Tradicionalmente la historia del Uruguay establece que las divisas blancas y coloradas, origen de las dos grandes corriente políticas más antiguas del país, nacieron en la batalla librada en las márgenes del arroyo Carpintería, el 19 de setiembre de 1896. El segundo presidente de la República, Gral. Manuel Oribe, enfrentaba la rebelión de quién había sido el primer mandatario del Uruguay independiente, Gral. Fructuoso Rivera. Oribe dispuso que el ejército nacional, como distintivo para el combate, utilizara una vincha blanca en la que con letras celestes se leía, “defensores de las leyes”. El Gral. Rivera para diferenciar a sus combatientes, ordenó que dieran vuelta los ponchos que utilizaban y mostraran el clásico forro rojo, o cortaran cintas de la tela para confeccionar vinchas de ese color. El enfrentamiento se saldó con el triunfo del ejército gubernamental al mando de los generales Oribe y Lavalleja. Desde esa instancia los seguidores del Gral. Oribe fueron llamados “blancos” y los del perdedor “colorados”. Habían nacido las divisas…
El sitio de la ciudad de Montevideo entre 1843 y 1851, impuesto por el Gral. Oribe en el marco de la Guerra Grande (1838 -1851), contribuyó a conferir a los colorados radicados en la capital sitiada, un carácter urbano y doctoral. La firma del ominoso tratado del gobierno colorado de la defensa de Montevideo con el Imperio del Brasil,[1] cediendo todas las tierras del actual Río Grande do Sul, erigió a los blancos en reivindicadores de la integridad territorial y la soberanía de la nación. Surgió en esos años la identificación con el interior del país basados en tres ideas fuerza: la defensa de la soberanía, el respeto a la Constitución y la honestidad en el manejo de la gestión pública.
Fusionistas, constitucionalistas y otros
En 1852 se formó con blancos y colorados la Sociedad Amigos del País por un grupo de intelectuales procurando la pacificación y la legalidad en la nación. Tuvo corta vida. Algunos elementos colorados de la misma, luego del fracaso, en 1853 constituyeron el Partido Conservador “de las tradiciones gloriosas de la defensa”.
En 1854 Bernardo Berro intentó la organización del Partido Blanco como tal, creándose una Comisión Directiva por él presidida. La integraron, entre otros, Luis de Herrera Basavilbaso[2] y su joven hijo Juan José de Herrera, además de Eduardo Acevedo.
Un año después Andrés Lamas, político, historiador, periodista y escritor, inicialmente blanco y luego colorado, lideró una importante corriente “fusionista” formada por blancos constitucionalistas y colorados conservadores, en una alianza anticaudillesca y antidivisas.
Educación, educación, educación…
En octubre de 1868 un grupo de jóvenes formaron la Asociación de Amigos de la Educación Popular. Liderada por José Pedro Varela, en otros allí estaba su familiar, Alfredo Vásquez Acevedo. Este grupo de jóvenes en 1872 comenzó a sobresalir en la vida política. Se trataba de una nueva generación de universitarios. Se autoproclamaron los “principistas”. Procuraban encarrilar la marcha del país a través del respeto a la ley y la constitución. Lo integraron blancos y colorados contrarios a las viejas y primitivas formas de ejercer la autoridad.
Agustín de Vedia en ese mismo año de 1872, en el mes de julio, formó el Club Nacional, admitiendo en su seno a todos los ciudadanos, cualesquiera hayan sido anteriormente sus posiciones políticas. Quedó como una agrupación netamente blanca. El 27 de marzo de 1887 una asamblea de 6.000 personas transformaron al club en Partido Nacional.
La antigua dicotomía blancos y colorados resurgió definitivamente de manera pasional. El Partido Colorado se constituyó como tal, con sus estatutos, sus órganos de gobierno y sus reglas de funcionamiento. En ese misma época nacieron los llamados “partidos de ideas”. Elos fueron el Partido Católico, Partido Radical y Partido Constitucional.
Un personeje y un líder político
El Dr. Pablo de María nació en la ciudad de Gualeguychú, Entre Ríos, Argentina, en 1850, por una razón política. Su padre, el historiador Isidoro de María, ejercía las funciones de cónsul en esa entonces pequeña ciudad. Vivió en Montevideo desde los diez años, a partir del retorno de su familia al finalizar la actividad diplomática. Se incorporó en su juventud a la redacción del diario El Siglo (1870-1873), recibiendo el título de abogado a los veintisiete años. Fundador del Partido Constitucional junto con Carlos María Ramírez, combatió como soldado en la victoriosa Revolución del Quebracho de los días 30 y 31 de marzo de 1886, contra el ejército gubernamental de Máximo Santos. En esa circunstancia, con treinta y seis años, conoció a un compañero seis años menor: José Batlle y Ordóñez.
Fracasada la puesta en marcha de los constitucionalistas, el Dr. Pablo de María se vinculó al principismo del Partido Colorado, cultivando la cercanía con Batlle y Ordóñez, la que aumentó cuando presidió el recientemente fundado Ateneo de Montevideo, continuidad del Club Universitario. Asiduo concurrente a ambos organismos, Batlle y Ordóñez, descubrió en el Ateneo un temprano interés por los temas filosóficos, repudiando los dogmas de las religiones establecidas.
Nacido el 21 de mayo de 1856 era hijo del Gral. Lorenzo Batlle, presidente de la Replica entre 1868 y 1872. Un año después el hijo varón ingresó a la Universidad para estudiar derecho, nunca terminó la carrera. En 1879 viajó por primera vez a Europa radicándose algún tiempo en París.
Desconocía los deportes ingleses que sólo practicaba la colectividad británica en el Montevideo Cricket Club fundado en 1861.
“El José adolescente tenía una evidente predilección por las carreras a pie. Testimonio de ello es la invocación que hace su padre Lorenzo muchos años después y a los que le asigna consecuencias nefastas para su salud. En la carta que le remite a Paris con fecha 21 de marzo de 1880, le dice: ‘Cuando en la anterior, del 20 de enero, decías que apostabas a correr en las calles de Paris y le ganabas a López pensé pudiera eso hacerte daño, pues recuerda que alguna vez dije que muy bien podía venir tu dolencia de aquellas carreras locas que emprendías cuando salíamos del Teatro de Solís y en que te he visto llegar con gran sofocación’.
Según este testimonio, José -que tendría entre 10 y 14 años- le jugaba carreras al carruaje que traía a su padre, el entonces Presidente Cnel. Lorenzo Batlle y al resto de la familia, desde el Teatro Solís (junto a la Plaza Independencia) hasta su casa, en la intersección de las calles Yaguarón y Lima. Era una carrera de unos dos mil quinientos metros, la mayoría cuesta arriba.
En su primer viaje a Paris, donde permaneció por un año (en 1879 y 1880) con el pretexto incumplido de completar sus estudios de abogacía y realizar un periplo por el norte de África, Batlle dedicó su tiempo a otras cuatro actividades. La primera fueron sus largas caminatas por avenidas y calles de Paris que alternó con la visita a museos, galerías y teatros. Junto a ello, la asistencia más o menos regular a las clases del Colegio de Francia donde terminó de forjar su ideología.
Su tercera actividad era la de concurrir al gimnasio tres veces por semana, de tarde, donde hacía gimnasia, esgrima y tiro. En una de sus cartas, le cuenta a su padre que ‘El gimnasio me ha valido más que una botica entera. Tengo alto el pecho, ancha las espaldas y los brazos mucho más nervados que cuando salí de Montevideo. Tengo la esperanza de curarme completamente de mis dolores neurálgicos’.[3]
Quedan presentados dos protagonistas que enfrentarán al Dr. Alfredo Vázquez Acevedo en la arena política y universitaria, con singular incidencia en el futuro fútbol uruguayo.
[1] El 12 de octubre de 1851 el gobierno de la Defensa y el Imperio de Brasil firmaron cinco tratados. 1. Brasil tenía derecho a intervenir en la vida política de Uruguay. 2. Uruguay devolvió los esclavos fugados de Brasil. 3. Uruguay tenía muchas deudas y pocos ingresos. Brasil otorgó un subsidio al gobierno de la Defensa a cambio y como garantía Uruguay puso las rentas de aduana. A partir de entonces los únicos ingresos del Uruguay dependían enteramente de Brasil. 4. Se declaró libre la navegación del río Uruguay y sus afluentes, se exoneró por diez años de impuestos al tasajo brasileño que se importara a Uruguay y al ganado uruguayo que se exportara a Brasil. 5 Los límites de Uruguay con Brasil, pasaron a ser casi los actuales. Uruguay regaló casi un tercio de su superficie heredada del período colonial.
[2] Será tataranieto de Luis Alberto Lacalle de Herrera y chozno de Luis Lacalle Pou.
[3] Arnaldo Gomensoro. Batlle, el batllismo y el fútbol. Anáforas. Fecha de publicación: dic-2020. Editorial: Revista Encuentros Uruguayos. Notas: Volumen XIII, N° 1, Dossier Fútbol y Sociedad.