
Corresponde dejar constancia de que los estimados historiadores compatriotas no se han detenido en el estudio de la importancia, la trascendencia que tuvo en su momento y la que adquirió, de cara al futuro, la resonante victoria lograda por Uruguay en la Copa América de Chile de 1920.
Para aquilatar su valor y sustentar lo expresado precedentemente, debe señalarse que la consagración de los celestes en la ciudad de Viña del Mar / Valparaíso, generó la tercera conmoción popular en Montevideo al llegar el vapor de la carrera a la dársena de Montevideo.
La primera explosión de júbilo colectivo en la capital del país se registró el 17 de julio de 1916, después del empate sin goles en la cancha de Racing de Avellaneda, que consagró a los celestes ganadores del primer campeonato sudamericano, cuando aún no estaba en juego la Copa América. Vamos a rescatar la prueba de lo afirmado.
A continuación, se vuelve a publicar, ahora en internet, a 109 años de distancia de su aparición, la crónica de La Tribuna Popular de la edición del 20 de julio de 1916, relacionada con el arribo a Montevideo de los históricos primeros campeones de América. Después de la imagen se transcribe el texto. Se trata de un documento contundente, al narrar la primera recepción de la historia en Montevideo, del combinado uruguayo consagrado en Buenos Aires.

“Una manifestación grandiosa. Desde las siete de la mañana de ayer, comenzaron á acudir á la Dársena numerosos grupos de aficionados dispuestos a rendir homenaje a los jugadores uruguayos que retornaban con los magníficos premios del Campeonato Sudamericano. La llegada del Viena –en el cual retornaban los jugadores y la Comisión provocó indescriptible entusiasmo.
Los hurras (sic) y los cantos de toda armonía resonaban en el ambiente atrayendo a millares de aficionados que llegaban retrasados a la Dársena. Banderas de nuestros clubs, River Plate, Peñarol, Nacional, Wanderers, etc. etc. se confundían con banderas uruguayas y brasileñas.
A las 8 y 35 p.m. bajaban a tierra los jugadores uruguayos y brasileños, siendo aclamados y llevados aquellos en triunfo.[1] Más de ocho millares de personas en imponente manifestación, recorrieron las calles Colón, 25 de Mayo, Sarandí y 18 de Julio hasta la Asociación Uruguaya de Football, donde hablaron los señores Mibelli, Gómez y el distinguido periodista brasileño Mario Cardim, primera figura del escenario sportivo de San Pablo. Todos los oradores fueron ampliamente aplaudidos, mientras Piendibene, Varela, Marán, Saporiti y otros jugadores eran paseados en triunfo.
Los himnos uruguayos y brasileño ya tocados en la Dársena, volvieron a ser ejecutados provocando nuevas manifestaciones de entusiasmo. Los señores Aníbal Garderes y José M. Delgado ha comunicado a todos los presidentes de los clubs, a una reunión en el local de la Asociación a las 6 p.m.
Se tratará una feliz iniciativa de los señores nombrados de realizar un gran banquete popular festejando la gloriosa conquista del Campeonato Sudamericano. Posiblemente sea elegido el Parque Hotel, cuyo amplio salón podrá dar acogida a cerca de quinientos comensales”.
Corresponde realizar algunas precisiones porque, seguramente luego de su lectura, los cibernautas no encuentren lógica en las realidades de aquel tiempo.
La primera es que no existía la navegación aérea en ese tiempo. La segunda es que la delegación de Brasil subió en el vapor de la carrera, en Buenos Aires, cruzando el Río de la Plata junto con los uruguayos durante la noche. La delegación de Brasil retornaba a San Pablo en ferrocarril desde la estación central de Montevideo.
Un año después, en 1917 en el Parque Pereira el combinado uruguayo logrará retener el título de campeón de América, al cabo de otro triunfo ante los argentinos, en esta ocasión en Montevideo. Se producirá en la tarde después de la conquista, la que podría llamarse –y así lo señalan los diarios de la época-, una impresionante caravana desde el lugar donde hoy se encuentra la pista de atletismo, hasta el centro de la capital. Se consideró por la prensa que esa conquista y la magnitud de la multitud en fiesta, determinaba que en forma definitiva el “football” se convertía en nuestro país, en atracción para todas las clases sociales. Ese será el tema de la próxima crónica…
[1] En aquel tiempo se denominaba de esta forma –“paseados en triunfo”-, lo que hoy se conoce como “llevados en andas”.