso Royal Hotel de la calle Corrientes n.º 782. La negociación estableció la disputa de cinco partidos en Buenos Aires.

Al trascender la noticia, en las reuniones de The Uruguay Association Football League presidida por Jorge H. Clulow, destacado deportista que en los últimos años del siglo XIX fundó el Uruguay Athletic Club de Punta Carretas, se intercambiaron ideas en torno a una realidad. Aprovechando la llegada del Southampton al Río de la Plata, parecía, a todas luces, posible que un partido de los ingleses ante un combinado uruguayo se llevara a cabo en Montevideo. Efectuado el planteo al barón De Marchi, manifestó que podía conversarse el tema una vez que arribaran los ingleses a Buenos Aires. Los dirigentes de los clubes uruguayos que componían la asamblea intentando cerrar la negociación, detectaron que el presidente del Deutscher FK, T. Schubert, tenía relaciones con los ingleses. Época del mundo totalmente desconectado, las comunica­ciones se realizaban a través de telegramas. La respuesta fue la misma.

Como ocurría en aquel tiempo, los transatlánticos que llegaban desde Europa hacían escala previa en Montevideo, donde bajaban los viajeros que tenían como destino final nuestra capital. Luego proseguían a Buenos Aires.

Carlos Sturzenegger, una de las figuras cumbres de aquella época, fundador del Deutscher FK, embarcó en el vapor Danube llegando a Buenos Aires con los ingleses. Encomendado por la asociación, el destacado dirigente llevaba la misión de contratar la presencia del Southampton en Montevideo. El domingo 26 de junio de 1904, los británicos debu­taron frente a Alumni, el club más fuerte de Argentina, ganando 3:0. En la cancha de la Sociedad Sportiva Argentina, en Palermo, se vivió una fiesta con presencia de ocho mil personas en las tribunas de madera. La asistencia del presidente de la República, Gral. Julio A. Roca, marcó un hito. Por primera vez el mandatario de una nación sudamericana asistía a presenciar un partido de fútbol.

Sturzenegger se encontró con el enfrentamiento entre la Sociedad Sportiva Argentina, que contrató al Southampton, y The Argentine Football Association, que debía autorizar los partidos. Aunque Chevallier Boutell, presidente de la asociación argentina, no participó en las reuniones, el secretario de la misma que intervino, Mr. Williams, llevó la orden de solucionar el tema. En la reunión que se realizó con su presencia, Sturzenegger, el barón Antonio De Marchi y Santiago Fitz Simon por la Sociedad Sportiva Argentina, y el secretario del Southampton, Mr. Arnfield, se llegó a un acuerdo el 28 de junio. Al emprender el retorno a Europa, en la escala en Montevideo el 14 de julio, enfrentarían al combinado uruguayo. Sturzenegger co­municó por telegrama el acuerdo alcanzado, difundiéndose la noticia en los diarios, destacando la importancia de la presencia de los ingleses en Montevideo.

Un ensayo ante el poderoso Alumni

El estudio de la documentación existente permite revelar informaciones nunca antes incluidas en ninguna historia del fútbol uruguayo. Recibido el telegrama de Sturzenegger desde Buenos Aires confirmando el partido, la directiva del D.F.K.M, tal como se conocía al club de los alemanes que jugaban al fútbol en Montevideo, se encargó de toda la organización del compromisp. Decidieron traer al famoso Alumni formado en el Buenos Aires English School, dominador del fútbol argentino desde el comienzo del siglo XX. Fueron los primeros en enfrentar al Southampton en Buenos Aires el 26 de junio, cayendo 3:0. Efectuado el contacto por Sturzenegger, quien permaneció en la capital bonaerense, el resultado positivo confirmó el viaje de Alumni a Montevideo fijándose el partido ante Uruguay para el 5 de julio de 1904.

Southampton jugó el 3 de julio su segundo encuentro. Ganó 10:0 a un combinado de jugadores británicos de clubes de Buenos Aires. En la mañana del día 5, los dirigentes del club alemán fueron en el vaporcito de Escoffet y Pascual a buscar a la delegación del Alumni F.C. que llegó en el Vapor de la Carrera. El puerto no estaba construido. Los barcos de calado anclaban lejos de la orilla. Luego de una excursión por la ciudad de Montevideo, almorzaron cuarenta comensales en el famoso y suntuoso Grand Hotel Lanata. El edificio se mantiene en perfecto estado de conservación, aunque deshabitado, en la emblemática esquina de las calles Sarandí y Juan Carlos Gómez, frente al cabildo, donde abre sus puertas La Pasiva. La delegación fue trasladada al Parque Central a las 13 horas en un tren especial. Se cobró una entrada de 10 centésimos y 20 en el palco. Concurrieron 3.500 personas. Uruguay jugó con camiseta blanca y pantalón negro.

“¡El triunfo correspondió a los bonaerenses que hicieron un goal en el primer half, y los que después de su victoria fueron acompañados hasta…el muelle, teniendo que quedarse en tierra los forasteros porque el vapor había partido! Es esta una informalidad de la empresa Mihanovich, pues bien pudo esperar, como se había comprometido, a los viajeros. Aprovechando la permanencia obligatoria de los jugadores argentinos se jugará esta tarde un nuevo partido, el que dará principio á la 1p.m.”.[3]

El día 6 de julio los ingleses derrotaron 6:1 a Belgrano A.C. Quedó para el re­cuerdo la ovación del público que llenaba la cancha cuando el atacante de Belgrano Arturo H. Forrester venció al golero Clawley. El día 9 la victoria fue por 8:0 ante el combinado argentino. En esa jornada, Sturzenegger fue informado de la contrariedad de los ingleses por la fijación del encuentro con los uruguayos. Enterado de la situación, viajó T. Schubert a Buenos Aires. Realizadas las gestiones, sin conocerse las mismas, La Tribuna Popular, luego de informar de la quinta victoria de los británicos 5:3 frente al combinado de la Liga Argentina, agregó:

“Los aficionados al football recibirán con satisfacción la noticia de que está de­finitivamente resuelta la venida de los jugadores ingleses para dar á conocer su juego sorprendente en un field montevideano. Así lo comunica el señor Schubert, presidente del D.F.K.M. que fue a Buenos Aires a hacer gestiones en ese sentido”.[4]

El partido se llevó a cabo el 14 de julio de 1904 en el Parque Central. Se convirtió desde su inauguración el 25 de mayo de 1900 en el gran escenario del fútbol de aquel tiempo al caer en su prestigio y convocatoria Albion F.C. y su campo en el Paso del Molino. Calculada en cinco mil personas la asistencia, debe destacarse que el enfrentamiento se llevó a cabo en momentos en que existía en Uruguay la revolución liderada por el Gral. Aparicio Saravia, del Partido Nacional. Reclamaba que el gobierno del presidente Batlle y Ordóñez cumpliera los compro­misos acordados en el pacto de La Cruz que puso fin a la anterior revuelta de 1897, encabezada por el mismo Aparicio junto al Cnel. Diego Lamas.

Con el Southampton comienza el aprendizaje

14 de julio de 1904. El equipo inglés de Shouthampton posa para la fotografía en el campo de juego del Parque Central. Detrás se observan dos símbolos del lugar, la parte superior del molino y el famoso mirador. 

Finalizada la actuación de los ingleses en Buenos Aires, permanecieron tres días en la capital argentina. En una prueba de la seriedad con la que encararon la excursión por el Río de la Plata, continuaron entrenando. En una de las prácticas enfrentaron, sin público, nuevamente a Alumni A.C. En Montevideo publicaron los diarios la historia del club visitante, notas logradas en Buenos Aires con los mejores jugadores del equipo y también atinadas recomendaciones relacionadas con el signi­ficado de la presencia del Southampton F.C., como una especie de aula de aprendizaje.

En Montevideo la expectativa por la presencia de los ingleses resultó muy gran­de, no solo para la enorme cantidad de aficionados que había ganado el fútbol sino también por las más distinguidas familias de la clase alta de Uruguay que asistieron al cotejo.

–“Se nota en toda la alta sociedad muchísimo entusiasmo por asistir al partido y muchos son los asientos del palco, que ya están tomados, habiendo tomado localidades entre otras las familias de Galwey, Hudson, Bastos, Baring, Christophersen, Rodríguez, Halstead, Davies, Acebedo, Sardeson, Tagle, Alvarez, Strauch, Galli, Morton, Garzón, Martínez, Crocker, Fraser, Mac Cubin, Castro, J.J. Airnee, Viera, Vázquez Acevedo, Serrato, Caprile, Morelli, Castells, Butler, Moor, Garzón. Hacían también acto de pre­sencia el ministro inglés Mr. Baring y un representante del presidente de la República. Todo hace preveer (sic) que el festival resultará un gran acontecimiento, no solo en cuanto a la cuestión sportiva, sino también social”.

El Parque Central no tenía tribunas. Ofrecía un palco pequeño para autoridades y asistentes especiales. El público que ingresaba permanecía de pie a una distancia pru­dencial de la línea demarcatoria del campo de juego, que no estaba separado por ningún tipo de alambrado perimetral. Las diferencias eran notorias con la cancha de la Sociedad Sportiva Argentina. Rodeada de tribunas de madera en sus cuatro lados, la capacidad au­mentaba en forma notoria. El combinado de la Liga Uruguaya, nombre con el que se pre­sentó el equipo, vistió camisa blanca, pantalón negro y se integró con Alberto Lindeblad (Deutscher FK); Carlos Carve Urioste (Nacional) y William Davies (CURCC); Ceferino Camacho (Deutscher FK), Luis Carbone (Nacional) y Narciso Cerato (Deutscher FK); Juan Pena (CURCC), Edmundo Mañana (CURCC), Aniceto Camacho (Deutscher FK), Juan Barbero (Deutscher FK) y Alejandro Cordero (Nacional).[5]

El arbitraje estuvo a cargo de Cecil B. Poole, hermano de William Leslie, quien recibió una salva de aplausos al ingresar al terreno. Un gol en contra de Carve Urioste abrió el marcador a los diez minutos. Catorce después, Southampton ganaba 4:0, tanteador que sumado a cuatro goles más redondeó el resultado de 8:1 a favor de los ingleses.

En el comentario publicado al día siguiente por La Tribuna Popular, el cronista que escribió la nota, en un pasaje final de la misma indicó que:

“En el segundo half se desarrolló con las mismas alternativas, con el mismo des­pliegue de brillantes jugadas, de golpes maravillosos, de corridas soberbias, hasta que termina el partido con 8 goals para los ingleses y 1 para los orientales, hecho por Pena”.

Diecinueve años después, el reconocido periodista argentino Ernesto Escobar Bavio, destacado por haber escrito en 1923 el libro El football en el Río de la Plata. Historia, records y trofeos, refiriéndose al partido citado, dejó constancia que:

“Mouncher hizo de cerca, a poco, un nuevo gol. Después Pena enfiló un violeto tiro cruzado y bajo que Clawley detuvo; pero los atacantes siguieron su carrera y en menos de un segundo Camacho, Mañana y Pena estuvieron sobre el arquero a quién el último de los nombrados, derribó haciéndole franquear la valla junto a la pelota”.[6]

Como se decía en aquel tiempo en que el reglamento permitía realizar está acción de juego, Juan Pena marcó el tanto metiendo al golero dentro del arco con pelota y todo… La leyenda posterior adjudica en solitario al autor del remate y la posterior decisión de avanzar sobre el arquero que detuvo la pelota. Esta versión llegó a tal punto de creatividad que no faltó quien afirmara que “Pena mató al ar­quero de un pelotazo”.

Copa de Honor Cusenier y Copa de Caridad Lipton

Comprobada la atracción que despertaba el fútbol en todos los estratos sociales, a los distribuidores en Buenos Aires de los licores Cusenier, cuyos productos se vendían desde la última década del siglo XIX, se les ocurrió la idea de realizar publi­cidad a través de la disputa de un trofeo, denominado Copa de Honor. Inicialmente entregado al Albion F.C., ingresando la institución en el tobogán que lo llevaría a la inexistencia, Lichtenberger, ya sin motivación alguna, lo cedió a la Liga Uruguaya para su organización.[7] En contacto sus autoridades con Chevallier Boutell, creador de la Copa Competencia, quien había presentado renuncia al cargo de presidente de la Argentine Football Association (AFA), encontró viable la propuesta. Realizada la consulta a las autoridades de la Liga Rosarina, la respuesta también resultó positiva. En consecuencia, se puso en marcha a partir de 1905 otro torneo eliminatorio entre clubes, por inscripción abierta y con variantes respecto a la Copa Competencia. La final se disputaría siempre entre clubes de Argentina y Uruguay, llevándose a cabo el partido en Montevideo.

La Copa de Caridad Lipton

La historia cuenta que en 1905…

“Sir Thomas Lipton desea que un pueblo más tenga el estímulo de una copa de honor. La Argentina, país de Sud América llega a la vida lleno de energías, ha sido el elegido por su generoso propósito. Pero esta vez no serán los opulentos propietarios de ‘yachts’ los que hayan de disputársela, sino los amantes del football, sport que en la Argentina ha llegado a ser un factor de extraordinaria importancia. La Asociación Argentina de Football, es una institución perfectamente organizada, con ideales eleva­dos en la que figuran 130 clubs. Todos los años se juegan, alternativamente, en Buenos Aires y Montevideo, grandes partidos entre argentinos y uruguayos, que despiertan enorme entusiasmo y noble rivalidad. La Copa Lipton será en lo sucesivo los esfuer­zos del ganador, en el campeonato internacional, y a la gloria que la victoria supone, hay que agregar la satisfacción del cumplimiento del deber, puesto que el producto del encuentro anual debe destinarse a obras de caridad a realizarse en el país donde se disputa el trofeo. Es decir, alternativamente en Buenos Aires y Montevideo.[8]

El diseño de la copa, hace verdadero honor a sus dibujantes y ejecutores, Mrs. Flokington, de Rogent Street, Londres. Sobre la base, ornamentada con los escudos del Uruguay y la Argentina, se alzan tres jugadores sosteniendo con sus brazos una gran pelota de foot­ball, de perfecto detalle, rematando el conjunto en una, maravillosamente modelada, estatua de la Victoria. De todos los trofeos que se disputan entre nosotros, la ‘Copa de Caridad Lipton’, es quizá uno de los más valiosos y artísticos, pues su donante tuvo en cuenta esos detalles cuando pensó instituirla”.[9]

El escocés Thomas Lipton fue un emprendedor que llegó a construir un imperio surgido de la comercialización del té que llevó su nombre. Nunca estuvo en Buenos Aires. Advertidos de la iniciativa de los distribuidores de los licores Cusenier, quienes realizaban la comercialización del té Lipton doblaron la apuesta con el apoyo de la casa matriz, donando un espectacular trofeo que anualmente se disputaría entre los combinados de Argentina y Uruguay, integrados exclusivamente por jugadores nacidos en esos países. El reglamento determinó que el trofeo no se adjudicaría al ganador. Simplemente lo mantendría en custodia anual hasta la nueva disputa y, en caso de empate, permanecería en la ciudad donde se celebró el partido.


[1] SPORT / EL GRAN PARTIDO INTERNACIONAL / TRIUNFO DE LOS PORTEÑOS. El Siglo. Montevideo. 16/10/1900. Portada.

[2] Antonio Oscar De Marchi Crohare (Pallanza, Milán, 25/08/1875 – Buenos Aires, 21/02/1934). En 1900 se casó con la hija de Julio Argentino Roca, durante su apogeo en el transcurso del segundo mandato como presidente de Argentina.

[3] Football. TRIUNFO DEL ALUMNI. La Tribuna Popular. Montevideo. 06/03/1904:6.

[4] Football. EL TEAM DEL SOUTHAMPTON. La Tribuna Popular. Montevideo. 11/07/1904:6.

[5] En 1904 no existían reglamentaciones de las transferencias de los jugadores. Actuaban simultáneamente en cada temporada en varios clubes. En esta temporada, C. y A. Camacho también defendieron al CURCC.

[6] Ernesto Escobar Bavio. El Football en el Río de la Plata. Historia, records y trofeos. Editorial Sports. Buenos Aires.1923:23-24.

[7] El hallazgo pertenece al historiador argentino Osvaldo José Gorgazzi.

[8] Esta condición reglamentaria se cumplió hasta 1917. A partir de la edición siguiente, la recaudación quedó para el locatario.

[9] La Copa de Caridad Lipton. Revista Fry’s Magazine. Buenos Aires. Diciembre de 1905

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