Reflexionando sobre la experiencia vivida por José Batlle y Ordóñez, al presenciar los partidos de Albion FC en la cancha de Punta Carretas, el líder político no dudo en comprender que ese deporte atraparía el interés del pueblo y las masas populares. El ingreso del bachiller Pedro Manini Ríos en 1896 a la redacción política de El Día, vino como anillo al dedo para desarrollar los planes futuros de Don Pepe. El periódico abrió sus páginas al football association con una particularidad. Alentó la formación de clubes de fútbol integrados por jóvenes, difundiendo en sus páginas la integración de la Comisión Directiva, y la actividad que desarrolla.
Montevideo Football Club
Paralelamente Don Pepe dispuso que Pedro Manini Ríos, quién practicaba asiduamente el fútbol, creara un club que tendría todo el apoyo desde las páginas de El Día. El objetivo a alcanzar consistía en forma un equipo fuerte, integrado por universitarios, que pudiera enfrentar en la cancha con los poderosos ingleses del CURCC. El nombre elegido no podía ser otro que el de Montevideo Football Club. El 1.º de julio de 1892 el Partido Colorado fundo el Club Montevideo como centro de poder, figurando entre los fundadores las principales figuras del sector: José Ellauri, Tomás Gomenzoro, José L. Terra, Juan Idiarte Borda, Duncan Stewart, José Batlle y Ordóñez y muchos más. El club de fútbol creado en la redacción de El Día, contó con el apoyo total del periódico.
“Ayer hubo partidos en Punta Carretas, Pocitos, Figurita, Paso Molino, etc. En el primero de los nombrados jugaron los seis clubes que hay allí organizados. En el Montevideo Football Club, de fundación reciente se jugó un match animado entre sus socios, que han hecho en poco tiempo grandes progresos”.[1]
A partir de este momento, impulsado por Batlle y Ordóñéz, con la idea fija de contar con un poderoso equipo de fútbol, integrado por muchachos orientales que compitieran y derrotaran a los ingleses del club del ferrocarril, la historia inmediata dirá que, como consecuencia de la puesta en marcha del Montevideo FC, se iniciaba en la redacción del diario El Día, la fundación del futuro Club Nacional de Football, cuyo ideólogo y adalid, nueve meses después, será el ya entonces destacado abogado y mano derecha de Don Pepe, Dr. Pedro Manini Ríos.
Uruguay Athletic de la Unión
La perfecta estrategia diseñada en el diario El Día por Don Pepe y Manini Ríos, persiguió otro objetivo que coadyuvaba con la búsqueda de lograr un gran equipo que enfrentara a los ingleses y a su vez, vaciar de contenido la idea del rector Vásquez Acevedo, de poner en marcha el Universitario FC en la casa mayor de estudios.
Principalmente para destruir ese proyecto que llevaba adelante el rector, alentador por Manini Ríos con el respaldo de Batlle y Ordóñez, tres jóvenes de familias de clase alta firmemente vinculadas al Partido Colorado, pusieron en marcha dos clubes de fútbol vinculados con El Día que brindaba su apoyo desde las páginas del periódico difundiendo sus actividades.
Dos estudiantes de preparatorios de medicina, Ernesto Caprario apenas quince días mayor que Domingo Prat[2], se sintieron motivados por esa corriente universitaria que impulsaba la formación de equipos. Caprario pertenecía a la Unión, zona donde a partir de la puesta en funcionamiento del hipódromo, generó actividad deportiva con un campo destinado al juego de polo. El lugar resultaba apto para demarcar una cancha de fútbol. El padre de Caprario era un importante rematador de plaza, con publicidad permanente en las páginas de El Día, a cuya colectividad política se encontraba afiliado. Prat vivía en Nuevo París, zona donde su acaudalado padre, también con militancia en el Partido Colorado, explotaba una curtiembre que, entre otras innovaciones, produjo el primer cuero charol en Uruguay. Ambos nacidos en 1882 eran quinceañeros en 1898 cuando cursaban secundaria en la Universidad de la República en la calle Cerrito y Patagones (actual Lindolfo Cuestas), en el hermoso edificio del antiguo Hotel Nacional, aún en pie propiedad del millonario griego Tsakos, detrás del ruinoso edificio que fuera sede del club Neptuno. El curso de medicina lo desarrollaría luego en la facultad que funcionaba en la esquina de la calle Sarandí y Maciel. En el primer ámbito estudiantil mencionado reunieron a un grupo de compañeros integrado, entre otros, por José Pedro Saralegui, Alfredo Foglia, Brito del Pino, Sánchez, Miguel Mármora, los hermanos Bernardino y Cayetano Daglio y Arturo y Aníbal Rovegno, C. Olivera, Mario Ferreira, Juan Carlos Vallarino, Félix Rossatti, los hermanos Horacio y Conrado Nin, Luis Arrarte, Eduardo Sáez, Carlos Romeu, Arturo Corradi, Alejandro Cordero. Estos dos últimos gustaban jugar de golero o back. Ernesto Caprario y Vallarino desempeñarán la calidad de capitanes. Surgió el nombre de Uruguay Athletic Club aprobado por todos, muy probablemente inspirado por Prat.
“Nació el fútbol universitario entre los estudiantes de reconocida devoción nacional”.
Seguramente también y en función del acendrado pensamiento nacionalista manifestado por Prat, suya tiene que haber sido la iniciativa de los colores de la camiseta del club. Los de la bandera uruguaya. Azul y blanca a rayas verticales.
Defensa FC
Carlos B. T. de Castro construyó su casa quinta en las adyacencias del arroyo Miguelete, en los tiempos en que ese lugar también ubicado en las “afueras” de Montevideo se caracterizaba por ese tipo de residencias habitadas normalmente los fines de semana y durante el verano por las familias adineradas criollas y las de los residentes británicos. Catedrático, rector de la Universidad, ministro, senador y gran maestre de la masonería, su hijo Eduardo estudiante de secundaria en la Universidad y por ende contagiado del entusiasmado que surgió por el fútbol en ese ámbito, se entreveraba desempeñándose en el puesto de “goal keeper”. En el feriado del 6 de enero invitó a la magnífica residencia a la que se accedía a través de un sendero –el actual camino Castro donde se conserva el casco de la magnífica residencia integrada al paseo público como bien municipal-, con la finalidad de jugar un partido de fútbol. Entre los asistentes se encontraban Miguel Nebel, Eugenio Evia, Mario Ortíz Garzón, Julio Roux, Félix Rossatti, los hermanos Eduardo y Martín Storace, Juan y Pedro Seré, Arturo W. y R. Otero, Juan Zubillaga, P. Shaw, H. San, G. Pugliese quien al igual que el dueño de casa defendía los tres palos, E. Thode, E. Estepts, J. Herrera y D. Simoni entre otros[3]. Todos superaban escasamente los quince años. Finalizado el partido y luego del baño correspondiente, seguramente con un buen asado posterior, es de presumir que en ese ambiente tradicional desde siempre en nuestro país, surgiera luego la idea de fundar un club de fútbol. Es muy probable que Nebel se convirtiera en el adalid de llevar adelante la iniciativa y convertirla en realidad. Y que también a él se le ocurriera el nombre del club en homenaje a la defensa de Montevideo realizada por las fuerzas gubernamentales, sitiadas durante ocho años por las tropas al mando de Gral. Manuel en el curso de la Guerra Grande. Así nació Defensa Football Club. En varias de aquellas charlas que mantuve con Diego Lucero desde que lo conocí en 1969 pasando a integrar el ambiente familiar de mi padre, hasta su fallecimiento en 1995, expresaba su admiración por “Miguelón” como él decía que todos le llamaban. “Era una figura carismática. Retacón y fornido se caracterizaba por ser un creador. Lleno de ideas. Capitán en los equipos que integró. Defensa, Nacional, la selección. Jugador, dirigente, juez en los partidos, después viajó a Barcelona donde vivió hasta cerca del centenario. Se desarrolló como inventor de ideas que patentaba oficialmente”. Formado el Defensa F.C. tendrá como cancha propia del club la que se delimitó en la enorme finca. Se difundirá en los diarios expresando que el enfrentamiento se realizaba “en el Prado”.
Vásquez Acevedo supera el “comité de obstáculos”
Iniciando el último año de su rectorado, seguro de que no sería mantenido en el cargo, contra viento y marea, superando todos los problemas que fueron surgiendo en el camino, principalmente el de obtener un campo de juego, finalmente el 18 de junio de 1899, Universitario Football Club disputó su primer partido. Gestionó y obtuvo un campo de juego con las autoridades militares ubicado en el predio del batallón 3.º de Cazadores en la calle Patagones esquina Sarandí. Actualmente en la construcción que permanece igual que en aquel tiempo, funciona la Dirección de la Reserva Naval delimitada por la rambla Francia y las calles Sarandí, Juan Lindolfo Cuestas y Washington. En 1899 la cancha se encontraba a dos cuadras de la sede de la Universidad cita en el hermoso edificio del Hotel Nacional.[4] Obtenido el escenario el rector integró la comisión directiva del Universitario Football Club escogiendo a sus miembros de la lista de estudiantes anotados quienes manifestaron interés en participar del proyecto. Presidente: José Urta Escola -cuyo segundo apellido en otras publicaciones aparece como Scola-, Vice-Presidente: Domingo Prat. Secretarios: Ernesto Caprario y Romeo D. Ferreiro. Vocales: Melitón Romero, Adolfo Foglia, Bernardino Daglio y Santiago Picasso. Capitanes: Bernardino Daglio y Domingo Prat. Quien resultó escogido para conducir la institución, además de universitario e integrante del Montevideo FC, también desempeñaba la función de árbitro de campo en los partidos.
Puede conjeturarse que el rector no estuviera informado de la realidad futbolística de aquel tiempo, y si lo estuvo no llegó a percibir que la nómina de jovencitos inscriptos estaba formada por casi la totalidad de los jugadores del Uruguay Athletic Club de la Unión y en menor medida del Montevideo FC, instituciones respaldadas por el veinteañero Pedro Manini Ríos contando con el total apoyo de El Día y Batlle y Ordóñez. Además la gran mayoría de sus integrantes todos ellos universitarios, en cierto modo también se encontraban encaminados en la militancia del grupo juvenil del naciente batllismo. Vásquez Acevedo en acuerdo con los capitanes fijó el domingo 18 de junio de 1899 con la finalidad de realizar el lanzamiento del Universitario FC disputando un partido. Todo indica que Daglio y Prat, quienes con Caprario manejaban con acierto la actividad del Uruguay Athletic Club a través de actividad casi constante todos los domingos, encaminaron los contactos para conseguir un equipo rival en diálogo con los compañeros de la facultad que pusieron en marcha el Defensa FC.
Universitario FC venció 1:0 a Defensa FC. La Tribuna Popular aludió en el cierre de la nota al “discurso del Dr. Vásquez Acevedo” informando que “fué muy aplaudido y los estudiantes vivaron a la Universidad, al rector, el decano de preparatorios y al catedrático de gimnástica”. El vespertino de Batlle y Ordóñez destinó un breve artículo con muy poca referencia al enfrentamiento futbolístico.
El discurso del rector Vásquez Acevedo
La pieza oratoria del rector que El Día se encargó de enfatizar que fue leído, a mi juicio constituye un texto de gran valor para la época en que fue pronunciado. Junto con su decidida acción para introducir la práctica del football association entre el estudiantado, su pensamiento trasladado al papel corre el velo sobre el futuro que le aguardaba en nuestro país al nuevo deporte. Transforma a su autor en un verdadero visionario al introducirse en el rescate de los valores que adornaban a la raza anglosajona proclamando la necesidad de que nuestros jóvenes logren alcanzarlos. Dado su valor y a raíz de que es muy difícil encontrar la pieza completa, además de que no ha figurado en los textos sobre escritos sobre la historia del fútbol uruguayo, lo transcribo a continuación.
“Hoy instalamos el foot-ball, otro ejercicio gimnástico de gran prestigio entre la juventud según se ha demostrado últimamente en Montevideo, y según lo demuestra la elevada inscripción de asociados al Club Universitario de foot-ball.
El foot-ball tiene grandes ventajas. Es uno de los ejercicios de proyección que favorece más el desarrollo de las fuerzas físicas, y uno de los juegos corporales más animados y estimulantes.
Se le atribuyen algunos defectos. No falta quien lo conceptúa un juego grosero y expuesto a accidentes desgraciados; más la crítica no es justa. El foot-ball, tal como se juega hoy, no está expuesto a mayores accidentes que los que ocurren en todos los otros juegos de fuerza. Por otra parte las caídas y choques entre los jugadores no pueden ser un motivo razonable para condenarlo. La equitación es mucho, muchísimo más arriesgada que el foot-ball; y sin embargo no se encontrará en nuestro país un solo padre de familia que pierda la oportunidad en enseñar a sus hijos a montar a caballo.
Debemos, pues, felicitarnos de la instalación de esta cancha de foot-ball que proporciona a los estudiantes de la Universidad la ocasión de incorporarse al movimiento tan general de la juventud de Montevideo a favor de esa clase de ejercicio corporal.
Jóvenes estudiantes:
Se ha dicho que nuestra raza –la raza latina- es inferior a la anglo-sajona; y esa afirmación se ha basado principalmente en que nuestra educación no es viril como la de los pueblos del Norte de la Europa y de la América.
El individuo en la raza anglo-sajona tiene por la educación que recibe, verdadera confianza en sus fuerzas propias, se siente convencido de que puede y debe basarse en sí mismo.
Nosotros, por el contrario, nos criamos fijando primero en la protección del hogar, después en la protección del Estado. De ahí nuestra relativa inferioridad, nuestra falta de energía para luchar con las dificultades de la vida. No contamos con nosotros mismos; lo esperamos todo de afuera.
Debemos preocuparnos seriamente de esto. No es sólo la felicidad particular la que se halla comprometida, sino también la de nuestro país, sobre quien pesa, y viene pesando desde mucho tiempo atrás el sostenimiento de una gran masa de elementos parasitarios.
A nadie puede ciertamente ocurrírsele que sea posible transformar el carácter nacional de un día para otro.
Es una obra penosa y larga. Pero, apercibidos del mal, tenemos el deber de poner todos los medios a nuestro alcance para combatirlo.
Hay que alcanzar en sus progresos a los hombres de la raza anglo-sajona, para no ser por ellos absorbidos.
La educación moral y política, tienen sin duda el rol principal.
Pero la educación física puede influir también para despertar y afrontar el sentimiento de la autonomía individual. ‘El hombre, dice Demolins, que dispone de un buen instrumento corporal tiene más confianza en sí mismo, y en realidad más aptitudes para afrontar las contrariedades de la existencia; se siente más inclinado a la vida activa que a las situaciones sedentarias y dependientes de la administración; se reconoce más hombre, y por el hecho lo es realmente’.
Tomad pues, jóvenes amigos, con ansias y entusiasmo los ejercicios físicos, en la seguridad de que alcanzaréis con ellos un provecho verdadero, y lograréis, además, colocados en condiciones de ser más útiles para la sociedad y para la patria”.[5]
[1] FOOTBALL. El Día. Montevideo. 25/07/1898.
[2] Domingo Damián Prat (Nuevo París 27/09/1882-Montevideo 18/07/1973. Hijo de José Prat y Agustina Bessouat, franceses oriundos del Bearn de Labastide Villefranche, Bajos Pirineos. Su hermano mayor, José Pedro, continuó con el rentable negocio de su padre. Domingo desarrolló su profesión de médico cirujano. Publicó 250 trabajos científicos y en el extranjero nueve obras de cirugía. Jugador de fútbol, socio fundador y primer capitán del Club Nacional de Fútbol (1899). Presidente en 1903-1904, 1908 y 1910.
[3] Nombres obtenidos de documentos del archivo de Gutiérrez Cortinas donde constan los primeros partidos disputados por el Defensa FC en 1899.
[4] Construido en 1890 por el financista Emilio Reus, nunca funcionó como hotel. Adquirido por el Estado en 1895 se destinó a sede de la Universidad. Aún vigente, aunque con cierto deterioro ocupa la manzana delimitada por las calles Juan Lindolfo Cuestas (ex Patagones), Cerrito, Piedras y la rambla Ing. Monteverde. La construcción fue subastada por la Intendencia Municipal de Montevideo en 2007 siendo adquirida por Panagiotas Tsakos en 3.300.000 dólares.
[5] María Julia Ardao. “Alfredo Vásquez Acevedo. Contribución al estudio de su vida y su obra”. Revista Histórica. Barreiro y Ramos S.A. Montevideo, 1969, Año LXIII (2ª época), t. XL:118-120.