100 años de Colombes: Cuando la policía entraba a las tribunas cortaba de raíz la violencia (nota 58)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

Los episodios ocurridos en el último enfrentamiento entre Nacional y Peñarol del pasado domingo 6 de julio de 2025, generaron todo tipo de reuniones entre las autoridades gubernamentales, policiales, de la Asociación Uruguaya de Football y los clubes involucrados. Las radios y la televisión, como corresponde, difunden las noticias, las que se amplifican a raíz del infortunio del agente del orden herido por una bengala náutica lanzada por un hincha inconsciente a quien, increíblemente, la policía no logra identificar.

La violencia que estalló en el último clásico no es algo nuevo. ¡Por el contario, se viene registrando en todos los choques entre Nacional y Peñarol desde hace nada menos que más de un cuarto de siglo!

Los clásicos del pasado cuando no había incidentes

Hasta fines del siglo veinte no existía la separación de hinchadas, “los pulmones”, las reuniones previas entre dirigentes de los clubes “grandes” y las autoridades policiales, el batallón de soldados, perros de policías y todas las cosas que en cada clásico inventan en la búsqueda de que no se produzcan incidentes.

Antiguamente concurrir al estadio Centenario a presenciar el clásico era una fiesta popular. Se mezclaban en todas las tribunas, ricos y pobres, niños, jóvenes, viejos y damas que se sentaban en cualquier lugar porque la separación de hinchadas no existía. Los fanáticos de Nacional, ocupaban un asiento al lado de otra persona que no conocía de quién era hincha. Llevar banderas, bombos, todo tipo de pancartas y demás cosas que se observan, no era habitual. En Montevideo esa moda comenzó cuando la iniciaron los argentinos a medida que la Copa Libertadores adquirió importancia y aumentó el “hinchismo”, a nivel internacional.

¿Cómo se controlaba a los vientos del pasado?

No piense el lector de estas crónicas que las hinchadas o parcialidades de aquel tiempo estaban integradas por Caperucita Roja y lo siete enanitos. Todos los clubes desde la Primera División hasta la Extra, comenzaron a disponer de los “pesados” como elementos destinados exclusivamente a la seguridad del plantel de jugadores y en algunos casos, de dirigentes.

Paralela y simultáneamente, como ocurría desde el comienzo del siglo XX, la policía tenía a su cargo la seguridad en todos los partidos organizados por la AUF y la Primera División y en la divisional B.

No existían las reuniones previas a un clásico o un partido importante, entre autoridades policiales y dirigentes de clubes. La policía disponía y actuaba.

Una gran explosión de violencia de la que fui testigo

El Club Atlético Cerro presidido por Luis Tróccoli, notable dirigente y político del Partido Colorado, armó un gran equipo con la finalidad de consagrar a Cerro Campeón Uruguayo de 1960. El conductor de los albicelestes, construyendo el gran estadio propio en el barrio, proclamaban que Cerro se convertiría en el “tercer club grande del Uruguay”. Desde la implantación del profesionalismo en 1932, ninguna institución “chica” -como llamaban y denominaban a las restantes ocho- había logrado semejante conquista.

Aquel domingo 18 de diciembre de 1960 las tribunas del Estadio Centenario en la final entre Peñarol y Cerro explotaban de público. A la parcialidad del Club Atlético Cerro, que llegó desde la Villa en una interminable caravana de ómnibus y camiones, se le destinó la tribuna Colombes, compartiendo la misma con hinchas de Peñarol y en similar condición la Platea América.

¡Qué locura diríamos hoy!

No estaban locas aquellas autoridades policiales de entonces, y así quedó demostrado. Impartían órdenes precisas a los subalternos, quienes se encontraban ubicados dentro del Estadio Centenario, sentados en las tribunas junto al público y otros de pie en las zonas de acceso a cada sector de tribuna, conminándolos a actuar rápidamente si se producía algún incidente.

Las autoridades policiales de hoy tendrían que leer la crónica de El Diario de 1960.

“Lío en la Colombes” tituló El Diario

De la extensa crónica publicada en la última página con todos los detalles de los episodios que fueron ocurriendo dentro y fuera de la cancha, se rescatan con actualidad permanente dos informaciones. Copiamos textualmente las mismas.

“A los 27 minutos del primer tiempo el ecuatoriano Alberto Spencer convirtió el gol que abrió el camino de la victoria. Luego del tanto de Peñarol, se produjo un tumulto de proporciones en la Tribuna Colombes quedando, aunque parezca paradojal, un sector de dicha tribuna desierta. La autoridad actuó con energía y restableció el orden”.

“Desórdenes dentro y fuera del campo se registraron a los 35 minutos. En el campo de juego un foul de Cocinello a Aguerre produjo la reacción de este y varios jugadores estuvieron a punto de irse a las manos, pero la intervención del juez Marino cortó el incidente. En la Platea América hubo gran desorden que aplacó la decidida y rápida reacción de la policía”.

Allí, en el viejo diario de 1960, está la solución para el presente:

La policía tiene que estar adentro de los escenarios donde juegan Nacional y Peñarol… ¡Y actuar disolviendo cualquier incidente originado en las tribunas! Además de prohibir el uso de banderas, cohetes y cualquier pancarta que se quiera exhibir.

Reproducción de la última página de El Diario del 18/12/1960.

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